Partida Rol por web

Janosz recogió una mochila llena de arañazos, con un fuerte olor a floresta y a alcohol concentrado. Se sonó con fuerza la nariz, compuso una sonrisa llena de huecos y anunció el comienzo del camino con voz ronca.

Brunmarl quedó rápidamente atrás. Janosz sólo se volvió brevemente para saludar con no poca guasa hacia las ventanas del edificio donde el alcalde había recibido no mucho antes a los aldeanos alterados. Enseguida, el sendero tangente serpenteó un poco y se adentró brevemente en la linde. Del principal nacieron dos vericuetos tributarios. Janosz cogió el que se alejaba de la densidad arbórea. Pronto ese camino volvió a bifurcarse y de nuevo Janosz, sin pensarlo, tomó uno de ellos, el que se dirigía hacia el norte y mostraba ante él un paisaje plano, como una meseta enorme en cuya lejanía había breves interrupciones y una brumosa promesa de montañas en el horizonte.

-Este es el único sendero güeno -dijo Janosz-. Los del bosque llevan pa aldeas, pero yastán abandonás. Yo no madentraría si no tiés algún negocio guardao en ellas. Es sitio de asaltadores y malnacíos. Bien lo sé.

En fin, ¿pa dónde iban? ¿Pal norte? ¿Qué se les habrá perdío por allá? Mal camino es, sin caza pero lleno de alimañas por la noche. Los poblachos son desconfiaos. Se entiende que después de Zavstra, claro. Pallá que nos dirigimos. Y yo me quedaré allí. No es mal sitio. He estao en varias veces y se pué... buscar uno la vida, si tiene ojo. Desde allá salen caravanas hacia Erengrad, mayormente, aunque también a Kislev. 

Digo Kislev la ciudá, claro. Jeje. La ciudad es una mierda. No sé, no la he visto, pero a los míos mal les fue. Ná más digo. Gente cruda, pero ni con esas.

Como te había comentado , Janosh , estamos buscando a un hombre . Nos lleva bastante ventaja de manera que cuanto más rápido y seguros crucemos este bosque mejor . 

Fue contestando a Janosh mientras seguía raudos el camino tras su guía . 

Zavstra es la siguiente ciudad ¿ verdad ? ahí tendremos que buscar más evidencias de a quien seguimos la pista . 

" Es casi como dar palos de ciego , hemos descubierto algunas cosas , pero hasta que no lleguemos a la siguiente ciudad no podremos saber si se ha desviado en alguna otra dirección . Solo que nos llevan unos 10 días de ventaja " . 

Por cierto ¿ cuanto tardaremos en llegar ? y ¿ cuantas ciudades , pueblos maltrechos y abandonados o pululados por malnacidos y saqueadores , hay hacia el norte entre 10 y 15 día de viaje según nuestro ritmo ? . 

Sus preguntas estaban claramente dirigidas a saber si podían llegar a robar algún día de viaje al tiempo y saber en cuantas ciudades podrían haber pasado durante ese tiempo . No era mucho pero había que conocer algunos detalles antes de llegar a un lugar a hacer preguntas pues si estaban en un lugar erróneo tenían que ir a otro y eso significaba que perderían más tiempo . 

Marco frunció el ceño haciendo un gran esfuerzo por entender las palabras de Janosh, fue por eso que se mantuvo en silencio durante un rato ya que no conseguía encajar los ruidos producidos por aquel extraño hombre con nada que tuviera coherencia para él. En ese momento de espera Hans que parecía más resuelto, entendió las palabras del hombre con mayor facilidad y se entendió con él.

- Eso es, seguiremos por tal camino hasta llegar a la siguiente ciudad y allí ya nos buscaremos la vida. - sin embargo alguna de las palabras de Janosh surtieron algo de efecto en la mente del espadachín estaliano y dijo - ¿Conoces a alguno de esos salteadores? ¿puedes ponernos en contacto con alguno de los asaltacaminos? Quizás puedan decirnos algo. - Al decir esto miró a su compañero Hans en espera de su respuesta sobre esa idea.

Cuando Marco habló sobre contactar con ese tipo de gente , Hans no pudo hacer otra cosa que una mueca de extrañeza en su rostro . 

¿ Que tienes pensado , Marco ? sabiendo el tipo de gente que seguimos y esta gente que dice Janosh no se si sería buena idea . 

" Lo que menos deseo ahora es tener que enfrentarme a tropas de zombies así porque si , y si no lo son igualmente salteadores y mercenarios tambien serían un problema " . 

El estaliano se encogió de hombros mientras continuaba el camino junto a sus acompañantes escuchando las palabras de hans, la respuesta del estaliano fue rápida y firme como el acero de su arma. - Bueno, si esos fulanos de poco fuste controlan los caminos no me cabe duda de que habrán podido notar el paso de nuestros amigos a los que buscamos, quizás puedan darnos datos más certeros de su viaje. Al fin y al cabo son una compañía estrafalaria y deben de alterar el entorno de los habituales. -

Al acabar esas palabras miró al extraño hombre que hacía de guía y dijo - Además el buen Janosh, jamás se atrevería a traicionarnos y vendernos a esos amigos suyos. Quizás podríamos acordar un encuentro en zona segura o usar a Janosh de intermediario, para conseguir algo de información. -

El hombre se mantuvo pensativo un tiempo durante el que adoptó un gesto reflexivo que no encajaba en absoluto en aquel rostros tosco, de mirada obtusa, sólo lúcida cuando la picardía salía a colación.

