Partida Rol por web

- No debería confiar en ese sujeto, Mina, por muy encantador que parezca. Es un anarquista, enemigo del Imperio y de su majestad. Si no fuera por los americanos lo devolveria a la torre.

Mostré una sonrisa al escuchar el comentario sobre el Nautilus mientras subía al carruaje, aunque no pude evitar responder: - Con los años se pierden las esperanzas en los cuentos de hadas señor Pendragon.. - dije pensando que quizás ya estaba algo mayor para todas estas aventuras.

Una vez arriba y viendo como volvían a volar los puñales, decidí ignorarlos de nuevo, hasta el aviso de Bond, al que respondí cortesmente: - Discúlpeme Bond, pero no creo que yo deba ser partícipe en vuestras desaveniencias. - Fue todo lo que dije antes de quedarme en silencio mirando por la ventana.

Bond no parece para nada contento, pero en un falso derroche de caballerosidad victoriana se queda callado. Así, ambos son llevados a uno de los tantos acantilados de las costas escocesas. Alli se detiene el curruaje y Bond te invita a bajar. Entonces el gordo comenzó a mirar con impaciencia el horizonte, consultando la hora en su reloj de bolsillo "Estos malditos amercanos. Nunca son puntuales." dice.

Entonces, lo lejos, ves una silueta que se dibuja entre las nubes. Al principio pensaste que era una ilucion optica, pero eso que se acercaba venia efectivamente volando. Al rato, de entre la niebla, ves emerger una inmensa armatoste de metal, semejante a un barco, pero que en su parte superior esta lenna de hélices que giran constantemente.

Bond no se muestra para nada sorprendido y en ningun momento intenta decirte que es lo que se acerca a ustedes.

Bajo del carruaje contenta de poder hacerlo. Estar en un sitio tan pequeño con la única presencia de Bond, me hacía estar bastante incómoda, así que cuando puse los pies en tierra lo primero que hice fue coger una bocanada de aire fresco, lo que me hizo sentir bastante mejor.

Volví a hacer caso omiso de las palabras de mi acompañante. Me daba absolutamente igual lo que pensase y lo que protestara por todo. No era asunto mío ni pretendía que comenzara a serlo.

Alcé mi vista al horizonte, a contemplar aquel extraño aparato que se acercaba a nosotros y comencé a comprender las palabras de Pendragon. - Sigo pensando que estoy mayor para tener que imaginar estas cosas. - Mostré una sonrisa mientras pensaba, pero no dije nada en alto.

Cuando ese barco bolador se acerca a la costa, Bond se digna a hablarle acerca de lo que es:

- Supongo que habrá escuchado hace algunos años acerca de un extraño objeto volador visto en los Estados Unidos. Pues se trataba de eso que viene ahí, el Albatros, una nave voladora inventado por un cientifico americano llamado John Robur, quien intentó tomar el poder en nuestras antiguas colonias. Un policia logró apresarlo, pero ahora lo han liberado para que preste ayuda a la nueva liga. Digamos que es una especie de Nemo de los aires.

En ese momento la nave se ha detenido a poca distancia del acantilado, quedandose suspendida en el aire. Entonces baja una especie de puente que toca la tierra.
Bond "galantemente" te deja subir primero.

Volar en un trasto metálico? - Pienso mientras miro a la nave tras las palabras de Bond. - No sé yo si eso me parece una buena idea, aunque supongo que puede ser divertido. - En el fondo, el afán de aventura seguía haciéndome hervir la sangre, pero debía contenerme, es algo que debía dejar pasar para no volver a mi pasado, al que cada vez estaba regresando más rápido y temía tanto acercarme.

- Ve cómo no me necesitan? Son capaces de organizarlo todo y encontrar a gente sin mi. - Respondo a Bond secamente.

Bond mira a Mina con cierto recelo, como si no quisiera decir lo que tenía. No obstante, como si escupiera cada palabra, dijo:

- La verdad es que usted a demostrado una especial facilidad para lidiar con personas de caracter complicado, miss Murray. Nosotros podemos buscar a estos caballeros extraordinarios, pero la verdad es que necesitamos alguien que los guíe.

- Gracias por el cumplido Bond. Sé todo lo que le ha costado decirlo y le estoy verdaderamente agradecida. - Respondo a sus palabras agradecida de verdad, ya que en estos momentos estaba un poco nerviosa, aunque no se me notara y necesita un empujoncito para hacer las cosa. En el fondo, lo que quería es ir a ver a mi hijo, pero tendría que subirme en ese cacharro primero.

A pesar de lo que parecia, el puente era lo bastante seguro como para subirse a esa nave. Adentro de ella ves una tripulación afanada en el funcionamiento de ese prodigio que sacaba su energía de unos grandes calderas de vapor. No obstante, quien llamó rapidamente tu atención fue un hombre alto y de aspecto señorial que te miraba con cierta cuota de altivez. Sin embargo, al fijar su vista en ti, sonrie con contecia y dice:

- Bueno días. Supongo que usted debe ser ser miss Murray. Me presento, señorita, soy el capitán John Robur y me complace recibirla en el esta nave. El Alvatros está totalmente a su dispocision.

