Las horas pasaron y el enano y el elfo desollaron a los ciervos bajo la atenta mirada de sus compañeros. Al final, el cansancio hizo mella en vosotros y os quedásteis dormidos hasta que el graznido de Nevar os despertó:

-¡Lobos, lobos!

Como un rayo rompieron los cristales de la ventana y dos enormes lobos grises se pusieron delante vuestra, dispuestos a robaros vuestros trofeos.

Aurelio Breogán Cibrán estaba dispuesto a tomarse una siesta luego de aquel trabajo cuando, de la nada, más trabajo llegó a la taberna; aunque por fortuna para aquel enano, aún tenía suficiente energía como para tocar una nana más y hacer dormir a estos terribles lobos... el lado malo es que ahora tendría alguien que preparar su piel.

-Genial, más trabajo... -Masculló molesto mientras se preparaba para tocar la gaita.- A dormir... y luego me iré yo mientras alguno de estos se encarga de vuestras pieles...

Los lobos también caen ante la música onírica de Aurelio. La canción también despierta al propietario de la taberna, que muy probablemente bajará enfadado.

La guerrera miro a sus compañeros.

-Mierda, os avise, os avise que si dejabais un rastro de sangre vendrían cazadores a por las presas.

Comento desenvainando su espada dispuesta a acabar con los lobos, el enano los había dormido con su canción así que quizás no era necesario masacrarlos.

-¿Que hacemos?¿Los matamos o los sacamos de aqui para no llenarlo todo mas de sangre?

Pregunto al resto del grupo.

Ahora parecía ser más sencillo acabar con los lobos; gracias al hechizo que Aurelio Breogán Cibrán había lanzado, tan solo esperaba que los demás que estuvieran en el lugar tomaran la iniciativa y ayudaran a acabar con estos animales antes de que fuera demasiado tarde y termianran por despertarse.

-Los matamos y culpamos a los lobos de todo. -Comentó encogiéndose de hombros mientras seguía tocando la gaita, entre soplido y soplido- Nos dividimos las ganancias por vuestro silencio y ayuda y ya...

La situación era relativamente positiva, más aún si todos colaboraban juntos; por lo que esperaba que pudieran resolver este inconveniente antes de salir al exterior y continuar con su viaje o buscar alguna que otra aventura a la que acoplarse y poder seguir expandiendo las historias de su pueblo.

Apenas le dio tiempo de coger las espadas para pelear con los lobos, y ahí estaba otra vez esa dichosa canción. No dudaba de su efectividad, pero sin duda su sonido no le gustaba.

Bueno, creo que esta es la cacería más fácil de la historia, las pieles vienen a nosotros.

Dijo antes de ir a darles a los lobos un fin digno mientras asentía sonriendo a las palabras del enano. Cada vez le caía mejor. No sabía si era porque la vida lo había hecho pragmático o era la carisma habitual de los bardos, sea como fuere, le gustaría tener la oportunidad de trabajar con él, aunque preferiría que usara otro tipo de instrumento, ese era su lado negativo por ahora.

La joven guerrera parpadeo un par de veces.

-Va a ser dificil culpar a los lobos de todo el desastre, pero tienes mi apoyo.

Comento algo nerviosa ante aquel olor que desprendian los ciervos y los lobos, ahora muertos, se tapo la nariz con un pañuelo que desprendia un curioso olor.

-Si no hay mas que hacer, sera mejor que me retire, no me gusta el olor de la sangre, me marea un poco, es otra de las razones por las que preferia que no metierais a los ciervos dentro.

Dijo mientras comenzaba a alejarse.

Espada en mano, el elfo no dudó en darles uno por uno un merecido final a sendos animales que, incautamente, habían invadido el lugar de descanso de este par que eran él mimo y el enano.

Normalmente habría tenido que estar horas persiguiendo un venado para cenar, o una batalla con lobos habría resultado en severas heridas, pero hoy era su día de suerte...¿o tal vez había encontrado a un enano de la suerte?. Si era eso, pronto descubriría un mejor camino a seguir para sus objetivos a largo plazo, sino, al menos habría ganado algo con las pieles de los animales.

Xander da muerte a los lobos con suma facilidad pero tal sangría le pasa factura. Un enfadado Bray se levanta de su catre y se dispone a observar la que esos extranjeros le estaban liando abajo.

-¿Pero qué demonios ha pasado aquí? ¿Que hacen esos ciervos y esos lobos muertos en mi local? ¡Nevar!

El cuervo miró con un solo ojo a los extraños y gruñó.

-¡Cazadores, cazadores, fuera, fuera!

Bray os rogó que cogieras a los cuatro animales y salieseis de su local. Lo hizo de una forma bastante amable pese a ser ya las cinco y media de la mañana. El alba no tardaría en volver a salir y Barovia comenzaría su (no tan frenética) actividad, sería un buen momento para investigar que estaban haciendo los ciervos y por qué parecía que los animales se habían vuelto locos.

