Partida Rol por web

-Dos horas... no sé si tenemos tanto tiempo. - dijo Lyra mirando a Raivaros de forma inquisitiva.

Lyra se acercó a la mesa y examinó lentamente las baterias para comprobar si estaban en buenas condiciones.

-¿Cuánto pedirías por ellas, Mulo?

Encuentras 4 baterías de rifle, de las cuales 2 sabes que están bien, una mal y la otra no sabes.

Nada de pistola.

Lyra discute con Mulo la compra de un par de baterías para su rifle, pero su falta de costumbre al trato de la sociedad la traiciona. Parece que la negociación no se inclina a su favor.

-Por ser una fiel sierva del Emperador y esforzarte por traer la paz a Infernis... Te dejaré las dos baterías en 40 tronos. No creo que puedas quejarte del precio, ¿no?

-bueno, Lyra, cuando estes lista, partamos a nuestro destino.

Dice Raivaros a Lyra con un tono un poco mas amistoso, estaba empezando a caerle bien.

Raivaros se apoyó en una parez y esperó pacientemente a que Lyra terminase de comprar todo su equipamiento.

Lyra abrió su bolsa de oro con resignación:

-Está bien, aquí tienes, Mulo - dijo contando las monedas y entregándoselas.

-Cuando quieras Raivaros, o ¿Hay alguna última cosa que debamos saber? - preguntó Lyra sonriendo y dirigiéndose a Mulo.

¡Por fin empieza la diversión!

Mulo se rascó la cabeza.

-Bueno, si no queréis dormir, supongo que en cuanto termine de cargar vuestras baterías podéis iros. La mejor manera para bajar a Infernis son los túneles de mantenimiento, a los que podéis acceder desde  una abertura al final de la galería detrás de la taberna. Tened cuidado, las entradas y salidas suelen estar vijiladas por pandilleros.

Nada más completar la recarga de sus baterías, los dos valientes salieron de la taberna y se pusieron en camino a la entrada que Mulo les había dicho.

La galería por la que avanzaban, rodeada de ruinas y de techo vajo, era un lugar fácilmente defendible y con muchos lugares que proporcionaban cobertura, desde grandes rocas y agujeros en mitad del camino hasta trozos de muro y techos hundidos a los laterales del mismo. Al finla de esta, marcado con una luz verde, se encontraba el acceso a los túneles de mantenimiento.

Sin embargo, en la calma que precede a la tempestad, Lyra escuchó un ruido proveniente de su espalda: el sonido de un arma al ser cargada.

Con suma presteza, la mujer se pone en guardia.

Lyra se detuvo sólo un segundo: -algo va mal -susurró.

Se giró rápida pero sigilosamente a la vez que preparaba su pistola y disparó contra el primero de ellos.

-¡Cúbrete! -y aprovechando un saliente entre las rocas empujó a Raivaros detras de dicho saliente para que ambos pudieran protegerse.

A pesar de lo rápido de todo aquello Lyra ya estaba preparada y alerta para el ataque de los enemigos

Raivaros aún no había reaccionado: no sabía que pasaba hasta que Lyra lo empujó hacia una grieta en el suelo. Por desgracia la enorme fuerza de la soldado no pudo introducir el cuerpo entero del tecnosacerdote en la improvisada trinchera, aunque este quedó tendido en el suelo entre las piedras.

De un salto, Lyra se introdujo en la grieta, pero por error golpeó su pistola contra el borde. Cuando se dispuso a disparar, la pistola se cortocircuitó y la hizo gruñir de dolor.

Cuatro hombres salieron de las sombras, y se colocaron apostados entre las rocas mientras rodeaban a la pareja que intentaba ponerse a cubierto. Uno de ellos, calvo y regordete, se quedó de pies, interponiéndose entre ellos y su salida a Infernis.

Lyra reconoce a este último como el hombre al que partió una jarra en la cabeza en la taberna de Mulo.

