Partida Rol por web

Batterman logró disipar la semilla de que lo que Legrand estaba haciendo era lo correcto, su discurso solo tuvo un pequeño traspié al quedarse callado unos segundos, mirando a alguien, pero retomando la palabra, quizás un poco más pálido de lo normal. Legrand, quizás derrotada de momento, comenzó a alejarse, cuando fue interceptada por Doorgod, intercambiando unas cortas palabras.

En el grupo que se reunió cerca del auto chocado, se desarrolló una rápida discusión, aunque pocos pudieron oírla estando tan lejos. Lara y Tucker abandonaron el grupo, perdiéndose, lanzando una breve mirada a sus compañeros pero apurando el paso entre la gente. La multitud, la cual había crecido bastante en el momento en el que prendieron fuego a Harold, comenzó a disgregarse lentamente, aun lanzando miradas a Batterman, Harold o Legrand. Todo empezaba a estar en orden, aunque el problema estaba muy lejos de ser resuelto.

Legrand se giró hacia Doorgod, quien había llegado con disimulo hasta su lado, miró el arma que guardaba en la biblia y, para sorpresa de Geli, sonrió abiertamente. Acercó su rostro, rosando su mejilla con la barba del maduro hombre.

-¿Va a matarme aquí mismo si no le obedezco?- todo alrededor de Geli se vio inundado por el caro y asfixiante perfume de Legrand, aunque apartaba el hedor a carne quemada de Harold-. ¿Mataría a una persona solo por el bien de los demás? ¿Sacrificaría su alma por eso?

Se apartó ligeramente, quedando con el rostro a pocos centímetros de los de Geli. Podía apreciar el abundante maquillaje en su rostro, el cual intentaba tapar las abundantes arrugas y demás imperfecciones de la edad. Pero lo que más le impresionó fueron sus ojos. Ella en verdad esperaba una respuesta sincera a esas preguntas, no era solamente un desafío.  

Se movió con mucha cautela, utilizando los patios de algunas casas para seguir al joven, quien avanzaba a buena velocidad. Conocía ese pueblo como la palma de su mano, así que corría con ventaja. Kuchen no parecía haber notado su presencia y tampoco hacia grandes esfuerzos por ocultar sus movimientos incluso… ¿Sonreía? Desde la parte trasera de una casa, Strarrosa pareció notar que el chico sonreía de oreja a oreja. Era raro ver a alguien sonreír de esa forma luego de haber vivido tanta muerte y locura.

Detrás de Kuchen, muy bien oculto, le venía siguiendo Eric, pero más atrás, destacando muchísimo, iba la doctora Scofield. El que el periodista estuviera por ahí, era casi normal, pero le sorprendió que la doctora se metiera en esos problemas. Entonces esta última tropieza con algo, generando bastante ruido, Dylan detuvo su andar un segundo, pero volvió a caminar, sin siquiera girarse a ver de dónde provenía el ruido.

Eric pudo pasar totalmente desapercibido, sin hacer el menor ruido y utilizando las sombras de la calle para avanzar. Era la segunda vez que seguía a Kuchen, pero la otra parecía tan lejana que bien podría ser la primera vez. Notó que el joven iba con paso rápido, pero sin preocuparse por ocultarse o pasar desapercibido. Estaba seguro, confiado, casi se podía decir que estaba feliz.

Un ruido detrás suyo le detuvo a Tucker, Lara se había tropezado con algo, haciendo bastante ruido. Ambos se miraron, con el miedo pintado en los ojos. Se giraron al mismo tiempo para ver que Dylan se detuvo, pero no se giró, continuó caminando sin siquiera preguntarse por ese ruido. ¿Les había descubierto? De su último encuentro, Eric sabía que Dylan era un chico listo, carismático, que sabía venderte una mentira de tal manera que te la creías. ¿Cómo era tan despreocupado?

