Partida Rol por web

-¿Crown? ¿Se refiere a Abi? Pues no, me refiero a Marcus Oshea, uno de los mejores amigos de Dylan- continuó caminando, pero algo debía seguir rondando en su mente, pues se giró hacia Eric con el ceño fruncido-. ¿Abigail estaba con Eisen? Es raro, pero más por lo chocante que sería verlos a ambos juntos. Abigail suele venderme pasteles y demás para el negocio.

La conversación no podía ser más mundana y relajada, propia de dos desconocidos, pero que buscaban conocer al otro. Al menos del lado de Oscar, daba esa impresión de hombre de pueblo, acostumbrado a trabajar duro. Lejos estaba esa mirada de reproche hacia su hijo. Incluso se mostraba comprensivo con Tucker.

-Le entiendo, la paternidad no es un asunto sencillo. Como decía mi abuelo: Tenerlos es fácil, pero criarlos es algo serio- sonrió por lo bajo, quizás recordando al hombre que dijo esa frase-. Y hablando de paternidades fallidas…

Señaló algo a lo lejos, justo en dirección hacia donde ellos se dirigían. Una joven avanzaba a trompicones, como si estuviera muy drogada o ebria. No seguía un rumbo fijo, sino que se dejaba empujar hacia adelante por inercia. Eric la reconoció cuando esta alzó la vista, era la misma chica que les atacó cuando iban en la patrulla, teniendo incluso aun sangre reseca en la mano. De momento parecía no darse cuenta de la presencia de ambos hombres, pero eso no tardaría en cambiar. ¿Qué intentaría ahora?

-Si me deshago de Kuchen con alguna excusa, podría llevarla a mi casa- pensó Eric sintiendo como el corazón empezaba a latirle con fuerza-. Se me ofreció antes, ahora esta incluso peor. Hasta puede que tenga amigas…- la idea era tan inquietantemente sugerente y atractiva, que incluso ideaba alguno que decirle a su acompañante. Solo duró un instante, pero se preocupó mucho de que algo así acudiera a su mente.

Luana observaba el lugar con atención, sintiendo que sus sentidos se abrieran de repente. El aroma a café, tinta de la máquina de escribir, aceite, las sombras eran fácilmente reconocibles por ella, incluso notando algunas manchas en los escritorios. Ella se acercó y cogió el teléfono, notándolo frio y desgastado. Al acercarse la bocina al oído oyó que alguien hablaba pero era con otra persona, como si tapara por donde se hablaba mientras esperaba que alguien respondiera. Era difícil entender que decía.

La niña no estaba muy conforme con quedarse ahí quieta, así que se soltó de su agarre y fue hasta una de las oficinas a tocar la puerta. Esta estaba cerrada y con las persianas bajas, pero nadie le respondió. Por eso se giró con los mofletes inflados y cruzándose de brazos.

-Maldita niña- pensó la periodista con cierta rabia-. Estoy aquí, cuidándola, mientras Eric seguramente se esté liando con esa doctora- la sola idea le corroyó le pecho, como si un veneno se derramara sobre su alma-. Aquí deben haber armas, solo tengo que buscar una y…- soltó la bocina y colgó de golpe. Sintiéndose muy mal por pensar algo así. Ella no era así… ¿Verdad?

-Debería estar aquí…- entonces la niña abrió sus ojos con alegría, mirando hacia la puerta de la comisaria-. ¡Era hora!

Justo en la puerta había un hombre que observaba a la niña con una sonrisa de ternura. Tenía un aspecto algo descuidado, sobre todo en su camisa, la cual estaba manchada de negro o rojo. Tenía algo bajo el brazo que no se alcanzaba a ver y apoyaba la otra mano en el marco de la puerta.

-Susan, mi pequeña. Me alegra mucho verte- entonces su mirada fue hacia Luana, sonriéndole con amabilidad-. Creo que no tuve el placer… ¿Usted es Riquelme? Solo he oído hablar de usted. Soy Donald Strauss, el padre de la niña.

