Partida Rol por web

Luana miró a los ojos a Eric -Eric, debes creerme. La gente de este pueblo no se ha vuelto loca. No había más remedio que hacer lo que se hizo. Sabes que nadie más que yo desprecia a Legrand pero no hubiéramos sacado nada en claro. Ambos habían perdido la cabeza.

-Por otro lado, qué es eso que hablas de El corruptor? no estaría más que compartieras la información con todos. la situación es bastante grave y todos debemos saber qué pasa aquí.

El fuego detrás de ella parecía quitarle todo vestigio de humanidad, pues las sombras inundaban su rostro de forma siniestra. Era difícil saber si el efecto se debía a toda la situación o era algo buscado por la anciana, pero resultaba inquietante

-Tengo todo el derecho del mundo. Hare lo que esté en mis manos para prevenir que Sonnenlicht siga siendo lo que es- sus ojos estaban clavados en Tucker, sin apenas pestañear. No había el menor atisbo de duda o arrepentimiento en su voz-. Su mente estaba más allá de todo arreglo, no decía más que blasfemias e insultos- hizo un gesto con su mano, como apartando las dudas del periodista, de la misma manera que hubiera espantado una mosca molesta-. Anna aún sigue siendo ella… por un tiempo más- sonrió como si estuviera contándole una gran verdad a un niño. Pero se notaba que las palabas de Eric le molestaron, en más de una forma.

Strarrosa no respondió a las acusaciones de Legrand, simplemente pareció discutir algo brevemente con Doorgod y Batterman, para luego desaparecer entre la muchedumbre. ¿Acaso se marchaba así como así? No era algo bueno para su imagen, pero Batterman se apresuró a subir al estrado, donde confrontó a Legrand de una forma más esperanzadora. Su discurso intentaba hacer ver que el futuro no era tan negro como lo pintaban, que no todo estaba perdido, que simplemente hacía falta no bajar los brazos y continuar luchando.

Mientras tanto, Olivia Jhonnes se adelantó junto al doctor Krumber hasta donde estaba Eve, sin dejar de mirar la higuera con una mezcla entre asco y alivio. Mientras tanto Lara intentaba atender a los heridos del choque, más que nada Korper que parecía afectado de muchas maneras.

El discurso del alcalde fue aceptado por la gran mayoría de las personas, incluso alguno comenzó un aplauso que fue coreado por otros. Quedaban algunos sectores de la población no del todo conformes, quizás sin aceptar que todo se arreglaría de esa forma, prefiriendo la radicalidad de Legrand. Como fuera, al menos el ambiente se había relajado ligeramente, mostrando a un líder fuerte y seguro de si mismo.

-¡Dios muchacha!- no la veía desde que se marchó de forma apresurada, luego de ver el estado general de Harold, estaba muy preocupada por ella, solo que luego literalmente los problemas le hicieron preocuparse más por ella misma-. No lamento que acabaran con Harold- afirmó mirando de reojo al viejo médico-. Deberías haberlo visto. Era un animal, como un enfermo del sexo, pervertido y asqueroso- se refregó la muñeca con fuerza-. Estos dos se fueron y nos dejaron a las mujeres la tarea de esposarlo… - le dedicó una dura mirada al periodista y a Korper, los cuales parecieron tardar un poco más de lo que deberían. Aunque la enfermera no sabía lo que les ocurrió durante el camino-. En fin, Legrand apareció con unos tipos, trabajadores de sus negocios, se llevaron a Harold, que no dejaba de decir barbaridades, para… ya sabes- señaló con la cabeza la pira del anciano-. No sé qué pretende, pero dudo que esto se arregle así como así.

Korper reaccionó un poco tarde, ignorando a todo y todos. Solo la mención de su mano le hizo bajar la mirada a ella para a fin soltar unas frases.

-Me corté- dijo mirando la venda ensangrentada y sosteniendo esa mano con la otra. Entonces apoyó un dedo sobre la herida, apretando lentamente, dejando que la sangre volviera a empapar la tela-. Pero no siento nada de dolor… es raro- alzó la mirada, para ponerla sobre Eve y Olivia, como si recién ahora notara que estaban ahí-. Creo que estoy bien…

Ya no temblaba, pero tenía la mirada perdida, como intentando descifrar algo que rondaba en su cabeza sin poder lograrlo.