Siguieron al chico, y Lara no podia dejar de mirar la espalda de Eric, pues iba un paso por detrás. Quizas eso, mezclado con los nervios de lo sucedido hacia poco, provocaron que pisara descuidada e hiciera bastante ruido. Su cuerpo se encogió unos segundos al darse cuenta que la habia cagado y miró al periodista avergonzada y sintiendose culpable.

Se mordió el labio al ver que el chico ni se volvia. Definitivamente les habia escuchado. Junto las palmas de sus manos delante de sus labios pidiendo mudo perdón cuando éste la miró. Se aproximó a su oido - Nos ha oido. ¿Qué hacemos? -

Al escuchar el ruido que había hecho Lara el tropezar, supuse que Dylan nos había descubierto, pero si lo había hecho desde luego no dio muestras de ello. Dylan Kuchen era mucho más inteligente de lo que cualquiera podía pensar a primera vista.

Oí a la doctora Scofield preguntándome qué podíamos hacer en esos momentos, dado que era evidente que Kuchen nos había escuchado y, sin embargo, seguía avanzando como si nada. De haber estado solo, lo más probable es que hubiera seguido al muchacho, pese a que me resultase tan evidente que nos conducía a una posible trampa. Pero no quería poner en riesgo la vida de nadie más, por lo que volviéndome hacia mi compañera, añadí en tono bajo:

-Creo que es una trampa. Sabe que le seguimos. Podríamos... no sé, ¿y si me acerco rápido hacia él y le doy una voz para ver su reacción? Ya sabe desde ayer que desconfío de él, no sería raro que le estuviera siguiendo ahora.

La mujer asintió. - Yo te sigo y me quedo atrás para que no me descubra. Así se confiará... - sonrió algo nerviosa pues la verdad es que el corazón le latia muy deprisa. Nunca habia hecho aquello pero el peligro parecia ahora tan tentador...

 Eve miraba a uno y a otro como si de un partido de tenis se tratase y siguiera la pelota amarilla, esperando a que alguien dijera algo, cualquier cosa, una mínima explicación para entender qué había pasado y cómo habían llegado a quemar a un vecino del pueblo, pero todos estaban ocupados hablando de cosas que no llegaba todavía a comprender. Pensó en pegar un grito para reclamar la atención empezando a frustrarse, pero sabía que eso sólo lograría que los ánimos caldearos fueran en detrimento.

Por suerte la última mirada de súplica que echó a Olivia pareció ser correspondida, haciéndole un breve resumen que, a medida que hablaba, menos lograba creer.

- ¿Anna está…? – Viva y muerta, algo extraño que parecía ser más frecuente de lo habitual en estos tiempos. La enfermera se tomó unos minutos para asimilar todo pero, cuando quiso darse cuenta estaba sola, de nuevo, rodeada del caos general sin saber muy bien qué hacer. Tengo que encontrar a alguien, quien sea. Agradeció tanto a Olivia como a Körper con una leve sonrisa de apenas unos segundos antes de dirigirse hacia el alcalde Batterman. No lo había visto desde que le trató en el hospital, pero de los que quedaban necesitaba hablar con nadie.- Disculpe que le moleste pero necesito hablar con usted. ¿Tiene unos minutos? – Sabía que estaba ocupado, más con todo el ajetreo que había montado, pero necesitaba hablarlo con alguien o se volvería loca.

 Aprovechando que la multitud se estaba despejando y su figura empezaba a camuflarse entre el resto de la población que quedaba, Wilson se bajó de la tarima e intentó mantener un perfil bajo. Quedaban cosas por hacer, y ser parado para atender nimiedades no era su idea. Sin embargo, al ver que la Srta. Walker buscaba su atención, no pudo hacer otra cosa que atenderla. Después de todo, de aquella mujer que había visto lo mismo que él no podían venir nimiedades; sino más bien cosas de suma importancia.

- ¿Qué sucede, Srta. Walker? ¿Hay algo que necesite decirme? Tal vez... ¿algo en privado?

 Mirando para ambos lados, Wilson le hizo una señal con la cabeza a la enfermera para irse a algún lugar más vacío. Todavía había gente alrededor; y el alcalde no sabía si lo que le estaban a punto de decir requería guardar discreción.