Las palabras de Batterman no le hicieron la menor gracia, quizás porque habían dado justo en el clavo. Con solo mirar sus zapatos, Wilson podría asegurar que eran los mismos que vio cuando le golpearon. Eisen estaba implicado en lo del incendio de la radio. Por suerte Eve buscaba una opción más pacifista, sobre todo si quería evitar que esa enorme bestia se cebara con ellos.

-A mí no me engañas- dijo rechinando los dientes-. Solo quería que me pagaran. ¡Un par de trabajos y listo!- sus ojos fueron de uno a otro, como no sabiendo que hacer a continuación-. Pero debo encontrar al chico.

Parecía querer justificarse con Batterman, como si este en verdad supiera que estaba pasando ahí, como si su faceta de político conciliador fuera solo una fachada. Al menos de momento no parecía querer atacar, incluso relajó un poco su actitud, alzando ambas manos. Una de ellas continuaba goteando algo de sangre.

-Batterman está en esto…- pensó Eve mirándole de reojo-. ¿Cómo no lo he pensado antes?- le había contado todo y él aprovechó esto. Ni siquiera se lo dijo a los policías o al sheriff. Le acompañó para que no pudiera decir nada-. Debo matarlo. Golpearle en la nuez de Adán con el paraguas con fuerza.

Esa idea era sumamente atractiva y hasta lucida. Estaba segura que podría hacerlo con facilidad ahora que estaba distraído… Pero ella no era así, nunca pensaría en matar a alguien a sangre fría, incluso aunque sospechar de él… ¿Qué había sido eso?

-Hijo de puta, me dejaste que me quemara- pensó Wilson sintiendo como su ira crecía en su pecho-. La muerte más horrible es poca para ti bastardo- solo debía distraerle, que confiara en él, entonces le enterraría algo en el ojo. Luchar era imposible, debía ser a traición.

Esos pensamientos le perturbaron profundamente, pues jamás había sentido una cosa como aquella, era como si viera una parte suya que nunca conoció. Tuvo que tragar saliva, pues tenía la boca seca y le dolía la mandíbula por haber apretado los dientes por la rabia. ¿Qué estaba pasando con él?

Ronan miró a ambos con preocupación, notando quizás algún cambio en sus expresiones o terminando de desconfiar del todo. Dio un paso hacia atrás, seguramente para estar más cerca del caño que el mismo había arrojado. Pero antes siquiera de pensar en eso, notó una sombra detrás suyo. Tanto Eve y Wilson alcanzaron a ver a un sujeto surgiendo del pasillo, caminando sin hacer el menor ruido y con la cara tapada. 

Eisen se giró con rapidez, justo para recibir un golpe con un garrote en toda la cara. Cayó al suelo, pero intentó levantarse, momento en el que el encapuchado volvió a golpearle en la nuca. Varias veces. Hasta que por fin el enorme sujeto no se levantó. Aun así, el desconocido se quedó mirando a Ronan, como si esperara que se levantara de un momento a otro. ¿Le habría matado? Si ese era el caso… ¿Se levantaría como un horrible engendro al igual que Harold?

 Batterman apenas podía creer lo que estaba pasando en frente de él. Aunque lo que más le costaba concebir es que él, el alcalde de la ciudad y jurado protector de todos sus habitantes, se hubiese quedado petrificado frente a la imagen de aquel encapuchado golpeando violentamente a Eisen hasta matarlo; o por lo menos dejarlo completamente inconsciente. A Wilson le pesaban los pies. No pudo moverse para detener a aquel hombre. Como si... una arte de él no quisiera ni haberlo intentando... ¿Qué le estaba pasando?

- ¿Esto... esto es a lo que te referías con "ayudar"? Lo has... lo has matado, bestia...

 El alcalde miraba con cierto enojo a la figura encapuchada, como si el fin que perseguía fuera correcto pero los medios utilizados le provocaran asco al político.

-¿Marcus Oshea? -inquirí, extrañado-. No caigo ahora en quien es ese chico. Ya sabe, no llevo mucho tiempo viviendo en Sonnenlicht...

