La noche acabó entre comida, bebida (esta vez sin alcohol por parte del explorador) y bailes. Sobre la mesa, un feliz roedor se regodeaba con una onza de chocolate y varias clases de quesos curados y frescos. El ambiente en el salón era de fiesta, y la gente se unía aunque ignorase los motivos de tanta celebración. El jolgorio era contagioso.
El grupo reía, bailaba, cantaba y disfrutaba mientras Bregor tocaba algo de música para amenizar el ambiente (y sacarse algunas monedas y algún que otro suspiro).
Un trabajo bien hecho, una buena noche de juerga y la promesa de más aventuras tan divertidas como aquella... Al grupo le esperaba un gran futuro.
La posada se fue llenando poco a poco de música, risas y el murmullo agradable de las copas chocando. Felicity, animada por la victoria y el alivio de seguir con vida, no tardó en dejar su asiento para unirse al ambiente festivo. La música era alegre, con un ritmo que invitaba a moverse, y, ella, no necesitó más.
Su cuerpo parecía recordar cada compás sin esfuerzo, moviéndose con una gracia innata que atraía las miradas. El vaivén de su falda seguía el ritmo de los tambores, su melena carmesí, suelta y brillante bajo la luz cálida de las lámparas, acompañaba cada giro con un destello.
Entre un paso y otro, Felicity no podía evitar sonreír a sus compañeros, lanzándoles pequeñas provocaciones llenas de picardía: un guiño a Bregor, una vuelta exagerada cerca de Atreyu, un toque ligero en el brazo de alguno al pasar, siempre con esa mezcla de encanto y juego que la caracterizaba.
Y, por supuesto, Iria no se libró. Felicity esperó el momento justo en que la joven estaba distraída, charlando o riendo, para deslizarse a su lado y rozar con suavidad su brazo, o, dejar que sus dedos se detuvieran un segundo más de lo necesario sobre su cintura al pasar bailando.
-¿Lo notas?-le susurró cerca del oído, con tono divertido-es difícil resistirse a la música.
Rió suavemente, volviendo al centro de la improvisada pista, donde siguió bailando, suelta, libre, disfrutando del presente.
Sonrío ante las provocaciones de Felicity ¡Pero la noche es larga! Ya habrá tiempo de... enredarnos.
-Bardo, toca la de Sera.
No se lo digo a Bregor, aunque se puede unir claro está, sino al bardo "residente" en la taberna. El nuestro se ha ganado un descanso. Por mi parte, me pongo a cantar y bailar pues nada tengo que envidiar a la mayoría en esos campos.
Que fácil sería sustituir "Sera" por "Iria" en esos versos. La canción parece hecha para mi. Sin duda podría serlo si no fuese porque tiene ya muchos años.
Por supuesto, canto y bailo con el poderoso Chitter en mi hombro, sujeto a mi pelo. Él ha sido el mayor protagonista en el robo.
Esta era una de las partes favoritas del bardo, el epílogo de una buena aventura, llena de anecdotas y de las que ellos mismos habían sido protagonistas.
La fiesta transcurría con cantos, bailes, mucha comida y mucha bebida. Tras una breve pausa del bardo del local, Bregor decidió subirse al escenario y realizar su propia actuación.
