Partida Rol por web

Dengarn agarró la moneda al vuelo, a todas vistas no era la primera que cazaba así.

Bien, bien - dice algo agitado -. El tiempo vale mucho oro y creo que ni tu ni yo tenemos toda la noche para perder en este callejón.

¿Qué quieres saber?

Sabía que Dengarn no sabría resistirse al tacto del oro.

-  Halia Thornton. ¿Cómo  puedo encontrarla?

Dengarn emite el sonido onomatopéyico de una flecha clavándose en su corazón y esboza una amplia sonrisa.

Así que es eso - dice en tono sarcástico -. De los Redbrands desertan y ellas se juntan.... jejejej.

Pues bien, Halia ha estado muy ocupada desde que "decidiste" dejarnos. De hecho ha ganado fama y mucha influencia en Phandalin, convirtiéndose en la Maestra Gremial del lugar. No creo que tengas problemas en encontrarte con ella durante el día en la Lonja Minera.

El rufián hace una pausa para volver a su tono socarrón.

Por suerte para ti, Halia no es un objetivo prioritario de Glasstaf pero no le va a gustar mucho que dos de sus polluelas descarriadas se reúnan en su territorio... No puedo prometerte que no estaré del lado de los Redbrands si volvemos a toparnos con tu... variopinto grupo de amigos.

No sabes interpretar muy bien qué quiere decir Dengarn. Lo que sí tienes claro es que, a pesar de su ayuda, sigue siendo fiel a los Marca Roja y que no dudaría en poner una daga en tu garganta si se llegara a dar el caso.

Una cosa más Lidda, ten cuidado con esa mujer. Se dice que ha estado coqueteando con la Red Negra.

-  Intentaron asesinarme. No creo que pueda considerare una deserción, sino aceptar una "sutil" invitación a marcharme. 

Hay algo que me ha intrigado en lo que ha dicho:

-Halia siempre ha sido de cuidado, no es nada nuevo. ¿ Qué puedes decirme de esa Red Negra con la que dices ha estado coqueteando?

¡Oh, venga ya Lidda! -  contesta algo indignado -. ¿Es que no has oído hablar de los Zhentarim?.

Casi dando por sentado que tienes claro quiénes son la Red Negra, tu contacto se despide con presteza -. No perdamos más tiempo. Espero no volver a verte Lidda, si aprecias tu vida te recomiendo que abandones Phandalin lo antes posible.

Dengarn desaparece abruptamente entre las sombras sin dejar rastro. Tratas de otear sus pasos en la oscuridad pero no hay ni un atisbo de su presencia. Sin duda es bueno en su trabajo.

- Adiós, Dengarn. Volveremos a vernos...- susurro al aire, ya que ha desaparecido como por arte de magia.

Me encamino a la posada. Espero llegar a tiempo de tomarme al menos una cerveza con el grupo.

Kwame se despidió de Lidda. No era tranquilizador que un miembro del grupo fuera solo por las calles, después de la advertencia de Sildar y lo relatado por Elmar sobre esa Marca Roja. No obstante, si había alguien entre ellos que supiese moverse en las sombras, sin duda era la mediana.

El guerrero marchó junto al resto hacia la posada. Tenía ganas de echarse a dormir hasta el amanecer.

Cae la noche en Phandalin y es hora de retiraros a vuestro alojamiento.

La sala comunal de la posada hierve en actividad a esta hora, varios de sus parroquianos llaman vuestra atención: Un viejo granjero bebiendo solo en la barra, una camarera que parece bastante deslenguada, un hombre lleno de hollín que intercambia algunas palabras con el viejo en tono distendido, una mujer que parece también dueña del local con su hijo revoloteando, una mujer gruesa que parece llevar varias jarras de más.

Toblen y sus empleados atienden de forma diligente a sus clientes, con bastante seriedad.

Con dinero en los bolsillos, ahora sí, Gustav paga el alojamiento y se regala una buena cena para recuperar fuerzas. Luego, apoyado tranquilo contra un costado, el humano noble se dedica a observar a los diferentes parroquianos mientras escucha las diversas conversaciones con interés por conocer los últimos entresijos del pueblo.

Aunque a Kwame le apetecía descansar, solía dormir mejor con el estómago lleno, así que siguió el ejemplo de Gustav y pidió una cerveza y algo de carne ahumada.

Se colocó en la barra, cerca de aquel viejo granjero. El guerrero no era especialmente hábil en el arte de la conversación, pero aún así aprovechó para hablar con el anciano. Le seguía dando vueltas a ese tema de la Marca Roja que tenía atemorizada a la población. Quizá podría averiguar algo más de los lugareños.