Lara, Eric y Luana se dijeron un par de cosas en voz baja, dedicando unas miradas a Legrand y a algo que se encontraba más allá de la gente.

Dylan se alejó de allí a paso rápido, con las manos en los bolsillos y sin prestar más atención al discurso de Batterman. Por suerte todos los demás sí que estaban muy pendientes de las grandes habilidades del alcalde.

El chico iba vestido de negro, en su totalidad, con una chamarra con capucha, la cual usó para cubrir su cabeza luego de salir de la plaza. Iba con un rumbo fijo, sin prestar atención a lo que ocurría a sus espaldas.

Dylan se alejó de allí a paso rápido, con las manos en los bolsillos y sin prestar más atención al discurso de Batterman. Por suerte todos los demás sí que estaban muy pendientes de las grandes habilidades del alcalde.

El chico iba vestido de negro, en su totalidad, con una chamarra con capucha, la cual usó para cubrir su cabeza luego de salir de la plaza. Iba con un rumbo fijo, sin prestar atención a lo que ocurría a sus espaldas.

La seguridad había vuelto a su cuerpo, logrando expulsar el frio del miedo y la confusión que anidaron en su alma. Ni siquiera la horrible visión del cuerpo totalmente calcinado de Harold a pocos metros de él, hedor a su carne quemada o la mirada fría de Legrand lograron arrebatarle esa sensación de poder. Sus ciudadanos aplaudieron a sus palabras, demostrándole que se podía volver al camino correcto. Sus ojos fueron hacia esa persona que había iniciado los aplausos, pensando que podría ser Judy, su eficiente secretaria, a quien no veía desde hacía mucho tiempo.

Sus ojos se detienen en un sujeto, el cual le mira fijamente, con una enorme sonrisa en el rostro. Aun aplaude con entusiasmo, sosteniendo algo debajo del brazo. Antes le había visto en medio de la oscuridad, charlando a la luz de una crepitante vela, pero ahora estaba ahí parado, vitoreando su discurso como el que más. Donald Strauss le miraba con tranquilidad, sosteniendo un cuchillo de carnicero bajo su brazo, ocultando la hoja con el sobaco. Nadie parecía haber notado el arma o siquiera las múltiples manchas rojas en su ropa.

Legrand se mantuvo en su sitio, dejando que Batterman se regodee en su “victoria”, parecía estar muy tranquila, como si ese revés fuera parte de algún intrincado plan que solo ella entendiera. Mientras tanto, Geli había tomado posición cerca del estrado, pero aun no era el momento de entrar en acción, no con tantos mirando fijamente a los dos contendientes. Quizás debiera llamar a Legrand, atraerla hacia él, aprovechando que Batterman estaba siendo la fuente de toda atención. O simplemente esperar a que se bajara y hacer su movimiento.

Evelyn no estaba entendiendo nada de lo que estaba pasando. Como quien dice acababa de llegar, había estado ajena de absolutamente todo lo que hablaban y, cuando buscaba un poco de apoyo o información de Lara, la médico había pasado olímpicamente de su presencia.

Frustrada y sin saber qué hacer, agradeció enormemente que Olivia se acercara a ella para explicar grosso modo la situación, aunque seguía incrédula por lo sucedido.

- ¿Qué? – Le resultaba extraña la descripción que daba de Harold, siendo totalmente contraria a la que recordaba. Igualmente, aunque le hubiera dado un pedazo de información todavía le quedaba el resto del puzle.- ¿Le han quemado por decir barbaridades? ¿Quién es esta gente? – Señaló a los que estaban por ahí.- Necesito que me cuentes qué pasó exactamente después de irme, Olivia.

- Allí, entre los árboles - con una mano se habia aferrado al brazo de Eric mientras señalaba con la cabeza donde habia visto al muchacho - Le ha hecho una señal con la mirada y él ha asentido -

Lara estaba de acuerdo en seguirlo, así que fue detrás del periodista, aunque una vocecita por dentro le recordaba lo que la bruja de Legrand le había dicho de Eric y de Starrosa. Tenía que tener cuidado. Los hombres apuestos siempre traian problemas, y eso era lo que menos necesitaba Lara en esos momentos.

