Partida Rol por web

Tras unos minutos charlando con la guardabosques, ella se va y vosotros tres decidís investigar el cementerio. Camináis por Barovia y pese a que aun no es mediodía hay poca gente por las calles y la que os encontráis os mira mal. El camposanto está cubierto por una neblina tan espesa que se podría cortar y da suficiente miedo como para pensárselo dos veces antes de entrar.

Pasáis la verja de hierro destrozada por los años y camináis junto a la iglesia derruida. Hay tierra removida por doquier y veis tumbas rotas o tan viejas que apenas se leen los nombres. En la lejanía veis a alguien, una silueta rechoncha que está cavando mientras silba una tonadilla animada, pero no estáis lo suficientemente cerca para ver qué está enterrando ni qué raza es el personaje ¿Qué hacéis?

Yo me acerco en silencio, esperando que esté lo suficientemente concentrado en sus quehaceres para acercarnos un poco más sin ser vistos y ver si se puede tratar del sepulturero.

El aasimar se acerca y con señas os ayuda a encontrar una ruta por la que no hacer ruido y estar bajo la protección de la neblina. A medida que os acercáis veis que el rechoncho señor es un enterrador, que está haciendo su trabajo con la ayuda de una pala enorme.

Os fijáis que tiene el brazo derecho destrozado, como si hubiera participado en una pelea.

Yinhe observa la escena, tratando de identificar al enterrador.

Los cementerios por la noche no son precisamente el entorno ideal para ella, y más en una zona como esta, pero aún quedan muchas dudas por dilucidar.

El hombretón que las acompaña desde luego que se mueve discreto y en silencio, eso no se lo pueden negar...

¿qué queréis hacer?

PD: es de día eh. no noche puesto que no habéis descansado.

Mihaela miro a sus compañeros.

-Creo que no es nadie peligroso, podríamos acercarnos a ver si nos puede contar algo de lo que pasa aqui de noche, se supone que hay algo que les molesta, quizás este hombre sepa algo.

Dijo entre susurros, la verdad es que el subterfugio no era de sus cosas preferidas, preferia ir de frente.

Tras haber verificado que se trata del sepulturero, y ante el comentario de su compañera, tiene a bien comenzar una conversación. Ni si quiera ha llegado a situarse al lado del sepulturero, el cual aún ni les ha visto aproximarse, o al menso eso piensa, cuando le dice:

-Eh tú, venimos a hacerte unas preguntas.

- Pues si queréis hablar, cosa vuestra. -

Yinhe no era muy comunicativa, excepto si pretendía intimidar a algún campesino... lo suyo era la acción

El hombre regordete os ve, tira la pala y comienza a correr, presa del pánico.

En el poco tiempo del que Ringo tiene memoria, ha aprendido que si alguien echa a correr, es porque esconde algo. Aunque también es cierto que su presencia no suele causar agrado entre los demás, y se preguntaría por qué pero tampoco le importa. 

Lo primero que se le viene a la cabeza es lanzar una daga al árbol más cercano al tipo que corre para amedrentar lo, pero se echa la mano al cinto y se da cuenta de que no tiene ninguna. Chasquea la lengua con los labios; toca correr. 

La que faltaba por aparecer deel grupo corrio cual bestia desvocada junto con su compañero, poniendose a la altura del hombre.

-Pero donde cree que va, venga aqui, que solo queremos hablar un momentito joder.

Dijo la enorme mujer con cara de muy pocos amigos.

-Si no tiene nada que esconder no se por que corre, solo hemos venido a investigar.

Mira que no le apetecía correr... Pero vamos, ¿qué necesidad había?

- ¿A dónde va, buen hombre? Esperese un segundito... - 

Rápidamente esquivó las lápidas y fosos para alcanzar al. Tipo que huía. 

Sus compañeros tampoco eran lentos, por lo que no debió ser complicado alcanzarle... 

Rodeais al enterrador y el aasimar intenta cogerlo pero este se zafa con facilidad.

-¡Yo no he hecho nada! ¡Soy un mandado, yo entierro lo que me piden que entierre!

El señor obviamente tiene algo que ocultar pero no lo habéis asustado lo suficiente como para que cante. Sois tres contra uno así que no intentará luchar contra vosotros.

La Dhampiro esbozo una media sonrisa, mostrando su afilado colmillo, mientras seguia cruzada de brazos frente a el, como una enorme columna, la mujer, se habia comportado de manera bastante amable, por que siempre luchaba contra esa naturaleza, pero sabia, que a la hora de sacar informacion, siemrpe era ams util mostrar aquella cara, algo mas terrorifica.

-Oh... eso suena interesante, ¿Que entierras?¿Y quien te lo pide?

Comento con una voz capaz de helar la sangre, pese a estar en pleno dia.

Viendo que el tipo estaba bastante cooperativo, Yinhe dejó el asunto en manos de sus compañeros, mucho más intimidantes que la joven oriental.

Mientras tanto, avanzó hacia el agujero que el enterrador cavaba, no sin antes echar un vistazo a su brazo.

- ¿Qué estaría enterrando nuestro nuevo conocido? -

Dejó reposar su mirada sobre el agujero

Yinhe ve el enorme cadáver de un ciervo, o mejor dicho, lo que queda de él. Por la cornamenta que ha sido serrada y el tamaño del cráneo descubrís que debe ser algo anómalo, un animal muy especial.

Mirando al agujero, Yinhe no pudo sino reprimir un escalofrío.

Aquel ciervo era, cuanto menos, extraño.

El cráneo parecía excesivamente grande para ser el de un animal normal y corriente, y los cuernos no parecían estar allí.

Además, se preguntó Yinhe en voz alta, - ¿Quién demonios entierra un ciervo en un cementerio? ¿Acaso era familia de alguien? -

Sus nudillos palidecieron al apretar con fuerza su lanza.

Aquella situación no le gustaba un pelo, y el sepulturero iba a tener que explicar muchas cosas...

Viendo que Mihaela tiene al hombre controlado, se acerca junto con Yinhe a examinar el cadáver. El aspecto del ciervo y el recuerdo de la druida volviendo a su forma humana le hace pensar. Le susurra a Yinhe: Quizás podría ser una persona. Esto parece bastante sospechoso. 

Ringo observa ahora, con más detenimiento el cadáver, intentando dilucidar cómo murió. 

El sepulturero se estremece:

-No sé nada, lo juro. Unos soldados trajeron el ciervo más grande que jamás había visto. Estaba destrozado, como si una bandada de lobos lo hubiese atacado... Pero los animales no se ensañan, solo atacan lo justo para matar y luego poder comer. Éste animal vino entero, apenas había sido devorado. Me obligaron a enterrarlo aquí y desde que lo trajeron los ciervos nos han atacado dos veces. Ayer mataron a mi compañero sepulturero, ahora estaba intentando acabar la tarea.

Vuestra experiencia os dice que os está explicando la verdad. El animal, ya en avanzado estado de descomposición, tenía marcas de garras y mordiscos por todos lados. Los lobos, por eso, debían ser muy grandes. ¿Un oso quizás? ¿O algo peor?

-Eso mismo pregunto yo. ¿Por qué no dejarlo en el bosque? Alguien tiene interés en esconderlo.