-Buenas noches tenga usted-comenzó diciéndole-. Mis compañeros y yo acabamos de llegar a Phandalin, y ciertamente esta ciudad parece un lugar tranquilo y agradable. ¿Se vive bien aquí?

¿Aventureros, no? - Pregunta el granjero con cierto tono ebrio, aunque amable.

Mi nombre es Narth y... ¿El tuyo? - el viejo se dirige a Kwame aunque observa de soslayo al resto del grupo.

Gustav logra atisbar que varias personas están hablando sobre la Marca Roja y no especialmente bien. Algunos parecen asustados y otros indignados.

Gundar saboreó con ganas la jarra de cerveza que le sirvieron, luego se bebió otra mientras disfrutaba de la cena. Mucho más suculenta que las raciones de viaje que habían tenido hasta el momento.

Sus compañeros parecían interesados en socializar o escuchar rumores. Pero eso no le interesaba ahora mismo al enano. Después de aquello iría a descansar y ya la mañana traería nuevas. De todas formas Gundar no era mucho de tomar iniciativas, a menos que se tratara de combatir, así que dejó a los más duchos en el tema y esperaría a que le dijeran algo.

-Mi nombre es Kwame-respondió al viejo con la boca llena-. Efectivamente, somos aventureros. Es usted avispado. Fuimos contratados para escoltar un carro de suministros, pero tuvimos problemas durante el camino. Por eso esperaba que, al menos aquí, encontrásemos un poco de tranquilidad.

¡Je, je! Estos ancianos ojos han visto muchas cosas, hijo - responde afablemente.

Éste lugar era apacible y tranquilo hasta que hace dos mese esos Marca Roja tomaron la ciudad - su tono al mencionar la Marca Roja se endurece considerablemente. No os cuesta percataros de que Toblen da un respingo al oír a Narth mencionar a dicho grupo.

¿Sabes? - continúa el anciano tratando de cambiar de tema -. La Hermana Garaele también se embarcó en una aventura, o eso se dice, fuera de la ciudad. Regresó malherida y exhausta. Quizá esos goblins de los que hablas tengan algo que ver con eso. La Hermana supervisa el Santuario de la Suerte aquí en Phandalin.

-Sí, he oído hablar de esos tipos de la Marca Roja. Quizá alguien no tarde en poner en su sitio a esos bellacos...

Kwame se limpió la boca con el dorso de la mano y apuró la jarra de cerveza.

-Gracias por la conversación, Narth. Es muy posible que haga una visita al santuario para intercambiar impresiones con la Hermana Garaele. Ahora, si me disculpa, me retiro a descansar. Que pase una buena noche.

El guerrero pagó lo consumido y se encaminó hacia la habitación.

Gustav asiente a Kwame cuando éste comenta lo de visitar el santuario. Después de todo, necesitan aliados. Dándole vueltas a la cabeza sobre los diversos problemas que acucian al municipio, el humano de la gran hacha se despide de sus compañeros cuando llega el momento de acostarse:

-Mañana les espero a primera hora, señores. Hay mucho trabajo por delante.

Soveliss había estado acompañando al grupo en silencio. Las interacciones sociales era algo que siempre le había resultado complicado, no terminaba de entender bien los sentimientos que se escondían detrás de los rostros de los demás. Ver como sus nuevos compañero interactuaban entre ellos o con los demás era un ejercicio estimulante y una fuente de aprendizaje. Cuando llegaron a la posada, el elfo se sentó en la barra junto al enano. Divina pareja. Cenaba en silencio, disfrutando de una comida caliente y una cerveza. Curioso sabor la cerveza, no la había probado antes. Él era más de zumos y bebidas no alcohólicas pero tampoco quería causar una molestia o un enfrentamiento con aquel tabernero así que se bebió la cerveza a sorbos breves. 

Cuando el granjero habló de la sacerdotisa, el elfo se giró en redondo. - ¿La Hermana Garaele? - preguntó con preocupación en la voz. - ¿Podría decirme donde se encuentra? - añadió levantándose como si tuviese un resorte en el culo. Tenía que ver a la hermana y cuanto antes mejor. Sobre todo si estaba malherida. 

¿Eh? - dijo Narth sorprendido ante la intervención del elfo.

Como le he dicho a tu compañero, la Hermana Garaele está al cuidado del Santuario de la Suerte, amigo.

El anciano casi parecía algo molesto porque el elfo no se había presentado. Además, Narth ya había dejado claro dónde se encontraba la Hermana.

A los pocos minutos de estar en la Colina de Piedra, aparece por la puerta la pequeña Lidda.

Parece absorta en sus pensamientos pero salvo eso, sana y salva.

Algunos de vosotros ya os dirigís a vuestras habitaciones, mañana apunta a ser un día largo y duro.