Partida Rol por web

-I'm so done. - Pensé mientras sentía el disparo en el pecho. -I'm gonna go Gangrel in your ass. - Empecé a moverme para adelante mientras mi sangre vampírica me fortalecía y sentía como la bala salía de mi herida, la cual se cerraba sola. No terminaría de curarse hasta que gastase un poco más en ella, pero confiaba en que pronto tendría sangre de sobra para eso.

Abrí la boca para decirle al tipo que se lo advertí, pero en lugar de eso decidí que mis acciones hablasen por mi, y le apunté y disparé con mi escopeta. Desgraciadamente, lo único que hice fue hacer mierda la heladera en la que estaba cubierto. Lancé un gruñido mientras hacía brillar mis ojos para que la oscuridad no me joda tanto.

Esta vez no hay respuesta tras el estruendo del escopetazo, solo un gatillazo metalico, seguido de un murmullo con aroma a puteada. 

No seria raro con esta humedad que surjan problemas en esos revolveres baratos. En realidad tambien es sorprendente que la tuya siga andando bien tras el agua que se banco ayer. De un modo u otro, justo mientras te repones, no llega ningun plomo a molestarte...

Saboreo las puteadas que venían de la boca del villerito. Generalmente no me gustaría matar a alguien así en la calle, pero después de todo lo que me pasó esta noche, después de ser abandonada en medio del delta, que me ataquen jaguares, un monstruo con una loca de mierda, caminar en la lluvia dos veces, casi morirme, y que un negro de mierda me empiece a tirotear por la calle cuando solo quiero agarrar mi auto e irme a la mierda, y bueno. Podemos concluir que es su culpa.

-Mirá que te di la oportunidad de irte, he. - Dije en voz alta mientras pegaba otro tiro a la heladera. -Oh, for fuck sake, did someone fucked with my gun?-

-‘chatumare puta vah veh!+grita, mosqueado, dándole un par de golpes al arma contra el borde de su heladera. El disparo reventando tan cerca lo hace correrse apenas y gatilla de inmediato casi encima de ti.

El arma vuelve a emitir un chasquido metálico y húmedo. En otras circunstancias seria gracioso de ver. Se queda con la boca abierta, y comienza a moverse hacia la otra vereda, buscando la cobertura de un auto.

Empiezo a ir tras del tipo. No iba a dejar que se escapase, no a estas alturas. Una vez que está a punto de tiro nuevamente, disparo, esta vez acertándole al tipo en la espalda. Ahora si lo tenía. -Dejá de moverte, cuanto más te tire, menos sangre me vas a dar. - Pensé friamente.

Ahora si, el tiro es claro y le abre un hueco amplio en la espalda al villero, que se desploma con un fuerte chapoteo en el agua. La huida no le sirvió de mucho.

-AAAHG!!

El grito resuena en la calle, cargado de ecos, seguido de una retahíla de manotazos en el agua, buscando asirse a algo…. 

Ya no valía la pena decir nada más, estaba decidido. Aunque el tipo lograse de alguna milagrosa forma meterme un tiro en esas condiciones, lo iba a reponer en un segundo. Me acerqué hasta él. Era la primera vez que tomaba una comida de esa forma, con un hombre gritando mientras lo drenaba. Me haría sentir como un monstruo si no fuese por el hecho de que ya está virtualmente muerto, y es toda su culpa.

Finalmente cuando estoy a su lado lo agarro e intento hincarle los dientes.

Apenas le queda sangre, debido a la que se le escapa por el hueco en la espalda. Un bocado magro que apenas compensa lo perdido para matarlo... Putos negros. Encima el sabor mezclado con tetra y quien sabe que mas...Lo unico peor era cuando debias beber de los infelices monstruos que vivian en las cloacas de Santa Fe. ¿Porque la pobreza debe ser tan fea, hasta la sangre?

Muere rapidamente, incluso antes que lo sueltes. Ya no le quedaba mucha vida. Una vida vacia y miserable seguro, una muerte igual, flotando en el agua sucia de la calle... Asi pasa para algunos, los que nacen estrellados.

Era poca sangre, ¿pero qué le ibamos a hacer? La verdad es que no matarlo ya estaba practicamente fuera de regla. No iba a dejar que alguien empiece a tirarme, incluso cuando le doy la oportunidad de irse, y no hacer nada al respecto. En fin, lo mejor era seguir buscando el auto.

Dejé el cuerpo ahí después de cerrar los puntos. Con la sangre que había, incluso aunque se la estuviese llevando la marea, todos iban a saber que se había tratado de un tiroteo callejero normal, por lo que no había razones para disimularlo un poco. Me levanté y seguí caminando como si nada, contando la munición que me quedaba antes de guardar mi arma.

