Partida Rol por web

Al terrible dolor de cabeza, que tenía desorientada a la joven paladina, le siguió otros dos más intensos que le rasgaban la carne. Nefertari aunque lucho por mantenerse en pie, no pudo aguantar más y nublándose la vista, cayó al suelo inconsciente, mientras su sangre recorría el suelo.

Darío no era consciente del destino de la paladina. La había oído gritar de dolor, pero poco más. Además, tenía cosas pendientes que hacer.

En el más absoluto sigilo, como solo un especialista podía hacer, avanzó despacio donde esperaba poder ver a su víctima y lanzarle una estocada que esperaba que fuera mortal.

La imagen de la paladina cayendo al suelo alteró al semidemonio como hacía tiempo nada hacía, se había encariñado con ella, la consideraba un referente debido a su entereza y ahora caía con una herida tan grave que solo cabía esperar lo peor. Deseó que la magia divina actuara en el último momento mas el cuerpo quedó tendido.

- ¡NO, MALNACIDOS, PAGARÉIS POR ESTO!

Palabras fieras pues el raciocinio le impedía pensar con claridad y recordar que la pesada armadura que portaba le lastraría los siguientes pasos. Al levantarse e intentar caminar la realidad se impuso, retornándolo al suelo como si quisiera empeorar los sentimientos, Yash gruñó casi ido del todo mientras la grasa se esparcía por casi todo su cuerpo. Trató de mantener las manos a salvo para evitar males mayores, si se veía incapaz de sujetar su arma estaría perdido.

"¡Invoca, invoca!"

Se gritó a sí mismo viendo que la rabia no le había servido de nada.

Auren, que había visto a Nefertari caer, gritó. No podía ser cierto. Enfurecida por los acontecimientos, avanzó con paso firme, saliendo de la grasa, y allí dónde Darío había fallado, ella no lo hizo. Su glaive pasó sobre su querido compañero y, con un movimiento audaz, se clavó en el clérigo enemigo.

Ratash recogió del suelo su ballesta (por suerte el virote no se había disparado), e intentó avanzar para encontrar una posición dónde no tuviera que esquivar a la mitad de los suyos para acertar. Sin embargo, la mala suerte quiso que resbalara, aunque tuvo los reflejos suficientes para, al contrario que Yash a continuación, no irse al suelo. El oráculo, en cambio, parecía estar pasándolo realmente mal con la grasa.

Khelru estuvo rápido esta vez. Herido como estaba, retrocedió un paso y, sin darle muchas vueltas, canalizó su poder. Una ola de curación se extendió desde él, alcanzando y sanando a todo el mundo.

Idorii, tras acabar con la paladina, se giró para hacer frente a la siguiente amenaza. Era Darío, su viejo amigo, quien estaba ahí. Un hombre peligroso, pero también un hombre al que no quería matar. Empero, no le quedaba otra que hacer para lo que la habían contratado, así que se puso frente a él y le derribó, clavando a continuación el kukri frente a él, tal vez por la niebla que impedía su visión, o tal vez por las dudas que tenía.

—Darío, únete a nosotros, pagan bien, y volveríamos a trabajar juntos —le dijo cuando estuvo cerca.

Azaz guardó la varita que acababa de usar para conjurar otra zona resbaladiza, y usó la otra, para desvanecerse en el sitio. Velriana no hizo acto de presencia en ningún momento; aún invisible, parecía no tener intención de malgastar recursos cuando consideraba que iban a ganar igualmente.

Aquella maldita substancia estaba dandome más dolores de cabeza de lo que imaginaba, así que decidí no moverme del sitio y apunté a la loca de los Kukri que hablaba con Dario:

---Eh arpia, el fanático de los zorros es mio y de nadie más- digo y disparé el virote dispuesto a ver sí ensartaba a aquella gente, la situación estaba muy mal y no sabia cuanto tiempo podria aguantar , estaba pensando en eso cuando vi a Nefertari caer bajo las armas enemigas, cosa que hizo que mi pelo se alargara y se revolviera furioso mientras mis ojos  brillaman llenos de furia contenida mientras gritaba algo en otro idioma hacia los enemigos*/**.

Tenían que remontar de algún modo, vencer a los enemigos, pasar al primero de ellos que tantas dificultades les daba.

La armadura le estaba resultando tan pesada que no se veía en condiciones de poder moverse, ojala sus oponentes no tuvieran tanta magia a su alcance. El tiefling se resignó, se puso en pie e inició una invocación para traer un nuevo águila que pudiera atacar.

