Partida Rol por web

--Y que lo digas, Andrés. De haberlo sabido... ¡¡no habríamos venido ni locos!!

Sin perder tiempo, lavo con agua de la cantimplora la herida de Gaspar e improviso unas vendas con los ropajes que llevo encima. El pobre nos había guiado hasta ahora y se había llevado la peor parte por ello, junto con Leo. 

--Pues esto ya está. No es gran cosa pero al menos te protegerá la herida hasta que salgamos.

Ayudo a Gaspar a ponerse en pie, que si bien no tiene buen aspecto, al menos parece que sobrevivirá para un día más para contarlo. Y hecho esto, comento al resto del grupo:

--No hay tiempo que perder. El humo negro nos persigue y pronto nos dará caza, así que pongámonos en marcha.

LLevo a Leovigildo hasta el otro extremo de la sala, y limpio y vendo sus heridas (de nuevo, usando sus propios ropajes... una cosa es ayudar, y otra estropear mi propio atuendo). Además, me da la impresión que el atuendo de Quemarena tiene ciertas propiedades curativas, viendo lo rápido que se recupera. Aunque también es posible que a los nobles se nos dé bien la medicina. Obviamente, se nos da TODO bien. 

Aprovechando que los elfos tenemos mejor visión que los humanos, después de vendar al pobre vidriero, que no para de recibir, echaré un ojo a los túneles a ver si detecto algo en cualquiera de ellos.

Al estamparse la mosca contra la pared, y tener unos instantes de respiro, Johnny y Froilarion, curaron con unas vendas a los compañeros caídos. Con la ayuda de Andrés y de otros jóvenes que rompieron parte de sus camisas para conseguir los necesarios vendajes. Mientras que Leovigildo volvió a levantarse como si nada, tan fresco, aunque cada vez se iba pareciendo más al muñeco de Michelin. El pobre enterrador, se levantó bastante perjudicado, pero vivo para poder continuar dando guerra y tratar de salir de allí. 

Ya comenzaba a extenderse entre los jóvenes rumores sobre la capacidad curadora de Froilarion, el elfo parecía hacer milagros con cuatro trapos, era un maestro de los vendajes. Pero no tenían tiempo que perder, el humo había proseguido su avance y cada vez lo tenían más cerca. Estaba claro que de alguna manera los estaba siguiendo, y seguro que para nada bueno. Los tentáculos se extendían para tratar de alcanzar a alguno de los mozos, pero de momento no podían llegar hasta ellos.

Os toca mover, y tenéis que elegir en que dirección (¿A o B?), y el orden de marcha.

Al ver dudar a sus acojonados compañeros Legloglas Godnonil da un paso adelante --No os preocupéis, si estáis faltos de coraje seré yo quién vaya delante-. Y se dirige por uno de los pasillos, con mucha precaución, buscando trampas y, arrastrando su cayado sobre el suelo para buscar relieves de plataformas móviles, solo pisando allí dónde su cayado ha pasado. --Seguidme, Leovigildo y Gaspar, conozco el camino--.

Una vez vendado y recuperado del brutal picotazo de la mosca, me preparo para seguir la marcha a través de uno de los túneles junto al resto de mis compañeros. 

--Me alegro que hayas dado un paso al frente, Legloglas. Seguro que tu habilidad para ver en la oscuridad nos viene muy bien en esta situación. Avanzaremos detrás tuyo, cubriendo la retaguardia por lo que pueda suceder.

Y dicho esto, sigo al elfo a través del túnel que ha considerado la mejor opción, prestando atención a las paredes, techo y suelo por donde vamos pasando.

Sigo a mis compañeros mientras me ajusto mis nuevos vendajes, atento también a las paredes por si se les pasa alguna señal de pasadizo. - Tengo un mal presentimiento acerca de esto... Menos mal que los elfos ven en la oscuridad, nos vendrá bien por si más moscas gigantes mutantes nos atacan.

