Partida Rol por web

Moxie sonrió con la respuesta de Lynx y su sinceridad, pues lo que estaba pensando decirle la gnoma poco se diferenciaban de aquellas palabras. Ojeó el anillo una vez más entre sus pequeños dedos, apretando los labios, algo pensativa. Parecía que el hombre decía la verdad. Puede que se hubiera encontrado aquel medallón igual que nosotros el anillo, pero de ninguna forma se me ocurriría exhibir un objeto "robado" si no conociera que no puede ser reconocido. 

—Supongo que acepto tu trato —dijo alzando la mirada, mirándole con su único ojo y el otro oculto bajo su cabello —. Iba a dártelo de todas formas, ¿sabes? Aunque no hubieras ofrecido nada a cambio. Supongo que... un honor entre ladrones. 

Seguramente no hubiese encontrado nada de utilidad y apenas tendría alguna pieza oxidada que ofrecerles, pues no esperaba que esa mina fuese a entregar nada de valor al menos sin bajar lo suficiente como para no arriesgar sus vidas. Y él, si lo había hecho, al menos no lo parecía.

Finalmente Moxie se acercó a él sin temor alguno y alargó su brazo abriendo la mano para dejar sobre su palma el anillo. Suficiente oro había conseguido ya con los lingotes. Si al menos podía compensar con algo, bienvenido fuera.

—Puede que incluso así nuestro señor Galahad pueda dormir tranquilo, sabiendo que el heredero de Rander al menos ha conseguido el anillo de su padre —. Se encoge de hombros antes de seguir—. Si no hubiéramos sido nosotros lo habrían hecho los próximos en venir a este lugar maldito.

Galahad escuchó las explicaciones del hijo de Rander.
Cuando contestó al enano, el paladín envainó la espada y tomó una posición más relajada.

Ningún hijo es culpable de los pecados de su padre-dijo el Juramentado- haced el Bien allá donde vayáis. Y exaltad con belleza el mundo que nos rodea. Sé os da bien hablar y cantar relatos. La gente necesita de ellos, en estos tiempos difíciles, ahora más que nunca historias que les reconforten, alegren y llenen su corazón de esperanza.- sonrió el paladín, ojalá pudiera acompañarle por el mundo mientras realizaba las doce pruebas.
Los viajes serían más amenos.

No hizo caso a las palabras de Moxie, tan solo pudo añadir un par de cosas más- habéis estado allá abajo...decidme,¿hay algún peligro? ¿Descubristeis algo sobre la enfermedad que ha asolado Montes Lejanos? ¿Vistéis u oistéis a otra persona?- preguntó el paladín recordando a Wilhelm.

En un principio se temió lo peor. Habían asaltado el negocio de su padre y se lo tomaría a mal. ¿Quién no lo haría? Estaba maquinando alguna mentira cuando Lynx se adelantó con la verdad por delante. Y sorprendentemente no le importó. Ese Rander no debía ser trigo limpio. El enano se acercó a Lucan y se inclinó a modo de reverencia.

- Me disculpo por haberos amenazado. La región se ha llenado de bandidos y os tomé por uno de ellos.

Les propuso un trato y para asombro del enano Moxie le entregó el anillo de oro. Después de todo la gnoma tenía su honor. Dió por sentado que no le importaban las cervezas de su padre, así que se las quedó con alivio. Aprovechando el parón sacó una. Estaba fresquita y con tres dedos de espuma, como a él le gustaban. Le dió un pequeño sorbo mirando a Moxie de reojo y volvió a guardarla. Se fijó en el cuerno que tenía Lucan y que aferraba con pasión. Sería un cuerno para beber cerveza, seguro. Ojalá tuviera uno igual, la cerveza en cuerno sabe mejor.

Escuchó las palabras de Lucan y Lynx. Habían viajado mucho, descubriendo la belleza del mundo. La chispa del aventurero prendió en su corazón enano y se prometió que al término de ésta empresa viajaría más para ver con sus propios ojos tal belleza. Tal vez se enrolara en los grupos de expedición que buscan cuevas y tesoros. O viajaría solo, errante, como Lucan. Ya lo decidiría.

- Así es, cantad y alegrad el mundo como me habéis alegrado a mí. - Añadió a las palabras del paladín.

