Partida Rol por web

Desde la entrada de la cueva escucho a Careus bromear sobre el asunto del "visitante" que tuvimos y lo unico en lo que puedo pensar es que estamos vivos de milagro, "Si dependieramos totalmente de Careus..."

Decido salir un poco mas de la cueva, para ver si logro encontrar algo mas... "Quizas pueda saber de donde vino y a donde se fue!"

Las huellas parecen borrosas y no consigues sacar nada en claro de ellas, tan sólo que se trata de algún ser bípedo y que camina descalzo. Del terrero ni que hablar, todo está, al parecer, en orden y los alrededores parecen libres de cualquier ser.

Regreso al interior de la cueva...

- Bien, anoche tuvimos visitas y Careus no tuvo la educacion de invitarlo a pasar, aunque quizas fue mejor asi - digo de modo ironico - quien fuera, era pequeño e iba desclazo, pero te aseguro Careus que no era yo - culmino dejando claro que si se trataba de un mediano, seria otro diferente a mi.

Cambiando de tema - Creo que lo mejor sera que reiniciemos nuestro viaje, no sabemos si la visita que tuvimos anoche puede regresar y complicarnos las cosas - me dirijo a donde se encuentran mis cosas y empiezo a recogerlas.

Yargor desayunaba tranquilamente cuando Careus contó lo de aquel 'visitante'. Qué extraño, que o quien podrá haber sido.

Mientras el paladín seguía absorto en sus pensamientos, Lido propuso que se emprendiera la marcha, lo cuál sin lugar a dudas era lo mejor.

Sí, será mejor que continuémos, pero a partir de ahora habrá que andarse con ojo. Dicho ésto, el paladín comenzó a recoger sus cosas para continuar el camino.

Bueno, pues no ahi mas que hablar, salgamos de este agujero, huele a pis.
Recojo mis bartulos y me dispongo a salir, acercandome a lido le susurro.
¿An cicatrizado ya tus heridas?

Cita:

- Si, ya me encuentro bien, gracias - contesto algo sorprendido por la pregunta de Enialis, la verdad no esperaba que en ese preciso instante me preguntara por mi salud, cuando los demas habian quedado peor que yo ya que no habian recibido los tratamientos curativos que yo en cambio si recibi.

- Esperemos que no haga falta seguir curando mis heridas - termino comentando antes de salir de la cueva con mis pertrechos a la espalda y la mano sobre la espada, ya que la visita de la noche anterior hacia que estuviese bastante desconfiado de lo que podria ocurrir al salir del lugar.

-¿Que huele a pis? Debe ser que el mediano extraño de la noche entró y se meó en nuestras narices...- dice con tono de sarcasmo.

El enano terminó de recoger sus cosas sin añadir palabra alguna y se dispuso junto al resto para continuar el camino.

—Vale, me dormí, pero estais todos vivos, ¿no? —se defendió Careus— Al proximo que se duerma montando guardia lo voy a machacar a bromitas, quedáis advertidos... Y ya que no hay rastro del intruso propongo que nos pongamos en camino sin más demora.

Al salir de la cueva observas que todo está en orden, no hay peligro alguno, pero en el suelo distingues unas huellas como las de antes que parecen perderse justo a un lado de la cueva. Observando detenidamente las huellas compruebas que se trata de un solo ser y que se pierden en la ladera de la montaña.

Tras recoger el campamento, el grupo se puso en marcha de nuevo por el sendero que bordeaba las montañas, con la esperanza de no toparse con ningún contratiempo que les retrasase.

El sendero era bastante llevadero, a pesar de tratarse de un camino secundario y poco cuidado, pero la carreta avanzaba sin problemas. A media tarde el grupo se encontraba ya cerca de dejar atrás Parath-dûm y de encaminarse al Valle de Mon-drag.

Camino por el sendero poco pendiente de mis compañeros, con la vista semicerrada intentando centrar toda mi atención en los sonidos que el bosque trae a mi, la mayoría de las veces todo parece tranquilo si solo nos basamos en lo que vemos.

Conforme avanzáis, oís el ruido de unas piedras al caer que os hacen mirar a lo alto de la ladera de la montaña. Careus, Jacobus y Lido logran vislumbrar el motivo del movimiento de rocas.

¡Trasgos! Gritan los tres mientras los señalan para que el resto los vea.

Los trasgos se movían con rapidez entre las rocas y era dificil saber el número exácto, pero llegásteis a contar por lo menos nueve, que bajaban a toda velocidad hacia vuestra posición.

Esquivo las piedras que caen sobre nuestras cabezas y cubriendome con mi brazo descubro el origen de los gritos de mis compañeros.

Bueno, ya era hora de que esto empezara a ser peligroso.

Uso convocar criatura.

¡Prepararos!