Partida Rol por web

 El alcalde dejo caer parte de su peso en Ricky; después de todo estaba lidiando con un importante golpe. Saludó levemente al trabajador que faltaba ser atendido y dejó que Elizabeth explicara la situación.

- Como dijo Liz-Elizabeth... fuimos atacados. Justo en el momento en el que íbamos a hablar sobre la situación de la represa y el puente para que todo el pueblo se enterara. No se muy bien cual fue la razón, pero-

 En ese momento, Wilson se percata de que Luana se encontraba en frente de él. Casi se muerde la lengua para dejar de hablar, mostrando una mirada más seria y determinada.

- Como sea, no es cuestión de armar teorías o conspiraciones ahora: lo vital de esta situación es arreglar la catástrofe que esta tormenta ha dejado. Luego de que me atienda esta herida en mi nuca, debo ponerme en marcha para ir a la escuela secundaria... y ayudar en lo que me necesiten.

 Se podía notar que el alcalde estaba mareado, pero también era evidente que no se iba a quedar quieto por mucho tiempo.

Lara rumió lo que le estaba contando el hombre mientras se lavaba las manos - Ha visto algún medico a esos hombres? - la idea de un brote de rabia cobraba forma en su mente hasta que alzó la cabeza sorprendida al escuchar a la periodista. Tenia que estar hablando muy alto si la estas escuchando a través de la puerta.

- Bueno, esto ya está. Si me acompaña fuera - dijo con amabilidad mientras abría la puerta. Lo cierto es que la curiosidad por ver a la periodista era mayor. Además, necesitaba decirle una cosa...

Las pálidas mejillas de Eve se tornaron en rosadas, muerta de la vergüenza al creer que era su nombre.- Lo siento, no lo sabía.- Esperaba que no se lo hubiera tomado como una ofensa, no era su intención, quedándose nerviosa durante unos segundos mientras escondía un mechón de cabello tras su oreja con tal de disimular un poco.

Carraspeó la garganta, intentando guardar la compostura y volver a la profesionalidad que quería aparentar. Aprovechó que estaba hablando para terminar de limpiar la herida y vendarla, apretando para asegurarse que no se soltara al mínimo movimiento. Mientras tanto iba notando similitudes con su anterior paciente, sobre todo el hecho de parecer “poseído” sin saber por qué.

Pensó que algún tipo de droga no conocida estaba rondando por la zona, alterando el comportamiento de las personas y causándoles un tipo de viaje que luego no recordarían con exactitud. Demasiadas coincidencias.

¿Te importa que te saque un poco de sangre? Quiero asegurarme que todo está correcto antes de darte el alta definitiva.- En cierta forma era cierto, aunque el verdadero motivo era comprobar si había consumido algo inapropiado.

La escena era de película de terror pero era real, demasiado real. Pero gracias a Dios, o a quien fuera, Harold no parecía mostrar una actitud peligrosa de momento. Aunque si esto cambiaba Lee sabía perfectamente como actuar. Mirando de reojo al Sheriff, parecía que había superado el shock inicial y le hacía una señal con la vista... Llevaba un buen tiempo trabajando con el Sr Strarrosa y ya conocía sus gestos y manías. Asintiendo ligeramente Lee abrió la puerta al reverendo y al cadáver de Harold acompañándolos a la habitación contigua con la esperanza de que el reverendo pudiera manejar la situación. Geli era un excelente párroco y mantenía una gran amistad con el Sheriff así que si alguien podía sacar algo claro de aquí era él.

Una vez pasado el umbral de la puerta la ajustó de tal manera que la Sra Swacht no pudiera ver a su difunto marido mientras hablaba con el reverendo y quizás también con Lee.

A mí alrededor estaban pasando muchas cosas, pero mi mente había quedado sumida en otros pensamientos. Me despedí de Ellie y volví a mirar mi móvil. El grito de Liz me sobresaltó y su abrazo fue tan brusco que casi me dejó sin aire. Entonces noté las lágrimas mojando el costado de mi cara. Nunca la había visto así. Su relato fue confuso y atropellado, Batterman corroboró lo que dijo.

-¿Fueron atacados?- ¿por qué alguien querría atacarles y…? - ¿Quemaron la radio?

Estaba preguntando mucho y demasiado rápido. Tomé el móvil para llamar al Sheriff o alertar a Eric, pero ahora entendía porque no podía usarlo. Al quemar la radio acabaron con las llamadas de celular… ¿Era ese su objetivo?

-Tranquila Liz. Ahora estas a salvo- intenté calmar a mi amiga, algo que se estaba convirtiendo en una costumbre.