Darío sabía que no había fallado a drede. No era el estilo de Idorii. Su estilo era dejarte medio muerto y darte la oportunidad de vivir a su lado.

También sabía que la mujer conocía sus tretas, pero tenía que intentar despistarla para volver su estrategia en su contra, así que respondió

Has matado a mi compañera. Tú no eres así. Si son así tus pagadores, has caído muy bajo.

Y ya está bien de tirarme al suelo, vete tú al suelo un rato-dijo el muchacho mientras hacía ademán de atacar a sus pies, para finalmente aprovechar el movimiento para levantarse.

Idorii quedó descolocada durante un instante por la finta de Darío, aunque era una luchadora con cierta experiencia y ni eso ni la niebla evitó que, cuando se intentó levantar, le apuñalara con su khopesh al rojo vivo. Si no quería unirse a ellos, no la quedaba otro remedio.

Auren, que vio todo desde detrás, no dudó en usar sus poderes para sanar a su compañero, antes de que acabara igual que Nefertari sin que ella, de nuevo, pudiera hacer nada. Ningún otro caería mientras estuviera cerca.

Khelru sacó un pergamino y lo leyó en alto, bendiciendo con ello a la mercenaria. Idorii, cada vez más fuerte a causa de los hechizos, volvió a atacar; el khopesh le barrió los pies, tirándole al suelo, y esta vez no falló cuando le clavó el kukri.

De Azaz no sabéis nada, excepto que vuelve a conjurar, aunque no sabéis el que. Velriana sigue desaparecida.

El tiefling terminó su conjuro mostrando una nueva ave al otro lado del oponente que no cesaba de tumbarles, el clérigo era un enemigo jugoso pero no quería repartir ataques sino concentrarlos en un enemigo. El águila fieramente picoteó al humano buscando su rostro para causar un daño más letal.

Yash dio por perdido un avance rápido por la grasa y a partir de ese momento se lo tomaría con más calma, pisando con mucho cuidado.

Auren no quería que nadie más cayera, aquello era una pesadilla. Nefertari muerta, Darío a punto....

Blandió su arma, furiosa, buscando abatir al más herido de sus enemigos a su alcance mientras iba hacia Darío. Aquella mujer lo pagaría caro. 

Levantándose con rapidez, Darío lanzó su estocada directa a los huecos de la armadura de la mujer de tez morena.

Viendo que mis palabras y acciones no servian debia prepararme  para el siguiente movimiento, así que pronunciando una maldición en mi lengua natal  señala al que está enfrente de Dario  mientras aprovechaba a recargar  la ballesta.

Al ataque de Auren se suman los picotazos del águila y el estoque del pícaro. Las heridas se acumulan en el cuerpo de la mercenaria, que está a un suspiro de caer muerta. Además, en un primer momento había ignorado al extraño hombre de cabello salvaje que se había levantado gritando en un idioma desconocido. Idorii cometió ese error, hasta que nota como las últimas palabras de Ratash, dirigidas contra ella, cargan un poder que no espera y que no logra rechazar.

Cuando vuelve a mirar a Darío, su viejo amigo y ahora rival, le cuesta enfocarle. Sin embargo, logra provocarle un nuevo corte cuando intenta levantarse, así como tirarle después al suelo. Furiosa intenta clavar su kukri en el hombre, pero falla, y viéndose en las últimas decide retroceder un poco.

Khelru, amenazado por el animal convocado, se ve obligado a irse para atrás. Una vez a salvo, saca uno de los últimos pergaminos que lleva y lo lee en alto, poniendo después sus manos sobre su compañera, a la que sana de parte de sus heridas.

Azaz y Velriana parecen ajenos al combate y las dificultades que están pasado los suyos. Ambos parecen conjurar algo, aunque nada que os afecte.

La clériga estaba enfebrecida, disgustada, totalmente dolorida en su corazón por la pérdida de su compañera. No podía llamarla amiga, no habían llegado a profundizar así, pero sí que era una compañera a la que respetaba y admiraba, por su entereza y fuerza de voluntad. Sus ideales eran nobles, y aquellos asesinos le habían segado la vida, apagado su luz y roto su línea vital. Nadie la amaría nunca más, nadie procrearía con ella, no podría transmitir sus enseñanzas, sus valores, sus virtudes. 

