Partida Rol por web

La Máscara de Fu-Kang

CAPÍTULO II - El mal de Zimmer

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29/09/2014, 01:21
David Wilson-Harris

Las voces de los demás se perdían en el vacío helado que se había transformado el coche de Zucker... o como demonios se llamase aquel mamón. Los cristales se empañaban y yo no era consciente de lo que se debatía en el asiento de atrás; parte de la culpa era del gancho burlesco del sargento, que aprovechando mi caballerosidad, había sacado toda su vileza golpeandome con saña. No merecía tanta... sólo habían sido dos revolcones hacía muchos años. Por eso, ajeno a las revelaciones de los más doctos, arranqué el coche rumbo a ningún destino en particular. Necesitaba conducir, sentir la velocidad, la adrenalina que bombeaba la bomba de haber perdido a Maddie. Tic, tac, tic, tac...

Salí de allí con esputos de barro y lluvia, pisando a fondo y sobresaltando la personal. Carretera provincial. Hacia el mar. Cuarenta millas por hora y...

IIIIIIIIIIIIIIIiiiiiiiiii iiii iiiiiiiiiiii

El frenazo golpeó el coche de lado a lado, como un huracán. Me giré, con los ojos abiertos como platos y la mueca de rabia en mi cara morada. Mi labio partido no ayudaba demasiado a ponerme serio, pero mi mirada era dura y se posó en todos, uno por uno, desde el asiento del conductor.

— ¿Ver a Sir Douglas Archer? ¿Estáis todos locos? ¿Sabéis lo que podría hacernos si sabe que hemos dejado a su hija a solas y que no sabemos de su destino? 

No me hacía ni puñetera gracia ir a la mansión Archer. Quería volver triunfador, con una Maddie comiendo de mi mano, no con los deberes sin hacer a llorarle al gran patriarca. Aún recordaba cómo había ido con su padre a la casa, cuando aún era un muchacho recién ingresado en el ejército. Me había acomodado sobre unas escaleras de piedra, junto a la piscina, sin otro motivo que el de hacer tiempo. Entonces, con unos movimientos de caderas exactos, indolentes y fríos ella pasó por delante. Con la temperatura de fina copa de champán se sentó pierna sobre pierna en las tumbonas, junto al agua bañanda por las estrellas. La espalda desnuda, el cabello recogido con maña, pinchado en una rara flor que dejaba al descubierto aquella nuca de pantera quinceañera, perlada de noche y encendiendo un cigarrillo.

Ahí había conocido a la hija de Sir Douglas. Ahí me había embelesado con la autoridad que desprendía. Y ahí había sentido el frío tacto de aquel caballero en mi hombro. El viejo me había sorprendido espiando a su hija y con su bastón de acero, oro o vete tú a saber qué, me empujó. 

— ¿Te gusta, eh, jovencito? Vas a tener que pelear como un toro para conseguirla, hijo mío... queda muy lejos de tu alcance.

Era papá Archer. Su piel era sanguínea, transparente digamos, tan pálida como un pergamino antiguo. Usaba bigote plateado y se le veía tan distinguido y poderoso en su bata roja que tuve que levantarme y saludarle como si se tratase de un general. Me hizo olvidar momentaneamente a la muchacha, pero no su consejo. Llevaba trabajando tanto tiempo aquello que no iba a ir a casa de los Archer sin una buena excusa. Recobrando la compostura añadí:

— Puedo llevarles... pero necesitaremos una buena excusa, señores.

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29/09/2014, 12:17
Narrador

Mansión de Sir Douglas Archer

 

Largo y pesado fue el recorrido hasta la mansión de Sir Douglas Archer, pues no eran pocos los Kilómetros que la separaban de New Haven. ¿No hubiera sido más fácil hacer una llamada telefónica? Pues claro que si pero, ¿quién iba a negarle al dolido señoritingo Wilson-Harris el placer de pisar el acelerador hasta el fondo?. Mientras conducía a toda velocidad se mantenía callado, pensativo, como si la conducción fuera un bálsamo capaz de aliviar sus penas. Y no era un secreto que para todos, un David Wilson callado era mucho mejor que uno cuya boca no dejaba de soltar aquella flema inglesa que le caracterizaba, asi que nadie dijo nada...