Tras poner los vendajes a Gaspar y Leovigildo, se establece una pequeña discusión sobre el camino a seguir y el orden de marcha del grupo. Pero esta finaliza bruscamente, cuando el humo avanza y con un rápido movimiento cae sobre un mozo del pueblo, que comienza a gritar desesperado. Sus vecinos tratan de ayudarle, pero el pobre albañil de nombre Mirandona, se ve envuelto por el negro humo y cae al suelo aterrado.-¡NOOOOO! No puede ser.... ¡Ayudadme, no me dejéis aquí!-Pero los vecinos poco pueden hacer antes de verse rodeados de tentáculos, y huyen aterrados, ensordecidos por los alaridos del pobre Mirandona.-¡Cabrones! ¡Hijos de puta! ¡Sacadme de aquí! ¡Noooooo...! ¡Qué dolor! ¡Me come vivoooooo...! ¡Ayudadme desgraciados!.........¡Noooooo.....!-

El pánico de 7 jóvenes del pueblo, que huyen del humo, hacen decidirse al resto. Legloglas toma la delantera y avanza con cierta cautela, entre gritos y empujones de los jóvenes del pueblo. Tras el van Leovigildo y cerrando el grupo Gaspar, las repentinas prisas, hacen que se alejen y pierdan de vista al humo, de momento, pero no dejan de escuchar los alaridos y maldiciones de Mirandona.

Legloglas consigue vislumbrar que algo más adelante, el túnel da paso a una sala de mayor tamaño. 

Es el turno de los aventureros. ¿Qué hacéis?

Legoglas continuo con paso firme y decidido --Nada en esta estancia patanes de tres al cuarto, ahora seré yo quién vaya a la próxima. Ponemos a mi resguardo y nada deberéis temer, aunque desde aquí huela vuestro miedo--. Y con su perorata marco el paso del grupo.

--Otro pobre desgraciado que muere... ¡¡y sin dejar cadáver!! A este paso, me voy a tener que buscar otra profesión. 

Y dicho esto, continuo tras Legloglas el elfo, cuyo arrojo no sabría decir si se debe más al valor o a la temeridad, pero que en cualquier caso es bienvenido, dadas las circunstancias...

Mirando atemorizado hacia atrás, acelero el paso para alejarme mucho del elfo y el enterrador. Cerca de ese elfo estaré mucho más seguro... ¡si hasta tiene una espada! -Espérenme caballeros, sin duda necesitaran mi colaboración para superar los peligros que nos aguardan. Aunque en realidad estoy pensando que lo mejor es avanzar rápido porque la cosa que dejamos a nuestras espaldas da mucho canguelo.

Los jóvenes del pueblo entran en pánico, y echan a correr dándose empujones y manotazos, es un sálvese quien pueda, que hace que todos corráis durante este asalto, para tratar de dejar atrás el malévolo humo. Hasta que llegáis a una sala más amplia que las demás, parece ser el Hall de la entrada principal al antiguo templo de Both`Jo. Los mozos se dirigen corriendo hacia las amplias escaleras que ascienden hacia el exterior, pero tienen que detenerse ya que están bloqueadas por un gran derrumbe, con bloques enormes, haciendo imposible avanzar por ese camino.

Esto parece tranquilizar un poco a los jóvenes del pueblo y también a los aguerridos aventureros. No se ve el humo, pero aun se escuchan algunos gritos en la lejanía.-Hijoputaaaaas! Cabroneees! Ya me decía mi madre que no fuera con vosotros! Ahhhhhh.......que dolor.......-

Al frente continua un pasillo, que a Gaspar le parece que tuerce hacía la izquierda, por detrás los gritos del pobre Mirandona,  que poco a poco se van extinguiendo. 

Vuestro turno (Ahora ya estáis más calmados y los mozos no están en pánico).

--En mi pueblo, de donde vengo, tenemos lugares especiales donde depositar los residuos. Nuestra basura tiene más derechos que vosotros panda de pazguatos. Dejad de correr como pollos sin cabeza y poneros detrás de mi cobardes-- y Legloglas contina hacia la siguiente habitación, cruzando el pasillo con las mismas precauciones que ha tomado hasta ahora.