-Sí, uno fue con la otra enfermera y el otro con el doctor muer… emmm- lo pensó unos instantes-. ¿Korper? Sí, creo que así se llamaba- le pusiste un cabestrillo para que no moviera el hombro, indicándole que no podría usarlo por un tiempo.

Luego le seguiste hasta la salida, en donde viste una escena bastante rara. Swellson ayudaba a caminar al Alcalde Batterman, quien tenía un pañuelo ensangrentado en la cabeza y la ropa revuelta y sucia. Luana continuaba en el mismo lugar, pero ahora Elizabeth Zniet la abrazaba con fuerza. La joven reportera tenía un golpe en la mejilla, el cual se había amoratado bastante, destacando con fuerza en su rostro blanco.

Ven aparecer a la doctora Scofield escoltando a un trabajador de la finca, quien lleva un brazo con un cabestrillo y mira con sorpresa a Batterman. Sus ojos van de un lado a otro, como si no supiera que hacer, deteniéndose al fin en la doctora. Al parecer, el daño mas grave es el de Batterman, quien parece tener una hemorragia en su cabeza, un poco mas alto de la nuca a juzgar por como sostiene esa zona con su pañuelo.

-¿Oshea? ¿Marcus Oshea?- los ojos de Swellson relucían rabia cuando le preguntó eso a Elizabeth. La joven se volteó, sin alejarse mucho de Luana, para asentir frenéticamente-. Doctora, se lo encargo- acercó a Batterman hasta la doctora Scofield, dejándolo a su cuidado, luego se giró y salió a toda prisa. Subió a su camioneta y arrancó dejando una nube de humo por hacer derrapar los neumáticos.

Desde otra de las habitaciones apareció una joven embarazada, Ellen Praice, aferrando su vientre protectoramente mientras caminaba a paso rápido hasta donde estaba Elizabeth y Luana.

-Mierda Liz. ¿Qué pasó?- se la notaba realmente preocupada y seguramente conocería a la reportera desde siempre.

-Ellen- fundió a su amiga con otro abrazo, siendo bastante más delicada que con Luana, seguro siendo consciente de su estado. Luego volvió a hablar atropelladamente, como era su costumbre-. Unos encapuchados aparecieron y nos golpearon. Luego quemaron toda la radio y nos dejaron ahí. Creo reconocer la voz de Marcus Oshea. ¿Lo recuerdas? El enano repugnante que siempre me invitaba a salir y quería tocarme cuando tomaba de mas- Ellen apenas entendía lo que decía, pero asintió a lo de recordar al chico Oshea.

Desde afuera te siguieron llegando voces, reconociste la de Liz y quizás la de Batterman. Pero no podías estar muy pendiente de eso.

-No se preocupe, no debo insultar- dijo el sujeto con lo que parecía una tenue sonrisa. Ante tu pregunta, alargó su brazo, el que no estaba mordido, para que extrajeras la muestra de sangre. Seguramente Timothy haría lo mismo con su paciente. Si había algo raro, lo encontrarían.

La rabia es una enfermedad Zoonotica, había varias formas de contagiarse, siendo la más simple por una mordida. Aunque el comportamiento era extraño, más propio de los mismos animales que en humanos. No notaste ninguno de los síntomas asociados a la enfermedad, el tipo lucia normal, sin fiebre, cefaleas, nauseas, vómitos y demás. Solo por si acaso, aplicaste toda vacuna previsora que tenías a disposición, incluyendo la antitetánica.

-Hovno- volvió a murmurar acariciándose el brazo donde le habías picado al menos tres veces-. Perdón, lo hice otra vez.

 Wilson apenas arremete a saludar con una aventón de mano a Ricky; el mareo que tenía el hombre volvía a mostrarse más intensamente. El alcalde se dirige a la doctora, apuntando a su nuca ensangrentada.

- Señorita Scofield... necesitaría que... vea la herida... en la parte de atrás de mi... mi cabeza...

 Era un hombre corpulento, por lo que lograba mantenerse de pie en sus dos grandes zapatos sin mucho problema. Pero su cuerpo ya estaba empezando a bambolearse de adelante hacia atrás en lo que parecía ser un hombre a pocos minutos del colapso.

Kara se apresuró a rodear la cintura del hombre y pasar el brazo de él sobre sus hombros. Pero ella sabia que eso no sería suficiente, pues el alcalde era bastante mas grande que ella.

- Por favor, alcanceme esa silla de ruedas - le dijo a Luana con urgencia pero con seguridad y firmeza.

