Partida Rol por web

Obediente, Careus dejó caer su espada y alcanzó su arco. No tenía mucho tiempo para apuntar, y de todos modos la puntería no era su punto fuerte, así que confiaría en que la suerte se pusiera de su lado esa vez. En ese tipo de situaciones se arrepentía de haber abandonado la academia miliar tan pronto.

La flecha del mago no logra alcanzar su objetivo y se pierde entre la niebla, pero por desgracia para el orco el paladín es más certero, haciendo que su disparo alcance a su enemigo en una pierna y éste caiga al suelo torpemente con evidentes gestos de dolor en su rostro, a pesar de no estar muerto.

Careus cambió el arco por la espada que había dejado caer al suelo y se acercó al orco derribado. Apoyó la punta de su arma en la garganta de su desafortunado enemigo y le habló sin ningún rastro de emoción en la voz.

—¿Quiénes erais y qué hacíais aquí? Responde y tal vez tu vida no acabe hoy.

No era partidario de ejecutar a los prisioneros de guerra, pero todo dependía de las circunstancias. El orco no sería una amenaza, pero si tenía más aliados en las cercanías podía dar la voz de alarma y dificultar su misión. En cualquier caso no sería él quien lo matara. Sencillamente no era su estilo.

Salgo de debajo de la carreta de los orcos... estoy confundido por sentimientos contradictorios, por un lado, estoy de mal humor, ya que no logre destacar en esta lucha, y recordar como me habia ido con los lobos me estaba dejando un mal sabor de boca... pero por otro lado, estaba entero, sin una sola herida y con un resultado de la batalla que se podria considerar excelente...

Me acerco a donde se encuentra Caerus con el orco lastimado y a sus pies... pero voy alerta, con la espada en mano, no confio en el orco aunque este herido y tirado en el suelo, en situaciones como esa es cuando suelen surgir sorpresas, en su mayoria desagradables...

Me coloco algo distanciado y "por delante" de Caerus y el orco, en la direccion que este intento tomar mientras huia, no para cortarle el paso si intenta huir de nuevo, sino por la disposicion en que se encuentra, ya que al dar la cara a un amenazante Caerus con su espada, si el orco se levanta, lo hara dandome la espalda...

El orco aún en el suelo y quejándose por la flecha clavada, se queda mirando un momento al paladín que le apunta firmemente con su espada.

¡Malditos, no tenéis nada que hacer, esta ciudad es ahora nuestra! Una sonrisa asoma en el rostro del orco.

¡Esos débiles enanos no han sido rival, y los que no matámos huyeron como cobárdes a las montañas, jajaja!

Careus arqueó una ceja tras el casco. A la porra el respeto al prisionero. Su código no decía nada acerca de incapacitar o manipular a los enemigos.

—Eres consciente de que esa actitud no te va a ayudar a sobrevivir, ¿no? —preguntó burlonamente. Cambió su tono por uno mucho más severo— No necesitamos matarte, pero no te recomiendo que nos incites a hacerlo.

Aumentó un poco la presión de la espada sin llegar a cortarle la garganta.

—Todo lo que queremos es seguir nuestro camino. Si nos ayudas a atravesar esta zona sin incidentes te dejaremos marchar. Si no, te arrancaremos la piel a tiras y los dientes uno a uno hasta que cambies de opinión. No necesitas todas las partes del cuerpo para guiarnos —deslizó su espada con delicadeza hasta la oreja del orco, dejando descansar todo el peso del arma directamente sobre el apéndice—. ¿Cómo lo ves?

Cuando vio que Careus se ocupaba de la situación, Aram no se molestó en ir inmediatamente hacia el orco herido. Empezaba a limpiar su hacha con un harapo cuando oyó la contestación del orco a la primera pregunta de Careus. Aram giró la cabeza lentamente, observando al orco y no pudiendo creer lo que acababa de decír esa inmundície viviente.

Dejó de limpiar su hacha y empezó a andar lentamente pero con pasos firmes hacia el grupo que formaban sus dos compañeros y el bandido, con el cejo cada vez más fruncido y los dientes más apretados.

Cuando escucho a Caerus ofrecer la libertad al orco entonces soy yo quien enarca una ceja ante la sorpresa, para luego terminar frunciendo todo el ceño. "En que esta pensando Caerus?  es un orco!  no hay razon para dejarlo vivo!  aunque el sea un paladin no puede actuar tan inocentemente... lo practico y por tanto lo correcto es mantenernos vivos a nosostros!". Me mantengo alerta mientras pienso sobre la situacion que se esta desencadenando y la forma de solucionarlo "Esperare a ver que informacion podemos obtener de este orco".

Acaba con la vida de ese engendro, no hay razon para llevarnoslo. Solo traeria problemas, lo mas probable es que se ponga a gritar en cuanto vea a otros orcos.
Dejo paso al enano, lo mas probable es que este le arranque la cabeza.

Aquella nauseabunda criatura no le causaba ni el más mínimo sentimiento de piedad  y cuando oyó sus palabras ya sabia que nada útil podrían sacar de ella, confiaba que sus compañeros terminaran de culminar el destino de muerte a que estaba destinado tan horrible raza.

El orco ante la idea de que le mutilasen no pareció importarle lo suficiente, y ya se preparaba para otra contestación desafiante.... hasta que vió como el enano se acercaba hacia ellos empuñando su hacha con fuerza y con cara de pocos amigos.

Eeee... esta bien, os ayudaré a cruzar la ciudad si prometéis que ese enano no se acercará a mí.

¿hacia donde queréis que os guíe? Pregunta el orco mirando lastimoso a sus captores.

- Hacia el nor-oeste - contesto rapidamente antes de que alguien mas intervenga - Deseamos ir a la ciudad de Girithron, si nos indicas como salir de aqui, en esa direccion y nos muestras donde estan apostados los tuyos para que podamos esquivarlos, te dejaremos vivir como te corresponde - me acerco al orco, espada en mano, para que comprenda que no estoy jugando.

Aunque no hago ninguna seña o demostracion, espero que los demas me sigan la corriente... "Seria una estupidez confiar en un orco, si trata de engañarnos, entonces nosotros debemos engañarle a el"

El orco asiente con la cabeza a las indicaciones del mediano y con mucho esfuerzo logra ponerse en pie para empezar a caminar.

Tendremos que dar un ligero rodeo para atravesar la ciudad de forma segura. Comenta el orco indicando el camino a seguir y esperando la respuesta de sus opresores.

Justo despues del comentario del orco, en un rapido y sorprendente movimiento, coloco la punta de mi espada en el cuello del orco.

- No has entendido orco, primero nos explicas donde estan los puntos de vigilnacia y locaciones de los tuyos, y luego nosotros decidiremos que hacer - comento con una fria mirada, mientras presiono aun mas la punta de mi espada sobre su cuello.

Escrutiño las palabras del orco en busca de algun asomo de mentira en estas.

- ¿En serio creéis que nos puede ayudar este Orco? Nos llevara directos a la boca del lobo, son todos iguales ninguno dirá la verdad. Yo creo que deberíamos seguir nuestra ruta original y eliminar a este indeseable.