Hay pocos cartuchos, pero por suerte no volves a tener necesidad de usarlos. Finalmente logras llegar a la costanera y podes encaminarte a destino sin otro sobresalto.

Resulta un espectáculo penoso. Pocas veces la ciudad ha sufrido algo así. Se ve que los chetitos no lo pasaron bien… El agua es menor que en los barrios al Oeste, pero todavía te pasa los tobillos, y desde luego ha entrado en las casas. También se ven muchas vidrieras rotas, chapas dobladas, asfalto roto…Los camiones de Edenor, aguas y otras, están laburando por doquier reparando los daños. Hay basura, ramas, arboles rotos… Por suerte el auto estaba lejos de eso. Ahí junto al muelle, espera todavía… más o menos.

Todos los vidrios saltaron en pedazos; parabrisas, ventanilla, hasta el espejito retrovisor. Y obviamente el agua se coló por las ventanas destruidas. Adentro todo esta mojado, arruinado. Dos ruedas están pinchadas. El motor no arranca, aunque no sabes de mecánica como para determinar porque. Pero a todos los efectos prácticos, el auto está muerto. 

Lancé un suspiro. La verdad, con todo lo que había pasado hasta ahora, ya me lo imaginaba. Y no solo era de esperar, sino que además ya no tenía fuerzas para molestarme.

Me senté en el capó del auto, pensando en qué hacer. -Que ciudad de mierda... y encima estoy atrapada aca. - No podía irme caminando, los lupinos me harían mierda y tenía 400 kilometros hasta Santa Fe. Lo único que se me ocurría era un ómnibus, pero salían demasiado temprano. Después de las nueve no habría servicio ya, y no podría subir antes de que partiese. Sin contar que no tenía con qué pagarlo.

Iba a tener que llamar al pelotudo de Diego y pedirle que me venga a buscar. Seguramente va a decir que no... la concha de su madre, Toreador de mierda. -Ni le hablé y ya me está enojando. - Chisté mientras me volvía a parar, pensando dónde podía haber un teléfono. -Ni un público, supongo... ni tengo plata para un locutorio, de todas formas. - Ni modo. No me gustaba hacer esto, pero tendría que volver a la biblioteca pública, a ver si la Toreador me prestaba su teléfono. No quería molestarla, realmente, me había caido bien, pero no podía estar tirada sin opciones.

No queda más que ir pateando. Son unas 25-30 cuadras, aunque el camino es fácil. Solo por la costanera hasta llegar a la universidad y de ahí un par de cuadras más… Lo bueno es que la fatiga no hace mella en un vástago, pero el tiempo corre.

Tras una buena hora, arribas a la biblioteca. Obviamente está cerrada, tanto por la hora como por el daño. Al parecer tampoco aca el temporal perdono los edificios.  Pero enseguida notas que es más que eso.

Hay todo un operativo en la puerta. Dos camiones y al menos una docena de guardias y policías. Inadvertida no vas a llegar… ¿Alguien habrá intentado aprovechar el caos para robar los valiosos volúmenes adentro? Eso no sería nada raro, pero complicaría mucho las cosas.

-Oh, for fuck sake... - Pienso mientras camino hacia la biblioteca. Por supuesto que no intento colarme por ningún lado, o al menos no por la entrada principal. En lugar de eso, empiezo a caminar por las inmediaciones, buscando datos de interés y caminando como si solo estuviese de paso por la vereda.

Entre las cosas que busco está el número aproximado de uniformados, contando por el rabillo del ojo, a lo mejor un indicio de por qué están ahí, una posible entrada secundaria, aunque no la iba a usar seguramente, y si veía algún interno de la biblioteca, como la Toreador que había conocido hacía ya tres noches.

Además me fijo en mi ropa. A ver si estaba lo suficientemente presentable para hablar con algún policía sin despertar alguna sospecha. Lo más seguro es que no, pero no dudaba en intentar, cuanto menos, acomodarla un poco para dar un aspecto un poco mejor. -Por suerte sigo encapuchada... -

Por lo que parece, están sacando cajas y metiéndolas en los blindados, aunque no podes estar segura a la distancia de lo que contienen. No obstante, si reconoces una figura organizando el asunto. La toreador!

Está de pie entre los blindados, indicando a los cargadores donde poner cada cosa, con una lista en mano, cual supervisora.  Se la ve bastante entera tras la noche pasada.

No obstante no todo es tan fácil. Tu presencia cercana no pasa desapercibida y un par de guardias te tienen en la mira. Aunque no abandonan su puesto para detenerte, vigilan tu andar. Aparte notas que hay más en el perímetro, aunque no tantos como al frente. Es un operativo digno de un clásico o de la movilidad de algún grosso… No obstante es difícil que alguien vaya en estos vehículos, asi que debe ser otra cosa importante en verdad.

