Partida Rol por web

INTRODUCCIÓN:

"El cazador de tiránidos"

Sí, ese es mi título. Otros prefieren llamarme asesino, sicario, matón, y multitud de cosas similares. Pero el título menos conocido es el que más me enorgullece: Adepto de la Inquisición.

Yo soy uno de los pocos elegidos para representar al emperador en su cruzada contra la heregía, y soy de esos pocos de los elegidos que además sobrevivieron al examen inquisitorial. Yo soy el verdugo del Emperador, el azote de los infieles, el cazador de monstuos.

Algunos aspectos de mi vida han cambiado poco o nada desde los tiempos en que gané el título de cazador de tiránidos. Pero para mí, ha habido una gran diferencia: antes mataba para sobrevivir; ahora mato para la supervivencia de la humanidad. Ya no cazo a mis depredadores, elimino a los enemigos del Emperador.

Ya no soy un asesino: ¡Soy un arma de la Inquisición!

Otro día, otra víctima, otro casquillo en el suelo.

Apenas había amanecido hace una hora cuando alguien llamó a la puerta de tu casa. Te levantas de mal humor y con la boca pastosa (seguramente volviste a beber demaisado ayer) y te diriges hacia la puerta. No tienes mucho que recorrer, ya que tu piso es muy modesto: una habitación con una ventana que da a la calle y un pequeño baño.

A pesar de esto, tu piso es un pequeño lujo: eres de los pocos en la ciudad colmena de Sibellus que disfruta de algo de luz solar. Tu piso se halla muy próximo a los niveles superiores, siendo tus vecinos importantes mercaderes o pequeños nobles. Por supuesto nadie sabe a qué te dedicas y pocos te conocen más que de vista.

Cuando llegas a la puerta, ves una carpeta de cartón marrón con un sello lacrado sin identificación. No es necesario abrir la puerta, ya sabes que hace tiempo que quien lo entregó desapareció.

Con calma, te tomas los restos de comida que hay en la mesa de tu habitación y luego vas a recogerlo. Tu desayuno ha consistido en pan del día anterior con paté "multivitaminas" procesado de una nueva marca, que compraste para probarlo. La verdad es que es mejor que muchos otros de mayor precio.

Finalmente abres la carpeta y sacas su contenido: una foto de un hombre con el rostro tachado con una X roja y su nombre encima, y un fajo de billetes como pago de tu último trabajo.

Bueno, se acabó el puente. Esta vez fueron 6 días sin trabajar; ya me estaba aburriendo.

Tu nuevo objetivo se llama Arl Flavion. Eso es todo lo que sabes, y todo lo que necesitas saber.

Arl Flavion...quien coño será ese tipo, y lo más importante, ¿donde demonios le voy a encontrar?

Mientras pienso en como encontrar a mi nuevo trabajo me visto con la malla negra y la ropa normal encima de esta. Una vez estoy vestido cojo la pistola láser y la escondo en el chaleco acolchado que visto siempre encima de la ropa. Cojo algo de dinero(20 tronos de oro) y los guardo, la mitad en algún bolsillo del chaleco y la otra mitad en un bolsillo del pantalón.

Mientras salgo de mi piso reviso mentalmente mi lista de contactos y los lugares en los que puedo conseguir información sobre ese tipo.

¡Mierda!, me olvidé de recoger los restos de la comida...bueno, ya los recogeré cuando vuelva esta noche, después de averiguar lo que necesite sobre el hombre que voy a matar...

Cierro la puerta con llave y rozo el mechón de pelo que cuelga de mi cuello para que me dé suerte en la busqueda de Arl y después de ponerlo de nuevo bajo la camisa me dirijo hacia el bar donde se suele encontrar Johan, el mercader de subastas que suele servirme de informador.

Seguro que el me puede proporcionar algo de información, y me bastará con invitarle a un trago o dos, ese desgraciado se vende con más facilidad que una prostituta. Y ,con suerte, terminará la busqueda allí y podré dedicarme a la caza tranquilamente...

Al salir a la calle te mezclas entre la marea humana que va y viene sin parar, y te dejas arratrar por una de sus corrientes que desciende hacia el centro del nivel medio, donde se halla el mercado de subasta.

El mercado de Sibellus es enorme, capaz de proveer de todo lo que necesita a la capital del dector Calixis. Sin embargo, has oído que la otra ciudad que rivaliza con Sibellus, Tarsus, donde se halla el puerto orbital, existe un zoco del tamaño de una ciudad entera, donde es posible encontrar el más extraño de los objetos.

Cuando llegas al bar, buscas a Johan. Parece que no está, asi que preguntas al camarero. Parece que tu amigo está trabajando, algo muy extraño en él. Deberías buscarlo en su tienda, a un par de kilómetros a pie.

