Partida Rol por web

—Estoy de acuerdo Kromm. Además nuestro contratista dijo algo de una carta que tenía el posadero con más información. ¿A qué creéis que se refería? Vayamos primero a la posada, dejemos nuestras cosas y comamos algo. Luego tendremos tiempo de hacer turismo y preparar nuestro viaje.

La juventud impulsaba al enano que quería partir cuanto antes pero sabía que antes de un viaje, de cualquier viaje, es bueno conocer la ruta. Mucho más en uno peligroso como éste.

—De paso podremos escuchar chismorreos por si alguien sabe algo de lo que pasó a las caravanas. Si son ladrones tendrán que vender sus mercancías en algún sitio ¿no? Y buscar compradores implica siempre que alguien puede irse de la lengua.

El animal estaba próximo a Pirlo, olisqueando el aire y mirando en la dirección opuesta. No lo había visto, pero era cuestión de segundos que el animal se girara y viera al mediano. Huir no era una opción: sería una presa demasiado fácil si daba la espalda al animal. Así que se llevó la ocarina a la boca y silbó una melodía rápida. Con la tercera y última nota, el aire se cargó de electricidad y la temperatura aumentó. Cuando Pirlo notó que en su mano libre burbujeaban pequeños chispazos azules, extendió el brazo y abrió la mano en dirección al huargo...

¡Brrroooommm! Una fuerza invisible golpeó el espinazo del huargo y le desplazó unos centímetros. Pirlo supo que el conjuro no había funcionado del todo, pero aprovechó el momento para darse media vuelta y huir de la criatura, seguro como estaba de que no tardaría en alcanzarle. Con suerte, su compañero vería la carrera del huargo y supondría a quién estaba persiguiendo. Mientras movía sus cortas y cansadas piernas y apartaba los matojos con los brazos extendidos, gritó Musas, desviad vuestra atención de mí un momento y conceded a Belain Arae un inesperado aliento*. 

Belain estaba arrodillado mirando con una extraña mezcla de tristeza y odio el cuerpo del goblin. Un estruendo lo sacó de su ensueño. Reconoció al instante el conjuro de su compañero. Se incorporó y miró la escena. La rabia volvió a su mirada cuando vio a Pirlo en peligro.

 - Maldito huargo, debería haber acabado contigo -bramó con voz rasposa mientras avanzaba lentamente hacia el enemigo apoyándose en la lanza. A los ojos de Belain, desde que lo maldijo el huargo emitía un leve brillo azulado.

El semielfo extendió su mano hacia la bestia y otro rayo de energía oscura apareció desde la palma. Tras impactar, un halo azul oscuro rodeó al huargo, llenando el ambiente de un olor a putrefacción.

- Pero cuidemos nuestra lengua - agregó Rekbran - si se corre la voz de que salimos de expedición estaremos invitando a la desgracia -

El joven enano no era tan entusiasta de la bebida. Prefería más el tabaco y los placeres de la carne: costilla, lomo, pata... de cualquier animal, cuanto más exótico mejor. Cuando era más joven era muy raro que pudiera comer carne, la cena típica era sopa de cebollas con pan. Una de las grandes ventajas de ser un aventurero era gastarse el bien ganado oro en comida sofisticada.

Así que primero iba a seguir al grupo para acomodarse en la posada. Pero después pensaba tomarse el resto de la tarde para buscar tabaco y un lugar respetable para comer.

Ante el estruendo producido por Pirlo el huargo sufre unos daños leves. La sacudida es lo suficientemente fuerte como para que el animal ignore sus heridas y localice exactamente a su presa.

Se gira en el momento en el que el mediano intenta huir y arranca a correr para cazar a su presa. 7 pies separan a Pirlo del huargo en el momento en el cuál las tripas se le empiezan a remover, internamente siente como su interior empieza a deshacer hasta que una energía en su interior estalla deshaciendo al animal en mil pedazos.

La sangre, esparcida por todos los lados inunda el lugar manchando todo lo que tiene cerca.

En el momento que el huargo explota, Belain se encorva un poco y se apoya pesadamente sobre la lanza con gesto calmado.

 - Supongo que esto tenía que acabar así... -el semielfo se acerca la mano a la cara y mira fijamente el anillo negro.

Con resignación mete la mano en uno de los bolsillos de su chaqueta. Miró a Pirlo y le hizo una seña para que se acercara.

 - ¿Estás bien? No debería haberme lanzado a lo loco -se acercó al carruaje- miremos si hay algo que podamos sacar provecho, y marchemos de este sitio. No podemos hacer nada por el mercader.