Me sorprendió la sencillez del panadero. Mientras que su hijo había demostrado ocultar cosas y ser bastante sospechoso, Oscar Kuchen se mostraba bastante cercano y comprensivo. A priori no parecía estar metido en los aparentes turbios asuntos en los que se hallaba su hijo. Aunque también podía ser que se tratase de un gran actor capaz de fingir con gran naturalidad, aunque no creía que fuera el caso.

Me percaté entonces de la presencia de aquella joven que parecía drogada, la misma que había encontrado cuando iba junto a Korper y que parecía tener la líbido de una ninfómana. No sabía qué le sucedía, pero era evidente que no se hallaba bien. Observé la sangre que llevaba en la mano, y supuse que había sido a causa de destrozar la ventanilla del coche patrulla.

-Esa chica... -murmuré, sin recordar cuál era su nombre-. Ya la vi antes, cuando iba en el coche patrulla. Creo que sus padres no están ahora en el pueblo. Está... rara, no sé si drogada o borracha o, no sé...

En ese momento, percibo unos pensamientos en mi mente, los siento como míos, pero estoy seguro de que no es algo que yo pensaría en una situación normal. Recordé a Korper tomando el escalpelo y haciéndose sangre... Había pensado que tan sólo se debía a la tensión del momento, pero, ¿era posible que todos en Sonnenlicht estuviéramos perdiendo la cabeza? Primero los obreros de Batterman peleando, el suicidio de Anna, la quema de la radio, y ahora lo de esa chica... ¿Quizá estaba teniendo lugar un caso de histeria colectiva en el pueblo?

En el estado en el que estaba, era evidente que esa chica no tardaría en meterse en problemas o hacer daño a alguien. Si yo había pensado eso, ¿qué garantizaba que otros hombres del pueblo no hicieran lo mismo si se la cruzaban?

-Señor Kuchen, voy a intentar convencerla de que nos acompañe a ver al sheriff -le dije a mi compañero, un tanto preocupado por lo que le pudiera pasar a la muchacha-. En ese estado, con todo lo que está pasando esta noche, esa muchacha sólo puede acabar mal. -Acto seguido, le grité a la joven-: ¡Eh, chica! ¿Estás bien?

Eve no entendía nada. Desde las palabras que se intercambiaban unos a otros hasta los extraños pensamientos que ahora rondaban por su cabeza, totalmente contrarios a lo que ella era y los valores que tenía.

Quería preguntar a ambos sobre qué estaba pasando al saber que algo se escapaba de su comprensión cuando otro “invitado” se coló en su casa y mató a Ronan sin piedad.

La enfermera pegó un grito al tiempo que terminaba de coger el paraguas y se apartaba tanto de la extraña figura como de Batterman, estando completamente segura de que estaban juntos. Si podía iría hacia el salón, interponiendo el paraguas entre todos y ella, dispuesta a atacar si se acercaban un solo paso.

N-no sé qué está pasando, ¡pero fuera de mi casa o llamo a la policía! – Gritó, visiblemente nerviosa y asustada, temiendo que ahora fueran a matarla a ella.

Siguió al joven, acosada por unos momentos por pensamientos e ideas que no eran propias de ella. ¿Qué más le daba si alguna jovencita deseaba meterse en su cama? Bueno, un poquito de celos si le daba, pero ¿porque ese odio? Ella no recordaba haber odiado a nadie en su vida. A Harold, quizás, pero tampoco estaba segura que fuera odio lo que sintió por el viejo en sus últimas horas de vida.

¿Y eso de encerrarlo? Quizás atarle las manos al cabecero de una cama para.... "No.no.no Centrate" Ella ya habia tenido su oportunidad de ser feliz. No podia permitirse el lujo de volver a fijarse en nadie. Y mucho menos en alguien tan Donjuan como Erick. Legrand ahí no se equivocaba del todo ¿No?

Tan sumida estaba en sus pensamientos que cuando quiso darse cuenta de que Dylan se había detenido, tuvo que fesforzarse por enfocar la imagen que se alzaba ante ella. Eso era...¿eso era la casa de su enfermera? ¿Qué diablos hacia allí Dylan?

