Partida Rol por web

Las flechas de Saethe y el embite de Auren acaba con los dos últimos arqueros que quedaban en pie. Cuando Dario hace un simple rasguño al único bandido que ha sobrevivido, éste grita desesperado.

—¡Me rindo! ¡Me rindo! ¡Piedad, por favor!

Tira el arma al suelo y poco le falta para no caer de rodillas a los pies del especialista y la paladina.

Con gesto feroz, la joven aseveró.

-Ha intentado matarnos. Lo justo es que muera él también.

---La verdad es que coincido con mi compañera- digo con tono tranquilo mientras termino de cargar la ballesta con un chasquido- Últimamente en mi cabaña me faltan pieles de humanos, pero quizas te puedas salvar...-digo tras una pausa-Quien te envia?Cuentalo todo o te atravesaré la cabeza con mi virote

Darío quería dar de patadas a aquel hombre por hacerle tanto daño antes, pero tenía que serenarse. Había que sonsacarle la información.

Le miró enfadado a los ojos y despacio, con la empuñadura bien agarrada por si hacía algún movimiento brusco, darle otra buena estocada; le agarró su ropa y limpió su arma de su sangre y la de sus compañeros con tranquilidad. Después empuñó su arma con una lentitud medida, dejando que el silencio y las amenazas de los que estaban más lejos hicieran su efecto.

Sabes...-Le dijo al final en un susurro, rompiendo por fin el tenso silencio- Si por mí fuera, no dejaría que ellos te dieran una muerte rápida: Un virote al corazón o al cuello y en pocos segundos todo acabaría. No. - eleva un poco la voz para que el resto de compañeros le oigan, pero aún en volumen bajo para que parezca que es un secreto- Dejaría que nuestro amigo Fuego Negro, ese de ahí de piel roja, te arrancase el corazón y se lo comiera mientras aún latiese y tú aún estarías vivo para poder verlo. ¿Sabías que su saliva es venenosa? Te paraliza de tal manera que sientes todo el dolor multiplicado por diez.

Sin embargo, aún puedes salvarte de tan aciago destino. Solo dinos quien te envía, cuanto te han pagado y donde y cuando ibas a cobrar el trabajo y a lo mejor, hasta sales con vida de esta situación- Le sonríe y espera su respuesta. 

Mientras hablaba y gesticulaba con una mano para dar énfasis a su mentirijilla, Darío sacó la daga con cuidado y se la puso a la espalda, ocultándola del bandido. 

Nefertari miro severa al bandido que quedaba vivo, no mataría a un hombre desarmado. Su intención era entregarlo a las autoridades locales y estas ya se encargarían de hacer justicia.

Mientras sus compañeros lo interrogaban, ella guardo su espada, y se limito a atar al individuo con las manos en la espalda, para que no intentara ninguna tontería.

Cuando el golpe de gracia no llega, el bandido se da cuenta de que tiene una oportunidad para vivir. Sin embargo, las palabras que le decís no tienen un efecto tranquilizador. Ahora sí, cae de rodillas en el suelo, pálido, e implora por su vida, ofreciendo todo lo que tiene como moneda de cambio si con eso le dejáis libre.

–Lleváoslo todo. Saquead los cadáveres, tomad mi espada –recoge la hoja caída y os la tiende en un instante–, preguntad lo que sea. Yo solo seguía órdenes, lo juro. ¡Piedad!

Deja que toméis el arma y que Nefertari le ate las manos a la espalda. 

Al preguntarle, no se hace mucho de rogar. Cuenta que fueron "contratados" para emboscar a cualquier que se acercara a un viejo templo más adelante, que ese era el camino más lógico y por eso se habían aprestado allí.

–No sabemos porque y no nos importaba. Parecía un trabajo fácil, dijo que sería provechoso, que nos podríamos quedar todo lo que tuvieran a quienes pilláramos, pero ahora sé que no debimos aceptar. ¡Por favor, no me matéis!

Al indagar más a fondo, el compungido bandido agacha la cabeza y tiembla.

–No sé su nombre, de verdad, pero sé cómo iba, sí, sí. No era de por aquí, seguro, tenía la piel demasiado clara. Era alta, iba muy estirada, y daba miedo cuando te miraba. ¿Y esa ropa? Parecía salir de una feria, rosa todo ella, ¡sombrero y todo! Vino sola, nos dio el chivatazo y se marchó corriendo con prisa. ¡Pero no sé por qué! De verdad, no sé nada más, nada más, lo juro por mi vida, yo no os mentiría, claro que no. Solo quiero irme.

Una mancha oscura se marca ahora en los pantalones del hombre, que también está a punto de llorar. Parece que se ha dado cuenta de que incluso una muerte rápida puede ser un mejor destino que otros posibles. Sea como sea, ahora solo balbucea pidiendo piedad, y no parece que vaya a ser capaz de decir más.

