Partida Rol por web

- Discúlpeme, pero estoy muy nervioso. - Exclama el asiático, que se levanta de la silla, pero sin ir a ninguna parte. Parece confuso, sin saber muy bien qué hacer ante la crudeza de la noticia. - No conozco su obra, Srta. Krilov. Ruego no me lo tenga en cuenta, pero... Pero ¿qué le ha pasado a mi amo, el Sr. Bright? ¿Puede alguien contarme qué ha ocurrido? Oh, Dios mío... ¡Sr. Bright! - De nuevo, el Sr. Han se sienta en su silla y toma un sorbo de té.

Ay Dios. Nuestra monjita como siempre tomando las riendas en exceso. Se ha pasado de frenada. E Irina, aunque intenta arreglar el desaguisado, no parece estar consiguiéndolo. Aunque me parece curioso que un chino no entienda su propio idioma… Igual es de una zona remota del país.

-Señor Han, disculpe nuestras malas maneras- inicio mi discursito. Tal vez usando el vínculo masculino que todos los hombres en el fondo tenemos ahí enterrado, pueda reconducir este desastre monumental. Me siento delante de él, de la forma más relajada posible, pero sin pasarme. Creo firmemente en la lógica del antropólogo Frazer de la mimética de la conducta. Si yo estoy relajado, el que tengo delante acabará cediendo también.

-El señor Bright falleció de forma violenta mientras usted estaba ausente, pero aún no sabemos quién ha sido. Como han dicho la Hermana Godden y la señorita Krilov, estamos intentando averiguar qué le pasó realmente y porqué. Todos los presentes apreciábamos al señor Bright. Era un hombre… generoso y de ideas avanzadas. Necesitamos que nos ayude a encontrar a su asesino. ¿Cree que puede hacer eso por su jefe?

El tipo menudo se toma unos segundos en silencio, hasta que levanta la mirada y exclama: - De acuerdo, ¿qué quieren saber?

Me reservo la información obtenida para cuando estemos nosotros solos. Ya era un avance. Pero ya que este señor se mostraba tan colaborativo, no era plan de despreciar su ayuda, por muy mala que pudiera ser.

-¿Qué recuerda usted, qué puede contarnos? Cualquier detalle puede sernos de ayuda en nuestras pesquisas -después ya pensarían si era correcto o trataba de engañarnos de algún modo.

- Ya se lo he contado todo. - Dice, dirigiendo la mirada al profesor. - Todo transcurría con normalidad en casa, salvo la llamativa decisión del Sr. Bright de mandarme a mí a Filadelfia en lugar de ir él, pero eso ya se lo he dicho. No sé qué más decirles, señores... y señoritas, por supuesto - Afirma corrigiéndose a sí mismo juntando las palmas de las manos y con un fugaz atisbo de culpa. -, salvo que mi amo quisiera descansar unos días y estar tranquilo en casa. Él era un hombre pudiente, pero siempre comprometido con el progreso y tendiendo su mano a los más necesitados y, en general, a la ciudad de Nueva York. ¿Fue... asesinado? Sus ideas políticas no gustaban a todo el mundo. Ya saben, el tema de control de natalidad, educación para todos, rehabilitación de criminales, derechos sociales... Son asuntos muy actuales. Generaban controversia entre las clases más conservadoras, pero siempre ha sido así. Recibía cartas de odio anónimas de vez en cuando, pero él me ordenaba que las quemase, y así hacía. Esas cosas son habituales entre las personalidades con gran influencia social, ¿saben?

El Sr. Han hace una breve pausa tras la cual, da una pequeña palmada sobre su muslo derecho.

- Y eso es todo. ¿Qué más necesitan de mí? Le conocí en Oriente hace unos cuatro años durante uno de los viajes que solía hacer el Sr. Bright. Eso es todo. - Repite.

- ¿En Birmania, señor Han? - Le pregunté en referencia al lugar de Oriente donde dice que se conocieron. - Usted es natural de allí, ¿verdad? Un país interesante.

Mi intervención quiso ser más de ayuda a aquellos que como la hermana Flora no tenían muy clara la procedencia del mayordomo, y así evitar otro momento embarazoso. 

- Ehhh... Sí, bueno... Provengo de Oriente como dije, señorita. - Afirma secamente.

Flora traga saliva y asiente con la cabeza en dirección a Irina.

- ¿Es probable que esas cartas de odio u otro tipo de amenaza tuviesen un patrón que se repitiese o quizá sepa usted de alguien o algún colectivo que estuviese enemistado con el señor Bright de manera directa?