Con el aliento contenido de nuevo, esperó a ver cual sería el próximo movimiento del joven mientas en su mano apretaba con fuerza aquella piedra que habia cogido antes.

 Wilson se percató un tanto tarde de que había dado una imagen un tanto ambigua de sus intenciones y de su relación con aquel encapuchado. Debe haber sido el éxtasis del momento que no le permitieron procesar las palabras de forma más pensada. Ahora la enfermera lo miraba con miedo. A él, que hasta el momento solo había intentando hacer lo correcto. Aunque era evidente que se encontraba asociado a aquel hombre de la capucha.

 Acercándose lentamente a Evelyn con las manos en alto, el alcalde intentó alivianar un poco la tensión de la situación. Paso a paso, con una mirada de inocencia en su rostro.

- No, no, Srta. Walker... usted no entiende. Y-yo... yo acabo de conocer a este hombre. Me dijo que entrará para crear una distracción... no tiene que alarmarse.

Luana quedó un poco sorprendida de encontrar a ese hombre ahí, cómo sabía la niña que estaba ahí? cómo sabía su nombre? Si algo había aprendido después de los últimos acontecimientos era a desconfiar de las extrañas coincidencias. No se fiaba.

-Es usted el padre de la niña? la encontramos en la plaza sola. Dónde estaba usted?

Seguí a Dylan una vez más, notando que cada vez estaba más cerca de la verdad. El chico apuró el paso y eso me hizo confirmar que, si tenía tanta prisa, no había errado mi objetivo. En ese momento me giré y pude ver la silueta de la doctora. Extraños pensamientos empezaron a formarse en mi cabeza, y tuve que esforzarme por centrarme de nuevo. ¿Qué había sido eso? Jamás había pensado ese tipo de cosas, ¿por qué ahora, en esa situación tan tensa, habían aflorado aquellos pensamientos? Me obligué a apartarlos de mi mente pues nos quería perder a Dylan.  Estaba seguro de que el chico tenía las respuestas, que sería clave en todo esto. 

Y por fin se paró. Aquel era el sitio al que tenía que ir. En aquel lugar podría encontrar respuestas a los inexplicables eventos que estaban acaeciendo. Aquel lugar era... la casa de Evelyn?

El desconocido ni levantó la mirada, quizás porque no consideraba a Eve una amenaza o porque no quería que le vieran el rostro. Tampoco hizo el menor atisbo de responder a Batterman o aclarar el asunto. Solo se quedó mirando unos instantes el cuerpo de Eisen hasta que por fin decidió romper el silencio.

-No está muerto- aseguró apenas levantando algo la voz, de la misma forma que cuando habló con Wilson en el exterior-. Solo inconsciente- con cautela se alejó del cuerpo, como si su misma afirmación pudiera ser revocada con facilidad por el enorme sujeto-. Aunque no por mucho tiempo.

El teléfono sonó otra vez, momento en el que el encapuchado caminó hacia él y lo atendió. Soltó un corto “¿Si?” y quedó en silencio unos instantes.

-Todo está bien- dijo con voz clara y alta, una voz que reconocieron al instante-. No te preocupes Karl- y cortó con rapidez antes de que la persona desde el otro lado de la línea pudiera hablar-. Van a venir conmigo, tenemos que ver a alguien- se giró dejando que la luz incidiera en sus facciones. Tenía muchas heridas en el rostro, parecía que recibió una paliza, tenía los ojos cansados y enrojecidos, bastante diferente al tipo que intentaba ligar con todas las mujeres.

Encapuchado

La puerta principal estaba apenas entornada, la luz de una sola habitación encendida y todas las demás apagadas. A través de las ventanas se veían apenas algunas sombras en el interior, pero la distancia impedía ver con claridad. Dylan sacó algo de su cintura, algo largo y oscuro que brillo levemente a la luz de la calle. El enorme cuchillo apareció en su mano, era curvo y muy delgado en la punta. Con cautela se acercó hasta donde estaba una de las ventanas. Parecía que había recuperado algo de su tranquilidad, pues se giró para corroborar que nadie andaba por la zona. Pero era imposible que viera a quien le estaba siguiendo desde hace bastante tiempo.