Las palabras son corteces, pero matizadas con un tono de superioridad soterrado. En realidad ese sujeto te recordaba al capitán Nemo. Ambos estaban totalmente seguros de que sus visiones del mundo eran las correctas.

Me subí a aquel  aparato, no sin una mezcla de desasosiego y curiosidad. No parecía tan poco seguro una vez estabas encima, pero aún así la cosa imponía bastante.
El capitán de la nave, el señor Robur, parecía muy seguro se sí mismo, pero lógicamente, así debía ser si se aventuraba a volar entre las nubes con este aparato.

- Es un placer poder estar a bordo del Alvatros capitán Robur, tiene usted un bello navío. - Fueron mis palabras corteses, sabiendo que, alimentando su ego, seguramente tendría a  aquel hombre exactamente donde quería.

El capitán saluda a Bond con una pequeña inclinacion de cabeza, denotando la poca simpatía que le tenía. Después le pide a alguien de la tripulación que se haga cargo de tu equipaje y te pide que lo acompañes al puente. Ahí tienes una visión sobrecogadora de las islas britanicas. No obstante, Robur, henchido de orgullo, te dice:

- ¿Qué le parece, miss Murray? ¿Cree que mi invencion pueda llevarnos a Africa?

- La verdad es que cuanto menos es sorprendente capitán. Nunca había visto un paísaje tan maravilloso como el que se puede observar desde aquí arriba! - dije sin poder dejar de observar a lo que se extendía ahora ante mis ojos.
Tras unos momentos en silencio, observando el paíseja, caigo en la cuenta de lo que acaba de decir, y aunque la idea de ir volando en esto hasta otro continente no me parecía excesivamente agradable, no dejé que eso enturbiara lo hecho hasta ahora, que era hacer que el orgullo por su nave de ese nombre me sirviera para camelármelo.
- Estoy segura de que con esto se podrá surcas los cielos de muchísimos contienentes capitán, aunque no puedo evitar tener alguna duda. ¿ qué es lo que sucede si hay alguna tormenta o algún percance de esa índole?

Robur mira con cierta admiración las objeciones que pones a la posibilidad de viajar. Quizá se deba esto aquel no está acostumbrado a escuchar a una mujer haciendo este tipo de observaciones. No obstante, mostrando ese orgullo henchido que parece producirle esa nave, el capitán le responde a Mina:

- Verá, Miss Murray, esta nave fue pensada para largos viajes alrededor del mundo. Para dar un nuevo orden a nuestro planeta, pero las vueltas de la vida nos ponen en situaciones algo curiosas. No obstante, tenemos un sistema para disipar la estática y aguantar descargas eléctricas de tormentas. Espero que esto la dejé más tranquila.

Pero al parecer ésta conversaciones tenían algo aburrido al señor Bond, quien intervino en ese momento para aclarar:

- Esta nave no sido puesta nuevamente del aire sólo para que usted deje el África, señorita Murray. Formar una nueva liga implica ir en busca de sus nuevos miembros y como el capitán Nemo se ha retirado de la vía pública, tuvimos que recurrir al capitán para qué los movilice por el mundo.

Lo que Bond dejó bastante claro es que para él esa armatoste voladora era igual que cualquier carruaje que podía contratarse en las calles de Londres. No existía ninguna diferencia.

Escucho la palabras del capitán, orgulloso de su nave, como es lógico, así que ya había visto en otra persona en alguna otra ocasión.. Asiento a la vez que muestro una sonrisa, dándole a entender que sus palabras me dejan bastante más tranquila, aunque en cuanto escucho a Bond, siempre tan agradable, mi expresión cambia y no puedo evitar mirarle algo molesta.

- Señor Bond, le agradezco enormemente todas sus opiniones y todos sus comentarios, pero quiero recordarle que sé perfectamente que es lo que se espera de mí, así como también comentarle que la que viajó a bordo de ese submarino fui yo. Creo que entiende perfectamente lo que trato de decirle.

Tras mis palabras, dejando claro ya una vez por todas, que no le iba a tolerar ni una vez que me hablara como quisiera, me volví a girar hacia Rubor como si no acabara de pasar nada.

- Estoy segura de que llegaremos a todos los destinos que nos propongamos con esta nave capitán.

Robur sonríe ante tu manera de enfrentar a Bond, mientras este solo te lanza una mirada airada, para retirarse del puente.

El vieja no es para nada largo. Por el contrario, cruzas completamente la isla en un par de horas. Llegando a las afueras de Londres, donde se posa el Albatros. Ahi hay dos sujetos esperando, ambos de cierta edad y rostro bonachñon. El primero se adelanta y te da la mano, presentandose como el doctor John Watson, acargo de atender al señor Quatermain. El otro sujeto cojeaba de la pierna izquierda, algo muy notorio al acercarse y decirte:

- Buenas tardes, Miss Murray. Soy Timothy Cratchit, de la oficina de abogados Scrooge & Cratchit. El señor Pendragon me ha encargado que la ayude en lo que necesite ¿Hay algo en que pueda serle útil?.