Luana observaba como todo el mndo se marchaba. Poca gente gente se quedaba ya, entre ellos Eric. Se acercó hacia donde estaba él y ambos se miraron, notó como una especie de barrera de hielo se había levantado entre los dos.

-Así que has matado a una chica con un beso - dijo Luana con una risa burlona.- Después de todo lo que ha pasado es lo menos raro que he escuchado hoy.

Hubo un pequeño silencio -y ahora que hacemos? por dónde continuamos?

- Sí, en privado será mejor.- Tampoco estaba del todo segura de lo que iba a decirle o la prioridad de cada cosa. Batterman, claramente, era un hombre muy ocupado y desconocía si los “problemas” de una simple enfermera serían motivo de preocupación, pero teniendo en cuenta todo lo que estaba viendo cualquier información podía ser relevante.

Se separó con cuidado caminando tras el alcalde con los brazos cruzados, sintiendo frío de la oscura noche a pesar de notar todavía el cálido aire que transportaba ceniza. Miró a los alrededores, como buscando algo, antes de empezar su pequeña historia.

- Nos vimos hace un par de horas en el hospital, ¿recuerda? Vino a tratarse una herida que le hicieron en la estación de radio. Me comentó que creía que había una especie de banda en el pueblo, o un grupo que estaba aislando todo.- Se recogió un mechón de cobrizo cabello tras su oreja, pensativa, ordenando todo lo que tenía, aunque el alcalde podría ver que estaba confundida y nerviosa.- Antes de usted tuve varios casos extraños, personas que parecían contraer un brote psicótico sin antecedentes. Algunas incluso reaccionaban a esa palabra.- Señaló al aire sin querer pronunciarla, aunque estaba seguro de que sabía a cuál se refería.- Tuve un caso de un hombre que intentó apuñalar a su mujer, luego el de un trabajador que casi mata a su compañero. Ninguno recordaba demasiado, ni sabía el por qué de sus actos. Por último llegó una chica amnésica que despertó en el bosque, perdida y desnuda. Quedó como en trance repitiendo una y otra vez esa palabra.- Empezaba a ofuscarse y a odiar esa palabra. Había escuchado por ahí su significado, pero no lograba entenderlo del todo.- Luego vino lo de Harold, usted estaba allí conmigo.- No veía necesario incidir en ese tema, al fin y al cabo ambos estaban frente a la pila donde le habían quemado.- Después de aquello me marché, había algo que quería comprobar.- Dudó de si narrar exactamente todo, terminando por lanzar un breve suspiro.- Me encontré con Rot, Andrew Rot. Alguien estaba en su casa, y con “alguien” me refiero a asaltantes. Pudimos escondernos por suerte, pero parecían buscar algo, y eran varios. Rot creía que eran los mismos que le atacaron en la radio.- Había preocupación en su mirada y en su voz, terminando en un hilo mientras se mordía el labio inferior.- Cuando estuvimos a salvo le conté todo lo que había pasado y parecía conocer esa palabra, la recordaba a su infancia pero no sabía el momento exacto. Creo que de unas historias de su familia, los padres fundaderas de Sonnelich. Creía que en la biblioteca encontraríamos algo sobre eso.- Se daba cuenta de que estaba soltándole demasiada información y cada vez hablaba más rápido, intentando soltar todo.- Le convencí para ir primero al hospital para reunirnos con todos, pero en el camino nos encontramos a Karl Poriadok cubierto de sangre, completamente ido.- Gesticuló con las manos, dejándose llevar un poco por la narración.- Estaba… lleno de sangre. Dijo que había visto unos niños jugando con cuchillos, matándose entre ellos mientras se reían, divirtiéndose. Pensé que era fruto de ese brote que vi en el hospital pero parecía distinto, más… animal.- Tragó saliva, recordando todo lo sucedido con dificultad.- Cuando Karl se estabilizó y se marchó, me encontré con un vagabundo en la calle. Parecía perdido y estaba… destrozado. Tenía heridas por todos lados, le faltaban dedos, parecía haber sido torturado. Señor Batterman, realmente le hablo de alguien que había sido casi mutilado, sin lengua, heridas por todo su cuerpo… Es horrible.- Se atusó el cabello, sabiendo que ya quedaba menos.- Logré comunicarme con él. Se llama Adam, es un hombre de unos treinta años aproximadamente pero se comporta como un niño, es como si hubiera estado recluido durante toda su vida ajeno a la humanidad mientras era torturado. Ni siquiera sabía lo que era el teléfono.- Buscó comprensión en la mirada del alcalde. Sabía que era una locura, pero necesitaba que la creyera.- Mire, Adam tenía esta nota consigo.- Buscó entre sus bolsillos, tendiéndole al alcalde un papelito arrugado:

