Partida Rol por web

- Al menos logramos ahuyentarlas. - comenté para completar la respuesta de O'Rick.

- Tiene razón doctor, necesitamos un par de noches de buen descanso. - sonreí. Observé mientras acababa de remendar a Robert y mi mente no dejaba de pensar en cuál sería nuestro siguiente paso.

¿Cuánto tiempo era aconsejable que descansáramos antes de ir a seguir buscando a Jerry?

Se muestra de acuerdo - claro, claro, si estaba tan oscuro difícil distinguir cuántas bestias había. No obstante mañana  a primera hora hablaré con el jefe de policía y con el alcalde. Es peligroso tener esas bestias por ahí danzando ¡esto está lleno de niños!- termina de coser a Robert - bueno... usted está listo - cuando Robert se levanta de la camilla y comienza a vestirse, Collinse se pasa la manga derecha por la frente, el hombre se ha esforzado de veras y suda copiosamente. Tras ésto, cuando Robert está ya vestido os hace un gesto para que toméis vuestros abrigos y os pide que le sigáis de vuelta hasta la recepción.

Al llegar se pasa detrás del alto mostrador de madera y os comenta

- ¿Van a querer factura o no les hace falta? - dando por sentado que os va a cobrar por sus servicios.

- No se preocupe por la factura - indico al buen doctor mientras saco la cartera para pagarle. - Suficiente ha tenido con tres tipos tan desastrados como nosotros despertándole a estas horas. Disculpe las molestias y que pase una buena noche, doctor. - sonreí.

La verdad es que el hombre había realizado una labor impecable.

- Ahora tenemos que buscar un sitio para descansar. ¿Conoce algún motel o sitio cercano que pueda recomendarnos, donde podamos dormir lo que queda de noche? - pregunté. Necesitábamos un poco de reposo antes de proseguir.

El doctor hace cuatro garabatos en una hoja de color sepia con su nombre y la dirección del gabinete y os tiende la hoja. Aparece un 12 en grande, 12 $ por tanto.

- Por cercanía les diría que en esta misma calle, una casa pintada de color vainilla de dos alturas, al salir a la izquierda a unos tres o cuatro minutos andando. Es una casa de huéspedes, la propietaria, la señora Woliwski* les recibirá con sumo gusto. Señores háganme caso y reposen unos días, deberían volver a un médico pasado ese tiempo y sobretodo, intenten no hacer esfuerzos. Sobretodo ustedes dos - dice señalando a Robert y a Kellemport.

Entre escandalizado y asombrado intento rápidamente detener a John Kellemport:

-Por favor señor Kellemport, de ningún modo pagará usted por mis atenciones... ¡No pienso consentirlo! Además, yo también me siento en deuda con el doctor, y con ustedes dos... Si no fuera por Robert... En fin, yo también correré con los gastos, y no aceptaré un no por respuesta, mi decisión es tajante.

Dicho esto saco 6 $ de mi cartera y se los entrego rápidamente, antes de que John pueda impedirlo, al doctor Collins.

-En cuanto a su sugerencia, parece que esa casa regentada por esa señora... polaca, no puede ser de otro sitio con ese apellido tan pintoresco... como decía, parece un alojamiento agradable según usted la describe... Al menos espero no ser atacado por ninguna otra forma de fauna local, je je je...

Termino la frase con una risa tan forzada que cuando cesa nadie hubiera imaginado que hubiera podido salir naturalmente de mi garganta.

La tal Petula Woliwski resultó ser una señora de tomo y lomo, nacida en Polonia y emigrante a los Estados Unidos, regentaba con mano firme la casa de huéspedes, aunque la estancia se os antojó agradable y eso sí, tras descansar una decena de horas en una cama confortable, esa mujer os sirvió un desayuno digno de Dioses.

Tras el desayuno salísteis al porche a fumar unos cigarros alejados de oídos indiscretos.

- Bien caballeros, - dije mientras daba unas caladas a mi cigarro. Resultaba reconfortante estar en un sitio tranquilo, a la superficie, viendo el sol y sin ninguna de esas abominaciones cerca.