-Vaya, vaya... Así que la dama del exterior creía que iba a irse sin más... y sin dejar que me despida de ella... ¡Chicos, enseñémosle modales a esa zorra!

Raivaros rapidamente deduce que pasa, saca su carabina laser. Se da cuenta del problema de Lyra y piensa

Que putada, espero que tenga mas armas, ahora no es momento pero esa pistola suya puedo yo arreglarla rápido.

Raivaros se levanta y corre hasta la grieta, para ponerse a cubierto.

Lyra se recompuso rápidamente de la pérdida de su pistola y sacó el rifle preparándolo para disparar.

-¡Hablas demasiado idiota!

y diciendo esto disparó contra el hombre de la taberna.

Parece que la lente estaba sucia y el haz láser sale en dirección errónea, golpeando en una roca en la lejanía.

El hombre gordo agacha la cabeza al ver el disparo, y mientras se ríe por la mala suerte de la mujer grita:

-¡MATADLES!

Y corre a ponerse a cubierto.

La grieta le da la vida a los dos héroes, ya que los pandilleros abren fuego a toda velocidad contra ellos, conviertiendo los alrededores de la grieta en una tormenta de balas.

Una bala impacta en pecho de Raivoros, y le hace retroceder. Sin embargo, los otros 3 que recive en su espalda parecen equilibrar el empuje y le dejan sin respiración.

Por suerte para él, las balas golpearon en la grieta antes de impactarle, aunque su chaleco cede por la presión y la sangre brota a chorros por su espalda.

-Cabrones, pero yo que os he hecho!

Raibaros empieza a emitir un riudo insufrible.

Raivoros se agacha y pronuncia unas palabran intengibles. De repente su metálica voz comienza a cambiar y parece sonar como un montón de metales destrozándose entre sí.

Una poderosa onda sónica sale de Raivoros, arrasando todo a su paso.

Lyra consigue mantenerse en pie sin problemas, aumque se lleva un buen susto, al igual que uno de los pistoleros y su lider. El tipo de la uzi y el otro pistolero no tienen tanta suerte, y caen derribados al suelo.

Lyra no se tambaleó:

-¡MALDITOS CERDOS!

-¡No duraréis mucho más! - y aprovechando que estaban en el suelo disparó con decisión al hombre de la uzi.

Los dos disparos le acertaron al pobre desgraciado. El primero calcinó su chaleco, causándole una seria quemadura. El segundo impacto alcanzó su pierna izquierda, hacíéndole caer al suelo de espaldas. No parece que tenga muchas ganas de levantarse de nuevo tras eso.

Uno de los atacantes había caído, pero aún quedaban tres.

-¡MATAD A ESA ZORRA! ¡Y AL TIPO DE ROJO TAMBIÉN! Casime deja sordo el maldito cabrón...

Una nueva lluvia de balas cayó sobre Lyra y Raivaros, pero esta vez la inmensa cadencia de disparo de la pistola automática fue remplazado por los demoledores disparos de la escopeta del líder.

Los cartuchos de la escopeta destrozaron literalmente las paredes de la grieta, pero no causaron ningún daño. Ain embargo el pistolero que estaba aturdido consiguió acertar a Raivaros una vez más. Esta vez la bala no atravesó el chaleco, pero el dolor hizo el mismo efecto.

Raivaros estaba bastante tocado, pero todavia podia luchar, a si que comienza a disparar con su carabina al de la escopeta.

Apuntó su arma y disparó una ráfaga de dos tiros contra el líder del grupo, de los cuales ambos impacataron, el 1º en la barriga y el 2º en la pierna derecha. El hombretón calyó al suelo, humenado, con parte de su carne derretida donde los impacos le habían alcanzado.

-Ja, ja ¡Ya sólo quedan dos! -rió Lyra.

-Acabemos con ellos - se giró velozmente y disparó contra uno de los dos hombres que tenían detrás, directamente contra la cabeza.

Pero el disparo se pierde en la lejanía por un palmo.