El elfo limpio lus espadas y las guardo con calma. Posteriormente, y aunque lo echarán, quería saber alguna cosa antes. Se acerco sin malas intenciones al tabernero.

-He sido cazador muchos, un ciervo puede volverse violento y ensartar a alguien con sus astas, pero nunca había visto una manada entera. Lo mismo con los lobos, son animales oportunistas, atacarán antes a un animal viejo o herido, y sin embargo estos 2 se aventuraron directamente a una edificación humana en vez de buscar un ciervo viejo o herido. 

-Que está pasando exactamente aquí para que ocurran sucesos tan poco frecuentes?

Le pregunto abiertamente sabiendo que había algo mal, pero no sabía exactamente qué.

Viendo que iban a ser echados, Aurelio Breogán Cibrán decidió dar un paso al frente, no quisiendo dar un alboroto para nadie y, de la mejor forma que este podía, trató de no solo tranquilizar al dueño del local, sino que además tratar de convencerle de lo que estaba ocurriendo aquí.

-Al parecer los ciervos eran agresivos por algún motivo, motivo que tratamos de investigar hasta que estos lobos saltaron para atacarnos, nosotros hemos defendido este local del ataque de no solo ciervos salvajes sino además de lobos más salvajes aún. -Indicó señalando con su mano como, a pesar de la sangre y la ventana, todo lo demás estaba relativamente bien- Y lo hicimos de tal forma en que apenas nada quedara roto, y nadie resultara herido. Y de hecho, mientras usted estaba ahí arriba también impedimos que ambos animales saquearan su despensa, los primeros por los vegetales y los segundos por la carne.

Quizás no fuera la mejor excusa para evitar ser echados del local que había, pero al menos tenía que intentarlo, a fin de cuentas si no decían nada iban a ser expulsados 

-Además, ahora que ya estás aquí. -Indicó señalando a las piezas capturadas- Por un módico precio, puedes ofrecer a tus clientes unas buenas piezas de carne recién cazada. O tener un poco de piel para curtir y fabricarte un buen traje, unas sábanas... o unas astas para usar como herramientas o decoración.

Sí, también iba a tratar de venderles los cadáveres de los animales. Todo en uno. En caso de que aún con este intento fueran echados, no iba a luchar más, pero si podía tratar de ganar algo de dinero extra y deshacerse de las presas, sería todo un éxito para el enano.

La mujer suspiro, temia que aquello pudiese ocurrir, ahora les tocaria hacer noche afuera.

-Lamentamos las molestias, no esperabamos que la situacion se fuese tan de las manos, nos marcharemos enseguida.

Comentaria mientras comenzaba a recoger sus cosas.

Las palabras de Bray Martikova surtieron efecto. Era un muy buen bardo además de embaucador.

-Vale, vale. Hagamos un trato: yo me quedo con la carne de los ciervos y con la piel de los lobos que me irán de perlas para hacer mantas. A cambio os doy alojamiento y comida gratuita el tiempo que estéis aquí. ¿Trato hecho?

Bray luego se giró hacia la barra del bar, cogió una olla y un cucharón y comenzó a golpearla con fuerza. El estruendo despertó a todos los borrachos que salieron por patas de la taberna. Ya estaba amaneciendo y Bray quería limpiar.

-A mediodía vuelvo a abrir, hasta entonces, marchaos.

 Nevar, el cuervo, volvió a graznar:

-¡Cazadores, cazadores, peligro, peligro!

Tras el follón de la noche llegáis a la cama que habéis alquilado pero que aun no habéis usado y os quedáis rendidos encima de ella. No os enteráis de nada y os levantáis pasado medio día, escuchando una fuerte discusión entre dos voces conocidas: Bray y el condestable Rugini. 

-Bray, si no quieres que te cerremos el antro este has de colaborar. Necesitamos información sobre lo que le pasó a tu nieto.

El tavernero responde que ya ha dado toda la información que sabe.

-Alguien está jodiendo los bosques del barón y a toda la fauna que allí mora y sé que los druidas como él o la tarada de la hija de la guardabosques están detrás. Sé que alguien está intentando un complot contra nuestro señor y queréis usar a animales inocentes para llevarlo a cabo. Y lo voy a descubrir. Si descubro que has estado encubriendo a traidores no hace falta que te diga cuál es tu final, Bray.

Y dicho esto, el noble se termina la copa y se va con toda su guardia personal. Al abrir la puerta espeta una última amenaza.

-Mataré hasta el último de esos ciervos si estos vuelven a pisar Barovia, y si me llevo a un cambiaformas de por medio no será porque no haya avisado. ¡Soldados, toque de queda en los bosques de Slavich! Nadie puede adentrarse en ellos sin salvoconducto a partir de ahora.