...El coche llega a la mansión, brillantemente iluminada, atravesando el puentecillo que salva el amplio arroyo artificial que forma parte de la decoración del extenso jardín circundante. La mansión es enorme, lujosa, propia de un hombre adinerado.

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29/09/2014, 12:51
Elphins

Subís ágilmente los seis escalones que hay hasta la entrada y franqueáis el primer umbral de la casa.

Bienvenidos.

En la puerta, Elphins, el mayordomo, os recibe cortés y respetuosamente.

Señor Wilson-Harris, es un placer volver a verle. ¿No le acompaña la señorita Archer?.

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29/09/2014, 18:27
Eric Arthur Blair

 ¿Sabéis lo que podría hacernos si sabe que hemos dejado a su hija a solas y que no sabemos de su destino?

Peor hubiera sido, señor David, no contarle que la hemos perdido. Entonces hubiéramos acabado mal de igual forma... -a punto de decirle aquello estuve, pero entendí que el pesar de Wilson-Harris era grande, y quizá el futuro del mundo, de ser cierta la leyenda, estaría en un envite.

observaba al mayordormo de la famlia Archero, tan pulcro y joven que bien podría decirse que era uno de sus hijos. Y quiso el destino poner en aprietos al aviador y al grupo en general apretarnos las tuercas, pues pareció que Dios le ponía en la mente el tema que nos ocupaba "¿No le acompaña la señorita Archer?"

La tos, de repente, me vino de nuevo. No tan de golpe ni tan violenta, sino que un leve cosquilleo me penetró en el bajo esófago y comenzó a recordarme que se había reinstalado allí, y que poco a poco acomodaría su espacio dentro de mí. Miré a mis compañeros y suspiré (por lo bajo), pensando en la bien hilada conclusión de Sophía sobre Fenris, su guerrero-máscara y el Zimmer Padre...

Si aquel tipo (David) tenía dotes de improvisación (más allá de meterse en líos al momento) era el momento de ponerlas en prácticas, y la labia nunca venía mal.

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30/09/2014, 00:20
David Wilson-Harris

Seis puñeteros escalones. ¡Vaya si eran malditos! Cada vez que me acercaba a aquella mansión tenía la sensación que mi vida pendía de un hilo. Si no fuera por la fortuna que amasaban los Archer mejor me habría ido enamorándome de alguna camarera de hotel, o de una enfermera guapa de la RAF. Pero no... ahora tocaba bajarse los pantalones de nuevo.

Al menos una cara conocida. ¡Elphins! Era agradable encontrarse con aquel hombre que parecía no envejecer nunca.

"¿No le acompaña la señorita Archer?" Mierda para Elphins. La primera en la frente.

Miré dubitativo a mis acompañantes. Se supone que iban a dar una coartada perfecta, ideal para convencer al bigote plateado del viejo, y ahora nos trabábamos en el mayordomo. El profesor Blair comenzó a toser y pensé que lo mejor era que no muriese allí o mi futuro como cabeza de familia de la heredera terminaría.

— Gracias, Elphins. Es usted tremendamente observador. La señorita Archer no estará con nosotros porque... — puse cara de alarmado mirando a Eric y aproveché para darle una fuerte palmada en la espalda mientras tosía, tratando de hacer que no parase — ¡Válgame el cielo! Tranquilo, doctor. Elphiiiiiiiins. ¡Traiga un vaso de agua para el señor Blair que parece estar atragantado... y dígale a mi futuro suegro que estamos aquí! ¡Vamos! ¡Ahora mismo, por favor!

El mayordomo era un perro viejo pero también era flemático y educado. Seguramente no rebatiría una orden directa como aquella. Si lo hacía es que mucho habían cambiado las cosas en aquel lugar. 