Le doy las gracias al camarero y salgo del bar.

Maldito Johan, le tenía que dar por trabajar justo cuando lo necesito...que remedio, tendré que ir a su tienda, sólo espero que pueda hablar conmigo sin que me haga esperar demasiado.

Me dirijo hacia la tienda de Johan andando a buena velocidad mientras pienso en diversas cosas.

Algún día tengo que pasarme por Tarsus, seguro que en su zoco encuentro balas con cabeza venenosa, me vendrían de perlas para eliminar objetivos silenciosamente y dándome tiempo para que la gente se entretenga con el herido antes de busarme...sin saber que el veneno matará al imbécil que intentan ayudar...

La tienda de Johan es un inmenso bazar que vende prácticamente de todo lo que uno quiera pedir, e incluso a veces, uno puede encontrar cosas legales allí. Repito "a veces".

Dada la naturaleza de su negocio, la tienda solo se compone de un pequeño habitáculo con un polvoriento mostrador. Lo que pocos saben es que debajo del mostrador hay una trampilla que da a un gigantesco almacén con mil y una maravillas; desde las más lujosas sedas o deliciosos alimentos que han sido escondidos de la mirada de los nobles, hasta la más degenerada y peligrosa de las drogas pueden encontrarse allí abajo.

Cuando llegas al lugar en cuestión, tu "amigo" está despidiéndose de lo que supones que es un cliente. Junto a él están sus dos tenderos, armados con sendas escopetas.

Mientras Johan se despide de su cliente espero mirando los diferentes productos que pueda haber en la tienda con aire despistado. Cuando el cliente sale de la tienda me dirijo a Johan:

-¡Buenos días viejo amigo!. ¿Cómo te va el día?. Seguro que muy ajetreado, así que no te robaré mucho tiempo; ¡te importaría hablar comnigo un segundín a solas? Necesito cierta información sobre un sujeto...

Odio cuando tengo que venir a buscarlo a la tienda, no me agrada saber que esos gorilas que tiene para sentirse seguro sepan en que ando metido...y menos mal qe no había nadie más que un cliente, por lo menos me va a atender rápido.

El hombre se colocó detrás del mostrador.

-Vaya, vaya. ¡Qué extraña petición por tu parte! Últimamente solo me visitas para eso, o para conseguir armas... ¿Qué ha sido de esos tiempos en los que quedábamos para tomar un buen licor y acosar a mujeres? Recuerdo que siempre se te llevaban a su casa y a mí m ellevaban los agentes del orden, jajja.

Mientras bromeaba, sacó una pequeña base de datos de su pulsera y la conectó al dispositivo de su antebrazo.

-En fín, ¿Qué quieres saber hoy? Recuerda que todo en este mundo tiene un precio...

-¡Jajajaja! Tienes razón, deberíamos volver a nuestras viejas costumbres nocturnas...

Tendré que llamarle en un par de días para quedar con el y corrernos una buena fiesta.

-Verás me gustaría saber quién es y donde vive Arl Flavion, ya sabes, cuestiones de trabajo...

Miro hacia los guardias intentando averiguar si les suena o si se dan por enterados de algo, así como si intentan enterarse de la conversación.

Johan arquea una ceja y te mira con intriga, mientras introduce el nombre en su archivo digital:

-Curioso, el nombre que me has dado no me suena haberlo oído esta vez por los bajos fondos. Arl Flavion... ¡Vaya, mira por donde! Creo que tengo algo sobre él...

Con un rápido movimiento salta por encima del mostrador y corre hasta un archivador que tiene entre los libros de contabilidad.

-Me parece que alguna vez he tenido tratos con ese tipo. Sí, aquí tengo su ficha comercial.

Vuelve caminando a paso lento al otro lado del mostrador mientras lee la hoja de papel que ha sacado de sus archivos.

-Mmm... La verdad, no sé por qué buscas a este tipo... No parece mala persona. En fin, aquí está lo que quieres.

Deja la hoja sobre la mesa, con la mano sobre los datos, de manera que Artellus solo puede leer el nombre del sujeto: Arl Flavion.

-¿Sigues interesado en la información? Porque ahora que lo pienso, podríamos llegar a un trato. Hay unos tipos que me deben dinero; casi unos 500 tronos de oro, para ser más exactos. Yo quiero MI dinero y tú quieres TU información. ¿Aceptas?

¡Maldita sea! No me queda otra que aceptar el trato, o me quedo sin saber la información que necesito, porque si me pide que haga de matón es que la información jodídamente cara...