Antes de que pueda responder, la Hermana levanta un dedo para añadir algo.

- Ha mencionado una amiga del señor Bright que él solía enviar a este tipo de eventos. ¿Puede hablarnos un poco más de ella? ¿Sabe usted por qué no pudo asistir ella y hubo de enviarle a usted en su lugar?

- ¿La Señorita Thornton? Es una simpática dama. Periodista. Mmm... - Aquí duda unos segundos, levantando la mirada a una esquina de la habitación tratando de recordar. - New York Morning Mail. Ahí es donde ella escribe. Ehhh... - Otros segundos de duda, tras los que una nueva palmada en su pierna derecha le hace arrancar de nuevo. - Supongo que ya no importa mucho... Ella y el Sr. Bright eran compañeros románticos. Su relación era... ¿Cómo definirlo? "Ahora sí, ahora no, ahora sí, ahora no...". No sé porqué no fue ella la que acudió a Filadelfia. Como digo, supongo que el Sr. Bright quería en realidad estar un tiempo solo en casa. Sobre esas cartas, no puedo ayudarle. Nunca las leía personalmente. No me parece correcto leer las cartas de mi amo. Sí le puedo asegurar que personalidades políticas,  de la cultura y de otros ámbitos siempre reciben cartas de este tipo. En concreto, supongo que el honesto apoyo que mi amo ofrecía para tener una ciudad limpia, segura y educada levantaba ampollas entre gente con baja moral.

Escucho con atención la conversación.

-¿Guarda alguna de esas cartas por un casual, señor Han? Nos gustaría poder revisarlas y ver si alguna nos da alguna pista más que nos conduzca a su asesino...- digo en el tono más profesional que puedo. Definitivamente, este caso es una enorme catástrofe. Nada es lo que parece y nadie es quien dice ser. El asesino o asesina fue invitado a entrar. El asesinado probablemente era un justiciero callejero como en esos cómics infantiles que se están publicando últimamente. Y el culpable no es el mayordomo chino, pero que no es chino. Y luego está la periodista con la historia tormentosa de amor con el asesinado. No falta de nada, desde luego.

"Centrémonos, primero las cartas y la casa. Luego, la periodista. Por orden de estratos, capa a capa hasta llegar al fondo de todo. Recuerda tu formación", me riño a mí mismo, mentalmente. “Hay que aprovechar que ahora hay menos gente deambulando y menos ojos para poder revisarlo todo con más detenimiento…”

Leroy ha dado en el clavo, quizá el mayordomo sea demasiado recatado para leerlas, pero sabiendo que hay un crimen por resolver, quizá nos permita leerlas a nosotros. En cualquier caso, el mayordomo parece tener la coartada perfecta y reacciona de manera completamente genuina, aunque hay algo que no encaja, el hecho de que ni siquiera el abogado de la familia supiese dónde se encontraba el Sr. Han.

- Estaríamos muy agradecidos y seguro que esas cartas nos ayudan a atrapar al culpable, señor Han. También nos sería de gran ayuda si nos pone usted en el camino correcto para llegar hasta la señorita Thorton. Entiendo que usted la conoce.

- No, señor. - Responde al Sr. Currie. - Como dije, las quemaba todas. No queda ninguna. Respecto a miss Thornton, - dice ahora ante la petición de la Srta. Godden - supongo que la podrán encontrar en su periódico.

- Entonces, esa mujer es nuestro siguiente paso, supongo.

Me rasqué la cabeza. La tenía tan caliente de pensar que hasta el pañuelo me molestaba.

- Ahora,si me disculpan... - El desolado asiático se levanta e invita con sus gestos a abandonar la residencia del fallecido Sr. Bright. - Creo... Creo que debo ver qué hacer... - El Sr. Han recoge todas las tazas servidas a los investigadores.

Las imprentas de los periódicos funcionan la noche entera a cotrarreloj. Quizá podamos lamar por teléfono, allí el editor tendrá la información de todos los escritores para cambios de última hora.

Finalmente pude comentar lo que me había costado callar hacía un rato, mientras manteníamos la conversación.

-Tengo que decir que mientras hablábamos con él, he podido observar algo. Giré el programa de la conferencia que nos ha ofrecido el Sr. Han, y me fijé en que las conferencias de las Srta. Margaret Sanger forman parte de una gira por la costa este, aunque no se acercan a Nueva York. Las ciudades que visitará después de Filadelfia son Wilmington, Delaware y Harrisburg, Pennsylvania. En el folleto figuran los salones donde tendrán lugar, junto con su dirección y número de teléfono. ¡Así que creo que algunos datos sí los tenemos!