Partida Rol por web

El interludio en el camarote del capitan fue demasiado rápido para las intenciones de Abrojos. Estaba claro que la guerrera solo quería revisar el lugar y la busqueda fue tan infructuosa como los avances del viejo mercenario. Una vez que salieron y ante la demora de los trasgos, el picaro decide que el tambien va a bajar - Yo voy a buscar uno de esos equipos de escalado que nombró Dork - informa - Acaso tu no quieres algun arma? -

Le gustaba el estilo Lupín. Tenía un toque de galantería, si bien le daba la sensación de que al igual que el resto de sus compañeros solamente la presencia de su katana evitaba que la incluyesen como parte del botín. Ya tengo mas armas de las que puedo usar, pero bueno, bajemos a ver que se cuece. Comenzaba a preguntarse por qué los Trasgos tardaban tanto, incluso empezó a preocuparse. Por ello dejó que Lupín bajase las escaleras antes de incorporarse para seguir sus pasos mientras permanecía alerta con sus cinco sentidos.

Echado en una hamaca atravesada de lado a lado de la bodega que había construido con un saco viejo y una cuerda, Pikard esperaba en la bodega junto a su lobo. 

-Hola.-Saludó alzando la mano.-¿Alguna otra novedad?

En la bodega hay muchas armas: una ballesta, un par de lanzas, mazas, martillos y dagas. Drusilda encuentra un buen escudo de madera. Por otro lado, en un bulto hay varios centenares de pies de cuerda con algunos garfios. Incluso hay tres arietes portátiles.

En el suelo hay una bolsa con antorchas que también tiene cuatro cetros solares. También hay un cofre mediano cerrado con llave.

Arriba, los mercenarios del Calamar están poniéndose cómodos para pasar lo que queda de noche y Dork parece tener la misma intención.

Bueno! Preparemos algo de cenar. Drusilda empieza a rebuscar tratando de localizar alguna barrica con efluvios etilicos y quizas algo de carne aunque sea seca. Finalmente tiene que conformarse con un vino algo rancio y pesacado en salazón que comparte con todo aquel que desea echarse algo al estomago. Durante la cena, y un poco ebria pregunta a sus compañeros... Y bien? Vamos a poner en común los botines encontrados? Preferis hacerlo así a partir de ahora y este no se pone en común? o Cada uno a lo suyo ahora y siempre?

-Por mi parte casi mejor los ponemos en comun.-Respondio el goblin.-Asi evitamos suspicacias. 

Abrojos observó con cuidado los objetos y finalmente tomó un cetro solar - Yo me guardaría uno de estos, para los que no ven en la oscuridad pueden ser una gran ayuda. Ilumninan lo mismo que una linterna. Pero a diferencia de las linternas no se rompen - se explicó, guardándolo en su morral y antes de acercarse al cofre para observarlo con cuidado. Lentamente palpó la tapa y los laterales antes de sacar de su mochila, casi sin darse cuenta, un set de extrañas herramientas puntiagudas - A ver si podemos descubrir que hay por acá - musito mientras sus habiles dedos utilizaban las herramientas en la cerradura - Por cierto, si quieren compartir, adelante. Yo encontré un par de pociones de curación minima. Me gustaría quedarme una, pero la otra puede llevarla cualquiera de Uds, despues de todo son ideales para estabilizar a un compañero. Ah, y con la compañera encontramos una estatua que no sabemos cuanto puede valer, pero que creo vale la pena llevarnos para ver si es valiosa o no -

Perfecto! Yo tampoco quiero tener suspicacias. Ya estamos tres para compartir. A ver que dicen los demás. Sube a por su mochila y entra en el camarote del capitán. Coge su mochila y los mapas de la mesa y regresa. Encontré un objeto que quizás sea mágico... aún no lo he probado - dice mientras saca el brillante catalejo - además de estos mapas que nos vendrán muy bien en tierra. Creo que habría que compartir todo, las pociones las dejamos comunes para el que las necesite, y el resto como el cetro, catalejo, etc lo dejamos en el fondo común y que los use quien quiera hasta que repartamos. Cuando repartamos el botín para venderlo, si alguien quiere el cetro por ejemplo, lo dice y se lo queda como pago en especie.

A mi me da igual llevar cetro como que no, si hace falta lucho a una mano y con la otra el cetro.

Abrojos comprueba que no hay trampas y tras trastear un poco tomándose todo el tiempo necesario abre el cofre. Lo que ven dentro les sorprende: está lleno de diversos objetos de arte. Hay un gran tapiz con brillantes colores que representa a dos reinos humanos enfrentándose en una batalla en la que abundan las flechas. También hay dos estatuas de guerreros hechas en marfil, una jarra de plata y el retrato de un noble, enmarcado en madera negra.

Probablemente sean los restos de un cargamento de contrabando, o del abordaje de algún barco mercante.