- Tranquilo. En cuanto se siente dejará de marearse y podré tratar su herida. Estaba usted en el altercado que menciona la señorita Elizabeth ? - fue entonces cuando clavó sus ojos en la reportera

Por suerte, Harold accedió a salir de la sala sin mostrar ninguna resistencia. Él mismo parecía el más confundido de todos y no era para menos. Lejos de ser una bestia sin alma, Harold parecía conservar sus recuerdos y emociones, por lo que podía entender que fuera el más afectado por toda la situación.

Suspiré, parecía que mi parte analítica estaba tomando el control, lo cual me alivió un poco. Ahora mismo necesitaba que mi parte de Sheriff tomara el control.  Mas  que pensar en los aterradores motivos por los que Harold había vuelto a la vida, necesitaba ayudar a Anna y establecer si aquel hombre era peligroso.

Aun así, no pude evitar dar un paso atrás cuando Harold pasó a mi lado, al que le siguió un sudor frío. El hedor del cadáver de Harold me invadió y, aunque había tenido experiencias con cadáveres anteriormente, noté como me empezaban a dar arcadas.

No fue sino cuando salió de la habitación que pude respirar con normalidad, como si alguien me hubiera estado apretando el corazón desde que entre allí y hasta ese mismo instante no lo hubiera soltado. Todavía con el rostro algo pálido me acerqué a Geli lo suficiente para hablar sin que Harold nos escuchara.

-Amigo, este es más tu campo que el mio, pero… ¿crees que está poseído, o algo así? ¿Crees que el alma de Harold sigue ahí dentro?

Veía en su cara que estaba tan confundido como yo, pero esperaba que hablando con el hombre o haciendo algún tipo de ritual pudiera darnos algunas respuestas. Hasta hace unos minutos me hubiera reído de cualquiera que me hubiera hablado de posesiones o exorcismos, pero ahora mismo no podía sino rezar porque mi amigo supiera realizar estos últimos.

Decidido a hacer mi trabajo me acerqué a la puerta tras la que se escondía Anna y llamé suavemente.

-Anna, soy el Sheriff. Hemos venido a ayudarte, no entendemos demasiado bien qué está pasando pero estás a salvo. No tienes nada que temer, así que abre la puerta, por favor.

No sabía muy bien que decirle a la pobre mujer, pero esperaba que aquello bastara para que abriera la puerta.

No podía evitar mirar a la puerta al escuchar tantas voces, sorprendida de que nadie la llamara la atención por el exceso de ruido o la atendieran, ya que parecía algo urgente. Con suerte ella misma podría hacerlo y, de paso, saciar su curiosidad médica, pero tenía que terminar primero con el “trabajo” que tenía entre manos.

Al menos se relajó al saber que su error no lo había tomado como una ofensa, respirando tranquila mientras cogía el kit de tarros de cristal para sacarle sangre. Le acercó un soporte para el brazo mientras le pedía que se remangara la camisa, sacando una aguja y preparando el utensilio específico.

Siempre me decían que todos los días aprendes algo nuevo. Hoy aprendí la palabra “Hovno”.- Sonrió, bromeando sobre el asunto, mientras le ataba la correa en el antebrazo con la suficiente fuerza para concentrar la sangre en la vena. No tardó demasiado en sacarle un par de botecitos, cogiendo un trozo de gasa mojada en alcohol para posicionarlo sobre la aguja mientras la extraía.- Intenta no flexionar el brazo durante 2-3 minutos para cortar la sangre y evitar moratones.- Como desconocía qué podía tener, no quería arriesgarse en darle en alta y que tuviera alguna enfermedad que pudiera controlar, así que tras pensarlo cogió otros botes de diversas soluciones para recargar otras jeringas.- No quiero arriesgarme, así que te pondré las vacunas comunes.- Primero la rabia por los comportamientos extraños que presentaban, usando esta vez su hombro.- Igualmente te avisaré con los resultados.- La última fue en el otro brazo para no recargar demasiado uno solo, aplicándole la antitetánica.- Ya puedes levantarte.- Le avisó mientras tiraba las agujas usadas en la pequeña basura de plástico situada al lado de la mesa.

Rodeó la mesa para coger la libreta y escribir la prescripción médica, aparte de teclearlo en el ordenador para que saliera la hoja del alta con las observaciones que había visto.