Saethe se dedicó a recuperar las tres flechas que habían acertado en los cuerpos y a devolverlas a su carcaj mientras escuchaba el relato del bandido.

Una mujer de rosa... y no la hemos visto en todo este tiempo? Un espectro, quizas?

Darío se temía lo peor cuando empezó a hablar. Temía que dijero que fue una mujer de piel negra. Sin embargo al oír lo contrario suspiró aliviado. Hasta que empezó a pensar

Uff...Menos mal que no es Idori...Espera. ¿Quién estaba con Idori hace dos noches en la taberna? Eran dos hombres.... sí. Y una mujer. ¿Cómo era la mujer?

El muchacho cierra los ojos pensando intentando recordar los rasgos de la mujer que acompañaba a Idori.

Después mira al hombre con un poco de lastima y le habla de nuevo

No podemos llevarte a la guarnición pues perderíamos tiempo, pero vamos a darte un voto de confianza- dice al bandido a la vez que le suelta- dejaremos que te entregues tú solo en nuestro nombre. - Le mira directamente a los ojos- ¡Pero! -levanta un dedo- Esta misma noche nos acercaremos a la guarnición y si no tenemos noticias de que te hayas entregado, te perseguiremos hasta el confín de los tiempos y cuando te alcancemos...-hace un pequeño silencio a la vez que sonríe con malicia- dejaremos que Fuego Negro haga contigo lo quiera.

Le devuelve la cuerda a Nefertari y ayuda a los demás a saquear los cuerpos

A diferencia de mis compañeros observo como el bandido se marcha,sonriendo de manera maliciosa disparo al bandido pero fallando el tiro aposta aunque pasando bastante cerca de este para que cea que iba "en serio"- ¡¡¡Eso ha sido una advertencia!!! Espero que sirva de incentivo para entregarte y pagar por todas las maldades que has cometido¡¡¡¡así que te recomiendo el estudio y la contemplación, como sacerdote por ejemplo!!!!- grito bien alto para asegurarme que me oye, despues me giro sin dejar de reirme con malicia mientras cargo de nuevo la ballesta mientras pensaba que seguramente ese hombre nunca volveria a robar en la vida

Habían logrado vencer a los bandidos y ahora era cuestión de quitarse de encima esa porquería que arrojaron sobre él. Yash comenzó a hacer esfuerzos en ese sentido, deseando quitarse la molesta carga.

- Sabemos quién es esa mujer, es Velriana, pregunté anoche por ella en la taberna y me dijeron que se acostó pronto, por lo que veo ahora era porque querían venir temprano aquí. Contrataron entonces a estos hombres para que nadie pudiera seguirla. Esa mujer buscaba un objeto valioso, si recordáis.

Fue explicando pues cuando todos se retiraron de la taberna él permaneció un poco más y algunas cosas descubrió.

- Por cierto el halfling feral vendía una espada larga mágica por dos mil monedas, le dije que nos podría interesar pero luego no ha dado tiempo a verle. Sería cuestión de estudiarla y regatear.

Era un detalle que no había podido comentar antes. El tiefling logró finalmente apartar la maraña, lanzándola a un lado y entonces realizó movimientos circulares con los hombros para disfrutar de la movilidad ganada.

- Qué os parece si cojemos las cosas y dejamos a este hombre atado, lo podremos llevar después a la guarnición.

Expuso sin intención de darle muerte, pues en el templo le enseñaron a valorar la vida y en el valor de la redención.

Las palabras de Yash llegan un poco tarde: Dario ya ha desatado las cuerdas al bandido, y éste corre como alma que lleva el diablo en dirección —en principio— a las murallas. Tras el disparo de Ratash, su carrera se aligera aún más, si eso es posible.

Tras irse el asaltante, vosotros os dedicáis a saquear rápidamente los cadáveres. No tardáis mucho, y unos minutos después habéis apilado las cosas sencillas de llevar¹. Lo único que no les habéis quitado a los cadáveres son las armaduras de cuero², principalmente porque apenas vale la molestia de cargar con ellas.

Auren miró con asco al hombre, deseando hundirle su hoja en el estómago hasta el fondo, y dejarla ahí un rato, para verlo sufrir. No aguantaba a los asesinos, y mucho menos a los asesinos a sueldo. 

Se giró, dándole la espalda a la escena que se estaba desarrollando con el interrogatorio al prisionero que tenían atado. Poco a poco recuperó la calma, aunque se enfureció un poco cuando se enteró de quién era la persona que había contratado a los asesinos. 

Cogió un virote de entre el equipamiento dejado en el suelo y se lo dio a Ratash, sin decir nada. 

- Lo de la espada suena interesante. Quizá a alguno le interese. -

-Yo me quedaría las flechas. No vale la pena venderlas. Las cimitarras y los arcos valen buen oro. Quizás podamos usarlo para comprar algún pergamino por si nos lanzan algun mal yu-yu.