- ¿Qué creen que debemos hacer ahora? ¿Regresamos a acabar de inspeccionar la casa? - miré interrogativamente a ambos. - Yo creo que podríamos inspeccionar los pisos superiores y dejar para otro día los túneles que descubrimos. Al menos hasta que nos encontremos mejor. -

El humo salía de mi boca en círculos tratando de formar aros... pero a pesar de la práctica que da la experiencia no me salían muy bien... - ¿Qué les parece? Les propongo volver a la casa, acabar de examinarla, volver a descansar aquí esta noche... Y mañana ir a recoger algo de equipo y volver a esas catacumbas. Tengo algo en mente que hará que esas criaturas se arrepientan de acercarse a nosotros si vuelven a intentarlo. -

Entrelazo mis dedos mientras escucho a John Kellemport hablar, observando cómo el humo se eleva desde sus orificios faciales hasta el techo. Medito sobre sus palabras, cargadas de razón.

-Yo también creo que lo mejor es explorar atenta y cuidadosamente las habitaciones "normales" de la casa... Tal vez hayamos pasaod por alto algo importante, algo que pudiera servirnos de indicación sobre Jerry o sobre qué demonios son esas cosas... Bajo la voz. No creo que esos demonios salidos del averno puedan hablarnos de nada.

Carraspea saliendo de su mutismo

- Caballeros... no he sido yo el mejor parado tras la lucha con esas criaturas desconocidas y por eso me puedo permitir el lujo de recomendar terminar de una vez por todas la exploración de los túneles inferiores de la mansión. Tengan en cuenta que hemos adquirido un compromiso con Dora. ¿Qué creen que diría si nos viera rebuscar debajo de los jarrones sabiendo como sabemos que la respuesta se encuentra abajo? no podemos permitirnos alargar más la búsqueda, puede que sea demasiado tarde... o puede que YA SEA DEMASIADO TARDE - no quería decir esto último pero le parecía la única manera de hacer entrar en razón a sus compañeros. Visto lo visto la casa era una pérdida de tiempo y los túneles inferiores... bueno era una locura adentrarse allí hoy o mañana, Robert era partidiario de coger el toro por los cuernos u olvidarse del asunto definitivamente, nada de medias tintas.

- Bien, vayamos a la casa de nuevo. - comenté ante la exposición de Robert. - Exploremos esos subterráneos y traigamos a Jerry de vuelta... pero tarde o temprano habrá que revisar los pisos superiores también. No quiero dejarme nada, ninguna pista o prueba. - mi mente de detective había vuelto a despertar...

Miré a Maurice, luego a Robert y definitivamente me levanté y saqué las llaves del coche del bolsillo de mi gabardina.

- Estoy listo, caballeros. - al menos todo lo listo que podía estar dadas las circunstancias.

Con cierta y visible incomodidad me levanto y me coloco frente a los hombres:

-Bueno, son dos, y yo sólo soy uno. Sigo pensando que lo más razonable es explorar atentamente las dependencias de la habitación, pero no estamos en condiciones de separarnos. Vamos allá pues.

No obstante, me quedo quieto, y mirando al techo, exclamo:

-¿Necesitamos comprar algo?

- En mi caso me gustaría comprar algún arma más eficaz que el cortaplumas.- mi miedo se solapa con la tensión de pensar que Jerry podría estar todavía vivo esperando, en su último hálito, una mano salvadora - Un cuchillo de caza quizás... me podría manejar con él.

Mis palabras parecen darme aliento y sigo mi propio impulso:

- Vendas, material de primeros auxilios. Quizás unas linternas que podamos llevar como los espeólogos para tener las manos libres. Una cuerda fuerte. Esas cavernas son traicioneras... Algunas herramientas de espeolología. Eso es.

Luego dudo un momento antes de añadir:

- Y dinamita. Tanto si rescatamos a Jerry como si...- me interrumpo incapaz de sopesar esa posibilidad - De cualquier forma creo que debemos dejar selladas esas cavernas y a esas criaturas. Preparar las cargas para sepultar a esos horrores en cuanto logremos salir de allí... o incluso si no lo logramos.

Por primera vez comprendo la desesperación a la que debió verse sometido Jerry. Pienso en mi padre, en mi familia y en la gente que probablemente no volveré a ver. Pero por primera vez en mi vida me inunda una tranquilidad tal que comprendo que estoy haciendo lo correcto.