Se agachó un poco y se acercó a la puerta de entrada, con su cuchillo en ristre y quizás decidiendo como actuar. ¿Estaría a punto de atacar a alguien dentro? El cuchillo podría ser disuasorio, pero no dejaba de ser un arma y prueba suficiente de que el chico estaba metido hasta las cejas en ese asunto.

La puerta principal estaba apenas entornada, la luz de una sola habitación encendida y todas las demás apagadas. A través de las ventanas se veían apenas algunas sombras en el interior, pero la distancia impedía ver con claridad. Dylan sacó algo de su cintura, algo largo y oscuro que brillo levemente a la luz de la calle. El enorme cuchillo apareció en su mano, era curvo y muy delgado en la punta. Con cautela se acercó hasta donde estaba una de las ventanas. Parecía que había recuperado algo de su tranquilidad, pues se giró para corroborar que nadie andaba por la zona. Pero era imposible que viera a quien le estaba siguiendo desde hace bastante tiempo.

Se agachó un poco y se acercó a la puerta de entrada, con su cuchillo en ristre y quizás decidiendo como actuar. ¿Estaría a punto de atacar a alguien dentro? El cuchillo podría ser disuasorio, pero no dejaba de ser un arma y prueba suficiente de que el chico estaba metido hasta las cejas en ese asunto.

Arrugó los labios con molestia, aspirando una buena bocanada de aire frio antes de responder.

-Es un chiquillo molesto y arrogante, aficionado a beber- se podía apreciar que no le agradaba mucho-. Trabaja con el camión de la basura… cuando logra despertarse temprano- negó con la cabeza deteniéndose en cuanto Eric le indicó la joven alterada. El panadero arrugó los ojos, forzando su vista y adoptando una pose defensiva. Miró de reojo al periodista-. Mi hijo me recomendó que tuviera cuidado- ladeando la cabeza agregó-. ¿Eso es sangre?

Ahora Oscar parecía más reacio  a acercarse a la joven, pero se mantuvo cerca de Tucker, quizás con la idea de prestarle su ayuda en lo que pretendía hacer. La voz de Eric rompió el trance de la joven, quien se detuvo, dedicándole una larga mirada.

Una sonrisa acudió a sus labios en cuanto reconoció al periodista, luego observó a Kuchen con extrañeza hasta que por fin debió reconocerle también. Miró a su alrededor con confusión, acercándose lentamente hacia ellos. Se rascó la cabeza, revolviendo su cabello con ese gesto.

-He… mmm… No sé qué pasó- miró alternativamente a ambos hombres-. Dejé mi auto en… algún lugar- lucía avergonzada por eso, aunque Eric sabía que tenía mucho mas de que avergonzarse. ¿Estaría fingiendo?-. Creo que no me siento muy bien.

 Su camisa estaba ligeramente abierta, con varios botones rotos y se podía ver parte de su ropa interior. También se podía apreciar algunas marcas en su cuello y rasguños varios. Toda su ropa en si estaba algo desarreglada, pero ella a veces tiraba de ella con incomodidad, como si le molestara llevarla puesta.

-Trabajando- dijo con una sonrisa, sin moverse de donde estaba, mirando a Luana de arriba abajo. Luego miró a su hija con otra sonrisa, más amplia y cariñosa-. Eres una niñita muy traviesa- la pequeña lanzó una carcajada encantada, aplaudiendo sin hacer mucho ruido y mirando a ambos adultos. Se podía ver la expectación en sus delicados rasgos, como cuando le dicen a un niño que verá fuegos artificiales y este se queda mirando fijamente el cielo, esperando el espectáculo de luces-. Su madre está algo indispuesta, me tocaba cuidar a todas las niñas y se me fueron de las manos.

El tipo sacó lo que tenía bajo el brazo, que no era otra cosa que una enorme cuchilla, la risita de la niña se hizo más molesta. Durante todo ese movimiento, Strauss no dejó de observar a Luana, no queriendo perderse su reacción o gestos.