-No lo había pensado. Ha mucho que no frecuento a la tropa. La última vez me dieron este saludo -con sorprendente habilidad, se desanudó la cuerda que servía de vago cinto y mostró la nalga izquierda. Había una cicatriz profunda, un agujero oscuro entre piel estriada que parecía, en conjunto, como un sol escarificado-. No sé si fue Viola o su amorcito, el preto Vlatavo. Crudos los dos, qué hijoputas. ¿La verdad? Pa mí que han muerto. Este camino ya no es lo que era. Con lo del tipo este del Caos*, esto se llenó de monstruos y alimañas retorcidas. En verdad, aquí tós lo veíamos venir, pero algunos no aprenden, sólo piensan: "un día más, que haga una bolsa más y lo dejo. A un pueblo me escondo a descansar".

Se encogió de hombros.

-Si les parece propio, tiramos pal sur y buscamos por los antiguos refugios. A mí miedo me da, tanto si encontramos a la gente como si encontramos a los bichos, pero igual algo bueno nos trae, no sé yo. Eso sí, tiempo perderemos.

Si la cosa es ganar una buena carrera, pues yo diría que es mejor hacerse con unos buenos corceles en Zavstra, que las diligencias van bien, pero tién parás acordadas y si va alguien con dineros y no le gusta correr, enlentece a tó. Otra cosa -el jaque se metió un dedo grueso en la nariz y se sonó después- es que el tiempo mude. En el norte es fácil que una tormenta arrecie y deje todo hecho mierda. Pero eso, jaja, ya no es algo que nosotros podamos controlar.

El estaliano resopló, le era realmente complicado entender a aquel tipo y su tosco uso del lenguaje, sin embargo lo importante era el contenido de este. El duelista no pudo evitar poner una cara de profundo asco cuando Janosh en su empeño de contar el relato con todo lujo de detalles les enseñó una nalga, por menos de eso había cruzado aceros con más de un fulano, sin embargo entendió que aquello era debido a su falta de conocimiento y cultura. - Vaya, veo que tienes grandes amigos entre los salteadores Janosh... -comentó con marcada ironía Marco.

- Bueno, entonces dejemos de lado mi idea, al parecer nos retrasaría mucho tiempo y no tenemos ese tiempo para perderlo. Seguiremos hasta Zavstra a por esos veloces corceles y sigamos con nuestra persecución. - dijo finalmente tras reflexionar acerca de los problemas que podía dar su plan. podía salir bien, pero no era algo que les otorgara seguridad. Los salteadores podían haber muerto e incluso estando vivos nada garantizaba que fueran a cooperar.

Llévanos a Zavstra, Janosh no hay tiempo que perder. -

Sin dejar nunca de hablar más de unos momentos, con el tiempo justo de recuperar el resuello para sacar otro tema, Janosz se mostró hombre en extremo ameno a la hora de compartir andanzas. A mitad de camino, sus acompañantes tenían bien claro que ese hombre había atracado a diestroy a siniestro por casi toda la frontera, desde a una abuelita recién fallecida hasta a la hija menor de un voievoda. Eso sí, nombres no dijo.

Tanto más fue curioso cómo, al inicio del atardecer, el jaque echó ojos al horizonte, que seguía siendo un páramo desértico (y ciertamente intimidaba la visión de una inmensidad sin bordes donde aferrarse), carraspeó, volvió a mirar, puso su mano como visera y, finalmente, habló.

-Que me maten si por el camino no viene un grupo de jinetes. Cosa de entre cuatro y siete, y por los bríos diría yo que son de mi gremio.

Esperó un poco más, silbó algo lento, inquietante.

-No, no sé quiénes son.

Delante en el camino, como él decía, ambos al fin distinguisteis un grupo de jinetes que se movían a un trote tranquilo. Difícil era distinguir algo más en principio.

Janosz volvió a carraspear y llevó una de las manos a su cinto, donde colgaba un machete muy usado.

Al final todo era cuestión de acostumbrarse y el tal Janosh pese a ser un rufián de la peor calaña no era mal tipo del todo, al menos sabía como entretener el viaje y al lenguaje se podía acostumbrar uno, con dificultad, pero se podía acostumbrar.

El estaliano levantó la cabeza al escuchar las palabras de Janosh sobre los jinetes. Con velocidad cambió su mirada con la de Hans y luego desvió su mano a su arma y usó su capa para tapar su mano que lentamente se dirigía a la pistola cargada que llevaba encima. -¿Nos da tiempo a escondernos o tendremos que saludarles? - dijo el estaliano con tono tranquilo, mientras aminoró sus movimientos y sus ojos se posaron fijamente en el lugar del que provenían los jinetes que se acercaban.

