Partida Rol por web

A veces tardaba minutos, otras horas, pero siempre reaparecía. Y tan rápido como se había alejado, había vuelto, como una ligera brisa cargada de cierto hedor a la muerte. Cualquiera que observara no se percataría de ningún cambio, tal vez un muy ligero descenso de la temperatura, o tal vez el temblor por unos instantes de ese envoltorio de caramelos arrojado con indiferencia hacía rato, pero lo que solo se percatarían con seguridad es que ni un solo animal emitía ruido alguno durante ese lapso, como si ellos se dieran cuenta que algo más antiguo que el mismo tiempo volvía su atención a esa zona y no quisieran llamarle la atención, poniendo sus inexistentes ojos sobre ellos, interrumpiendo con ello su último hálito de vida.

-Vaya... Que desperdicio Hiroshi, creo que pedir una ambulancia para la chica es perder el tiempo, salvo que sepan traer a los muertos a la vida. ¿Quién sabe? Esta ciudad es rara pero me siento casi poco antes de conocernos... Esta tensión casi magnética es como cuando está a punto de comenzar una tormenta que no termina de estallar -dice mientras observa el cadáver de la mujer, a apenas un palmo de ella y del otro, algo que sabe que a Hiroshi le molesta mucho y no para de decirle que "no invada el espacio personal de la gente". Como si pudieran verlo...

-Oh, pensé que sugerías llamar a una ambulancia no que lo estuvieras haciéndolo -dice al momento que parece volver su atención a su eterno compañero- ¿Eres consciente de que te harán muchas preguntas? Tal vez atraigas intenciones no deseadas, tal vez deberías de dejar a estos dos a su suerte en vez de poner en peligro lo que nos ha traído hasta aquí. Si la policía indaga demasiado igual te encarcelan y sin tu medicación ya sabes que ocurrirá la primera noche, nada demasiado agradable casi seguro. Qué me dices, ¿nos vamos y dejas lo de buen samaritano para otro momento?

Hiroshi notaba el hambre voraz del ser, un hambre que ningún alma podría saciar jamás. Necesitaba almas, lo sabía, y tanta negatividad, tanta muerte sin sentido, aumentaba esa voracidad. No era algo que viera en él, ni siquiera se lo había dicho, lo sabía porque compartía ese hambre con el Segador. Si había algo que temiera más que perder a su familia, era perder algún día todo control sobre sí mismo y su compañero dejara de ser "civilizado". Su peor pesadilla antes de los sueños sin sueños era como ese hambre devoraba trozo a trozo a los suyos, pedazo a pedazo, como si sorbiese la médula de quienes amaba, todavía en vida, condenando sus almas a un tormento sin fin. Hiroshi ya no era las puertas de un maelstrom, él era el mismísimo Maelstrom y eso le aterrorizaba más que cualquier ser que acechara en esa ciudad maldita.

Una mirada sobre el móvil para comprobar el número de llamada fue el momento de máxima atención que el joven consiguió por parte de Marc. No prestó ninguna atención a sus gestos, a su actitud o las variaciones de su rostro que indicaban parte del estado de ánimo que iba teniendo según hablaba y escuchaba.

Sus intentos por llamar la atención de Marc apenas consiguieron nada.

La han matado.

Fue todo lo que dijo, pero no hizo falta mucho más para descubrir que el tono era un fiel reflejo de su rostro, angustiado y perdido.

Comenzó a caminar con ritmo deslabazado hasta que llegó a un camión de reparto de bebidas, levantó la mirada hacia el vehículo, parpadeó para apartar la humedad de los mismos. Terminó por sentarse en el suelo, justo al lado de la rueda, sosteniendo el cuerpo de la mujer más pegado al suyo.

Quería decirle que la ayudaría, que saldría adelante, que tenía que seguir luchando, como tantas noches había hecho durante los últimos tiempos, ella la escuchaba, él estaba convencido, por eso le había pedido ayuda... y ahora... !Ni siquiera tiene cara por Dios! Movió la cabeza hacia atrás hasta golpear la parte superior de la rueda y sus ojos enfocaron al cielo nocturno !Joder! !Joder! !Joder! Gritó lleno de rabia y frustración...

La sensación de haberle fallado era devastadora.

