Partida Rol por web

Yash asintió y se colocó delante para buscar peligros en el suelo y la puerta. Sería meticuloso como era su costumbre, a pesar de ser semidemonio, había tenido una vida estricta sometido a duras leyes que crearon estos fuertes hábitos en él.

Dario dio un saltito de alegría al ver como los esqueletos se derrumbaban casi tan rápido como se habían levantado.

Luego siguió al grupo hacia la puerta de la izquierda, fiandose de los agudizados sentidos de Yash, aunque iba justo detrás de este por si se le pasaba alguna trampa, que sus inexpertos ojos pasasen por alto

Tras  tomarse un momento eliguiendo la puerta ven.Una gran escalera  que sube a un segundo piso desde esta habitación. La arena y el polvo cubren el piso, y las columnas pintadas se alzan Todos menos uno de los rincones. Pedazos de madera rota, destrozada cerámica y tela desintegrada ensucian el perímetro de la habitación

Hay una puerta abierta  hacia el Norte de la mansion.Yash,Dario ambos al entrar sin demasiada dificultad ven como el lugar no parece tener ninguna trampa extraña pero si ven un aniño de oro con un gravado en el suelo muy cerca de la escalera,tambien ven un Anklet de plata,con varias gemas incrusadas,un collar de un Ankh,una bandeja de platay unas cuantas monedas sueltasademas d euna vasija bastante decorada

Yash tu puedes ver bien este anillo como emana alguna especie de humo rojo algo inusual

El oráculo se adentró, viendo al instante todos aquellos objetos que les esperaban, parecía un pequeño tesoro de oro y plata.

- Cuidado con ese anillo de oro, hay una especie de humo rojo a su alrededor, ¿será magia?

Preguntó siendo cauto como de costumbre. Esperaba que su fina vista le estuviera advirtiendo de algo importante.

—¡Oh! —exclamó, emocionada, acercándose al pequeño tesoro en cuanto dieron el visto bueno los que sabían de trampas. Quería admirar más de cerca los bellos objetos, aunque en el último momento se contuvo y apartó la mano ya extendida, como si fuera una serpiente lo que había estado a punto de coger—. Uh.

Sin duda, era mejor no jugársela, quien sabía que magia —o maldiciones— podía proteger esos artefactos.

—Mejor aseguráos primero, ji, ji —rió, no sin cierto nerviosismo.

El gnomo se acercó a examinar el anillo.

Dario echa una mirada desconfiada al grabado del anillo, pero enseguida desvía su atención hacia el Anklet de plata con incrustaciones de gemas y el collar de un Ankh. 

¡Uy! Esto sí que debe valer un buen puñado.- Se acerca e intenta evaluar su posible valor en el mercado.- ¿Podéis ver si es mágico?

Aprovechó para orar a los poderes divinos que le concedían su magia, con ellos trataría de ver también si había rastros de algún tipo de poder en todos esos objetos.

- Quizá el anillo contenga una trampa, esté maldito o puede ser una manifestación de alguna habilidad que posea.

El oráculo no sabía a qué atenerse.

Yo le hecho un ojo!

Observáis los objetos que habéis encontrado, aún sin tocarlos. Quitando el anillo, cuyas propiedades desconocéis, nada es mágico pero si valioso. Debéis decidir qué hacer con el pequeño botín y por dónde continuar.

Al saber que el Anklet no era mágico y no tendría ninguna maldición oculta que le hiciera enloquecer, lo cogió y dijo

-Yo me quedo con esto. Si no estáis de acuerdo, puedo pagaros la diferencia con respecto a mi parte.- Se lo guardó en un bolsillo, mientras se apartaba del botín para que el resto pudiera repartírselo

Le quedará muy bien... pensaba el muchacho mientras lanzaba miradas tímidas a Auren y se sonreía. Se lo daré cuando salgamos de aquí.

Continuemos...

Yash torció el gesto ante la presencia del anillo. Cogió un trozo de cuero, algo que le impidiera tocar directamente el anillo, lo envolvió y lo guardó.