Este hombre ya ha sufrido mucho, no puedo soportar verlo ni un minuto más así. He decidido dejarle libre. Si lo encuentras, cuídalo, pues mi vida terminara cuando se enteren.

Esperó a que lo leyera, expectante, piqueando varias veces con el dedo en las dos únicas líneas que habían escrita.

- La persona que lo escribió se llama Rachel. Creo… Dios mío, esto es una locura.- Soltó una pequeña risotada nerviosa, esperando que no creyera que estaba loca.- Creo que hay una especie de virus que se transmite por agua o aire, lo desconozco, pero que ha afectado a parte de la población. Los síntomas son variados, pero todos comparten un episodio de psicopatía, amnesia, rabia y fuerza. Creo que ese hombre, Adam, conoce qué está pasando y esa mujer es una de las causantes de todo esto, por eso está herido. Está claro que han hecho lo que han querido con él y si sigue vivo es por algo, además de que temo que esas personas que estaban en casa de Rot estaban buscándole a él, a Adam.- Estaba siendo fría, lo sabía, pero nada tenía sentido.- Ese hombre está en mi casa ahora mismo. Vine lo más rápido posible al escuchar que querían quemar a Harold en la plaza, pero tengo que volver. Le pido por favor que venga conmigo y le conozca. No sé a quién más recurrir para esto, señor Batterman.

 El relato era enfermizo y traumatizante, cualquier persona hubiera perdido la razón al escuchar que cosas como esas estaban pasando en el pueblo. O descreería completamente de semejantes historias (en ese sentido, fue mejor ir a hablar en privado). Sin embargo, en vez de la sombría sorpresa que se podía esperar de alguien que escuchara algo así, el alcalde mostraba una cara de amargura y empatía ante la enfermera mientras la misma contaba el calvario que atravesó. Como si entendiese todo lo que había vivido la muchacha, como si no le resultara algo ajeno para nada.

 Aunque debía admitir que algunos de los elementos de la historia de Evelyn si despertaban nuevas sospechas o pistas en la mente del alcalde que antes no estaban allí. Respirando hondamente, Wilson toma la palabra.

- Srta. Walker... las cosas que usted narra... son sucesos muy parecidos a las cosas que he visto yo durante el día. Con solo decirle que me he encontrado con una familia... los Strauss... que parecían encontrar diversión de atacar, mutilar y descuartizar a las personas... me he percatado de que algo demasiado turbio para el entendimiento humano esta sucediendo en Sonnenlitch. Los comportamientos psicóticos son solo el principio, además... la falta de muerte es lo que más me aterra y me resulta aberrante. Es realmente espantoso. Si realmente se contagia todo esto; debemos encontrar la cura cuanto antes...

 Aunque se muestra dubitativo por unos segundos ante la idea de prolongar el día y seguir a la enfermera, la situación alrededor hace que se saque todos los cuestionamientos de encima para seguir adelante.

- Si este... Adam... puede ayudarnos en algo a entender los erráticos comportamientos de la gente y a encontrar alguna manera de detener toda esta catástrofe, lo mejor es seguir esa pista... sin ninguna duda, la seguiré... Vamos para allá.