Belain comenzó a mirar carro y dueño. En ningún momento miró los cadáveres de los goblins, los evitaba con la mirada, como si se arrepintiera de lo que había hecho.

Tras el encarnizado combate, parece que se respira un poco de calma. Notáis como el aire mece las hojas de los árboles, un pequeño descanso es merecido por vosotros, o eso creéis.

Un pequeño vistazo es suficiente para ver que el carro llevaba frutas, verduras y mucha carne para la ciudad. Os llama un poco más la atención los dos barriles grandes, ocupan casi todo el carromato. Los sonidos metálicos que escuchasteis provinieron de unos odres que estaban vacíos, sería para el comercio de vuelta.

En cuanto al humano, lo registras y ves que no es un mercader. Cuando lo registras ves una carta y por fuera pone: “Al transportista”. Te dispones a abrirla y lees:

“Encargo de transporte                  número 1000392
Recogida: Monte Hotenow.      Entrega: Neverwinter.

    Se le encarga al portador de la carta a recoger el
material ya solicitado a nuestro contacto en el Monte
Hotenow. Tras la carga de dicho material se le exige
al transportista la máxima discreción y la partida in-
mediata hacia Neverwinter.                                  
     En la entrada de la ciudad hay un soldado haciendo
guardia en la entrada, su nombre el Gael, él le dirá 
cómo continuar hasta su destino.                          
Solo cuando haya entregado la mercancía se le pagará
lo prometido en las negociaciones.                            

Firmado:                                                           G”

Pienso lo mismo, respondió lacónico el mediano ante la disculpa del semielfo. Su ánimo estaba muy tocado por haberse visto tan cerca de ser devorado por el huargo. Gracias por quitarme ese bicho de encima, añadió.

Pirlo se alejó del semielfo y buscó la sombra de un roble cercano. Lo rodeó y, escondido de cualquier mirada, apoyó un brazo y dejó caer su peso contra el tronco. Con la cabeza gacha, respiró profundamente para recuperar el resuello. La sangre del huargo goteaba desde su cabeza a la tierra húmeda, también cayeron algunos trozos de piel y pelo del animal. Aguantó las naúseas, tomó una profunda bocanada de aire y se encaminó aparentemente recuperado hacia Belain. Voy a ver si los goblins tienen algo que podamos aprovechar. No tardaré, debemos retomar cuanto antes el camino.

 - Rellenemos las alforjas, Pirlo -dijo al mediano mientras observaba la comida. Andaban escasos, y un poco de alimento les iba a ir de perlas- deberíamos hablar con ese soldado, Gael, tal vez nos den una recompensa por haber salvado el cargamento. Y si no, que por lo menos sepan lo que ha pasado. 

Cogió al transportista por los hombros.

 - Ayúdame, metámoslo en el carro, no vaya a ser pasto de los buitres. Monte Hotenow... ¿te suena?

Una vez colocaron al señor dentro, Blain inspeccionó los barriles.

Con esfuerzo, Pirlo ayudó al semielfo a poner al conductor en el carro, al otro lado de donde descansaban las alforjas repletas de los víveres y otros productos que no se habían echado a perder por el accidente.

Mientras inspeccionaba la colocación del carro, se agachó y cogió un panecillo que parecía limpio. Lo sacudió un poco y lo partió en mitades desiguales. ¿Gustas?, le preguntó a Belain tendiéndole la mitad más grande mientras la otra ya había desaparecido entre las fauces del mediano.

Después del ofrecimiento, Pirlo observó a las bestias de carga, evaluando su estado. Deseó fervientemente encontrar un rastro de vida que él pudiera multiplicar con uno de sus conjuros. Tenía la esperanza de que la jornada finalizara con algo más que la muerte que le rodeaba.

¡QUE SE ATREVAN! - gritó Alrik incorporándose del sofá en el que había pasado lo poco que les quedaba de noche - No creo que Nadie en su sano juicio tendría redaños a tender una emboscada a una caravana enana... aunque hay mucho inconsciente suelto, ¿quien sabe?

Recordó la noche de ayer como un gran momento en el que degustaron una cerveza como los dioses mandan, paladeó un poco para liberarse de una pequeña sensación de sequedad y de inmediato se puso en pie.

Veamos esa posada entonces, y que clase de brebajes preparan en ella - comentó, con ganas de repetir aquel mismo día.

Después de un sueño reparador, parece que todos coincidís en lo mismo: Ir a la posada. Decidís que salir sin desayunar es de maleducados a si que decidís serviros un desayuno rápido, os cargáis con vuestras pertenencias y abandonáis la casa de vuestro anfitrión.