Tras asegurarse de que no sucedía nada fue a buscar trampas en la puerta del norte.

Tan pronto como Yash toca anillo, una escena fantasmal se superpone a las ruinas de la habitación. Muebles translúcidos y decoraciones como palmeras en macetas, árboles y divanes ricamente tapizados se hacen realidad.

En el centro de la habitación, un joven fantasmagórico agarra las manos de una joven  también etérea. Hablan en Osiriano antiguo, pero misteriosamente cualquier puede entender lo que dicen, sin importar el idioma.

"Lo siento mucho", dice el joven. "No puedo encontrar el anillo. ¡Lo tenía aquí!”

"Está bien, mi amor", responde la chica en voz baja. "De todos modos, no es el momento adecuado para decírselo a mi familia".

"¡Ven conmigo, Ariseti! ¡Crucemos el río y estaremos a salvo!"

"Aún no, cariño. Mi padre dice que estaremos seguros aquí. Vete, cuando todo termine podrás volver por mí, y entonces anunciaremos nuestro compromiso".

Se detiene, y extiende la mano para tocar la frente del hombre.

"¿Te sientes bien? ¡Estás ardiendo!"

La visión termina. Primero, las figuras se desvanecen, seguido de la habitación y su mobiliario. Vosotros os quedáis quietos un momento, esperando algo, pero nada ocurre.

Avanzáis apartando los restos de la puerta, que hace mucho que no impiden el paso. Un corto pasillo se abre ante vosotros, con tres posibles caminos además del que venís.

A la izquierda, unas puertas que, si vuestro sentido de la orientación no está dañado, dan hacia el primer patio que habéis visitado, dónde os enfrentasteis al ciempiés gigante surgido de la arena.

A la derecha, otro arco que parece abrirse a una estancia cuadrada cubierta de arena; la luz del cielo ilumina el sitio, por lo que el techo debe ser de cristal o simplemente estar roto. Dado el estado general de la casa, lo segundo es más probable.

Un poco más adelante, otra puerta medio rota os corta la visión, aunque no ofrece un impedimento para seguir por ahí.

Pixy se subió la montura de las gafas al ver la aparición. Aquello era extraordinario y no dejaba de maravillas al gnomo.

-Qué realismo! Qué bien hecha está esta magia!

Después, hizo a Nico moverse hasta la puerta que debía dar al patio del gusano y la abrió, sólo para asegurarse. Luego, gnomo y roc regresaron al pasillo y se adentraron a la derecha en el otro patio arenoso, volando hacia las alturas para explorarlo.

Pixy comprueba que, como suponía, la puerta grande de la izquierda da al primer patio que han visitado. Luego sale disparado hacia el lado contrario, dejando con la boca abierta a sus compañeros. ¡Qué temeridad!

Ese gnomo había enloquecido. ¡¿Pero dónde iba?! Ay, ay, ay. ¿Le habrá afectado algo? ¡A lo mejor se ha vuelto loco Nico!

—¡Vamos! —instó a sus compañeros, preocupada, y salió corriendo tras Pixy—. ¡Esperaaaaaaa!

Una pasarela de baldosas rodea una parcela cuadrada de tierra y arena en este atrio alto. Un balcón en el segundo piso tiene vistas al patio, y un agujero cuadrado en el techo se abre al cielo. Cuatro columnas en las esquinas del atrio sostienen el techo de arriba, y las paredes están decoradas con símbolos y jeroglíficos que representan animales, criaturas celestiales y el sol y la luna.

Pentheru el Viejo diseñó su casa familiar con un jardín privado en el centro, pero siglos sin agua ni mantenimiento han transformado el otrora vibrante vergel en un desierto en miniatura desprovisto de vida. El balcón era un mirador, y el tragaluz de 10 pies cuadrados en el techo permitía la entrada de luz del sol y aire fresco.

Tras uno de los pilares, aparece una hermosa mujer que no habías visto en un primer momento. Os mira fijamente, y sonríe antes de hablar.