Partida Rol por web

El trayecto hasta Mil Islas es corto, aunque en el último tramo el tiempo se dilata sobremanera a causa de las innumerables curvas cerradas que ponen a prueba vuestros estómagos y la dirección del coche. El único divertimento a bordo del vehículo es ver los frondosos setos que alejan las lujosas villas de las miradas de curiosos.

Al final, arribáis a la casa de verano de la Familia Bright. El ama de llaves principal de los Bright, una rolliza señora con los tobillos algo hinchados pero que parece moverse con una soltura inusitada a pesar de sus dimensiones, acude a abrir la verja de la entrada y tras una formal presentación, se presenta como Elsa Bailey. Jennings telefoneó hace unas horas y ya esperaba la visita de los investigadores, así que cualquier cosa que necesiten, no tienen más que pedísela a ella. Recalca que la familia no se encuentra ahora mismo en la residencia, así que debe mantener la vivienda cerrada, pero que quizá les pueda ser de utilidad husmear por los alrededores.

La casa es una construcción de estilo español y color crema. Tiene unas cristaleras señoriales y un cuidado jardín con una elegante fuente en el centro. Tras la casa se divisan dos varaderos que dan al río. Uno de ellos es de grandes dimensiones, y parece haber suplantado al segundo, un poco más lejano, más pequeño y viejo.

En cuanto llegamos al sitio me falta tiempo para estirar las piernas nada más salir del vehículo. Qué mareo de carretera. Me ha faltado poco para no vomitar por la ventana y eso que soy un hombre curtido en viajes por caminos de cabras y sinuosidades de todo “tipo”. Una vez he recuperado la movilidad de mis piernas me acerco, con paso firme y largas zancadas, a la mujer que nos recibe.

-Buenas, soy Leroy Currie- entrechoco la mano con la señora, con confianza y energía, y lo acompaño de una de mis mejores sonrisas anchas –Ellos sin mis estimables compañeros la Srta. Krilov, la hermana Godden y el buen profesor Brush. Un placer – le dedico otra sonrisa del mismo estilo, ahí, con confianza subida al máximo.

-No hay problema. Sólo echaremos una ojeadita, por si hubiera algo que nos pudiera ayudar en nuestra ardua tarea.

- Como deseen. - Responde Elsa, apartándose hacia atrás con una sonrisa y dejándoos hacer.

Saludé con un cortés ademán, observando ya desde nuestra llegada todo lo que nos rodeaba, pues quizá podría ser útil.

-Es una pena no poder entrar -dejo caer- , pues la vivienda seguro que posee innumerables tesoros artísticos que serían bien valorados por un fanático del arte como yo. ¿No sería posible dar un pequeño paseo por el interior?

Había que intentarlo, y eso hacía. De todos modos seguí mirando atento a lo que pudiese observar.

- Lo siento. - Dice Elsa, reafirmando la negativa. - Para su alivio, les diré que como Jennings me avisó del motivo de su llegada, les puedo aclarar que el Sr. Addison llevaba varios meses sin venir a Mil Islas, y cuando lo hizo la semana pasada, sólo fue para ir al viejo varadero. - Dice señalando hacia el mismo. - Pueden visitarlo si así lo necesitan. ¿Tienen alguna pregunta más?

-No, gracias, señora Bailey. Nos daremos un paseo e iremos a visitar el varadero. La avisaremos cuando nos marchemos- intervengo, con una sonrisa de las mías. Cuanto antes se marche la mujer, mejor para nuestras pesquisas.

-¿Me hace los honores profesor?- le hago un gesto educado de “pase usted primero” en plan amigos- Señoras… el varadero nos está esperando.

Elsa asiente con la cabeza y se marcha a seguir con su trabajo en una de las terrazas para té ubicadas en el jardín, y vosotros seguís la senda hacia el viejo varadero.

La construcción de madera del viejo varadero muestra de forma clara los efectos del desuso. Sus maderas ya dejaron de ser mantenidas con los aceites especiales que requieren y el exterior se muestra agrietado e hinchado, la pintura está cuarteada y por los alrededores han crecido arbustos de toda índole. Sus dimensiones son de unos ocho metros de largo por cinco o seis de ancho. Únicamente cuenta con una ventana llena de polvo en el lado del río. El portón de la entrada está cerrado con una extraña cerradura más moderna que el mismo varadero.

Irina se acerca con sus sagaces ojos. Identifica la cerradura como un candado de combinación del que sale un diminuto cable que certifica que la cerradura está electrificada.

Maldición. Cuando Irina intenta forzar la cerradura, ve que hay un cable eléctrico. Me acerco para ver si puedo desconectarlo y facilitar la entrada en la caseta. No iba mal hasta que me he llevado un rampazo de tres pares de narices.

-Auch. Pues nada, que no es mi día- me chupo el dedo que se ha llevado mayormente el chispazo.

-¿Alguien lleva una navaja suiza o algo para cortar el puñetero cable?- no pienso tener más contemplaciones con este tema. Se corta y a tomar por...

La frase de Leroy se interrumpe cuando ve que el cerrojo humea. Se ha quemado, dejando constancia de ello en su mano.

La puerta se abre con facilidad, revelando un interior cubierto por una espesa capa de polvo. Destaca, bajo los rayos de luz que entran por la ventana y muestran una nube de mosquitos revoloteando, una mesa espolvoreada con limaduras de plomo junto a engranajes y diales varios. También unas tenazas de joyería y planos de detalles concretos de algún tipo de maquinaria con la escritura cada vez más temblorosa del Sr. Bright.

Bueno, vale, a veces ser un “manitas” es útil. No ha salido como yo esperaba, lo reconozco, pero al menos se ha abierto la puerta. Ya es algo. Negaré toda evidencia de que haya sido fruto del azar y la torpeza.

Entro en el interior de la caseta de madera y me pongo a rebuscar esa posible “arma” o una pista al respecto. Ya que hemos quebrantado la ley, que al menos sirva para algo, digo yo.

Las limaduras de plomo te recuerdan a la punta de la jabalina con la que el Sr. Bright fue atravesado en su domicilio, y junto con los engranajes, parece que es el lugar donde se fabricó la trampa que acabó con la vida de Addison Bright. ¿Quiés estuvo aquí fabricando la trampa? ¿Acaso fue el propio Addison?

El resto del varadero no ofrece ninguna pista más. Únicamente polvo e insectos.

-Bendita sea tu habilidad. Si estás bien continuamos, después procuraremos que te restablezcas... A ver qué hallamos aquí.

Entro con los demás, y tambien observo lo que nos rodea. Muchos ojos ven más que solo un par, y quizás podríamos encontrar algo útil en ese lugar. 

No era yo muy fan de quebrantar la ley y entrar en propiedades ajenas, pero dadas las circunstancias, creo que la licencia estaba permitida. Necesitábamos averiguar cosas que estaba claro que no iban a contarnos por las buenas... así que mejor clamar a la suerte y que nos fuese propicia una vez más.