- ¿Y todo por vosotros, por vuestra maldad intrínseca, panda de descerebrados? ¡ASESINOS! ¡Vais a conocer la furia de Shelyn! - el arma de la clériga voló en sus manos, dando vueltas y vueltas mientras ella avanzaba pasando por al lado de Dario y cubriéndole con su cuerpo. Si había algún entendido en religión en el grupo, debería resultarle chocante y altamente revelador que una seguidora de la Diosa del amor les estuviera atacando con todo su poder. Al menos les debería dar que pensar que lo que estaban haciendo, muy posiblemente, benigno no sería. 

Con una vuelta ligera, lanzó el ataque, tenía dos objetivos, pero la mujer era su objetivo principal. Ahora estaba herida, acosada, probablemente empezaba a darse cuenta de lo que había desatado, y con aquella ave distrayéndola, aquél era el momento de acabar con ella. El clérigo que había a su lado sería el siguiente en caer. 

Los ojos de la dulce Auren brillaban de ardor guerrero, la justicia del amor se abría paso desde sus manos.

Amor por los suyos. - No tenéis ni idea del error que habéis cometido provocandome. - 

Viendo un hueco delante suyo no lo pensó más, el tiefling hubo de caminar cuidadosamente equilibrando el peso de su cuerpo con cada paso que daba, hasta que logró escapar de la zona de grasa. La maldita varita de ese mago les estaba haciendo mucho mal. Ya sin magia tenía que recurrir a la fuerza de las armas y con Nefertari muerta iban a necesitar suerte para ganar esa batalla.

Volvió a lamentarse por la pérdida de la paladina de Sarenrae, ella no lo sabía pero su presencia en el grupo le aportaba firmeza.

Un poco más allá el águila buscó un hueco por el que atosigar de nuevo a su oponente, necesitaban que cayera cuanto antes.

Darío se levantó, esta vez sin la amenaza de su excompañera, y se internó en los ultimos momentos de la nube de humo para ocultarse tras la columna.

Contento a que mi maldición le hubiera afectado aprovecho  para  apuntar  de nuevo al mismo enemigo maldecido creyendo que esta vez que los ancentros me bendicirian pero estaba completamente equivocado puesto que el virote surcó el aire lejos de su objetivo, maldiciendo entre dientes sin tener más hechizos a mano ya que empezaba a sospechar que habia algo más protegiendo a aquellas personas de mis virotes...

Ratash dispara sin mucho éxito; el virote va directo contra la columna, rebotando en ella y cayendo al suelo lejos de su verdadero objetivo.

Auren sale del humo para perseguir a Idorii. Su rostro, normalmente inocente, está ahora crispado por la furia. Sin embargo, la ira es mala consejera en el combate, y lo que hasta ese momento había sido un acierto tras otro, ahora es un ataque descontrolado que la mercenaria logra esquivar con facilidad.

Dario, contrario a lo esperado, no sigue presionando, sino que utiliza el humo para escabullirse tras la columna. Casi todos se dan cuenta de la maniobra, aunque poco importa, ya que detrás de la columna el pícaro se pierde de vista.

Yash aprovecha el hueco dejado para salir con cautela de la grasa y observar a su alrededor. El águila, mientras, persigue a su objetivo, lanzándose sobre ella y logrando picotearla.

Idorii, viendo el peligro que supone el arma de la clérigo, da un paso adelante para ponerse junto a Auren y la derriba. Luego, cansada del molesto animal, se gira y le atraviesa con su kukri, haciendo que desaparezca.

Khelru saca una varita y con ella sana ligeramente las heridas de Idorii.

Azaz no aparece, pero se le escucha conjurar y, al momento, vuelve a aparecer un charco de grasa junto a las columnas.

Velriana sigue también desaparecida, pero al fin escucháis su voz, parece conjurar algo que, sin embargo, no os afecta.

Viendo que había logrado moverse lo único que podía hacer era seguir con la misma maniobra, pisando con cuidado para avanzar muy despacio en dirección al peligro.

Auren se levantó rápidamente, alejándose con gracia de la mujer que la había tumbado y atacándola con su arma en una diagonal de arriba a abajo. - No se os ocurra retroceder. Nefertari no hubiera permitido que unos bastardos mentirosos y asesinos como estos se escaparan. - le contestó Auren a Ratash mientras se mantenía amenazante ante la pareja delante de ella. - Son el mal, son asesinos, son malvados. Que huyan ellos. - *