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30/09/2014, 00:53
Agatha von Wagner

El viaje se me hizo eterno pero, por fortuna, mis compañeros guardaban silencio, peor hubiera sido ir escuchando las tonterías del pimpollo, así que me pasé todo el recorrido sumida en pensamientos que pasaban de la máscara, al profesor Zimmer y de él a los nazis, eso sin olvidar la leyenda y a Fenris. Llegué a la conclusión que toda aquella historia nos acabaría superando, ¿cómo íbamos a poder frenar a los alemanes? Viendo lo que estaba pasando en el mundo me parecía muy difícil.

Suspiré cuando llegamos a la mansión de los Archer. Había llegado el momento de hablar con claridad con sir Douglas, pero antes deberíamos pasar el control de su mayordomo. Por una vez, David se quedó sin palabras, algo tan sumamente extraño en él que consiguió que yo elevara una de mis cejas sorprendida. Para su alivio, que no el mío pues tarde o temprano habría que contar la verdad, la oportuna tos del señor Blair nos permitía ganar unos segundos para buscar una buena excusa, aunque desde mi punto de vista no había nada mejor que decir la verdad. Cuanto antes nos quitáramos el trago mejor sería.

Esperé a que el mayordomo se alejara en busca de un vaso de agua para calmar la tos, que desde que había salido del hospital no había vuelto a tener, del señor Blair, antes de girarme a David.

-No sé porqué se complica tanto, señor Wilson-Harris. Si vuelve a insistir con su pregunta sobre dónde se encuentra Maddie, sólo tiene que decirle que está con el señor McReady, ¿no cuidaba él de vuestra prometida? -Me quedé mirando tras el cristal de mis gafas al joven David-. Hasta donde nosotros sabemos los dos estaban juntos la última vez que los vimos, así que no sería ninguna mentira por nuestra parte suponer que aún siguen juntos.

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30/09/2014, 01:12
David Wilson-Harris

Me quedé un instante mirando a Agatha. La última aseveración "suponer que aún siguen juntos" escocía. Un soplo de tiempo que David cortó con una sonrisa de medio lado. Aunque asustadiza aparentemente para otras cosas, cuando se trataba de perseguir sus intereses, la alemana era mujerona brava. Era cierto que la verdad debía ser la carta de presentación de caballero que se preciase, pero el señor Archer acongojaba incluso a los ases de la aviación. Cierto que el gilipollas de Rick era el guardaespaldas de la niña, pero si no la había palmado en el intento, aquello le dejaría a él, con el culo al aire en cuestiones de confianza. Trató de traducir aquello al inglés más flemático mientras asentía.

—Excelente aportación, señorita von Wagner. Pero como comprenderá, cualquier alarde de virtud que pueda otorgarle al otro jugador en una mesa de póker, debilita a uno mismo en el cómputo general... en este caso mi posición frente al señor Archer. Si el señor McReady está vivo y haciendo su trabajo bien por una vez, preferiría no decirlo ahora mismo. La ignorancia a veces es un arma a tener en cuenta, profesora. — meneé la cabeza, negando la mayor. —No, tiene usted razón. La verdad por delante; yo soy el único responsable de haber dejado a Maddie a solas y así se lo haré saber a sir Douglas... más tarde.

Era cierto que la culpabilidad planeaba sobre mi conciencia pero las palabras de la alemana la disiparon pues me dieron una idea. Tal vez si conseguía perder y rescatar el bien más preciado del viejo bigotón gris hundiendo al "Lobo" en el intento, la victoria pudiera ser total. Interesante.

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01/10/2014, 00:18
Sophia Wynne

El viaje ha sido tranquilo. Largo, pero tranquilo. Aunque la sensación de premura que se respira por todo lo que está pasando no se puede obviar y está presente en cada uno de los actos de ese grupo variopinto que ha viajado durante kilómetros para presentarse en la mansión de los Archer. Y como siempre, el lechuguino es pillado infraganti por alguien... en este caso el mayordomo.

Como Agatha, opina que la verdad debe ir siempre por delante y en esa cuestión debería ser lo primero a decir en presencia de Sir Archer, pero el lechugino tiene miedo de perder toda credencial para con su futuro suegro... si es que alguna vez Sir Archer le ha tenido respeto alguno, claro.