Avanzáis por las calles mientras notáis que muchas miradas se centran en vosotros. Vais por uno de los barrios más ricos de la ciudad y no dejáis ni de llamar la atención, ni de incomodar a los viandantes ya que portáis sendas armaduras y vuestras armas están perfectamente a la vista. Por esta zona lo normal es que los ciudadanos vayan con ropas cómodas y más "civilizadas".

Continuáis por las calles hasta que llegáis al distrito Lago Azul. Allí os entretenéis en averiguar dónde está la posada mirando al mapa, hasta que os dais cuenta de que está al lado del puerto. Os encamináis directamente a la posada, y según avanzáis por las calles, veis que esta zona es más acorde a lo que estáis acostumbrados y sin mayor inconveniente (salvo por un par de paradas más) sois capaces de llegar hasta la posada.

La entrada no es nada del otro mundo, y sólo porque Gundren os ha dicho que allí podríais dormir os dais cuenta de que el sitio es una posada, parece más una taberna de mala muerte. Es pequeña, está apiñada y huele a rancio, seguramente de todo el alcohol que se derrama debido a las continuas peleas a las que están tan acostumbrados por las noches. Según entráis veis una puerta medio abierta, debe de ser la que da a las habitaciones, pues se ven unas escaleras que van al piso de arriba.

Entráis decididos, y lo primero que os llama la atención es el silencio roto por el crujir de los tablones del suelo. Acto seguido, se escucha a una persona arriba dando un traspiés, pues no estaba acostumbrado a recibir clientes durante la mañana. Corriendo baja las escaleras y va tan deprisa que las baja rodando.

- Umph!! Aaahhggg!! - Se quejaba el semiorco mientras aterrizaba en la puerta de abajo. - ¡¡Mmmpphhh!! - se quejó mientras se levantaba y alzaba la vista.

El semiorco, de temprana edad (unos 15 años) se ponía de pie ante vosotros. Era alto, muy alto y musculado, se le veía que su cuerpo había madurado mucho antes que otros de su misma edad. Imponía bastante y tenía un aspecto serio.

- ¡Vaya tortao que me´metio! - dijo con una voz aguda que no le pegaba a nadie de su raza. - Me llamo Hrograrg... peo aquí me llaman Grag. ¿Qué los pongo? - ofreció mientras andaba hasta colocarse detrás de la barra.

Esperó unos instantes hasta que su cabeza se dio cuenta de que en el local había cuatro enanos, justo los que le dijeron que iban a haber llegado la noche anterior.

- Vosotros no seréiii los que llegan tarde.. ¿no? - preguntó mientras volvía a contar los que eran, pero esta vez señalándolos. "Uuuno, dooo´, treee´ y cuatro" - Sí tenéi´que ser vosotro´.

Acto seguido salió de detrás de la barra, cerró la puerta y la trancó.

- Gundren me pago´por vuestra estancia aquí. Y tambié´ me dejo este sobre para vosotro´. Deberíai´de subir y leerla tranquilo´. No´preocupei´por mí, yo no sé lee´.

Acto seguido os entregó un sobre un poco grueso para contener únicamente una carta. Lo recogéis, no sin antes exigir unas cervezas de bienvenida y subís a las habitaciones.

A los aventureros.

Bueno, bueno, bueno... si leéis está carta puede ser porque seáis definitivamente los elegidos de portar mi cargamento número 1000392.

Sin más espero que sea de su agrado la estancia en la taberna del señor Hrograrg. Las piedras preciosas más bonitas necesitan un buen pulido. No le juzguen antes de lo debido.

Hay una cosa más, una de las mercancías que tenemos que transportar está situada en mi almacén privado, el cuál está bajo el muelle. Está situado frente al astillero, hay unas escaleras que bajan hacia el mar, si lo cogéis con la marea baja se podrá ver una puerta de piedra. Sabéis diferenciarla claramente, puesto que para eso me he molestado en elegir a un grupo de enanos.

Necesito que limpiéis el interior de posibles vagabundos porque mandaré a unos cargadores a recoger los últimos barriles que me quedan de hidromiel. Son para los Phandalianos. Hubo una vez que nos tocó limpiar el interior de bastantes intrusos... pero eso quedó solucionado, el rumor de la matanza aquella se extendió y no hemos tenido más problemas en el almacén, por lo tanto no creo que tengáis muchos problemas.

Por esta misión extra os recompensaré con una buena suma de cantidad de oro, y no con la miseria de oro que habremos negociado con anterioridad.

Cuando terminéis decídselo a Hrograrg, él se encargará de hacerme llegar la noticia.