- Sí, estoy de acuerdo con Robert. - respondí afirmando con la cabeza. - Además sugeriría que adquiriéramos aceite y trapos. Junto a unos buenos maderos que podemos recoger en el jardín de la casa harán unas buenas antorchas, y me parece que el fuego mantendrá alejadas a esas criaturas. Si podemos evitar liarnos a tiros de nuevo será mucho más sensato y menos peligroso. - llevaba pensando en ello un buen rato. - Pero eso sí, si vamos con fuego debemos evitar las zonas con gas... no queremos que todo eso nos reviente en la cara. - sonreí a punto de soltar una carcajada animosa, pero al final pude controlarme.

- Vamos, les llevo. - dije mientras me dirigía al coche dispuesto a ir al supermercado más próximo o a revisar todas las tiendas y almacenes del pueblo hasta que encontráramos lo que necesitábamos.

Observo con gesto escéptico la relación de materiales dada por el señor Peabody, y no puedo evitar que una leve sonrisa asome a mis labios:

-Vaya Robert, veo que ha cambiado de opinión sobre la dinamita... Pensaba que era reticente a su uso...

Aun sonriendo, lo cual no deja de ser irónico en la situación en la que nos encontramos (la mente y sus sorpresas) me giro hacia Kellemport:

-Acepto gustoso usar nuevamente su coche señor Kellemport. Es una gran idea lo que ha dicho de las antorchas, tal vez de ese modo mantengamos a esos inmundos seres alejados.

Camino junto a mis compañeros pensando en qué vamos a decir a los encargados de las tiendas que estamos a punto de visitar.

Nunca se me dió bien dar explicaciones... No obstante... Con las descripciones y las palabras adecuadas... Tal vez resulte...

Estaba claro que fuera de los grandes núcleos no funcionaba nada, algo tan sencillo como era adquirir dinamita (pagando un precio razonable claro está) se os antojó aquel día imposible.

Anduvísteis todo el santo día de aquí para allá, hablando con unos y con otros, con el primo de tal y el hermano de Pascual para intentar adquirir la gran mayoría del material que teníais en mente.

Al anochecer habíais conseguido bastantes cosas, pero no todo cuánto necesitábais. Las pocas tiendas de Westwood apenas si tenían elementos modernos y la gran mayoría de cuanto había eran bienes de primera necesidad y bienes relacionados con la actividad agrícola.

Además, se daba la circunstancia que aunque pueblerinos de la Nueva Inglaterra profunda, aquella gente no tenía un pelo de tonta y según vuestros cálculos, pagásteis casi el triple de lo que habríais pagado en Boston por ejemplo.

Robert se hizo con un excelente cuchillo de caza (aunque con lo que costaba debería llevar incrustaciones de plata...) y John consiguió aceite "especial" como lo llamaban los lugareños al extracto de aceite mezclado con sólo Dios sabe qué, que se usaba para encender las Teas y unos cuantos trapos que una mujer vendió a precio de seda.

Os hicísteis también con dos linternas (no había una más en todo el pueblo a la venta) y con una cuerda más corta de lo esperado (7,5 m). En cuanto a la dinamita  fue del todo imposible y las herramientas de espeleología, la gente en un primer momento no tenía idea de qué hablábais y os miraban con el gesto torcido, como si fuérais extranjeros.

Luego contactásteis con un chico joven que tenía un amigo que tenía las mencionadas herramientas, pero al presentaros en su casa resultó que las herramientas que tenía era para la taxidermia de las mariposas (una red, lupa, pinzas, etc...) y los tres tuvísteis ganas de desenfundar vuestros revólveres y liaros a tiros con aquellos dos idiotas.

Cuando tenéis todo preparado y listo, el sol cae en el horizonte. Os rpeguntáis si es el momento de volver a la finca o esperar quizás al día siguiente...

Bueno, es peor no tener otra defensa que las piedras que pudiéramos encontrar en esas malditas cuevas...

Levanto un instante la cabeza, respirando el puro y agradable aire del campo, aunque el recuerdo de lo que he visto en esa cueva lo empaña todo como una leve gasa, transparente y estéril, pero no por ello menos real. Tras llenar mis pulmones una vez más, y tratando de evitar el pensar que tal vez era la última vez que me encontraba bajo el cielo, comienzo a observar la débil y titilante luz de las estrellas que comienza a iluminar el firmamento.

-Señores, creo que nuestra última experiencia con esas criaturas nos ha dicho que son activas de noche. Si aun queda algo en ellas de la ley natural, cosa que por otra parte dudo, deberían dormir durante el día. Tal vez lo más prudente sea esperar a mañana, y adentrarnos allí cuando el Sol esté más alto.