Levanto una ceja al ver todo eso. Definitivamente no es lo que esperaba, pero mejor para mi, porque no había problemas inmediatos. Me interesaba saber qué era lo que estaba pasando ahí, pues dudaba mucho que un operativo de esta magnitud se realice todos los días en la Biblioteca Nacional, pero pronto decidí que mientras esté en mis condiciones actuales lo mejor era ocuparme de mis asuntos y cuantos menos sean mis asuntos, mejor.

Por eso es que en lugar de irrumpir en cualquier cosa que estén haciendo los uniformados y la Toreador, la cual si mal no recordaba era asistente de la Príncipe de este lugar, otra razón por la cual mantenerme alejadita, decidí mirar desde la distancia y ver si tenía una ventana para contactar con la mujer luego de que terminase con los preparativos. Lo más seguro es que terminen antes del amanecer, ya que entonces la jefa se tendría que ir, y yo no tenía nada más interesante que hacer, por lo que no me pareció mala idea.

Así es que busqué un lugar lo más discreto posible desde donde observar hasta que terminasen. Incluso aunque no se tratasen de enemigos, prefería que no me descubrieran espiándolos (más de lo que ya me habían avistado hasta ahí), ya que no quería incomodar a nadie o, peor aún, levantar las sospechas sobre mi persona. De hecho consideré el esconderme bajo la tierra, pero lo descarté no solo por si me veían sino también porque no sabría cuando se alejasen los oficiales.

Hay un problema sin embargo. Esconderse cuando ya te tienen en la mira es una buena forma de llamar más la atención. Se produce un breve intercambio entre los guardias y un par se aproximan a investigar hacia tu zona,  con las armas preparadas. No parecen la policía o seguridad corriente…

Los uniformes negros en la noche les dan un aire siniestro, pero sobre todo importa que al acercarse ves que son de una calidad superior a la de la policía promedio. Se parecen más a trajes tácticos del Swat, solo que carecen de insignias. Y nada que discutir con las ametralladoras, claramente AK-47, no FAL nacionales.

Es obvio que no son simples agentes, sino recursos de la misma princesa. Pero ni esta ni otros vástagos se muestran. La única visible es la bibliotecaria, la cual es puesta rápidamente al tanto, pero solo mira hacia la zona, dejando que los hombres se encarguen mientras apura a los cargadores. Cada cual atiende su parte de aquella operación.

Hay que tomar una decisión y tomarla rápido. Esconderte donde no te hallen, huir o plantar cara. 

Observo tranquila a los hombres que se me acercanban. Por suerte para mi, estar entre armas no era una sensación nueva, incluso si las AK eran un poco más fuertes de lo que estaba acostumbrada a ver, pero logro mantener la compostura.

Decido que lo mejor es seguir jugándo calmada, por lo que espero a que los uniformados estén a una distancia prudente pero cercana de mi antes de hablar. - ¿Pasa algo, señores? - Pregunto en voz alta, preparada para aclarar que no era un enemigo. El trayecto que hicieron hacia mi me dio tiempo para pensar en qué decir y la postura que tomar, con las manos e los costados del cuerpo, sin esconderlas y relajadas.

Podría haberlos encarado de otra manera, pero después de pensarlo se me ocurrió que lo mejor no era empezar a dar explicaciones antes de que me las pidan, y que de todas formas no podían hacerme daño (a menos que disparasen sin preguntar, cosa que era dudoso), por lo que no tenía razones para defenderme aún.

La mirada adusta de los tipos tras sus trajes, no varía al  presentarte. Uno se aproxima levemente mientras el otro se abre para cubrirlo, flanqueando.

-Esta zona esta cerrada, señorita. Muéstreme sus documentos. ¿Qué está haciendo acá, a esta hora?+interpela el que se adelanta en tono calmado y serio. No baja el arma y mantiene una prudente distancia de un par de metros. Está estudiándote, te das cuenta. Buscando las señales de si sos humana o vástago. Resulta lógico que estén así de bien entrenados. Seguramente la princesa tiene más enemigos de los que no respiran, que de los que sí.

Levanto una ceja ante las advertencias de los uniformados antes de mirar a mis pies, contemplando la acera por un segundo. - ¿La via pública está prohibida? - Pregunto con aire extrañada. Sin embargo pronto vuelvo la vista a los hombres y hablo sin darle importancia a eso.

-En realidad, estaba buscando a alguien que conosco. Maria Luisa Bernal. - Hice una pausa. -Quería hablar con ella sobre un temita que surgió. Naturalmente, si está ocupada puedo pasarme más tarde u otra noche. - Ya con eso les debía dejar en claro que era una vástaga. Una vez más, prefiero salir en blanco para no causar sospechas innecesarias. -Y sobre los documentos, no creo que sean realmente necesarios, a menos que ustedes quieran mostrarme sus credenciales, ya que aún no estoy segura qué autoridad les respalda. -