Te he recetado unos calmantes en pastilla, para relajar el dolor muscular. Aparte cambia la venda cada par de días y limpia la herida, en unas dos semanas deberías pasarte para retirar los puntos.- Le tendió el papel, colocando después sus manos en los bolsillos.- Ten cuidado. Si tienes problemas u otra sensación parecida, en vez de atacar lo mejor será parar y pensar, o hablar con un experto del tema. Esta vez has tenido suerte, pero quién sabe la próxima.- Sonrió para calmarle, abriéndole la puerta para que saliera y siguiéndole poco después.

Miré a los demás con la mandíbula agarrotada, sin poder emitir la menor palabra. Solo logré esgrimir una patética sonrisa a Harold, cuando este pasó a mi lado, para darle confianza. Espero que no haya notado como aferré con más fuerzas mi crucifijo.

-No tengo idea- le confesé a mi viejo amigo con la mirada vidriosa. ¿Cómo uno podía determinar si había o no un alma inmortal en el cuerpo de Harold? Había métodos con los que uno podría llegar a saber si un demonio estaba poseyendo el cuerpo de un humano, pero yo no era el más indicado para algo así. En el Vaticano hay gente especializada en ello, aprobadas por el propio Pontífice para realizar exorcismos, en caso de ser necesario-. Intentaré hablar con él, procura que Anna no lo vea y tranquilízala… Señor Lee… ¿quisiera acompañarme y estar cerca? – no me avergüenza decir que tenía cierto temor y la presencia de alguien como Lee me tranquilizaba un poco.

Lancé un suspiro y comencé a caminar hacia donde Harold me esperaba, sin ver si Harry me seguía, pues temía dejar de mirar a ese anciano que tanto conocía y ahora se me presentaba como todo un extraño.

La puerta donde estaba Anna se abrió un poco, alcanzando a verse la parte del rostro iluminada por la lámpara. Cerró la puerta al instante al ver que le observaban, pero luego, con mucha reticencia, abrió al fin la puerta.

Tenía la misma ropa que el otro día, quizás más arrugada y desarreglada. Las ojeras hacían sus ojos más profundos y el llanto sus ojos más brillantes. Esos iban de un lado a otro, buscando a Harold…

-¿Se fue?- preguntó con un hilo de voz, aferrando algo entre sus manos y colocándola cerca de su pecho. Parecía estar a punto de derrumbarse de un momento a otro. Sus piernas temblaban y su pecho se agitaba con fuerza, no era una jovencita y las emociones vividas le estaban afectando.

Harold se sentó en una de las sillas, luego de levantarla de donde había caído y colocarla cerca de la mesa. Apoyó un brazo sobre el mueble, sin atreverse a mirar a Geli a la cara, como si algo le avergonzara.

-¿Por queeeeeé?- comenzó con un susurro que fue ganando fuerza-. Me siento raroooo.

La verdad es que ninguno de los presentes podía conocer la respuesta a esa pregunta o siquiera comenzar a imaginar que estaba ocurriendo. La razón se había ido esa misma noche, mientras el pueblo era azotado cruelmente por la tormenta y al salir el sol todo era diferente.

Me senté también en la misma mesa, a una distancia suficiente como para que no pareciera que le temiera. Al verlo tan de cerca, era más palpable su rostro cetrino. Tomé algo de valor y apoyé una mano sobre la suya. No debí hacerlo. Tenía la piel fría como el hielo. Pero me obligue a mantener ese contacto, dejando que el crucifijo tocara esa piel muerta.

-Tranquilo Harold- dije sin notar que reaccionara al contacto con el símbolo sagrado-. Sé que esto es sumamente extraño, pero entre todos, con la ayuda del Señor, encontraremos la salida…

El aroma a muerte inundaba mis fosas nasales, como si estuviera justo en frente a un perro atropellado en una tarde calurosa. Noté que Harold había dejado de respirar y que solo lo hacía cuando necesitaba hablar.

Me apresuré a acercarle la silla de ruedas a Batterman, más por reflejo que por otra cosa, pues mi mente estaba en otro lado, armando piezas dispersas de un rompecabezas imposible.

-Ellen quédate con Liz ¿Si?- no me podía quedar allí sin hacer nada, lo primero era avisar a Ellie y comunicarme con el Sheriff… Y Eric-. No me gustó mucho como salió ese hombre- recordé la cara del capataz de la finca-. ¿No creerá que hará algo… violento?

No conocía al sujeto, pero el ver el estado de Liz me provocaba una furia difícil de dominar, imaginaba que sentía lo mismo al ver a su patrón en ese estado. Sin duda eso debía ser manejado por la policía, antes que los ánimos caldeados generen más problemas. Antes de esperar una respuesta, salgó de allí rumbo a la comisaria. Ese dia me tocaba hacer un poco de todo.