Partida Rol por web

Al escuchar la voz gutural algo le dijo que se acercaba un combate, lo que despertó sus instintos más ancestrales. Hizo un esfuerzo por contenerse, sin perder detalle de la sala.

- Es una expedición autorizada, dinos quién eres, parece que llevas tiempo aquí.

Casi seguro era un monstruo pero en el templo de Sarenrae le enseñaron a no juzgar tan rápido y debía de practicar esa virtud.

Darío entró con una sonrisilla a la habitación y se alejó del grupo unos pasos echando un vistazo a su interior como solo un experto en encontrar cosas ocultas haría, pero en cuanto oyó la voz gutural volvió a su posición dentrás de Yash.

Uy que susto... Os habéis fijado que las avispas están más secas que el ojo de un tuerto? Y eso que esos insectos aguantan el calor más que cualquier cosa. Sea lo que sea lo que lo ha causado, tendrán hambre de más- dijo sacando el estoque desconfiado mirando hacia las sombras

Unos y otros os vais preparando, presuponiendo problemas dentro de poco. Ese instinto innato, esa vocecilla que diferencia a los aventureros que sobreviven hasta hacerse viejos de los que mueren en la primera cueva que pisan, os grita que se avecina un enfrentamiento. Pero bajo esa amenaza se cuela otro susurro; las palabras suenan directamente en vuestras cabezas esta vez.

—¡Largo de aquí! —retumba en la mente de Auren, haciéndola dar un respingo.

—¡Este sitio es mío! —escucha Yash, que tiembla.

—No perteneces a este lugar. —La voz es fría al dirigirse a Pixy.

—Tus amos no son dueños de esta casa —increpa a Nefertari—. ¿Con qué derecho la saqueas?

—¡Vete, vete! —exige a Xweto.

—Huye o devoraré tus entrañas —amenaza a Dario.

La paladina de Sarenrae, temiéndose un gran mal, retrocede hasta una esquina, desde dónde intenta abarcar con su mirada la mayor parte de la habitación. Apenas pasan unos segundos antes de confirmar sus sospechas. Está a punto de detectar de dónde procede exactamente, cuando alguien desvía vuestra atención.

—Mi nombre es Pentheru —os dice a todos, sin hablar. El hombre viste ropas del antiguo Osirion, porta un escudo bien decorado y enarbola un mayal de aspecto ceremonial, pero también peligroso—. Estáis en mi hogar sin haber sido invitados, y pagaréis por ello.

En cuanto acaba de hablar, dos gritos escalofriantes suenan por la habitación. De entre los montones de tela destrozados, saliendo de la oscuridad de los armarios, aparecen dos criaturas espeluznantes que se lanzan sobre vosotros. Son grotescas cabezas demoníacas, aladas, de ojos brillantes y con una larga lengua que sale de una boca llena de dientes.

Solo Yash y Auren se dan cuenta a tiempo de la emboscada. Solo ellos son capaces de reaccionar al ataque inicial.

Algo está mal, no os cuadra, y en seguida descubrís el que: Pentheru no es real. Ese hombre de aspecto cabreado no es mas que un hechizo, una ilusión conjurada por alguien para despistaros.

El tiefling se vio asaltado por aquella visión, realmente Pentheru se veía muy vivo a pesar del tiempo transcurrido, quizá fue eso lo que despertó sus sospechas.

- ¡Es una ilusión, lo noto! ¡Debe haber un mago cerca!

Avisó a los demás del descubrimiento, en tanto que trataba de golpear a las cabezas que atacaban. Esta vez no eran cráneos, mas la mansión parecía habitada por todo tipo de seres compuestos únicamente por la parte superior del cuerpo. Yash buscó a quien atacar con la alabarda, tratando de sajar con un tajo descendente bien orientado.

Pixy enarcó una ceja.

Por supuesto. Eso lo explicaría!

El gnomo, experto en el mundo de las ilusiones, se concentró en convencerse de que aquello no era real. Años de entrenamiento y de verse rodeado de criaturas feéricas, lo habían vuelto muy hábil en ello.

Las palabras de Yash calan hondo entre sus compañeros, que miran de nuevo a Pentheru con perspicacia; efectivamente, hay algo forzado en su postura, en su gesto. Sin duda alguna es una ilusión, como bien señala el tifling.

Mientras los demás empiezan a darse cuenta del error, el semidemonio se lanza también a por la más cercana de las endemoniadas cabezas. No tiene claro que son, pero cualquier cosa a la que se pueda golpear debería poder morir, así que lanza un fuerte golpe esperando acabar con ella.