Poco acostumbrado a escuchar elogios como los de Thalgrog y Galahad, el hombre inclina la cabeza pareciendo que su rostro se ruborizase bajo la capucha. Haciendo de no oírlos, contesta al paladín. — Tan solo este nivel he alcanzado; poco más que vosotros he visto. No puedo decir haber experimentado mayor peligro que un aburridísimo silencio... ¡Hasta vuestra llegada, claro...! —  Queda pensativo unos largos segundos. — En cuanto a la enfermedad... Tengo por seguro que su origen no es mágico, sino material.

Discurre para sus adentros y luego elabora. — He comprobado que los viajeros y extranjeros no somos severamente afectados, a diferencia de los que llevan aquí desde siempre; los que tienen leves síntomas y marchan, temprano mejoran. — Afirma, seguro de su argumento. — Las peores víctimas siempre son personas estacionadas o residentes en Montes Lejanos. Eso me lleva a creer que, de alguna forma, están siendo envenenados... Seguramente como parte de un plan mayor. 

— El modo y el motivo, tanto lo desconozco como lo aborrezco y, tanto más lo pienso, tanto más deseo marcharme. — Razona, para justificar sus prisas por partir. — Yo de vosotros me guardaría de pasar mucho tiempo aquí, por si acaso... — Aconseja con lógica. Es entonces cuando toma con gusto el anillo que Moxie le ofrece y lo desliza en su dedo, haciéndolo encajar a la perfección, como hecho a su medida.

Satisfecho, Lucan procede a cumplir su parte del trato. — Para encontrar lo dicho sin complicación, escuchad lo que digo con atención. — Comienza a describir. — Siguiendo por este único pasillo posible, alcanzaréis una intersección que ofrece un desvío a la izquierda. — Explica y alza su zurda, ilustrando visualmente sus palabras. — Su camino os conducirá a una sala sucia y oscura, maltratada por la intensa excavación de un viejo yacimiento. — Alarga la mano, asegurándose no ser interrumpido. — Pese a las malas apariencias, por aquí os conviene avanzar.

— Veréis muchos despojos y escombros. Aunque sea poco apetecible, entre ellos os recomiendo rebuscar... Especialmente los alineados en el punto norte de la habitación. — Extiende el dedo índice hacia delante, como si fuera el punto cardinal a seguir. — Bajo sus recovecos hay los restos de material de minería y, en él, he avistado varios frascos de un particular ácido, suficientemente bien conservados, pese a su corrosivo contenido.

— Bien, pues. — Vuelve a aclarar su garganta, seca tras la larga conversación. — Los frascos pueden ser un arma arrojadiza mortal, pero aún se me ocurre un uso mejor... — Insinúa con entonación misteriosa. — Un hacha o espada untada en el ácido se desgastará y echará a perder, pero... Caso diferente y aprovechable puede ser el de un arma prescindible. — Elucida con ingeniosa satisfacción.

— Rebajad la intensidad del ácido con un poco de agua, luego mojad la punta de una flecha o un virote en la solución. — Mimetiza con los brazos el proceso a seguir. — Tendréis una munición letal que, de hacer diana, causará verdadero dolor y suplicio en el blanco. — Cierra el puño abruptamente. — Y, muy importante... No olvidéis añadir el ácido al agua y no al revés, pues la unión de estos líquidos provocará una reacción térmica, y el calor liberado de su combinación podría salpicaros y heriros. — Advierte, finalmente.  

Guarda de vuelta el cuerno a sus espaldas y, por último, saluda con respeto a cada uno de los aventureros.  — Que los vientos y sus divinos soplos os sean favorables. Hasta más ver. — Sin más que decir u ofrecer, Lucan se aparta, invitando a los aventureros a seguir su camino.

Zancada viendo que habían llegado a un acuerdo, y que el tipo no suponía una amenaza dejo de apuntarlo con su maza, y siguió el camino recto viendo las posibles vertientes que iba adoptando aquel subterráneo. Pasó por al lado del bardo y lo despidió con un gesto de cabeza para seguir hacia adelante adentrándose en aquella oscuridad.

Con ímpetu explorador, el halfling se adelanta al resto de sus compañeros para comprobar las direcciones proporcionadas por Lucan.

