Partida Rol por web

 Querelar descorcha la poción y se la bebe, sediento de vida. Sin terminarde sentir el efecto recuperador, se desliza un paso mientras saca su arco largo, presto para apoyar al combate.

 - Gracias Minsk.

La sonora voz del jefe de los Goblins, salió a la luz. En ese instante, Querelar ingiere una gran catidad de bebida mágica, la mayoría de sus heridas consiguen cerrarse por completo. Siente como si hubiera vuelto a nacer.

Ahora, con algo mas de seguridad deja caer* su acero, para desenvainar su arco.

No había tiempo de dar las gracias ahora. Minsk, notó incluso como su compañero había vuelto de nuevo. -Parece que te encuentras bien, querido Querelar. Ahora tenemos una tarea que cumplir- Con ganas, buscó una nueva flecha en su carcaj y después de soltarla con agilidad, se enfunda el arco.

Esta criatura es perforada con brutalidad, con una de las felchas del elfo salvaje. El proyectil se clavó con tanta fuerza en el pecho, justo en la zona del corazón, que nada pudo hacer por levantarse ya.

Y con un charco de sangre que se iba desparramando por el sendero, yacía este infeliz Goblin sin vida. -Ajj-

No dudó un instante en obedecer las ordenes del embutido Orco. -Sí, mi señor. Están ahí, pero son fuertes mi señor- Como si esa frase ya la tuviera grabada en su cabeza, no tardó mas que unos escasos segundos, en mover sus cortas patas para llegar hasta el árbol donde estaba la montura de su amo.

-Maldito asqueroso jefe, siempre tiene que dar ordenes. ¿No puede venir él a por su montura?- Susurra mientras va deshaciendo el nudo que mantiene atado al caballo en el árbol.

Este grandísimo Orco, ocupa la posición que instantes antes guardaba su pequeño plebeyo. Empieza a echar miradas a ambos lados, hasta que ve a dos siluetas enemigas, detrás de un árbol. -¡EHH! ¿Qué habéis venido hacer aquí?, no intentáis esconderos por que yo lo veo todo- Dice con ánimo de meter miedo.

Agacha su cuerpo, para poder ver mejor a esas siluetas. -Malditas ratas cobarse, ¡salid aquí!- Mas por volver a meter miedo, que por puntería lanza una jabalina hacia la posición enemiga. Sin embargo, la jabalina dibuja una trayectoria inmejorable. Minsk la viene venir, pero no le da tiempo a esquivarla y siente un pequeño roce en su pierna izquierda (-1pg)

 Con la mano derecha libre, adopta una postura de lanzamiento mienras un verde resplandor empieza a emanar lévemente de la mano enfundada en metal. Al termniar el gesto proyecta con energía la mano erecha contra el orcu pesadametne blindado, despidiendo de su mano un rayo de color verdoso, cruzando el aire e impactando contra el amenazante orco, debilitándole.

 Luego Querelar avanza por detrás de los árboles, manteniéndose a cubierto de una posible carga para tener mjor posición para disparar.

El rayo verdoso, se consume antes de llegar a su objetivo. El orco sigue con la mirada al causante del hechizo, tratando de ubicar su posición.

Al ver que, el humano, tiene clara sus intenciones, el elfo no va a ser menos. Apresura su movimiento, haciendole un par de gestos a Querelar, de que se va a colocar detrás del Torreón, pasando cerca del Orco.

-Venga, ya son nuestros-

Mientras avanza, desenfunda su acero.

Sin dificultades, el Goblin deshace el nudo. Le da una fuerte palmada al trasero del animal. -¡Andando caballo!. ¡Ya está jefe!- Avisa a su amo.

El animal, empieza a trotar hacia donde el quiere, eso le cuesta un par de palmadas mas, y finalmente obedece la dirección a tomar.

El Orco, da un extraño silbido para llamar a su montura. -'Cuervo Negro' ¡Ven aquí!, ¡aprisa!- El animal, empezaba aligerar el trote hacia su amo. El amo no tardo en moverse con pasos sonoros hacia el animal.

Con la maza en mano, se sube al caballo. -Venga, a por ellos. ¡Tú!. Escoria, saca y tu espada y ponte a luchar. ¡Vamos!- Le ordena al único Goblin que queda con vida.

 Querelar apunta con atención al orco, y cuando encuentra el momento preciso dispara, haciendo volar la flecha hacia su destino, penetrando profundaente en el cuerpo acorazado del orco.

 Pero lejos de amilanarse el joven valletano sigue moviéndose por la zona, buscando poner obstáculos entre el orco y él.. Mientras saca otra flecha de su carcaj.

La flecha sale en línea recta, desde la posición del Valletano, hasta clavarse profundamente en el hombro del Orco. El Orco trato de amarrarse a las riendas, para girar el caballo sobre si mismo, pero nada pudo hacer para impedir que la flecha penetrara de lleno, hiriéndole de gravedad (-11pg).

Tras el exíto, Querelar, sigue su rumbo.

El elfo, con su acero en mano, intenta pasar agazapado por la maleza, tratando de esconderse entre los árboles. Y sorprender el Trasgo.

Al ver como han herido a su jefe, su mirada no se despegaba el Valletano. -¡Allí jefe!- Señaló al intruso, al tiempo que se apresuraba hacia allí y apretaba al gatillo de su pequeña ballesta. Al ver el resultado, y ver como el virote salía demasiado alto, el Goblin, empezó a pegar palmadas a su ballesta.

-Maldito cachibache...

Con el hombro izquierdo, ensangrentando, el Orco, señaló con su gran maza hacia el intruso. -¡Cargaaaaad!- Le dió un par de golpes sonoros, al trasero del animal. Y el animal empezó a correr contra el Humano.

El caballo movió sus patas, hasta detenerse ante Querelar. La maza que sostenía el Orco, dibujó un ataque ascendente que nada pudo hacer el Valletano.

 El guerrero, viéndose superado por la figura del orco montado, desenvaina su acero para plantarle cara, poniendo énfasis en protegerse...

Querelar, ve aproximarse al Orco cabalgando con su montura. Tras recibir un brutal golpe en su pecho, el Valletano, no quiere ser menos y se saca su acero para contraatacar. Sin embargo, no sabía aún de que estaba echo este Orco, y al intentar golpearle sus brazos temblaron unos instantes, por lo que no pudo realizar su acción deseada.

El espadachín, se escurre por los árboles, no dejando casi marcas por donde pisa. Se apresura hasta la posición del Goblin, y allí se detiene a escasos metros. -Hey. ¿Das asco lo sabías?. Por qué no le limpias el trasero a tu jefe. Mírate, tu podrías ser mas que él. ¿Por qué demonios le haces caso?-

Minsk, no tiene otra que intentar desmoralizar a su enemigo. Sus manos aprietan la empuñadura, solo está jugando con la criatura.

El Trasgo parecía estar del todo tranquilo, hasta que, de pronto un elfo empieza a contarle cosas que para el no tienen ningún sentido. -¿Qé dices elfo? ¡Pienso acostarme con todas las elfas de este mundo! ¡Ahhh!-

Con furia se lanza sobre él con su pequeña maza, y golpea en un costado al sorpendido Minsk. (-3pg)