Hiroshi asistía al lamento del desconocido sin saber que debía hacer. Todo consuelo que pudiera dar no serviría de nada, no en aquellos momentos. Lo único que podía hacer era permanecer al teléfono, esperando a que la ayuda llegara pronto y no dejarlo solo. Había dicho que la habían matado...

-Creo... creo que debería de venir la policía. Está diciendo algo de que la han matado y... parece algo ido, no se que puedo hacer -pero sus ojos no dejaban de escudriñar en la oscuridad, si les habían atacado tal vez estuvieran cerca, o tal vez volvieran para terminar lo que habían empezado. O tal vez fueran imaginaciones suyas, quizás un accidente de coche, un conductor borracho.

-Puedo intentar hablar con él pero... le sangran los oídos, y dice que no oye nada -fija sus ojos en el hombre, acuclillándose delante de él, a un par de pasos, hablando lento y bastante alto, esperando que así pudiera distinguir las palabras que decía- ¿¡Les-han-atacado?! ¿¡Están-cerca?! 

Acabó llegando la ambulancia a los pocos minutos. Hiroshi no logró arrancar de los labios del chico rubio ni una sola palabra, solo era palpable el amor y el cariño con el cual recogía el cuerpo de la mujer entre sus brazos. Estaba deshecho, hundido, desesperado...

Quizás demasiado. 

Una farola parpadeó en las inmediaciones cuando los enfermeros bajaron del vehículo, acercándose al grupo, teniendo que ser Hiroshi el que primero hablase con ellos. Se llevaron a Marc y a la mujer a la cual aun no se le veía el rostro a la parte trasera y le preguntaron al joven que había llamado si quería ir con ellos, pero en la parte delantera.

Tres minutos después, las ruedas de la ambulancia estaban de nuevo en marcha, para trasladarlos al hospital más cercano. Uno que Marc reconocía perfectamente, por haber estado al lado ese mismo día, en la zona de urgencias. 

La policía preguntó tanto a Hiroshi como a Marc cuando estuvieron a solas, tras ser atendido este último lo que había sucedido* y solo tras estar seguros de tenerlo todo atado, con los datos tomados, se marcharon. 

Eran casi las 4 de la mañana, y la noche caía como una losa pesada entre las luces fosforescentes de la sala de curas donde ambos se encontraban, pues se habían llevado a la mujer a otra parte.  

-Segundos antes de que la luz fallase en aquella farola- 

Había un árbol, un roble seco que no recordabas, pero estaba ahí. 

tsss, tsssss, aquí- Lo escuchaste. Una figura menuda, encorvada estaba a la sombra del árbol. Miraste alrededor para cerciorarte de que no había trampas ni peligros, pero en ese barrio...bueno, en cualquier lado de esa ciudad había peligros si sabías mirar bien. - Si, tu, el mago-la voz estaba cascada, y pudiste oler la carne podrida, la ligera pizca de azufre desde donde estabas.

Mi nombre es Arak...- la sombra se desdibujó en el aire por un segundo, danzando entre la oscuridad como si fuese una mala conexión de la televisión que ondulaba las imágenes durante un momento apenas perceptible. - y tu eres Marc y ella, Amalia- se rió por lo bajo con la voz seca- pero no te enfades...podemos ser amigos...podemos llevarnos bien...ven, ven aquí...necesito que vengas para poder darte lo que vienes a buscar, yo no puedo moverme fuera de esa sombra- abrió los brazos y se asomó al borde de la luz de una farola, encontrándote con un anciano desgarbado, enjuto y arrugado cuyas arrugas parecían ríos con cientos de afluentes rodeados por blancos cabellos de aspecto sedoso. La cabeza era abultada, pero estaba tapada con una capa raída. 

No tengas miedo niño, yo no pretendo hacerte nada- su voz sonaba extrañamente amable, de las que te hacen confiar.- Puedo ofrecerte un trato, te la traeré de vuelta, porque aun no se ha ido muy lejos, si a cambio, agradecería mucho la información de un muchacho de la ciudad, que trabaja en un local...solo eso, información, que te enteres de lo que hace, de como es, que estés cerca durante siete días, incluso podré decirte donde estará en unas horas. Y yo te la devolveré, entera. 

¿Aceptas? Solo tienes que darme la mano- la asomó, ofreciéndotela. 

Una vez elegida tu respuesta, el tiempo volvió a su cauce. Donde todo antes estaba parado, ahora...ahora funcionaba con una velocidad aun algo mayor. 