En este nivel de la mina la sensación es, sin duda, diferente. El túnel de paso es espacioso pero rudimentario, cavado por los hombres que aquí solían trabajar. La tierra y la piedra se entremezclan, ausentes las baldosas a sus pies como los bloques en los muros. Añadiéndose a la incomodidad, el techo es más bajo, aunque Zancada prevé que todavía permitirá los más altos caminar erguidos. La iluminación proviene exclusivamente del piso anterior y, con cada paso, se hace más escasa, haciéndole depender de su infravisión para orientarse.

Como lo esperaba, un cruce interrumpe la marcha ofreciendo dos posibles direcciones: virar a la izquierda o continuar recto. No se escucha sonido ni se aprecia peligro alguno desde la posición actual.

Aunque la situación había acabado de manera pacifica, a Elaxidor aquel hombre le daba muy mala espina, se quedó con la sensación de que se lo volvería a encontrar. No tenia muchas ganas ya que llegado el caso no quería tener que explicarle por qué tenía una moneda de su padre. Esa moneda tenía algo que le gustaba mucho y no quería deshacerse de ella.

Ya resolvería ese dilema más adelante.

Aunque Elaxidor podía ver en la oscuridad, el Halfling se adelantó un poquito mas de lo que podía alcanzar a ver. siguió caminando sin perder el paso no fuera que se encontrara con algun peligro de imprevisto y en caso de que fuera así, quería estar allí para poder traducir sus palabras; algo como: "Prepárate bellaco para ser despedazado!!!"

No nos distraigamos que se nos pierde.

-No había razón para mentir, creo-, dijo tranquila pero con un pequeño tono de duda al final. El intercambio podría ser útil, pero teniendo en cuenta el piso anterior no tenía muchas esperanzas aunque no están en contra de darle el anillo. Al final Moxie decidió devolverle el anillo, aunque el comentario sobre el paladín a lo mejor sobraba un poco.

-¿Un plan mayor?, bueno no me sorprendería que alguien hubiese querido enfermar a todo el pueblo para hacerse con todas las riquezas de la mina-, ante esa idea frunció un poco los labios y cejas. -Supongo que cuanto antes lo solucionemos mejor-, dijo como respuesta al consejo de Lucan sobre su tiempo en el pueblo, no podía culpar al hombre por querer irse lo antes posible. Desde luego el ácido era sería mucho más útil que las herramientas desgastadas de la primera planta, pero sin duda el tema de las flechas ácidas le resultaba bastante atractiva junto las flechas del herrero seria una gran combinación, -Si, eso debería ser realmente útil-, no hablaba con nadie era uno de esos casos en los que hablaba con ella misma en voz alta. -Buena suerte en tu camino-, e inclinando un poco la cabeza se despide del hombre.

Sin perder más tiempo empezó a seguir los pasos de Zancada, la mina se iba haciendo más rudimentaria según avanzaba y el techo estaba cada vez más cerca de su cabeza pero por ahora aún podía avanzar erguida. Al final acabaron por llegar al lugar donde los caminos se dividían, -Pues por la izquierda, ¿no?-.

Dirigiéndose al grupo:

Por mí, voy a la izquierda también.

- Si alguien está envenenando a la gente debe ser realmente perverso. Tengamos mucho cuidado.

Luncan cumplió su parte del trato y les indicó dónde podrían encontrar ácido, así como rebajarlo con agua. La idea de impregnar las puntas de las flechas era buena y haría de Lynx y Moxie dos enemigos letales. En cuanto a la mezcla que se ocupara Elaxidor. Thalgrog no entendía mucho de química. Una vez mezcló cerveza con hidromiel y el resultado no fue satisfactorio: un par de días con cagaleras.

El mediano se adelantó perdiéndose en la oscuridad. Bajo su pequeño caparazón latía un corazón valiente y aventurero, no pudo evitar sonreír. Siguieron sus pasos y se adentraron en la oscuridad. Sus ojos de enano, acostumbrados a la vida en penumbra de las minas, pronto hicieron su trabajo. Sus pupilas se dilataron al máximo absorbiendo cada partícula de luz y donde antes hubiera oscuridad comenzaron a distinguirse relieves y contornos. El sigilo no es el fuerte de los enanos. "¿Sigilo? Prefiero el andar enano que sobre las puntitas del elfo", solían decir los enanos. ​​​​​Arrastraba sus pies con la pesadez de un elefante con reuma. Llevaba el hacha sujeta del mango y a cada paso la cabeza rozaba el suelo clonc clonc clonc. Si había una piedra en medio allí iba su pie a apartala, lanzándola lejos entre rebotes y ecos. Llegaron hasta la intersección.