 El alcalde se encontraba satisfecho, viendo como la gente en general dejaba atrás esa mentalidad de multitud enardecida para pensar en la paz y la tranquilidad del pueblo. Wilson le dedicó una cálida sonrisa a su pueblo, aunque en un momento se pudo advertir que algo captó su mirada. Algo, una pequeña cosa en el medio de la muchedumbre, que le quitó la sonrisa del rostro y le hizo abrir los ojos con preocupación. Aún así, estaba en el medio de su labor de despejar las posibilidades de que el pueblo volviera a sucumbir a la violencia, por lo que retomó el discurso.

- Por el momento, ciudadanos míos, lo mejor que podemos hacer es dejar este momento de pánico y euforia peligrosa detrás nuestro. Hemos sido víctimas de una gran catástrofe, y todavía hay muchas cosas por hacer. Pero este día debe terminar, y todos debemos recuperar la calma. Estamos cansados y alterados, y poco podremos hacer si no recuperamos las energías como corresponde. Aconsejo que todos volvamos a nuestras casas y descansemos hasta la salida del sol. Aquellos cuyas casas se encuentren afectadas por la tormenta, sepan que tienen el refugio en la escuela secundaria a su disposición... en el cual la Sra. Legrand y sus... "chicas" sabrán recibirlos. Estamos todos juntos en esto... y saldremos adelante, cueste lo que cueste... Muchas gracias.

 Cerrando su discurso esperanzador y buscando que la gente volviese a sus casas para aliviar la tensión, Wilson se gira a ver la figura marchita de Harold Swatch. Atado y quemado completamente en aquel palo. Recién ahora se percataba del olor: un asco. Pero había que hacer algo. Hasta que llegara el servicio de la funeraria o el personal del hospital, Wilson se sacó el saco de su traje y lo puso sobre los restos marchitos del cadáver. Los niños no podían ver eso.

 Un pequeño susurro al cadáver fue lo que Wilson le dio cuando apoyo su saco.

_{- Realmente lo siento...}

-Luana, me asusta verte hablar así -dije, horrorizado de ver que mi compañera justificase que hubieran prendido fuego a Harold-. Sí, Harold había enloquecido. Y sí, era peligroso. Pero era el único que podía decirnos algo sobre lo que está sucediendo en el pueblo. Sobre el Verkoruvalek. Lo que debería preocuparte es la facilidad con la que Legrand ha reunido seguidores que le han seguido sin dudarlo para quemar a alguien. Todos estamos de acuerdo en que Harold ya no era él, pero esto no va a parar aquí. -Señalé en dirección a Legrand con un gesto de cabeza-. Ya la oíste. Hará lo que esté en su mano para purgar el pueblo.

Había visto y leído demasiado como para saber que los predicadores mesiánicos como Martha Legrand no se detenían después de acabar con la posible amenaza que había en el pueblo, en este caso Harold. No. Legrand iría más allá. Si seguía habiendo problemas en Sonnenlicht, lo más probable es que terminase quemando a alguien sólo por oponerse a sus ideas o por tener un comportamiento reprochable a sus ojos. "Empieza quemando a Harold y terminará más pirada que la señora Carmody de La Niebla de Stephen King" pensé para mis adentros, muy convencido.

-No lo han quemado por decir barbaridades -respondí, en tono seco al escuchar a la enfermera pelirroja. ¿Esa era Evelyn Walker? Estaba un tanto cambiada desde la última vez que la vi-. Harold... Atacó al sheriff Strarrosa y a la doctora Scofield. Él... estaba muerto, pero resucitó. Solo que ya no era él. Era violento y agresivo. Para Martha Legrand, la única vía era quemar a Harold, sin pararse a pensar si había alternativas...

Me volví entonces hacia la doctora y procedí a avanzar delante de ella para seguir a Dylan Kuchen. No sabía si alguno más de los presentes nos acompañaría, pero el aprendiz de panadero ya había estado involucrado en el misterioso caso del primo desaparecido, por lo que el hecho de que formase parte de la camarilla de Legrand no me agradaba lo más mínimo.

-El chico de Kuchen trama algo -le dije, en tono bajo a la doctora-. Luana y yo le seguimos ayer. Sea lo que sea lo que está pasando en este pueblo, él sabe más que nosotros.

