Partida Rol por web

Kwame asintió a las palabras de Lidda.

-Coincido. Si tiene a bien que le acompañemos, maese Sildar, cuente conmigo para visitar al burgomaestre. Si lo que cuenta Elmar es cierto, debemos hacer algo. ¡No podemos permitir que una banda de malhechores tenga atemorizada a la ciudad!

-¡Vaya, vaya, vaya!--se congratula un aparentemente satisfecho Gustav--Así que se necesita alguien que ponga orden en la villa. ¡Perfecto! Para eso mismo he venido. No se preocupe, señor Barthen. Me encargaré personalmente de que Phandalin vuelva a ser un lugar próspero y seguro.

Agradezco vuestro interés - contesta Sildar a vuestro ofrecimiento -. Si todo va bien, mañana me instalaré en las dependencias del concilio de Phandalin y así podré tratar estos problemas en conjunto con el burgomaestre.

Sildar hace una pausa. Parece que en realidad estaba pensando en voz alta, por lo que se explica.

Como miembro de la Alianza de los Señores tengo a mi disposición ciertos privilegios en esta zona. Además espero poder tomar un préstamo para compensaros por mi rescate.

El tendero sonríe de oreja a oreja.

¡Vaya así que tenemos celebridades entre nosotros! Quizá así comiencen a cambiar las cosas en Phandalin. Esos rufianes de la Marca Roja se merecen una buena lección.

Después se vuelve a Lidda y murmura -. Pues a mí me sigue recordando...

Finalmente Elmar decide cambiar de tema de conversación con su jovialidad característica.

Y por cierto, ¿Como está ese cascarrabias de Gundren? Esperaba encontrarme con él estos días por aquí.

Gundar no le dió más importancia al comentario de Sildar sobre que no le acompañaran a la casa del burgomaestre. Ellos se habían ofrecido, ahora era cosa de "su patrón" si quería que le escoltaran o no. De cualquier manera sabía donde podrían encontrarles si les necesitaba. Y él por su parte tenía una cita con algunas jarras de cerveza.

Sí, la alusión a esos malechores daba a entender que las cosas no era idonéas por aquel lugar. Pero lo cierto es que tan sólo daba a entender que tenían más posibildades de encontrar trabajo en caso necesario.

La pregunta sobre Gundren le pilló un poco con la guarida baja. No se la esperaba, y desde luego él no iba a contestarla. Pese a que su cara daba claras muestras de preocupación por el enano desaparecido.

Me acomodo la capucha ocultando mi rostro, como preparándome para salir , cuando me siento observada por el tendero. Empiezo a sentirme incómoda y quiero salir cuanto antes de ahí. Finjo no haber escuchado la pregunta sobre Gundren y digo a mis compañeros

- Bien..., ¿ volvemos a la posada?. Pronto va a caer la noche y dudo que queramos que nos coja en la calle dadas las circunstancias en la ciudad. Además, me muero de hambre, y no querréis conocer a una mediana hambrienta. Allí podremos hablar tranquilamente sobre qué hacer mañana.

Gundar estaba demasiado preocupado por conseguir una cerveza, así que prestaba atención mínima a Sildar. Pero cuanto los engranajes de su cabeza siguieron girando descifró lo que había dicho el humano.

Vale. Eso tiene más sentido.

-Perfecto. Cuente conmigo entonces para acompañarle mañana, maese Sildar. Zanjado el asunto, no puedo más que unirme a Lidda en su deseo de volver a la posada para comer algo y descansar. Un placer conocerle, Elmar.

Kwame se encaminó hacia el exterior para regresar a la Colina de Piedra.

-Mucho me temo que ha sufrido un ligero percance durante el viaje--explicó Gustav al señor Barthen sin entrar en más detalles--En fin, otra cosa que debemos solucionar a la mayor brevedad. ¿No es así, Sildar?

Al heredero de los Corlinn le apetecía estirar las piernas, darse un baño y llevarse algo gaznate igual o más que a sus compañeros, pero la desaparición del señor Rockseeker lo tenía ciertamente preocupado. 

Así es - responde Sildar en tono triste -. Gundren y yo viajábamos a Phandalin como avanzadilla y fuimos asaltados por unos pendencieros goblins. Si no llega a ser por mis compañeros quizá no podría contarlo.

Sildar hace una pausa, intentando imaginar el paradero del enano.

El destino de Gundren es todo un enigma, es mi deber esclarecer qué le ha ocurrido.

¡Vaya! - responde sorprendido el tendero -. Es mala cosa, sí.

Elmar parece visiblemente entristecido.