- Dijo a la izquierda. Busquemos esos frascos. Con suerte quizá haya algo más de utilidad.

Poco tardan sus compañeros en seguir los pasos al intrépido halfling: Lynx, Elaxidor y Thalgrog llegan hasta la intersección donde Zancada se detiene y, tras poca ponderación, ajustan el rumbo a las señas otorgadas por el misterioso bardo. Encabeza la marcha el enano, tan robusto como ruidoso, a quien no tardan en volverle los ecos de sus propias pisadas y, por esto, adivina la brevedad del túnel que transcurre.

Dicho túnel desemboca en una sala hexagonal de considerable tamaño. El techo gana algo de altura, igual que el suelo se hunde un palmo o dos. El contorno del lugar es prácticamente negro y despide un cierto olor tóxico y nocivo: es poco agradable y no invita a pasar mucho tiempo aquí. Abundan montículos de chatarra y pequeñas rocas por las esquinas; el lugar fue sujeto a una intensa actividad minera, seguramente debido a la presencia de menas de carbón, de las que ya no queda más rastro que el opaco color de las paredes.

La gnoma cumplió con su parte del trato como se había acordado. Puede que fuera una ladrona, egoísta y cabezota; pero todavía quedaba parte de la gnoma feliz y amble que un día fue. Así que entregó el anillo a cambio de la información y tras eso dio un paso atrás para acercarse de nuevo al resto del grupo.

Sin decir nada más volvió a su posición junto al mago elfo una vez hubieron reanudado su camino, pensando en lo que había dicho Lucan acerca del veneno. ¿Y si ese era el peligro?, ¿y si no había monstruos ni enemigos? Apretó sus labios confusa mientras caminaba siguiendo a los demás, hasta que frenó en seco casi chocándose con Lynx cuando se detuvieron en el desvío.

—Si confiamos en que lo que ha dicho es verdad, este es el camino —respondió la gnoma, encogiéndose un momento después de hombros —. Tampoco tiene razón para no decirnos la verdad.

Excepto llevarnos a una trampa para después saquear nuestros cadáveres.

Continúa caminando hasta llegar a la gran sala, pero en seguida su gesto se tuerce y arruga la nariz al sentir aquel olor. Eso era malo. Echando mano de las prendas que ocultaba para ocultarse en la noche, cogió un trozo de tela negro y se cubrió hasta los ojos con él.

—Refpiraf lo menof pofible —dijo bajo la tela, saliendo su voz algo cambiada—. Enconfremof fapido el afido y falgamof de aquíf.

Entonces esperando que no hubiera más peligros empezó a andar por su cuenta para dirigirse a la parte norte como les habían indicado.

Descendieron las escaleras al piso inferior siguiendo a Zancada Profunda, a cada paso, al paladín se le hacía más difícil el poder mantenerse erguido y más de un golpe se dió con alguna piedra del techo, por suerte, su casco y la lentitud de la marcha hicieron que no fueran más que rasguños.

La visión se complicaba también y aunque sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad, poca cosa podía ver, más que siluetas y bultos, aquello le ponía nervioso.

Sus compañeros, por contra, podían ver mejor que él y por ello, fueron varios metros por delante. Al final llegaron a la intersección, tal y cómo había dicho Lucan, ahora faltaba que lo que les dijo del ácido fuera verdad.
Todavía estaba dándole vueltas a lo dicho por el hijo de Rander...¿?envenenar a la población?¿¿quién estaría detrás de todo ello??- todas esas preguntas y muchas más rondaban por la cabeza de Galahad mientras se mantuvo en la intersección.

Algunos de sus compañeros se animaron a entrar, el Juramentado dijo a sus compañeros.

Yo me quedaré aquí vigilando. Recordad añadir el ácido al agua y no al revés, eso dijo Luncan.- dijo a los demás.

Sentía el fuerte olor a productos químicos, algo que no comprendía y por ende, no iba a entrar a aquella estancia.
Tampoco es que pudiera ayudar mucho, así que tomó la espada y se mantuvo en guardia atento mientras daba la espalda a la habitación.