Saber que Batterman entendía y compartía sus hechos era la mar de confuso. Por una parte significaba que no estaba loca, que todo había sido una serie de sucesos que parecían ocurrirle exclusivamente a ella, pero a la vez simbolizaba que la situación era mucho peor de lo que creía que los casos podían multiplicarse con facilidad.

Realmente creo que Adam tiene algo que ver. No sé si con ese brote psicótico, con la palabra o las muertes, pero ese hombre es alguien.- Era lo único que tenía claro de todo eso. No había aparecido frente a su puerta por arte de magia, debía de haber una explicación lógica tras tanta locura.- Le llevaré a mi casa.- Esperó unos segundos por si el alcalde tenía que despedirse de alguien o terminar algún asunto pero el tiempo apremiaba más de lo que ambos creían, así que nada más vio que estaba listo se dispuso a caminar a paso rápido dirección a su casa, esperando que todo estuviera tal y como lo había dejado antes de marcharse.

Empecé a seguir a Dylan, el cual seguía mostrando un comportamiento de los más extraño. En otra ocasión me costaría creer que el joven fuera el causante de todo aquello, pero dadas las circunstancias, ahora mismo estaba dispuesto a creer cualquier cosa.

Echando un rápido vistazo a mi alrededor pude ver cómo no estaba solo en mi persecución, y tuve que soltar una maldición cuando la doctora hizo un ruido atroz.

Por suerte, Dylan parecía que no se había dado cuenta, ¿o puede que sí? Un escalofrío me recorrió cuando, durante un instante, se me ocurrió que quizás quería que lo siguiéramos. ¿Estaríamos yendo hacia alguna trampa? Con la idea rondándome la cabeza, seguí siguiendo al muchacho mientras, a su vez, intentaba estar atento de todo lo que me rodeaba. 

Eric, coordinado con Lara, avanzó hacia Dylan, quien continuaba caminando como si nada hubiera cambiado. Se podían oír ahora los pasos de ambos hombres, pero cuando el periodista estuvo a diez metros del panadero, este se frenó y se giró.

-Eric- saludó con una sonrisa que parecía brillar en su boca-. No deberías andar solo por la calle… andan pasando cosas muy raras.

Sus ojos estaban clavados en los del periodista, sin mostrar el más mínimo rastro de sospecha u hostilidad. Como encontrarse a un viejo amigo de casualidad por la calle. El joven solo desvió la mirada en dirección hacia donde iba, para volver a mirar a Eric.

-Iba hacia la panadería. ¿Quieres acompañarme?

Eric, coordinado con Lara, avanzó hacia Dylan, quien continuaba caminando como si nada hubiera cambiado. Se podían oír ahora los pasos de ambos hombres, pero cuando el periodista estuvo a diez metros del panadero, este se frenó y se giró.

-Eric- saludó con una sonrisa que parecía brillar en su boca-. No deberías andar solo por la calle… andan pasando cosas muy raras.

Sus ojos estaban clavados en los del periodista, sin mostrar el más mínimo rastro de sospecha u hostilidad. Como encontrarse a un viejo amigo de casualidad por la calle. El joven solo desvió la mirada en dirección hacia donde iba, para volver a mirar a Eric.

-Iba hacia la panadería. ¿Quieres acompañarme?

Batterman y Walker se alejaron de la multitud, la cual ya ni podía llamarse de esa manera, intentando pasar desapercibidos. Pronto la noche y el silencio les envolvió, provocando que lanzaran esporádicas miradas a su alrededor, como temiendo que algo les atacara. Cada uno había vivido algo aterrador, en donde lo cotidiano mostraba su cara más oscura y terrible, haciendo tambalear sus creencias. Pero a pesar de sus temores, nada saltó desde la oscuridad para atacarles, parecía una noche normal y apacible en Sonnenlicht.

La casa de Eve estaba a oscuras, llegándoles solo el insistente sonido del teléfono fijo, que rompía la quietud de la imagen. La puerta lucia cerrada, pero estaba segura que había dejado todas las luces de su casa encendidas. ¿Adam había apagado todas? Parecía algo molesto por la claridad lumínica, pero presentía que no era el caso.