Aunque logra impactar, no es suficiente para acabar con el ser, y este responde con un agudo chillido que resuena en toda la habitación. Además, otra cabeza ha aparecido de la nada. Bestial, salvaje, os mira con unos ojos llenos de odio. Pronuncia una palabras, y sonríe a Dario.

—Vete, sal corriendo, huye de la ciudad tan rápido como puedas y no te detengas ni hables con nadie, o devoraré tu carne y utilizaré tu cráneo para hacer otra de mis mascotas, ja ja ja.

Escuchas la voz de la criatura en tu cabeza, impeliéndote a salir de allí de inmediato. A salir de Wati y dejar a tus compañeros.

Auren pega un saltito en el sitio cuando la voz la manda callar. - Lo...lo... - no llega a completar la frase pues sentimientos de culpa y arrepentimiento la inundan por completo. - No deberíamos estar aquí, en la casa propiedad de éste señor transparente... - dice la clériga comenzando a girarse hacia sus compañeros cuando vuelve a mirar al ser. - Un momento...¿transparente? - la mujer mira apreciativamente al ser con una de sus manos en su barbilla, mientras las ruecas del cerebro de la clériga comienzan a girar con esfuerzo y cuando están a punto de llegar a la conclusión correcta, Yash se adelanta por un segundo, algo que no impide que la clériga repita lo mismo un segundo después - ¡Es una ilusión! ¡No hay nadie! jooooo...¡¡¡te has adelantado Yash!!! - 

Con frustración, se adelanta un paso para poderle arrear con fuerza a la cabeza voladora que está justo delante del tiefling. - ¡Eso no se hace, bicho malo! - dice, pensando que es una de esas calaveras la que ha creado la ilusión. 

Nico se lanzó a por la ciratura que tenía a su alcance con todo lo que tenía. Mordiscos, garras y espolones se abatieron sobre el parademonio pero la criatura los evitó todos.

Por su parte, Pixy agarró un frasco de ácido como foco de conjuros y lanzó un proyectil de ácido contra la misma criatura pero el cuerpo del propio Nico le estorbó y falló completamente.

Darío se sorprendió al ver al individuo salir de la nada y ya estaba pensando en como aprovechar los huecos de su armadura para hacerle más daño cuando empezó a desaparecer de nuevo.

Sin comprender demasiado bien qué sucedía y antes de poder hacer nada, un grito atronador le atenazó los músculos. Se agazapó y tensó su musculatura para que no se le paralizaran. Miro con odio a la criatura que le había gritado.

Y una vez más, antes de que pudiera hacer nada una voz en su cabeza resonó. Era terrorífica. Le recordaba cómo los niños de las aldeas le amenazaban con atarle a un palo y asarle vivo. Ya estaba a punto de soltar el estoque y echar a correr cuando notó un calor en el pecho que ascendió con rapidez hacia la cabeza y le dispersó la idea de correr.

Se llevó la mano al amuleto, éste aún quemaba, pero rápidamente se enfríaba y perdía ese brillo característico que lo hacía tan atractivo.

Dirigió la mirada hacia la esquina del noroeste y entrecerró los ojos. Asimismo bajó ligeramente la cabeza, colocándola en línea con los hombros. Cualquiera diría que se preparaba para lanzarse al ataque como un depredador animal. Asió con fuerza la espada ropera y se abalanzó sobre su objetivo para intentar clavarle el estoque en su boca apestosa.

El chirriante chillido, hizo estremecer por un momento a la joven paladina, pero se mantubo firme, sobreponiendose ante la amenaza de tan grotestas criaturas.

Auren se mueve alrededor de Yash, intentando derribar sin éxito a la esquiva criatura. Mientras, la otra cabeza  se mueve para observaros a todos, y emite otro aterrador chillido que os sacude de nuevo.

Otra vez volvió a sentir aquel horrible chillido y de nuevo Nefertari resistió...

La criatura voladora volvió a emitir el grito, y Auren rechinó los dientes con furia. - ¡Acabad con él!¡Centrad todos vuestros ataques en esa cosa! - 

Esta vez el chirrido le pilló desprevenido y no pudo contrarrestar sus efectos como le habían enseñado. Los músculos se le agarrotaron y se negaron a moverse según sus ordenes. Sin embargo aún podía mirar con odio a la cabeza flotante.

El repentino ataque le pilló completamente desprevenido, y apenas pudo hacer más que temblar ante lo que se les venía encima. Paralizado, estaba indefenso e incapaz de levantar el arco.