-¡Buenas noches a todos amigos de la noche, de la fiesta y del buen beber!- Dijo mientras elevaba la copa que sostenía en su mano y la vaciaba por completo por su garganta de una sola sentada.- Ya va siendo hora de que los niños vayan a dormir y los adultos disfrutemos del momento. Esto me recuerda a una simpática canción, que tal vez algunos conozcan, aunque estoy seguro de que tu, querida Iria la conoces, me gustaría que me acompañaras en ella. Y dice así...-
Bregor: ♪ Ooooooh, conocí a una chica espectacular ♪
Multitud: ♪ Mea-menealooo♪
Bregor: ♪ Aunque mala leche solía gastar ♪
Multitud: ♪ Mea-menealooo♪
Bregor: ♪ Oh, la noche, quise con ella pasar ♪ ♪ Pero se negó y me fui a casa a hacer al calvo llorar ♪
Iria: ♪ Acariciar el conejo, pulsar el botón, o la almeja abrillantaaaar ♪ ♪ Si no ha cumplido, tócate el higo y al calvo no hagas llooorar♪
Bregor: ♪ A tocar la zambomba ♪
Iria: ♪ Huntar el bollooo ♪
Bregor: ♪ A zurrar la sardina ♪
Ambos: ♪ O haces menage a moi♪ ♪ Si te pica ya, te has de aliviar, no esperes más y… ♪
Bregor: ♪ ¡Tócateeeeee! ♪
Iria: ♪ ¡Tócateeeeee! ♪
Ambos: ♪¡Y al calvo harás lloraaaaaaaar!♪
La noche fue transcurriendo entre risas y jolgorios, con bebida y comida por doquier. Muchas personas se preguntaban qué se celebraba exactamente, pero tampoco parecían especialmente preocupadas por compartir el ambiente festivo. El tabernero, con ojos brillantes, tenía asegurada una noche de buena retribución, los consumidores una noche de diversión, y el grupo de ladrones una muchedumbre entre la que celebrar. Nadie perdía, todo el mundo ganaba.
Incluso Cassee Dannell se asomó por la fiesta, tomando algo rápidamente antes de que los ojos comenzaran a darle vueltas y a sentirse mareada. Parecía que el haber pasado todo el día trabajando en la urna, y la mezcla de emociones sufrida, le habían pasado factura a su pobre alma. Con una sonrisa cansada y excusándose por su ausencia, se la vio por última vez dirigiéndose escaleras arriba hacia su habitación, aferrando la barandilla de madera como si fuera todo un salvavidas.
Pero aquello no fue suficiente para aguar la noche, y dado que el alcohol y la comida ya habían discurrido con abundancia entre las mesas, los ánimos estaban cada vez más festivos. Las canciones con temática picante empezaron a florecer también, y pronto los gritos y las risas aumentaron en volumen e intensidad. Faltaba poco para que la fiesta, inevitablemente, decayera. No obstante, todo el mundo pensaba aprovecharla hasta el último minuto.
Y así es como la historia de nuestro querido grupo de ladrones termina. El horror arcano quedó en su huevo, sin poder eclosionar para sembrar el caos en Varkenbluff. Como en días más tarde se enterarían, la doctora pudo probar de manera inequívoca la naturaleza de la piedra. No obstante, el hecho de que estuviera en su poder le valió de múltiples quebraderos de cabeza, estando a punto de ser juzgada por cometer sendos crímenes contra el museo de la ciudad. A pesar de todo, finalmente, la doctora fue absuelta dadas las circunstancias. Su reputación quedó restaurada, mas no su ocupación. La doctora tendría que buscar otro lugar de residencia y trabajo tras aquellos sucesos, pero al menos se había evitado lo peor. Y quién sabía, quizá el hecho de haber salvado Varkenbluff, si bien con métodos más bien poco ortodoxos, le valiera un espacio en otro sitio.
La curadora Arkin, por otro lado, fue despedida de su empleo, alegando una negligencia flagrante por su parte. Los daños al museo y su reparación corrieron de su parte, arruinando para siempre su reputación y sus finanzas. La estructura administrativa del museo de Varkenbluff quedó destrozada temporalmente, teniendo que buscar sustitutos y hacer remodelaciones profundas de la cadena de mando. Además, gran parte de la financiación del museo venía de la mano con la curadora Arkin, por lo que aquello era también una preocupación para el que era el reclamo turístico principal de la ciudad.
Pero nada de eso debía importar a Felicity, Iria, Atreyu o Bregor. Su trabajo había sido realizado, y de forma encomiable, como bien habían señalado desde la Bóveda Dorada. Quedaba a futuro el saber si volverían a ser contratados por esta misteriosa organización o no, pero a juzgar por el mensaje recibido, así parecía ser. Por lo demás, solo ellos sabían cuál sería su camino a seguir. Hasta que nos volvamos a encontrar.
¿FIN?