Drusilda al buscar agua descubre lo que los trasgos ya habían notado: hay abundante comida, pero no hay barriles con agua. Deben de haber saboteado las reservas o las cargarían en el bote antes de huír.

Dork está en la oscuridad, tumbado sobre unos sacos que había junto a unas grandes cajas, se mueve un par de veces buscando la posición más cómoda, a su lado las botas húmedas por el mar y manchadas con la sangre del marinero. Una vez encuentra la forma de colocarse, sus pensamientos se desplazan hacia el pasado, hacia algunas de las peleas de callejón, alguna de las chicas del muelle, el cuerpo de drusilda, esclavas en los muelles, barcos al atardecer, borracheras, trasgos, cerveza, carne, vino derramándose, sangre en el suelo, la cara de su madre... Dork baja su mano, palpa su daga y finalmente se duerme.

En un momento de tranquilidad subo a cubierta con el catalejo. Me oriento hacia el este, donde debería de estar Luskan y hago como que uso el catalejo pero sin mirar por el ni acercarlo al ojo. Busco a un vulgar marinero y le indico que me ha parecido ver tierra ofreciendole el catalejo para que lo use y me diga su opinión. Una vez el marinero lo haya usado, si no chilla de dolor ni se queda ciego, ni nada de eso, procedo a usarlo.

- Las dejamos comunes? - Lupin mira sorprendido a la guerrera - Y eso que significa? Alguien lo tiene que llevar, no? Si quieren podemos registrar quien tiene que para poder repartirnos las monedas de lo que vendamos cuando consigamos vender los objetos, pero hasta ese momento deberemos repartirnos la carga... y si es necesario usar los objetos, para eso están. Seguro nadie quiere uno de esos cetros? sino me los guardaré todos yo! - Mientras habla, consigue abrir el baul y observa el contenido complacido. Por un momento mira el tamaño del baul y su morral antes de menear la cabeza - Quizas consiga que entre - explica - Pero deberé sacar otras cosas, es muy grande. Pero creo que podemos llevar estas - agrega mientras toma las estatuas de los guerreros y la jarra de plata y las deja caer dentro del morral - Son monedas para repartir - explica

Bien, yo llevaré un cetro, mapas y el catalejo. Si quereis puedo llevar mas cosas. ¿Qué pasa con el agua?

- Yo tengo agua para un par de días. Puedo compartir algo contigo - El picaro guiño uno de sus ojos pícaramente mientras tomaba el cuadro del noble y, contra todo pronóstico, conseguía ponerlo, también en su morral mágico - Y en mi morral, si hjace falta, tambien hay algo de sitio - - Por cierto, esos mapas son de la zona? Podriamos preguntarle a la capitana para saber si nos servirán cuando desembarquemos -

La capitana y la mayoría de los marineros continúan trabajando después de que los mercenarios hayan terminado el saqueo del barco, hayan cenado y preparado sus cosas para descansar. El humor de la capitana parece empeorar por momentos.

Al menos, el tiempo ha mejorado radicalmente. No hay viento ni lluvia; ni siquiera hace tanto frío como venía haciendo. Pasada la tempestad, ha llegado la calma.

Todos se han ganado unas horas de sueño y las necesitan. Disfrutando de los rincones secos y cálidos de este nuevo barco y del benévolo clima, los mercenarios duermen lo que queda de noche.

Cuando llega la mañana, el buen tiempo continúa. Luce el sol, sin una sola nube a la vista, sobre los tripulantes. Casi no hace frío.

Para los mercenarios, ese amanecer es causa de alegría, pero los más perceptivos en seguida notan que algo anda mal. Las velas están echadas, pero el barco no se mueve lo más mínimo. De hecho, permanecer de pie sin moverse casi causa mareos: la nave ni siquiera ondea con las olas. No hay olas. Ni la menor brizna de aire hace ondear las telas. Se haya arreglado el timón o no, supone poca diferencia sin fuerza impulsora.

Los marineros no están trabajando, sino refunfuñan o se lamentan, sentados con expresión desesperada. Mirar por la borda muestra un mar tan estático como el de un lago y, preocupantemente, decenas de aletas de tiburón haciendo círculos. Los escualos todavía están esperando por más comida.

Horas trabajando y cuando consigo arreglar el timón ¿qué me encuentro?

Se queja la capitana, liberando su frustración con los mercenarios.

Calma muerta: la pesadilla del marino. Ninguna corriente, nada de viento... millas y millas de mar muerto de las que no hay manera de salir. Si no cambia el tiempo pronto, nos quedaremos sin agua y provisiones.

La mujer es demasiado práctica como para insistir en el peor panorama posible. Lo que los tripulantes querrían oír es que en unas horas estarán en puerto, pero la tormenta y flotar a la deriva sin timón toda la noche les ha alejado de la ruta, y por el momento no hay forma de corregirlo.