-Debe asumir las consecuencias de sus acciones, señor Wilson-Harris. Y debe saber que creo que está mano ya la ha perdido... y la prueba está en que usted está aquí y la señorita Archer, no. Y no creo que el señor Archer caiga en su mentira.

Parece que recapacita, pero al añadir ese "más tarde" a la frase, le hace ver que es un cobarde que realmente está buscando una excusa para no enfadar a su futuro suegro.

-Creo que "más tarde" no es la opción correcta. Podría ser que el señor Archer se figure que algo ha pasado al no verla con usted.

Notas de juego

No podía dejar pasar la oportunidad de meterme con el lechuguino... XD

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01/10/2014, 16:41
Eric Arthur Blair

Tosía ahora con un poco más de fuerza mientras escuchab el debate de la confesión o no. ¿Para qué diantres estábamos allí? Parecía que David apechugaría con el terrible suceso, aunque seguramente lo hiciera en el momento más adecuado según supuse (y quizá evitando mencionar cierto incendio o cierta pelea ocurrido no hacía mucho). Sin embargo, Sir Archer no tardaría en preguntar por su hija, en tanto que quizá no hubiera contactado con su padre para simplemente saber qué tal le iba o confirmarle que Rick la cuidaba bien. ¿A quién acudiría el susodicho padre si estuviera desesperado por encontrar a una desaparecida Maddie? Sin duda que a la policía, los medios que su gran fortuna pudiera poner en escena y cómo no, a David Wilson-Harris... Y si éste no sabía nada (o no aparentaba saberlo), es que algo ocurría, para bien o para mal.

Tan sólo esperé que aquel mayordomo, que parecía conocer "la tecla" precisa del clan Archer y sus allegados (sino miren en qué aprieto nos pusieron nada más llamar), trajera un vaso de agua.

He de mirarme bien esto... ¡maldición! -pensé mientras me llevaba el pañuelo a la boca-.

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02/10/2014, 11:14
Narrador

Todo sucedió muy rápido desde que le resto del grupo fue a llevar a Eric al hospital: Vino, buena conversación y alguna que otra mirada cómplice entre Maddie y Zucker...

Pero para entender lo que sucedió después, primero hay que hablar de la familia Júpiter:

Los Júpiter son una familia polaca que vive junto al faro, ocupando una destartalada granja. El padre, Abraham Júpiter, es un tipo hosco, de barbas greñudas y ojo de cristal. Sus dos hijos son el ejemplo clásico del superhombre ario: atléticos, rubios y con un carácter seco y distante. Ambos se divierten pilotando un viejo biplano que encontraron al comprar la casa, supuestamente hace casi diez años, cuando la madre de los chicos falleció al terminar la Gran Guerra.

Por supuesto, la historia de los Júpiter es falsa: pues son tres peligrosos miembros del servicio de inteligencia nazi. Han convertido esa granja en un punto de acceso para sus espías, una vez comience el inminente conflicto armado. El hecho de que Abner viviera en el faro no es casualidad, por supuesto. Estando tan cerca de los agentes nazis, siempre podría ser evacuado hasta Alemania en caso de ser necesario.

 

Entonces Abner bajó al sótano con la excusa de buscar otra botella de vino para, en realidad, utilizar su equipo de radio de onda corta para comunicarse con la supuesta familia Júpiter asentada en la granja más próxima la faro. Una vez establecida la comunicación, los nazis no tardaron en aparecer cogiéndoos por sorpresa tanto a ti como a Maddie. Tras ataros y amordazaros os llevaron a la granja donde fuisteis encerrados en el cobertizo para luego incendiar el faro. Ahora está claro que Abner esta del lado de los nazis. Aquella misión había dado un giro de 180 grados: ahora no erais vosotros quienes protegían a Abner de los nazis, sino los nazis quienes protegían a Abner de vosotros...

Durante esa noche escuchasteis como los Júpiter recibian una transmisión por radio de parte de sus superiores indicandoles la hora del intercambio. El plan de los alemanes era aguardar en la playa hasta las cuatro de la mañana, momento en que aparecería una lancha, procedente de un submarino que aguardaba a unas millas de allí. En la embarcación escoltarían a Abner hasta el vientre del sumergible para llevarlo aun lugar seguro. Y cuando llegó la hora acordada, así se hizo...