Cuando llegaron los de la ambulancia Hiroshi parecía ligeramente distraido, parpadeando al mirar hacia la farola para luego alternar la vista entre los de la ambulancia y el joven con el cuerpo en brazos, tardando un poco en contestar las preguntas de rigor de los sanitarios.

-No... no se que ha pasado, ni tampoco he tenido oportunidad de hacer nada, pero él parece sangrar por los oídos y ella... bueno... -suspira ligeramente triste para luego permanecer callado, un poco aparte, dejando trabajar a los paramédicos, para luego asentir a la pregunta de ir con ellos delante.

Una vez en la ambulancia se dedicó solo a mirar por la ventanilla, en silencio, echando ocasionales miradas hacia la parte de atrás donde estaban Marc y la chica. Cuando quiso darse cuenta la ambulancia parecía haber llegado a su destino, y ahora solo quedaba esperar en una de las salas de urgencias a que acudiera algún médico o, suponía él, la policía. Finalmente fueron estos últimos los que se personaron en la sala.

-¿Mi nombre? Hiroshi Ivette...

- No, no estaba presente cuando pasó, estaba en una calle paseando cuando lo vi a él, con la chica en brazos.

- Sí, fui yo el que llamó a urgencias.

-No... no vi a nadie más por allí y tampoco oí nada.

Y las preguntas sucedieron, una tras otra, con el obligatorio y rutinario intercambio de datos, el carnet, la dirección, el teléfono. Hiroshi contestaba a cada pregunta educadamente, intentando no dejar ningún detalle de lo que escasamente había podido ver y dejándose a disposición de que lo llamaran para declarar en caso necesario, pero realmente no podía hacer mucho, solo estar allí con el extraño. 

La presencia de aquel árbol, de la figura que le hablaba aumentó la sensación de irrealidad que lo inundaba desde que el sonido de aquel disparo perforó sus tímpanos... pero podía oír lo que le decía aquel viejo, con total claridad. También pudo olerlo, y eso le puso sobre aviso.

Sevilla era una ciudad oscura, una ciudad donde te podías fiar de muy pocas cosas, eso se lo había enseñado su maestro, y también su experiencia.

La tentación fue muy fuerte, a pesar de que sabía que el trato le perjudicaría, y bueno, que le perjudicara a él no era lo que le preocupaba, sino que le perjudicara a la mujer que yacía entre sus brazos... ¿cómo la traería de vuelta? ¿Cómo Amalia sana y salva? ¿Cómo la Amalia que había desgarrado el hombro de su asesino? ¿Cómo la Amalia en coma? A saber, y aunque su corazón le gritaba que aceptara, su cabeza se impuso, y rechazó el trato negando con la cabeza, su instinto le decía que Amalia saldría perjudicada si aceptaba.

La sensación de culpabilidad se acentuó, pero no podía convertirse en una persona diferente a la que había desde que llegó aquí, precisamente Amalia nunca se le hubiera perdonado.

El tratamiento fue bastante efectivo y recuperó gran parte de su sentido perdido.

Se resignó a abandonar el cuerpo de su amiga, pero finalmente no tuvo elección, y en esos momentos, no se le ocurrió pensar en lo que encontrarían.

Marc Darder... si, era la segunda vez en unas pocas horas que entraba en aquel hospital con un cuerpo en sus brazos ella es Amalia Alvar confirmó el nombre de la mujer tienen que avisar a su hija a ver si servían para algo al menos ella estaba en coma, llevaba unos meses así, en el Hospital de la Macarena aclaró iba a verla todos los días, y esta noche, cuando llegué, me dijeron que le habían dado el alta, y que la habían trasladado al edificio donde nos recogió la ambulancia hablaba despacio, apesadumbrado, distraído pero allí sólo había una especie de altar de sacrificios deberían investigarlo... y un hombre, el asesino de Amalia describió con todo detalle al tipo que había disparado el arma la encontramos cuando saliamos del edificio, en el ascensor, pero no pude hablar con ella antes de que la mataran en este punto fue algo más vago, pero cada palabra que iba pronunciado le asfixiaba un poco.

Tampoco había mucho más que decir, visto desde fuera, sonaba extraño, pero eso al mago le daba igual, estaba cansado y hundido. Le dio a la policia la dirección del lugar donde vivía y trabajaba.

