Partida Rol por web

---Pito pito gorgorito saca el hocico del cochinillo...-comienzo a tararear  mientras señalo a los enemigos con cierto aire divertido- A quien le tocará mi maldición particular serás...¡tu!- digo señalando al hombre del otro Kopesh mientras comienzo a reirme- y ahora quien sentirá el calor del desierto...serás...¿tú?- digo mirando al guerrero al que habia lanzado mi mal de ojo antes mientras mis ojos se iluminan con un fulgor carmesí- Vamos mi zorruno amigo o acabaré con todos tus enemigos antes de que pueds divertirte- le comento a Dario mientras me rio.

No sin esfuerzo, la joven paladina logró subir y mientras se incorporaba sacó su escudo del escarabajo...

- Os arrepentiréis!!!! La expresión seria de Nefertari, era el reflejo de que tenía la intención de cumplir sus palabras.

Darío vio como la paladina ascendía con cierta dificultad, pero dando un paso se colocó de tal forma que le ayudase a golpear al bandido

Otro golpe del condenado bandido le había hecho daño y se lo iba a devolver con creces, vaya que sí. Le lanzó una estocada vigilando sus propias defensas y le impactó donde más dolía y no conforme con ello removió  el arma  para hacer aún más daño con una sonrisilla diabólica.

¿Duele?- preguntó al bandido mientras le veía retorcerse - Pues no es más que el principio

Su poca habilidad para trepar le dejaba con pocas opciones para luchar contra los enemigos, su mejor carta era invocar mas la maraña le envolvía impidiendo que moviera las manos con la libertad que la magia demandaba. En efecto al realizar un segundo intento los dedos se pegaron entre sí impidiendo que realizara el determinado gesto que iniciaba la conjuración. Yash no estaba teniendo a los hados de su lado.

Nefertari dispara dos flechas contra uno de los tiradores más alejados, pero éste las esquiva sin problema. Yash, mientras tanto, intenta volver a invocar, pero el pegamento le ha dejado sin casi movilidad y los dedos no se mueven como deberían, escapándose su hechizo de las manos.

Nefertari termina de subir al techo del edificio en ruinas, con lentitud pero inexorable. El bandido más cercano, creyendo que es un blanco fácil mientras se está poniendo en pie, y confiado sintiendo que la magia de sus enemigos está siendo inefectiva, se gira para lanzar un tajo mortal hacia la cabeza de la paladina, solo para verse atravesado de lado a lado por el estoque de Dario.

El bandido cae, muerto antes de tocar el suelo, momento en el que los demás parecen salir de su estupor para volver al ataque. Uno de ellos, que empieza a sentirse algo más débil cuando Ratash le ha señalado, apunta contra él en respuesta, pero la flecha se queda corta, clavándose a los pies del brujo. Los otros dos arqueros disparan contra Saethe, la más peligrosa a distancia y contra la que mejor blanco tienen, pero ambas saetas vuelan también muy lejos de ella.

Había estado de espaldas y envuelto en toda aquella sustancia que tanto le dificultaba. Todo eso le impidió constatar antes que uno de los bandidos cayó al suelo, estaba bien cerca de él y eso le permitía dejar la magia para otro momento. Tras girarse levantó su mayal tratando de descargar la rabia contenida ante la poca utilidad que estaba demostrando en esa lucha en concreto.

- ¡Esto por atacar a traición, sabandija!

Luego quiso morderle en el hombro aunque el movimiento era aún más complicado que dar con su pesada arma de hierro.

Satisfecho ante mis maldiciones sonreí y me dirigí hacia el arquero que estaba más lejos.

---Bueno, tus compañeros estan jodidos ¿sabes?- digo sonriendole con alevosía- Aunque tú no lo sepas, tambien estas jodido, eres lo suficientemente ¿rápido para esquivar la ira del desierto?- digo mientras junto ambas manos formando un cono en su dirección-Arde en sus llamas y sufre- Le espeto mientras una llamarada surge de mis manos.

Auren, de nuevo moviéndose con cierta gracia, giró sobre sí misma alejándose del asesino y lanzando un golpe de arriba a abajo, aprovechando el largo de su arma....pero su golpe pasó por el lado del brazo de aquel hombre, fallando por centímetros. - No tendrás tanta suerte con él. - dijo, mirando de reojo a Yash. 

Se preparó por si aquel energúmeno se lanzaba hacia ella, para recibirlo como tocaba. 

Preocupado por la amenaza de Auren, el bandido ignora a la clérigo y se encara a Yash, al que intenta acuchillar; el tiefling, confiado, para el golpe con tranquilidad y se lo devuelve. Los huesos crujen cuando el pesado mayal golpea en el pecho del bandido, que muere al instante, cayendo al suelo en una posición antinatural.

El otro asaltante, viendo el destino que ha corrido su compañero al quedar entre Dario y Nefertari, da un paso para proteger su retaguardia y luego ataca al pícaro, lanzándose a fondo contra él. La afilada hoja está a punto de seccionar una arteria, y aunque no lo logra si hace un feo tajo al especialista.

Ratash, mientras tanto, se acerca a uno de los arqueros y, extendiendo sus manos, deja escapar un chorro ardiente que le da de lleno, aunque con la suerte de que la armadura de cuero endurezida soporta el fuego y solo tiene que lamentar unas quemaduras y la barba chamuscada.

Saethe vió como Ratash la apoyaba y sus dudas desaprecieron. La arquera desató una ráfaga de flechas al frente y a su espalda en una sucesión tan rápida que consiguió confundir hasta a su aliado más cercano. 

Con dos certeros disparos, uno de los bandidos cae y el otro queda herido gravemente, con una flecha clavada profundamente.

¡Ay! Que me matan!- Exclamó Darío al recibir el golpe. Apretando los dientes y empezando a estar enfadado, dio un salto con una pirueta para volver a pillar la espalda del bandido. Conocía unos pocos sitios donde clavar su estoque producía mucho daño y tenía que aprovecharlos.

Una vez situado lanzó su estocada con la esperanza de acabar con su enemigo rápidamente; una vez más, procurando no bajar sus defensas.

Nefertari avanzó con determinación, dispuesta a juzgar al bandido, sacó su arma y lanzó una fuerte estocada. Pero su ímpetu y el hecho que esté todavía limitada por la maraña hizo que fallara estrepitosamente.

Dario y Nefertari acorralaron al bandido e intentaron poner punto y final a su lucha, pero tan solo el primero logró acertar con su estocada; el asaltante, en respuesta, lanzó un nuevo tajo contra el pícaro, que éste esquivó con destreza.

Por su lado, los dos arqueros que quedaban volvieron a tensar sus arcos y disparar, con poco éxito de nuevo. La flecha dirigida contra Saethe chocó contra una de las paredes medio derruidas, mientras la que iba contra Auren rebotó en su armadura con un sonido metálico.

Visto que aquellas personas no tenian ninguna intencion de volver atras en su intento de matarnos, decidí pasar a la accion, asi que ignorando al grupo y sin dejar de silvar recargué la ballesta

Viendo que el matón empeza a flaquear por el cansancio y las heridas, Darío sacó fuerzas para asestar otra estocada. Sin embargo, él también empezaba a notarse más débil y su ataque apenas le hizo un rasguño.

Saethe cargó dos veces y disparó otras dos. La primera se perdió por encima del tejado pero la segunda se clavó hasta ls plumas en el cuerpo del bandido.

Auren se acercó al bandido-asesino y le dio un golpe en horizontal al suelo, al parecer, éstos eran más complicados de esquivar.