Mientras los nazis recogían a Abner en la playa conseguiste soltar tus ataduras y liberar a Maddie. En el piso de arriba había un teléfono, y la joven y avispada señorita Archer aprovechó la oportunidad para ponerse en contacto con su padre. Las instrucciones de éste fueron claras:

Tenéis que ir a Venecia. El lugar es la cafetería Sta. María del Fiore, al atardecer. Allí dará con vosotros un agente de nuestra majestad. Se llama Sir Walter Donaldson. El os .......................

En ese momento irrumpen en la granja los Júpiter, a quienes sólo les queda atar los cabos sueltos: Matar a los testigos.

Cuando los Júpiter, escopeta en mano se dirigían hacia el sótano con un disparo para ti y otro para Maddie, iniciáis una precipitada carrera hasta el biplano y, contra todo pronóstico y tras un accidentado despegue, escapáis en él rumbo a Venecia...

 

Notas de juego

Gracias a este aspecto: Se pilotar cualquier cacharro, puedes hacerte rápidamente con el control del biplanol

Y gracias a esta proeza: Como tengo un Amor en cada puerto, una vez por sesión de juego puedo encontrar un aliado que me ayude en el lugar más oportuno, consigues hacer escala y respostar a mitad de camino entre Inglaterra y Venecia.

 

Por tanto, llegáis a Italia prácticamente de un tirón. Finalizamos el Capítulo II.

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02/10/2014, 12:40
Elphins

¡Por el amor de Dios! ─exclama Delphins al escuchar tan terrible tos. ─Vamos, ¡pasad! ¡pasad!.

Os acomodáis en el salón principal mientras Delphins va a por el vaso de agua. La mansión es tan lujosa e impresionante por dentro como lo es por fuera, aunque la verdad es que el gusto de quien la ha decorado deja mucho que desear. Es frecuente que riqueza y buen gusto sean dos cualidades que no vayan de la mano.

Aquí tiene ─el mayordomo brinda un vaso de agua del tiempo al señor Blair. Entonces se dirige a David ─lamento decirle que el señor Archer no se encuentra. Ha salido de viaje y, como usted bien sabe, rara vez dice algo más que su destino, cosa que esta vez ni si quiera ha dicho.

 

 

 

Varias criadas, perfectamente sincronizadas, adornan la mesa central con tazas de té, deliciosas pastas, y como guinda un ramo de flores silvestres recién cogidas del jardín.

Me he tomado la libertad... ─dice Delphins refiriéndose a la improvisada meriendola.

Y una vez servido el té os pregunta; ─¿Y a qué se debe el placer de vuestra visita? ─evidentemente tal cuestión va más bien dirigida al señorito Wilson-Harris.

Aún descolocados por el hecho de que Sir Douglas no se encuentre en su casa, poco o nada del asunto de Abner, y mucho menos de Maddie, le contáis al mayordomo. Sir Douglas es muy estricto en ese aspecto; prácticamente nadie de su familia, y mucho menos del servicio, sabe de su pertenencia al servicio secreto. No seréis vosotros quien destape su secreto...

 

Entonces una criada, con un trozo de papel en la mano interrumpe vuestra charla. Le entrega la nota a Delphins y le susurra algo en el oído antes de marcharse.

Delphins se muestra sorprendido ─no entiendo como... como sabe que estáis aquí... ─entonces os entrega la nota. Es un telegrama firmado por Sir Douglas Archer.

 

 

Notas de juego

Post conclusivos, que por lo que parece os váis a tomar un cafécito en Venecia. ¡Ah! y no olvidéis abrocharos los cinturones y poner el asiento en posición vertical, que el pimpollo piloto seguro querrá tomar los mandos del avión...

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03/10/2014, 02:16
David Wilson-Harris

La avioneta apareció de la nada, como emergida de la espumosa herida del mar. Su reflejo sobre las heladas aguas del Canal de la Mancha era acorde con el rugido del motor, que zumbaba con gusto bajo los mandos del piloto. 