En cuanto lo dejaron en paz, cogió su teléfono y llamó nuevamente a Elena sin importarle la presencia de Hiroshi a su lado... tengo que encontrarla ahora mismo no existía otra prioridad en su cabeza.

Gracias por llamar a la ambulancia.

Le dijo en voz baja mientras esperaba al tono.

Os tomaron declaración, intentando que hicieses algo mas de incapie en eso de un altar de sacrificios. Como si había cuerpos o si había pasado algo extraño. 

Elena no tardó en coger el teléfono, tampoco en hablar contigo mientras te gritaba como una posesa. Incluso el muchacho que había al lado pudo escuchar como te llamaba...Secuestrador. Asesino. Gritó tantas veces que te habían visto llevártela que no te dejaba ni hablar. Juró y perjuró que te buscaría hasta el día del juicio final solo para poder esparcir tus entrañas por el suelo. Estaba fuera de si. 

Marc no tuvo problemas en dar más detalles sobre el altar de los sacrificios. No olvidaba lo que había pasado al usar su magia, pero tenía demasiadas cosas en la cabeza como para ponerse a pensar en el lo que había sentido.

Pues todo estaba lleno de velas, era la única iluminación, el resto de ventanas o puertas estaban totalmente tapiadas empezó a describir lo que recordaba en el centro había una especie de figura pintada en la pared, llevaba una corona y una vieja túnica desgarrada intentó centrarse, pero le costaba luego había mandíbulas colgando por todos lados, pinturas de calaveras... y algunos cuencos con arroz, agua y sangre... eso era más o menos lo que había en su memoria.

Dejó que Elena gritara, que le gritara todo lo que quisiera...se tuvo que morder el labio varias veces, se le notaba que estaba haciendo un enorme esfuerzo por contenerse, pero no por no devolver los gritos a la joven del otro lado de la línea, sino por no abandonarse a los sentimientos de culpa que le aguijoneaban con cada palabra dirigida por la que conoció siendo apenas una niña.

Estoy en el hospital, aquí te espero vendría, la conocía y sabía como era, pero tenía muy claro que por teléfono no iba a conseguir que hablara con él yo no la saqué del hospital y mucho menos la he... se le quebró la voz en este punto matado estaba muerta, tenía que asumirlo... y aquella cosa del árbol... quizás... pero si crees que fui yo, ven a buscarme había sentido alivio al escuchar su voz, y nada le tranquilizaría más que verla, porque no se le olvidaba que alguien la había sacado del hospital, y le habían dado una dirección... tal vez la enfermera lo había engañado. El asesino no parecía tener la suficiente inteligencia como para hacer un plan elaborado, si hubiera querido matarla con anterioridad podía haber ido el hospital...

Demasiadas incógnitas, que no podría empezar a resolver sino conseguía recuperar algo de calma, cosa que se antojaba complicada.

-¿La ambulancia? -preguntó, con un acento que parecía ligeramente ruso, como si no terminara de entender que le querías decir con ello- Oh, eso... Bueno, era lo mínimo que podía hacer... -con un suave encogimiento de hombros, para luego apartarse un poco al empezar a hablar el hombre por el teléfono.

Mientras la conversación de Marc con su interlocutor parecía volverse un poco lóbrega él parecía distraerse mirando por una de las ventanas que tenía la habitación donde habían estado hablando con la policía no hacía demasiado, enumerando para si mismo como si proyectar con voz suave lo que dijera le ayudara a pensar o, tal vez, a intentar no prestar atención a lo que Marc hablaba por teléfono.

-Velas... una corona... una túnica desgarrada... ¿cráneos dibujados pero sí mandíbulas colgando? Arroz, agua, sangre...  Parece lo típico -breve silencio seguido de sus propios pensamientos en voz alta- Me recuerda a las películas que veía con mi hermana... pero las mandíbulas si es raro... ¿no tenían para cráneos y los dibujaban? -hablaba para sí pero no pudo evitar volverse para mirar a Marc cuando escuchó a la mujer increparle, gritarle asesino y lo que haría cuando lo encontrara, tampoco pudo evitar ver el semblante demudado tras la acusación y prefirió rehusar el contacto visual, volviendo la vista por la ventana- Y decían que era un lugar seguro... pobre chica -más que ironía había un cierto tono triste en su voz.