Andrés era un tipo valiente que había liderado esta expedición hasta ahora y no iba a permitir que un elfo le robara el protagonismo --Amigo, te demostraré de que pasta estamos hechos los humanos, seré yo quien siga al frente en este entuerto-- y así adelanto al Legloglas para ponerse en cabeza.

- Ahhhhh es una suerte estar en compañía de personalidades tan valientes - Digo mientras observo como Andrés y Legloglas se pelean por ir en cabeza. Mejor me pego a ellos, que parecen capaces de defenderse. - Estimados compañeros, les sugiero que no se queden en esas escaleras sin salida, si nos alcanza el limo negro se encontrarán con no tener a donde retirarse prudentemente. - Y para dar ejemplo a los mozos, me dirijo hacía la salida norte, cerquita de Andrés, que ha demostrado ser capaz de enfrentarse a una mosca y no quedar inconsciente, una hazaña digna de cantares de gesta a mis ojos.

--Señores, no se pongan a discutir en este momento. Ya nos turnaremos en el primer puesto. Así todos iremos asumiendo el mismo riesgo. Por otro lado, es una pena que no podamos explorar ese templo. ¡A saber qué tesoros nos estaremos dejando atrás!

Y dicho esto, continuo en la fila junto al resto de compañeros, pero antes del resto de mozos. Los líderes deben dar ejemplo al rebaño ;)

Ya no escucháis los gritos de Mirandona, el pobre estará a punto de morir bajo el maldito humo negro. Aun así, todos habéis avanzado con rapidez tratando de poner la mayor distancia con esa letal amenaza. Los jóvenes del pueblo se han calmado un poco y van tras vuestros pasos, ansiosos por salir de este macabro lugar cuanto antes. Tras una breve competición por ver quien es el más machu del lugar, Andrés resurge como el líder que ha abierto camino desde que llegaron a este siniestro lugar. Y vuelve a encabezar la marcha del grupo. Se escucha a algunos mozos comentar:-"Menos mal que el Andrés se ha vuelto a poner en cabeza."- "Si ese borracho sabe lo que se hace"-, -"Yo le vi una vez sereno y parecía un buen tipo."- "Hablar bajo que de lo mismo nos escucha y al darse cuenta del tiempo que lleva sin beber le da un mal." - "Pues yo pienso que sus prisas son por volver a la taberna".

Abandonáis el espacioso Hall y llegáis hasta una sala, el camino parece continuar hacia la derecha perdiéndose en la oscuridad. A Gaspar le parece ver algo brillante en una pequeña tumba o altar que se encuentra en la pared opuesta al camino por el que habéis entrado. El resto no veis nada, estáis muy centrados en tratar de encontrar la salida y evitar posibles trampas.

De momento no veis el humo, parece que el pobre Mirandona os ha dado algo de tiempo.

¿Qué hacéis?

Observo que algo me llama la atención justo al frente de donde estamos, y se lo comunico al resto del grupo. --Esperad un momento. ¿No veis algo brillante al fondo? Parece que se trata de un altar. Voy a echar un vistazo, por si nos puede servir de algo.

Con mucha cautela, me aproximo al altar con la intención de descubrir de qué se trata, pero sin tocar nada, hasta estar bien seguro que no sea una trampa...

Andrés preocupado habla con Gaspar --Espera, déjanos cruzar antes la habitación ya que la vuelta atrás es un callejón sin salida. La última vez que se levanto algo de un altar salió el limo negro. Podrías atar una cuerda a esa bonita piedra y tirar de ella desde la otra habitación--.

- Haga usted caso al buen Andrés, señor Gaspar. No tenemos tiempo que perder mientras la babaza negra nos persigue.  Y aunque tenemos un buen número de mozos detrás haciéndonos de escudo, prefiero no perder tiempo y me dirijo hacía la salida de la habitación antes de que Gaspar se ponga a trastear y lie parda. Si tiene que matarme una trampa, al menos que sea huyendo "valientemente".