Para Batterman esa imagen le angustiaba profundamente. Otra casa, igual de oscura, igual de silenciosa le mostró la peor escena que pudiera soñar en la más febril de las pesadillas. Ya había tenido la mala idea de ingresar en esa casa… ¿Volvería a cometer ese mismo error?

Los ojos de Luana se habían desviado de donde estaba Eric, quizás atendiendo lo que Eve cuchicheaba con Batterman o dedicándole una fría mirada a Legrand, quien parecía discutir con el padre Doorgod, pero al volver la vista al periodistas, este ya se había marchado. Lara tampoco estaba por ahí. ¿Dónde habían ido?

Alguien le tironeó de la ropa y al girarse se encontró con una pequeña niña, de aspecto demacrado y enormes ojos tristes.

-¿Ha visto a mi padre?- sostenía un muñeco espantoso realizado con trapo y con innumerables manchas, cada tanto miraba a los alrededores, pero volvía inmediatamente a mirar a la joven-. Creo… creo que unos hombres se lo llevaron… ¿Podría ayudarme?

Olivia estaba ocupada mirando la mano de Korper, mientras que el doctor Krumber se había acercado al cuerpo de Harold, quizás para verificar que estuviera verdaderamente muerto.

Luana se sobresaltó un poco al ver a la chicquilla frente a ella. La verdad es que no recordaba haberla visto antes en el pueblo.

-¿Quién es tu padre? ¿Dices que se lo llevaron, dónde?

Instintivamente Luana se sintió un poco nerviosa, más que compasión por la pobre niña sintió un poco de escalofrío y buscó con la mirada a la enfermera. -¿Olivia? ¿Puedes venir un momento?

La enfermera echaba de menos esas tardes volviendo a casa donde el paseo al salir del trabajo era un placentero descanso disfrutando simplemente del ruido del pueblo, del murmullo del viento y del cálido sol. Parecía que esos días habían terminado cuando todo sucumbió a una locura donde cada persona que te encontrabas era un posible asesino dispuesto a rajarte la garganta entre risas, teniendo que andar con tanto cuidado de hacer ruido que hasta te daba miedo respirar.

El trayecto hacia su casa, aunque en realidad era corto, se le hizo eterno. Incluso sabiendo que esta vez no estaba sola notaba el frío de la soledad y se sobresaltaba con cualquier mísero ruido, aunque fuera de un gato callejero. Estaba tensa y a medida que se acercaba a su calle ese mal estar era palpable.

- Mi casa está al girar esa esquina.- Señaló al fondo de una calle donde los árboles tapaban el resto de casas, susurrando al temer que pudieran ser escuchados por vete a saber qué. Respiró hondo antes de cruzarla, echando un rápido vistazo antes y notando el sudor frío recorrer su columna al fijarse en su modesta casa.- Yo no apagué las luces.

Había vivido eso hace no demasiado y recordaba las circunstancias exactas, en casa de Andrew. ¿Habían vuelto los asaltantes? ¿Ahora iban a por ella? Ni siquiera me vieron, es imposible.- No había forma de relacionar a ambos y, en cualquier caso, temía por la integridad de Adam, el hombre que había dejado solo en la supuesta seguridad de sus paredes.

Mientras tanto el teléfono sonaba, pero eso era algo que ella ya conocía, pero el hecho de que siguiera sonando eternamente significaba su mayor miedo: Todavía no había vuelto.

- Quédese aquí fuera.- Señaló tras la fachada de su casa, un pequeño jardín trasero donde solía dejar jugar a su perro mientras sacaba las llaves de su bolsillo.- Si no he salido en cinco minutos váyase lejos, a un lugar seguro.- Tragó saliva, estando claramente atemorizada de lo que pudiera encontrar, pero más todavía de lo que no hallaría, usando esa fuerza de voluntad para acercarse a la entrada y abrir la puerta sin perder demasiado tiempo.