Te dijo que de acuerdo, que iría, que ni se te ocurriese moverte aparte de un montón más de cosas que ni si quiera comprendías. Aquello iba a ser largo y duro, un infierno probablemente. Acabó colgando y de nuevo te viste solo con tu particular compañero. 

No podía salir nada peor aquella noche. 

Al par de minutos, el móvil de Hiroshi sonó en la habitación, y no demasiado después el de Marc. 

En cuanto le suena el móvil Hiroshi parece poner gesto algo preocupado, descolgando el teléfono.

-Hiroshi, ¿hai? -escucha durante unos segundos algo que le dicen, asintiendo con la cabeza según le van hablando- Hai sama, me encargo de ello, no se preocupe... arigato -tras la rápida despedida parece que no deja tiempo a colgar la llamada para sacar un pequeño block de notas en el cual escribe unos números, arranca la hoja y te la deja al lado- Por si necesitas algo... o la policía quiere que vuelva a declarar. Siento irme así pero es urgente, para cualquier cosa... En fin, siento lo de tu amiga -y casi sin esperar respuesta destapa de nuevo el móvil, un antiguo Ericsson T-28s, llamando a alguien mientras se va a paso ligero traspasando la salida.

Marc tenía el tono normal, el que venía por defecto en su desgastado teléfono de la marca motorola, y en otras circunstancias quizás hubiera sonreído al escuchar el sonido que emitió el móvil de Hiroshi, pero hacer tal cosa era lo último que podía hacer ahora mismo.

Descolgó el suyo con expresión de infinito cansancio ¿Si? Contestó mientras asentía un poco en modo zombie a las palabras de su momentáneo e improvisado compañero. Ni siquiera se le pasó por la cabeza darle el suyo.

Su cabeza iba de Amalia a Elena, pero tenía que concentrarse en la situación de una manera un poco más global. Esperó a ver que quería la persona que lo llamaba, ¿era casualidad que hubieran sonado ambos móviles a la vez?

Era Rafalín que con voz trémula y acojonada te estaba intentando hablar- Marc, hay problemas en la calle. He visto desde la ventana del baño como han lanzado un coche por los aires, prendido en llamas!- la voz se le escapaba- no se donde estás, pero no salgas, es peligroso, escucho las sirenas cerca de mi piso- su casa no estaba muy lejos del puente de los caídos- y estamos en casa encerrados porque alguien ha entrado en el piso de al lado. 

Escuchame, por la radio avisan de incendios y vandalismo en algunos barrios, pero esto de vandalismo normal tiene poco. 

La voz de su amigo lo tranquilizó, los primeros segundos apenas escuchó lo que decía, pero el hombre que le hablaba era como una especie de ancla a la realidad para el a veces disperso mago. Su intención inicial fue la de contarle todo, la de desahogarse, pero el tono asustado hizo que cambiara de opinión, no quería cargar con una sola preocupación más al hombre que lo había apoyado desde que se conocieron.

Estoy en el hospital, pero estoy bien al menos físicamente lo estaba luego te cuento su tono intentó ser despreocupado, aunque Rafalin lo conocía bien gracias por el aviso, voy para allá si, le había dicho que no saliera pero no era de los que se quedaba parado mientras sus amigos tenían problemas, o podían tenerlos no te muevas del piso, te llamaré cuando esté cerca intentaría convencerlo para que se quedara a salvo, pero a Marc no se le ocurría ningún lugar a salvo, y perder a más gente esta noche... por eso cortó la llamada para que no pudiera replicarle.

Marcó el teléfono de Elena y salió dispuesto a encontrar a alguien para preguntar por el muchacho que había traído hacia solo unas horas, si estaba despierto, quizás podría contarlo algo. Tendría que llorar después, ahora había gente que lo necesitaba.

Por favor, actualmente hay problemas en el servicio de red, inténtelo mas tarde. 

Era el mensaje que te salía una y otra vez al intentar llamar ahora, pero tanto a Elena como a cualquier otro. Preguntaste por el chico que habías llevado hacía unas horas, de hecho, la enfermera te reconoció con algo de confusión.- Pues, está en planta, en la habitación 128.- Por lo que te dijo, parecía que estaba estable pero no fuera de peligro, había tenido una pequeña embolia y estaban con el ojo encima todo el rato.