Darío se acercó a Auren y le enseñó los cortes

Dulce. ¿Puedes mirarme las heridas? Hay una que es especialmente dolorosa.- Se retira la armadura y la ropa donde los cortes para que la sacerdotisa pueda verlos.

Sobre la espada, estaría bien ver qué hace y qué tipo de espada es. Según el precio podría interesarnos.

El muchacho echó un vistazo al pequeño botín, pero no le interesaba nada. - Por mi parte, lo vendemos todo

Auren le entregó el virote a Ratash, tras lo que se giró a Darío y le tendió su arma para que la sujetara mientras examinaba su herida. Iba a decir algo cuando se acordó de que tenía un juguete nuevo. Sacó de uno de los bolsillos de su pantalón, uno profundo y estrecho que llevaba en el muslo derecho, la varita de curación. - Casi se me olvida que la llevaba. Qué tonta. - poco a poco iba recuperando el , aunque no estaba aún para tonterías.. En unos minutos más, puede que sí. 

Apuntó con la varita hacia la herida y musitó una plegaria a la Diosa del Amor. Tras examinar de nuevo la herida, viendo que algunas aún estaban semi-abiertas, recurrió de nuevo al poder de la magia. - Ya estás, como nuevo. - le dijo, rozando la piel del brazo suavemente. Le miró a los ojos y sonrió tímidamente. Le dió un beso rápido en la mejilla y cogió su arma alejándose un par de pasos. - Así te recuperarás más rápido... Pero trata de no arriesgarte tanto. - le dijo con la cara ligeramente sonrojada, guardando la varita con movimientos torpes. 

Yash optó por guardarse una de las cimitarras de los bandidos pues para su sorpresa resultaban bien equilibradas. Le gustaba aquella arma pues recordaba en parte a la dama solar en cuyo templo recibió su segunda educación.

- Continuemos entonces, nos espera la aventura y un encuentro con uno de los grupos rivales. Nos llevan delantera.

Debían confiar en que lograrían alcanzarles. El lugar al que iban tenía que estar lleno de desagradables sorpresas que les podían haber retrasado. Aunque estos pensamientos rondaban su cabeza no impidió la sanación, habría sido un grave error y un insulto dejar a su compañero con heridas en su cuerpo.

-Dejad las armaduras. Podemos repartirnos el resto de la carga hasta regresar. Eso sí, cuando lo hagamos hay que recordar comprar un mulo.

Nefertari se quedo sorprendida por la decisión de Dario, y si bien estaba seguro de que el desgraciado no cumpliria su palabra, le dio un voto de confianza.

Lo que comento Yash preocupo un poco a la joven paladina, al parecer alguien estaba interesado en hacerles perder tiempo y si bien habian salido bien parados del encuentro, seguramente habían conseguido parte de su objetivo que era retrasarlos, por lo que la decisión de Dario de no perder más tiempo con el bandido era acertada.

- Debemos continuar, por lo que parece alguien esta interesada en nuestras ruinas, y debemos detenerlos.

Nefertari se fijo en las dos bonitas cimitarras y se agacho para coger una, la levanto y la sopeso en su mano. Su equilibrio era excelente. Si no os parece mal, me quedare esta preciosidad....

Tras el rápido saqueo y haberos distribuido el peso, continuáis. Siguiendo las indicaciones del mapa, no tardáis en encontrar el tercer y último sitio asignado: el Santuario del Ojo Erudito. Aunque no tenéis demasiada idea del tema, incluso a vuestros ojos está claro que este viejo templo no se ajusta a la arquitectura tradicional de la zona; la nave central del Santuario es simétrica, pero el resto de la estructura -con alas y extensiones a los lados-, excepto por la uniformidad de la piedra, bien podría haber sido añadida al azar. Una gran cúpula sobre el ábside corona el techo en el extremo norte del templo. El Santuario no tiene ventanas, y las paredes exteriores del templo están talladas a semejanza de los servidores de Nethys y otras figuras celestiales.

No hay puertas que bloqueen la gran entrada a este edificio; una amplia escalera conduce directamente al interior del templo. Dos estatuas humanoides flanquean las escaleras, con máscaras en blanco y negro y sosteniendo largas varas. En el interior, dos filas de columnas conducen a un arco en el muro norte. Dos pasajes más pequeños se abren al este y al oeste.

El techo de esta entrada tiene 15’ de altura. La luz matinal penetra en esta estancia, pero por lo demás está oscuro. El viento ha depositado una capa de polvo y arena en el suelo de esta habitación. Sin embargo, os dais cuenta de que el edificio parece estar en muy buenas condiciones, especialmente comparado con las otras estructuras de la necrópolis.

Saethe y Nefertari.

Vuestros conocimientos en materia religiosa os permiten identificar las estatuas que flanquean las escaleras. Son imágenes del propio Nethys, así que efectivamente es un templo dedicado a éste.