Ojalá tengáis suerte en vuestra empresa, espero que Gundren esté bien. Lo considero un buen amigo y sé que estaba muy emocionado con el relato del descubrimiento de la mina del Pacto de Phandelver en las colinas cercanas. He oído que otros dos hermanos Buscarrocas están acampados en algún lugar fuera de la ciudad, los llamados Nundro y Tharden. No los he visto en la última dekhana por lo que estarán a punto de volver a reabastecerse. Si no les importa, les informaré de este asunto.

Al ver que algunos de vosotros estabais empezando a abandonar el comercio, Elmar se despide amablemente.

¡Volved pronto amigos! No quiero entreteneros más.

Con un gesto, Gustav se despide del tendero y luego sale del establecimiento. Una vez en el exterior el luchador de la gran hacha aguarda a que le siga el resto del grupo para entonces comentarles en petit comité:

-Igual, además de con el burgomaestre, deberíamos tratar de hablar también con los hermanos de Gundren. Puede que ellos sepan algo sobre la Cueva del Oleaje o sobre el Castillo de Bocapeñasco.

Asiento a las palabras de Gustav con gesto distraído, recordando las historias que mi tía me ha contado desde niña sobre la Cueva del Oleaje y los tesoros que guarda...

- Si Gundren tenía alguna pista sobre la localización de la mina perdida, quien quiera que sea que le haya atrapado le mantendrá con vida... hasta que cante...

Tengo mis propios asuntos de los que ocuparme en Phandalin, así que deberé compaginarlos con la búsqueda del enano.

Mientras tanto, busco entre las gentes de las calles y la taberna algún viejo conocido... 

Sildar se despidió amablemente del tendero, agradeciendo su cooperación.

Una vez en la calle, el veterano respondió a Gustav.

No es mala idea, pero estas tierras son muy traicioneras y no sabemos su localización exacta. Vayamos por partes, mañana solicitaré audiencia con el burgomaestre y me instalaré en sus dependencias. A partir de ahí decidiremos.

Sildar trató de relajar el tenso ambiente en el que se estaban envolviendo.

Volvamos a la posada y descansemos por hoy. Estas calles no parecen ser del todo seguras en los últimos tiempos.

Mientras os dirigíais de nuevo hacia la Colina de Piedra, Lidda se despidió momentáneamente del grupo. Aseguró que tenía algunos asuntos personales que tratar y, aunque algunos de vosotros fuisteis muy reticentes a dejarla vagar sola por las calles de Phandalin, la mediana fue muy estricta sobre separarse del resto.

A pesar de tus recientes desavenencias con los Redbrands, no todos en ese nido de sabandijas te quieren ver muerta. Hiciste algunos amigos y eso te dejó una vía de información privilegiada. Más si cabe ahora que han tomado el control de Phandalin.

Te introdujiste en uno de los callejones más oscuros y menos concurridos de la ciudad, al oír la llamada en la jerga de los ladrones. Allí te esperaba Dengarn Skulldown, un antiguo compañero más que hábil para el sigilo.

¡Vaya, vaya! - expresa con cierto rintintin -. Así que el polluelo ha retornado al nido, ¿No es así?.

Tienes mucho valor para volver a Phandalin, seguro que Glasstaff me daría una buena recompensa por tu cabeza.

Tus sensaciones son encontradas. Aunque conoces a Dengarn, jamás podrías confiar en él.

Pero bueno, ya que estás aquí, dime a qué debo este inesperado honor.

- Cierra el pico, Dengarn - digo secamente.- Si de verdad piensas que Glasstaff te pagaría una mierda por entregarme, eres más tonto de lo que creía.  -digo lanzándole una pieza de oro- No querrías deshacerte de la gallina de los huevos de oro. Mira... - continúo- si me vas dando la información que vaya necesitando durante mi estancia en Phandalin, verás más monedas... que dependerán del servicio que me prestes. 

Miro a mi alrededor para asegurarme de que no hay nadie cerca antes de preguntarle por Halia.

A Gundar el volver a la posada a tomarse un merecido descanso le parecía un plan magnífico. Al día siguiente ya podrían hacer más cosas como bien decían. Aunque la idea de verse con los otros enanos no le parecía mala. Tal ellos supieran algo más. Sería buena cosa estar atento al almacen para cuando vuelvan a habituallarse.

El enano refunfuño como el resto cuando la mediana quiso irse sola por las calles. Pero era casi tan tozuda como un enano.

Ten cuidado y no corras riesgos. Si ves algo raro vuelve a la posada y avisanos.

Luego ya era cuestión de seguir camino.

Por Moradín, que ganas tengo de esa cerveza, a ser posible bien amenizada con un buen trozo de carne.