Aurelio, al abrir la puerta, se queda absorto al ver un espectáculo natural tan bonito como aterrador. ¡Algunos de esos ciervos tienen los cuernos manchados de sangre! Uno de ellos se queda mirando al enano, bufa y gruñe para luego salir todos corriendo en dirección al bosque al oír el sonido del vaso de cristal rompiéndose.

Yinhe, entonces habla:

-Los ciervos no son animales violentos salvo que les provoquen. Lo que acabamos de ver es algo muy, muy raro.

Viendo como una manada de ciervos huía del lugar, Aurelio Breogán Cibrán el cual ya estaba armado con su gaita trató de tocar una melodía para tratar de echarlos a dormir, o al menos a algunos de ellos, a los más rezagados, esperando no solo detenerlos así, sino que además darles una oportunidad a los demás de investigar este asunto.

O al menos tratar de rematar a los ciervos caídos para podérselos vender al tabernero por unas cuantas monedas de oro o por alojamiento gratuito en la posada y quizás alguna que otra comida.

Aurelio consigue dormir a los dos ciervos más rezagados que caen sobre sus patas posteriores haciendo un gran ruido en el suelo. Los demás los miran pero huyen. La luz de varios candiles se entreve por algunos ventanales. Has despertado a algún que otro vecino pero no saldrán a la calle de noche. Tienen demasiado miedo.

El bardo enano señala a aquellos dos ciervos que han caído presa de su hechizo de sueño, al parecer no logró que cayeran más, pero si los suficientes como para considerarse un buen día de caza; más aún cuando estos animales fueron los que se tomaron la molestia de venir hasta aquí.

-He dormido a dos, -indicó al resto de los hombres y mujeres que se encontraban en el lugar- ¿Alguien me ayuda a darles muerte y traerlos dentro?. Podemos vender su piel, carne y astas. Y sacar un poco de dinero con ello.

El elfo, que espero que lo que hubiera fuera tratará con el enano, no sólo vio la situación, sino que además observó cómo el estrepitoso ruido que producía el enano dormía a esos ciervos. No entendía como semejante ruido podía dormir a alguien así que dedujo que era un bardo, de los que verdaderamente hacían magia.

En ese momento, se acerco al enano desenfundando su espada corta.

-Vamos entonces, como poco ganaremos algo por sus pieles y astas. 

Dijo confirmando la idea del enano, como oportunista le caía bien, pero detestaba el ruido de su instrumento, prefería una calmada flauta como la que él tenía.

Cuando Mihaela escucha que sus compañeros van a matar a las ciervos, corre hacia ellos para detenerlos.

- Un momento, por favor. El comportamiento de estos animales no es del todo normal y algunos estaban manchados de sangre. Antes que nada deberíamos revisar a los animales por si podemos averiguar la causa de su comportamiento. Deberían estar en el bosque no paseando por las calles. Algo debe haberlos ahuyentado o atraído hacia aquí. Tal vez algún animal salvaje les atacó, y de repente, puede comenzar a atacar a la gente de aquí. Cualquier cosa es posible. Si lo que os preocupa es el dinero, os daré 2 monedas de oro a cada uno (a Aurelio y Xander) por los animales.

El enano se acercó a aquellos, apenas tenían un minuto para ejecutar a ambos ciervos antes de que estos terminaran por despertarse y que salieran corriendo o peor, que los atacara en desesperación. Por lo que simplemente quedarse a charlar no parecía ser lo más óptimo.

-¿Y que tiene que ver lo que los haya espantado o el porqué estaban cubiertos de sangre con ahora evitar que escapen?. Si son peligrosos será mejor terminar ya con ellos antes de que hagan daño a nadie más. Y si estaban huyendo de algo; eso no quita que ahora son "mi presa": Huyeron mal.

Realmente no entendía lo que esta mujer quería con aquellos animales; pero comprendía que más allá de su limitado conocimiento, había muchas cosas que no entendía y probablemente hubiera motivos y razones ocultos detrás de esa petición; aún así desenvainó su espadón y lo colocó encima del cuello de uno de los animales, a la espera de que esta decidiera qué hacer.

-Pero si le atas las patas para que no huyan; -le indicó a la mujer- supongo que no habría problema en dejarte uno con vida, si es que puedes entender lo que estas criaturas dicen o lo que se supone que quieras hacer... pero date prisa antes de que el efecto del hechizo se termine. Si huye pediré su precio completo, no solo 1 o 2 de oro, eso es lo que vale un cerdito...

 El enano echó un vistazo al otro tipo que había indicado que también deseaba ayudarle a ejecutar a estos animales para darle juntos el golpe de gracia a uno de los ciervos; o en caso de que la mujer no pudiera asegurar que el animal no huiría, a ambos.

Al escuchar la respuesta de su compañero, Mihaela se aparta y vuelve a la taberna.

- Todos vuestros. Buenas noches señores.

El elfo ignoro a la mujer pálida, le importaba poco el motivo por el que habían hecho los animales, eran animales, tenían inteligencia, pero limitada.

Por ende, se limitó a degollar uno, limpio la espada y comenzó a arrastrarlo a la taberna. 

-Si os dais prisa, tengo cuerda en mi mochila.

Dijo simplemente cuando vio que la chica regresaba.

Ya dentro, dejo el ciervo a un lado y le hablo de nuevo a la chica.

-Ala, yap puedes investigarlo. Revisa el contenido del estómago y sus heces para ver el patrón de viaje y alimentos del animal y deduce porque tiene las astas con sangre.