Al parecer Janosh tenía una vista prodigiosa bendecida por sigmar , todo lo contrario que el resto de su ser que más bien parecía bendecido por Ranald . Este avisó de la presencia de jinetes y cuando dijo que podrían ser de su gremio pensó directamente en ladrones , pasó una de sus manos por el pomo de su espada y entonces Janosh confirmó que no le eran conocidos . Algo peor de lo que había pensado . 

Será mejor no meternos en jaleo , Janosh , búscanos un un nuevo camino por el bosque . Sean de tu gremio o de otro no me fío ya que estamos en inferioridad numérica .

Hans pensaba que tal vez con un simple rodeo podrían continuar sin más problemas , pero quien sabe lo que el destino les preparaba . 

Janosz hipó y salió del camino, de modo que saltó hacia una pequeña hondonada y se tumbó, dando un tripazo con el suelo. Os hizo una señal para que lo siguierais, aunque en su rostro abundaba la preocupación de quien no tenía nada claro que aquello fuera a funcionar.

El estaliano se agazapó con rapidez e imitó al rudo guía que les acompañaba por aquellos caminos, si podían pasar desapercibidos, era mejor, que mostrarse a plena luz para poder ser vistos.

En el momento en el que los jinetes se acercan un poco más, uno de ellos se detiene y hace un gesto. Son un total de seis y tienen toda la pinta de bandoleros. Armadura remendada de distintos tipos, dos de ellos llevan mallas y uno incluso el peto de una coraza. Cargan armas de fuego y tienen las espadas a mano. Otros tantos tienen escudos. Todos parecen muy crudos.

El que hace el gesto indica al grupo que se abra y eso hacen, formando una línea. Varios ríen.

-¿Buen día, señor? ¿O no tanto? ¿Va todo bien? Quizá me arriesgo ofreciendo un consejo, pero si setas son lo que buscas, yo no las cogería en este sitio. Provocan fiebre y cagalera, o algo peor. Dime, ¿qué haces aquí?

Janosz os mira y mueve un poco la cabeza.

-No conozco a ninguno, pero que me maten si no son bandidos.

Él mismo, aún escondido, tiene la mano en el puñal.

El estaliano continuó escondido, confiando en que no le hubieran visto a él. Se mantuvo en total silencio, clavando su mirada en Janosh cuando este habló, luego dirigió su mirada hacia Hans, al que claramente estaban hablando. Esperaba que él pudiera disuadir a aquellos hombres con la palabra, y no fuera necesario entrar en combate. No por temor, él era un espadachín estaliano, no temía a una panda de rufianes, pero tampoco quería perder tiempo allí combatiendo contra ellos. Lentamente echó mano hacia su pistola de pólvora y se preparó por si debía entrar en acción en caso de que las palabras de Hans fallaran.

El escondite de Hans tras unos matorrales no era el adecuado ya que eran demasiado bajos para cubrirle y el brillo de sus partes metálicas de armadura lo delataban demasiado . Cuando uno de los hombres se le acercó y le "ofreció" tal consejo sabía que el escondite era ya lo peor que podría haber hecho con excepción de cargar como un loco . 

No , no son setas lo que busco pero gracias igualmente por el consejo . Me dirijo hacia el norte , pero me había parado a descansar un poco los pies antes de seguir caminando , no estoy acostumbrado a caminatas tan largas . 

¿ Y a donde os dirigís vos junto a vuestra comitiva si no es indiscrepción preguntar ?

Ahora solamente esperaba que no hubieran visto al dúo sureño ocultos y que la situación no llegara a más de un par de preguntas . 

Mientras escuchaba a Hans, el jinete al mando parecía evaluar la situación. Dejó la burla y se volvió prudente. Hans, que conocía aquel código entre guerreros, percibió al instante que se estaba planteando algo muy seriamente.

Al fin, tras carraspear, hizo a los demás una señal de calma y se tocó el sombrero a modo de saludo.

-Mis chicos y yo volvemos al Imperio, después de cumplir con un acuerdo. Necesitamos un aire menos frío para estos huesos viejos.  En fin, si no hay más, seguiremos camino. Buena suerte y mejor tiempo.

Los demás se pusieron en marcha por el camino, lentamente.

Los demás jinetes pasan, sin dejar de mirar a Hans, pero con las manos relajadas en la silla. No hacen gestos raros. Uno de ellos, de hecho, con el rostro oculto tras una capucha y una manta gruesa, marcha bastante encogido sobre el caballo, y no tiene armas a mano. Ha pasado inadvertido hasta ahora porque estaba el último de todos en el grupo. Un poco más adelante, otro de los jinetes se acerca a él y le da unas afectuosas palmadas en el hombro.

Se van alejando.

El estaliano permaneció quieto y pegado a su cobertura, atento y agazapado esperando a que Hans o los hombres dieran claras muestras de haber abandonado su posición e incluso haberse retirado de la zona. Cuando los escuchó alejarse se relajó algo más y se permitió el lujo de separar unos centímetros su mano del arma de pólvora. Echó una rápida mirada al acompañante Janosh y luego a Hans para ver si les indicaba si podían salir o él mismo se movía. Se quedó quieto y a la espera de cualquier comunicación por parte de su compañero.