No os demoréis salimos en cuatro días.

Atentamente:

Gundren Rockseeker.

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Entre la carta veis un mapa del lugar que os ha mencionado Gundren con todo lujo de detalles.

Mientras que Belain registra y coloca la mercancía en el carro. Lo más reseñable son esos barriles, desconoces la marca que tienen hecha en la tapadera, pero sin duda cuando eres capaz de abrir un poco uno descubres que son de una exquisita cerveza.

Pirlo dedica su tiempo a registrar los cadáveres goblin. Una vez que no encuentra nada se dispone a sanar al caballo que estaba gravemente herido. Pasan algo más de dos horas y ya la posición del sol parece que pasan las cuatro de la tarde, ya os dais cuenta de que hoy dormiréis al raso.

Después de este tiempo, cargáis al carro al transportista muerto (algo os dice que no lo dejéis allí), amarráis bien al caballo y os disponéis a continuar. El viaje iba a ser lento, bastante lento ya que un solo caballo tira del carruaje pesadamente cargado.

A penas lleváis media hora de viaje, cuando a lo lejos veis con total claridad que unos guardias vienen a todo galope en vuestra dirección.

- ¿Mas trabajo? ¿por qué no lo dijo cuando nos reunimos? -

Rekbran era muy desconfiado, pero no le escapaba al peligro.

- No me gusta que no estén claros los detalles del contrato, pero me parece más interesante explorar ese depósito que quedarnos bebiendo... -

Karkass enarcó una ceja tras leer la carta:

—Nuestro patrón no deja de sorprenderme. ¿Por qué no nos contaría esto anoche?

Luego cayó en la respuesta obvia:

—Para no tener que negociar el coste del suplemento por recogida y levantamiento de vagabundos, claro. ¡Que bribón!

Lanzó una risotada encogiéndose de hombros.

—Visto al semiorco que hay abajo no creo que la comida de este sitio sea de las mejores. ¿Qué tal si buscamos otro lugar donde comer de camino a los muelles? La marea estará baja esta tarde¹.

Kromm veía lo astuto que había sido el Rockseeker, se había ahorrado la negociación del pago, pero veía algo más. Si hacía. Bien lo de su bodega, y entregaban lo encontrado el Rockseeker sabría que eran honrados... Probablemente esa prueba la ideó por si contrataba a elfos o humanos.

- Joder Karkass acabamos de comer el desayuno y ya estás pensando en comer, eso va a hacer daño a nuestros estómagos... Sería mejor beber una cerveza y ponernos con esto, que dicen que entrar a una bodega oculta sin una cerveza en la panza es de mala suerte.

Igual ya se habían bebido una cerveza al llegar, pero la suerte nunca estaba de más.

- Lo que no se es cuando baja la marea, alguno tiene idea o nos va a tocar irnos al muelle a ver el mar hasta que baje?

La primera impresión acerca de habitar el establecimiento de un semiorco se atenuó sobremanera al leer las palabras de Gundred, le parecía un error responder por un tipo con esa sangre corriendo en sus venas, pero si su patrón lo hacía, respetaría la importancia de la palabra de un congénere.

La gente de la mar también son de buen beber - sentenció Alrik - con lo cual es posible que encontremos ambas cosas en el propio puerto.

Si el maldito diablo astuto de Rockseeker ya ha tenido problemas con los intrusos, debemos acudir sin demora. Imaginad que falte algo, ¡enano precavido vale por tres!

Belain le dio un apretón suave en el hombro e inclinó la cabeza ante el ofrecimiento del pan.

- buen trabajo, ese caballo no merecía acabar como el cochero.

Cuando hubieron terminado de prepararlo, se subió al asiento del cochero y siguieron su rumbo. Belain aprovechó el camino para comer algo. Recostado sobre el asiento descansaba con el traqueteo del carro. A lo lejos, vio el polvo levantado por unos caballos que acercaban a ellos.

 - Son guardias, no perdamos la calma, no hemos hecho nada malo -el semielfo tiró de las riendas para que el caballo frenara.

Cuando los guardias estuvieron lo suficientemente cerca, bajó del carro apoyándose en la lanza y con la mano levantada de manera inofensiva.

 - Caballeros, este carro y su dueño han sido atacados por unos goblins y un huargo, los cuerpos que hemos dejado atrás lo pueden corroborar -dijo señalando la dirección donde se había librado el combate- no pudimos hacer nada, llegamos tarde, pero traemos al cochero y a su mercancía -enseñó la nota- esto llevaba con él. Esperamos haber podido ser de ayuda.