-Sabes de sobra que acepto, necesito la información y no me hace gracia que la gente le deba dinero a mis amigos-sonrío mientras digo esto y alargo la mano para estrechar la suya y coger la información-¿Quiénes son esos indeseables que te deben semejante cantidad de pasta?, y,sobre todo, ¿dónde los puedo encontrar?

Johan le dió el documento a Artellus, mientras una sonrisa se dibujaba en su cara.

-Puerto de embarque comercial CDXXI. Los muy cabrones tienen pensado escapar con mi dinero hoy al anochecer en un transporte Falcon civil. Han contratado guardias y mis hombres no tienen oportunidad de acercarse a ellos. Por suerte, a tí no te conocen.

El contrabandista se agachó un momento tras el mostrador y al momento sacó una pesada caja de metal.

-Sin embargo, no me gustaría perder a un amigo como tú. Sé que te gusta usar tus propios métodos, pero seguramente estó te será de ayuda.

Levantando la tapa de la caja, Johan deja ver una escopeta recortada, una caja de cartuchos, un par de granadas de humo, otras de fragmentación y una carga de explosivo plástico con detonador.

-Estas cosas no caen del cielo, pero por ser tú te haré una oferta especial. Coge lo que más te guste y a cambio vuelves con vida y te aseguras de que nadie pueda relacionarte conmigo. No tengo que recordarte tampoco que los muertos no pagan sus deudas, ¿verdad? No me importa si te los cargas a todos, pero en tal caso asegúrate de traer la pasta.

Cojo la escopeta, los cartuchos y las granadas.

-Tranquilo, nadie sabrá nuestra relación y tú tendrás tu dinero...-le guiño un ojo-Además, los muertos no hablan.

Me voy ha mi casa, cojo una mochila o algo donde llevar las granadas y la escopeta (cargada y lista para usarla), me cuelgo la espada al cinto y trás recoger un poco la comida me dirijo hacia el puerto de embarque CDXXI.

En menudo lío me he metido, bueno, estropeo la nave, los mato y cojo el dinero, total...ni los conozco ni me importan esos tipos...

Cuando Artellus llega de nuevo a la zona comercial, ya ha anochecido. La mayoría de la gente trabajadora se ha ido a dormir, y solo la calse media o indeseables caminan por las calles.

Cuando llegas a las zonas de carga, oyes unos pasos provenientes del pasillo: seguramente un guardia. Calculas que no debes estar a más de 200m del objetivo, así que te escondes en las cajas apiladas en la entrada del túnel que da a los hangares.

Llevo las granadas en la mochila, la espada, la pistola, el cuchillo y la escopeta con la munición.

Espero a que llegue el guardia con el cuchillo desenfundado. Cuando llegue a donde estoy yo, le ataco aprisionandole contra unas cajas poniendole el cuchillo en el cuello y tapandole boca.

-Dime tu nombre y las claves de paso, y saldrás con vida de esta

El hombre se intenta soltar pero le has apresado perfectamente y no tiene posibilidad de soltarse. Al notar la punta afilada del cuchillo en su cuello canta:

-Mi nombre está en mi placa, Zaak Bolton. La contraseña es 7089056.

-Gracias-Le degüello.

Cojo la información y las acreditaciones o símbolos que le puedan hacer reconocible como guardia y me los pongo o guardo yo después de memorizar lo más importante. Guardo el cuchillo y saco la escopeta, después de colgarme la mochila, y me dirijo hacia el puerto de embarque.

Llegas hasta la nave sin más inconveniente. La puerta del hangar está abierta, y tras ella oyes el ruido de voces y pasos: parece que están cargando la nave.

El hangar consiste en un largo pasillo de metal terminado en una isleta del mismo material, en cuyo centro se haya el veículon todo suspendido por finos tensores de acero sobre el vacío. A su alrededor se amontonan diversos paquetes de distintos tamaños que están siendo subidos a bordo por un grupo de trabajadores.

El cielo está despejado, pero si hubiera estado lloviendo seuramente la pasarela estubiera resvaladiza, y eso habría sido un problema.

Me acerco tranquilamente, intentando no llamar la atención, hacia la zona donde se encuentra la aeronave mientras observo cuantos hombres hay y como de armados están.

Artellus se hacerca fingiendo ser el guardia de seguridad a la plataforma de carga. Debido a que es de noche y el pasillo de metal que conduce a la plataforma solo está iluminado por luces de señalización en sus bordes, el asesino es prácticamente invisible a ojos de los trabajadores.

Sin embargo, aunque alguna caja dificulta su visión, la zona donde está la nave está bastante bien iluminada. Artellus ve a tres tipos armados con pistolas láser y chalecos ligeros que están cargando cajas a toda velocidad. También hablan entre ellos, pero le resulta imposible entender la conversación a tanta distancia.