Partida Rol por web

Por un momento olvidé que el pimpollo de Wilson-Harris era un reconocido oficial del Ejército. Ya mismo pensé que no sólo lo iban a retirar de la escena del suceso, sino incluso llevárselo si formara el más mínimo escándalo. Sin embargo, pareció incluso tener recursos suficientes como para afrontar la situación. Dejé entonces que las reacciones de los policías se manifestaran.

Con tanta policía presente estaba claro que, aunque mis ideas pudieran ser correctas, no nos iban a dejar pasar a mirar lo que nos diera la gana. Fue ese el motivo de que me sorprendiera que, por una vez, el pimpollo mostrara sangre fría y aportara una buena idea, quizás reconociendo su condición de militar tuvieran una mínima oportunidad de acceder al lugar donde se suponía que estaba la bodega del profesor.

Esperó pacientemente hasta ver en qué quedaba la cosa, si los dejarían pasar a todos, sólo a David o si, por el contrario, ninguno de ellos tendría la oportunidad de acercarse a las ruinas.

El comisario oldman apenas escucha lo que el diletante le dice. Está completamente centrado en otra cosa; en averiguar de que le suena ese joven bien vestido que dice ser militar y no para de hablar con tremenda pedantería.

─¿Usted conoce a mi padre? ¿Wilson-Harris?.

¡Claro! en ese momento cayó.

─Si si si, por su puesto que le conozco ─responde con una sonrisa torcida. El puño derecho del comisario se cierra con se carga con fuerza y rabia hasta que...

¡PAM!

Se estrella contra la mandíbula de Wilson-Harris haciéndole trastabillar hacia atras.

En pocos minutos se forma un gran revuelo. Los policias que hay por la zona acuden rápidamente junto al comisario y periodistas y coriosos se agolpan por igual alrededor de la repentina pelea.

─Llevo años queriendo hacer esto ─el comisario se sujeta con su otra mano los nudillos doloridos.

Si no estuviéramos sumidos en un estado de tensión y nervios por lo sucedido, me hubiera echado a reír ante la situación, y eso viniendo de mí era algo muy extraño. Comprobar cómo alguien por fin conseguía cerrarle la boca al pimpollo, aunque fuera de un puñetazo, me hizo recuperar la fe en el ser humano. Si un hombre de la ley se había atrevido a hacer tal cosa es porque el lechuguino se lo merecía así que, aprovechando el caos que se formaba, me colé bajo la cinta que separaba aquel desastre de los curiosos que miraban.

Me acerqué en silencio e intentando pasar desapercibida, algo que a mí no me resultaba difícil, a los restos del faro buscando la entrada al sótano. Era la única oportunidad que tendríamos y teníamos que aprovecharla.

Aun impactada un poco por el incendio y por la posibilidad de una muerte prematura de sus compañeros, o algo peor, no se da cuenta de lo que dice el señor Wilson-Harris sobre el sótano. Entonces cae en ello... en el sótano pueden haberse escondido si es cierto que había zonas que no eran accesibles.

Si hay una sala secreta allí, es posible que se hayan salvado y que ahora necesiten ayuda para salir, pero eso los bomberos y la policía no lo sabe... ¿y si se están quedando sin oxígeno? ¿Y si están heridos? Hay que acercarse como sea a ese lugar. Aprovecha la distracción que causa la paliza al señor Wilson-Harris, sin duda merecida, y se adentra junto a Agatha, que también aprovecha esa oportunidad, para adentrarse en la zona acordonada y acercarse al los restos calcinados del faro.

No pude evitar sonreír cuando le dieron semejante tunda al pobre hombre. Ahora me empezaba a dar lástima. Fui tras Agatha pero me cerraron el paso los propios policías. No iba a insistir porque mi furia contra la ley me haría hacer locuras, así que me mantuve callada y quieta ante las órdenes de esos piltrafas. Como me hicieran perder mi dinero los mataría, así que ya podían cuidar bien de Agatha.

Aquel puñetazo resonó con eco, como si a David le crujieran los mismos huesos de la cara. Claro que, apostaría a que muchos tipos en este mundo querrían ser los primeros en golpearle de aquel modo... Y es que el aviador, de no conocerle un poco y saber que no era mal tipo, poseía un aspecto de picaflor y caradura imposible de maquillarlo. Y no sabiendo qué diantres había provocado la reacción del comisario para con él, giré mi cabeza hacia allí cuando oí el sonoro mamporro. No obstante, mi vista volvióse al cordón policial, justo delante de mí, donde la tímida y sabia Agatha se disponia (y así lo hizo) a cruzar el cordón policial.

No sabiendo qué hacer en ese momento, y aun no teniendo ganas de aventura alguna (acababa de salir del hospital) me vi en la necesidad de hacer lo mismo, de proteger a la muchacha, pues la propia guardaespaldas era retenida por el resto de policías que no intentaba separar a su comisario. Al menos esa era mi intención.

─¡Eh! ¡alto! ─grita uno de los guardias evitando que Sophia y Eric crucen el cordón policial. Al menos no se han dado cuenta que, momentos antes, se les había colado Ágatha.

Uno de los policías saca una porra y se dirige hacia vosotros ─¿pero a donde creéis que váis?.

─¿Quién es esta gente comisario? ¿los conoce?.

El comisario, fuera de sus casillas, responde: ─¡Ni lo sé ni me importa! ¡pero sacad a esta chusma de aquí!. ¡No quiero verlos a menos de 100 metros del faro!.

Los policias se disponen entonces a cumplir las órdenes...

Tu corazón late con fuerza como tambores tribales. La adrenalina recorre tus venas cual tsunami que te ahoga con intensidad. ¡Has conseguido cruzar! ¡tu, la rata de biblioteca! ¿es posible? Apenas puedes creerlo. Incluso has dejado al otro lado del precinto a Anne. Esa sensación de libertad e inseguridad que sientes es tan genial como inquietante.

Como una gata que ronda su presa llegas, sigilosa, a los restos calcinados del faro. Teniendo mucho cuidado donde pisas comienzas a investigar aquel despropósito...

No me lo podía creer, había conseguido pasar inadvertida en medio de tanta policía y mirones, aunque no sabía de qué me extrañaba cuando toda mi vida se había basado en pasar desapercibida para la mayoría. Y más increíble todavía era comprobar que sólo lo había conseguido yo, ni siquiera mi sombra, Anne, había podido traspasar el cordón policial. Eso me hacía sentirme bien, aunque sabía que de ahí en adelante estaría completamente sola, sin saber lo que encontraría si es que llegaba a encontrar algo.

Esperando tener la misma suerte que había tenido hasta el momento, me acerqué cautelosa hasta el derruido faro. Algunos escombros aún humeaban, así que tenía que centrar toda mi atención en ver dónde pisaba sin que eso me distrajera de buscar cualquier indicio, cualquier pista que me pudiera indicar dónde estaba la entrada al sótano, o cualquier cosa que sirviera para nuestra investigación.

Seguía pensando que era muy extraño que no hubieran recuperado ningún cadáver, aunque estuviera calcinado por completo algún resto tendría que haber aparecido. Eso sólo reafirmaba mi convicción de que, o bien habían sido secuestrados o bien habían escapado de alguna forma, y la única que se me ocurría era aquel maldito sótano que no encontraba.