Le dijo vacilando la y cruzándose de brazos para que comenzará a trabajar como había dicho que quería hacer 

Dado que también provienes de un país como Barovia sabes que por la noche hay criaturas que salen a cazar como lobos, zorros o cosas peores. Matar un animar y arrastrarlo dejando un reguero de sangre no es la mejor de las ideas. Es posible que tengáis visita pronto.

-¡Eso, eso, mátalo, mátalo! -dice un halfling desde su ventana. -¡Estos malditos bichos han arruinado mi césped y se han comido las pocas flores que tenía!

Una vez dentro, Nevar el cuervo protesta:

-¡Grraaaaa, no ensuciar, grraaaaa, no ensuciaaaarrr!

La mujer volvio a bajar, al parecer se habia quitado el disfraz y ahora parecia otra persona.

Puesto que ya no parecía moverse tan delicadamente, su pelo ahora era blanco y en aquel momento portaba una cota de malla y un escudo a su espalda en lugar de aquella seda fina.

-Chicos, el cuervo se queja de que no ensucieis, y no esta desacertado, no solo por que nos va a caer una buena cuando se entere el jefe del establecimiento, si no por que el reguero de sangre podria atraer a cazadores mayores y eso seria un problema aun mayor.

Comentaría desde la puerta.

Todo sucede tan rápido que no me da tiempo de asimilar la situación. Me descoloca que se trate de ciervos, pero más todavía lo violentos y enojados que se ven.

Luego de que el enano los duerme, me acerco a husmear lo que están haciendo, aunque mantengo una distancia prudente. Mientras deliberan me adelanto hasta la puerta, buscando la procedencia de estos animales e intentando discernir en qué dirección huyeron, si es que se mantuvieron juntos.

Yo seguí bebiendo con intenciones de terminar con mi jarra de cerveza e irme a dormir mientras ignoraba a los demas clientes de la taberna. Ellos no tenían nada que ver conmigo, así que deje que fueran a su bola e hiciesen lo que quisiesen.

Ya me estaba comenzando a caer el sueño, pero quien diría que la situación daría un giro tan brusco. Cuando escucho el ruido que viene desde afuera, baje la jarra de cerveza y fruncí el ceño a la vez que volteaba la mirada hacia la puerta. ¿Que estaba ocurriendo allá para que hubiese tanto escándalo? Por suerte, la respuesta no tardo en llegar.

Deje la jarra sobre la mesa y me levante de mi silla con una mano sobre el mango de la espada. Esos ruidos sonaban familiares. ¿Era un grupo de animales? Lo mas probable. Eran ¿5? ¿6? No estaba seguro en el momento, así que me dispuse a mirar por una de las ventanas en un intento de ver que era lo que estaba allí fuera, y valla que me lleve una sorpresa.

- Que carajo… -Dije para mi mismo.

Normalmente cuando veo una criatura se me hace fácil identificarla, así que no se me paso por alto el hecho de que eran ciervos, pero tengo que admitir que esta es la primera vez en mi vida que veo ciervos asesinos. ¿Esos animales si quiera podían matar a alguien?

Lo bizarro de la situación, y mis intentos de asimilar lo que estaba viendo evito que saliese a revisar por mi cuenta antes que los demas, y el enano termino por adelantarme. El tipo toco una canción con su instrumento y dos de los ciervos cayeron dormidos, y entonces, inmediatamente, el enano y el otro elfo se pusieron a despellejarlos para vender sus pieles luego.

Negué con la cabeza para mi mismo mientras me disponía a regresar a mi asiento.

- ¿En que clase de lugar hay ciervos asesinos? -Le pregunte al cantinero- Es la primera vez que veo algo así...

Me senté de nuevo y tome la jarra de cerveza de nuevo. Pero no tuve la oportunidad de llevármela a la boca de nuevo, pues inmediatamente después de los ciervos pasaron, una cuadrilla de soldados se escucho acercándose. Al escuchar los caballos puse la jarra en la mesa de nuevo y deje salir un suspiro y me levante de nuevo.

- Que demonios le pasa a este lugar. -Dije mientras me daba la vuelta hacia la puerta.

Viendo como la única persona que deseaba que el ciervo siguiera viva había cambiado de parecer, o al menos de aspecto, lo cual para Aurelio Bregoán Cibrán venía a ser lo mismo; el enano no tuvo más remedio que dar muerte a aquel otro animal que seguía dormido, no fuera a que este terminara por despertar.

-Un ciervo puede valer bastante, -advirtió a los curiosos- y no te creas que son tan dóciles como uno pensaría; son bastante escurridizos, rápidos y si te pillan con estas astas, te pueden dejar muy mal parado. Por algo se consideran los "Reyes del Bosque".

Una vez hubo terminado aquello, acercaría el ciervo a la puerta del local, junto al otro para que Xander siguiera echándoles un vistazo, a fin de cuentas, no tenía demasiada capacidad para preparar al animal y a decir verdad tampoco es que tuviera demasiadas ganas de trabajar aquella noche.

-Intentaré vender estos ciervos al hombre de adentro, o al menos pedirles dirección de alguien que estaría interesado en comprar estas bestias. En todo un pueblo alguien le gustará tener una decoración en su casa, un buen plato de carne en su mesa o una nueva prenda.

Con esto dicho, Aurelio Breogán Cibrán se cercionaría de que no estuviera goteando sangre antes de dirigirse al interior y poder tratar de usar su don de gentes para ofrecerle a aquel hombre dos ciervos recién cazados.