Miré al señor Blair, el copiloto, desde detrás de los cristales ahumados de mis gafas de sol. Le pregunté con gestos sobre la ruta a seguir en la carta de navegación que él se empeñaba en girar una y otra vez en sus manos agitadas por las leves turbulencias. Destino, Italia. Los pasajeros parecían agradecer el interludio del viaje, aunque tuve que insistir mucho para que me dejasen pilotar. Aún no entendía porqué. Me habría llegado a enfadar si no me dejaban hacerlo. Reconozco que me puse un poco tenso con la sorpresa de que Madeleine estaba sana y salva, y más aún que su padre conocía hasta los calzoncillos que llevaba puestos aquel día. Pero en general, ese hecho había sido una mezcla de revelación y de descanso para todos. 

Cuando leí en voz alta el telegrama que Sir Douglas había enviado a New Haven me había puesto bastante nervioso. Al haber visto la "M" mecanografiada el alivio recorrió mi espina dorsal pero no pude evitar después una maldición al leer la "R" justo al lado. Claro, Rick el Salvador. Rick el Héroe y David... el Payaso. Algún día aquel saco de arrugas caería a un pozo lleno de serpientes y nadie se acordaría más de él. Pero hasta entonces mi papel era otro. Había que jugar los partidas hasta el final.

Miré hacia atrás. Las chicas parloteaban de sus asuntos habituales: Fu-Kang, caudillos, Fenris, el Ritual del Inmortal. Me recordaban a las institutrices que había tenido en el colegio. Sólo les había faltado la vara para darme con ella en las yemas de los dedos por no decirle la verdad al panoli del mayordomo. Moralistas burguesas. En fin, todo parecía que volvía a la normalidad y yo conseguía evadirme de la tensión vivida dando alguna que otra pirueta con aquel aparato de última tecnología que llevaba entre las manos. ¡Cáspita! Tenía que ser divertido tener la fortuna de los Archer a tu disposición para comprar todos los caprichos deseados. Maddie y yo seríamos imparables cuando juntásemos las dos familias.

Una mirada rápida al retrovisor de la avioneta  me reveló a un David Wilson-Harris sonriente, con el labio orondo y reventado por un par de sitios. El bistec que Elphins había puesto en mi ojo izquierdo no había ayudado a que bajase el morado y el color me daba aspecto de comediante.

Y comencé a tararear aquella aria de Canio, Vesti la giubba, que tanto me había marcado de pequeño cuando la conocí en la Ópera de Londres. Cantaba Caruso, con su traje de payaso:

La gente paga y aquí quiere reír,
y si Arlequín te roba a Colombina,
¡Ríe, Payaso, y todos te aplaudirán! 

Y hoy, que Caruso no había venido en el avión, el payaso era yo.

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03/10/2014, 11:31
Eric Arthur Blair

Agradecí enormemente aque vaso de agua, y así se lo hice saber al mayordomo. Sin duda que parecia estar en todo. Aquel te servido era reconfortante y las pastitas estaban realmente deliciosas. Me sentía como en mi propia casa en ese sentido. Claro que, aquella pizca de placer contrastaba enormemente con la cara que se le quedó a David al leer el telegrama. ¿Estaban los desaparecidos con ellos? Si yo mismo hubiera sido Wilson-Harris, lejos de haberme aliviado por saber de su buen etado, habría temblado de miedo, pues la frialdad del telegrama encerraba la duda acerca de si el Señor Archer me acribillaría a balazos por perder (al menos de vista) a su hija y su protector. En fin, al fin y al cabo no era culpa de David, sino de toda esta historia.

Al menos íbamos a volar a italia y podríamos dormir unas horas. Lástima que me acordé de la infame tos que me entró de camino al Himalaya, cuando la máscara de Fu-Kang: y esque las alturas no hacía beneficio a lo que fuera que me corroía por dentro...

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05/10/2014, 11:50
Narrador

Notas de juego

Finalizamos el Capítulo II.