Cuando pude situarme junto a Legrand tuve claro que no podría llevármela a menos que lo hiciera con mucha cautela. Pero ahora que todo el mundo miraba atentamente a Batterman, ahora que la gente había olvidado que Legrand era el verdadero centro de atención, me acerqué a tu oído de forma que pudiera escucharme claramente:
- Martha, antes me dijo que si me imaginaba a Jesús así- dije inclinando la cabeza hacia donde estaba el cuerpo de Harold. - ¿se imaginaba usted al cura de Sonnenlicht así?- entonces abría mi pequeño libro sorpresa junto a ella de forma que pudiera ver la pistola con claridad. Volví a cerrarlo rápidamente y continué diciéndole:
- Señora Legrand, va a disimular magistralmente y va a acompañarme hasta la comisaría. Lo hará, o le juro por Dios que la próxima en morir y resucitar va a ser usted. Así que ya está bajando conmigo de la tarima sin intentar ninguna estupidez.

-Ok, ok, espera- dijo Olivia soltando un fuerte suspiro, ordenó sus pensamientos y recuerdos, como si lo ocurrido fuera algo de hace veinte años-. Cuando te fuiste, Harold atacó a Strarrosa. Quiso ahorcarle, de la nada y diciendo cosas como que Félix quería robarle a su esposa- se encogió de hombros-. No sé si es algo “real” o simples delirios, pero no parecía él, daba miedo- soltó otro suspiro-. Reaccionó cuando oyó a Eric por la radio de Strarrosa, informando que Anna… Bueno, ella intentó suicidarse- había visto como Eve y Anna hicieron buenas migas durante las últimas horas de Harold, así que intentó ser suave con ello-. Pero a pesar de intentar llegar a tiempo, Anna murió justo en la puerta del hospital, sin poder hacer nada la Doctora Scofield- se pudo notar que la enfermera tembló por un escalofrío-. Entonces algo le pasó, fue como si… no sé. Al revivir ella, yo sentí que algo asqueroso estaba pasando frente a mí, pero no podía verlo- hizo un gesto de fastidio, pasándose la mano por la frente-.  Luego “arreglamos” a Harold, que estaba destrozado luego de haberle separado de Strarrosa. Era como coser un cadáver, no reaccionaba al dolor pero continuaba diciendo cosas raras… Anna estaba más normal, aunque muy afectada por haber revivido. Eric y Timothy se llevaron a Anna a la funeraria Korper, para que no se pudriera como Harold… Nos tocó esposarlo, más que nada para que no volviera a atacar- otro suspiro, quizás recordando lo que les costó esposarlo-. No sé cómo, luego apareció Legrand, con un par de trabajadores de sus fábricas. No parecían muy cómodos con lo que hacían, pero de todos modos se llevaron a Harold. Y luego…- señaló con la cabeza hacia donde estaba Harold.

-Hay algo mas- dijo Korper de repente-. Vimos a una chica de camino a la funeraria- hablaba de forma ausente, como si no le importara realmente lo que ocurriera-. No creo que la conozcan, vive algo alejada y regresó hace poco de sus estudios… En fin, pensamos que estaba herida o algo, la vimos parada en medio de la nada, con el auto abierto de par en par y luciendo perdida… Entonces se acercó y besó a Eric, sin esperar a que bajara del auto- a pesar de lo irrisoria de la situación, Timothy no parecía nada cómodo-. Como Eric no le correspondió, se puso como loca, intentando atacarnos- sonrió sin ganas-. No estaba muerta. Estoy casi seguro de eso- miró a Legrand, quien en ese momento hablaba con el padre Doorgod entre susurros-. Creo que tiene razón en que algo muy malo está pasando- tragó saliva continuando-. Cuando llevamos a Anna, luego del asunto con la joven, ella dijo que todas las mujeres eran mujerzuelas- se encogió de hombros-. Pero dijo que Verkoruvalek significa “ofrenda” y que esta debía ser entregada al… al…- le dedicó una mirada a la oscuridad, como si buscara que “nada” acechara ahí-. Al Corruptor…- lo dijo en un apenas audible susurro-. Luego se demayó o murió totalmente. No lo sé. La encerramos y nos fuimos.