Partida Rol por web

- Yo ya os he dicho lo que quiero, ahora sería lo normal que nos indiquéis vos qué deseais de nosotros... ya que nos habéis "invitado" a entrar... aunque ya está todo claro diciendo el precio de vuestro guía. No os preocupéis, ya nos apañaremos sin él. Si un niño pequeño es capaz de apañarse en el desierto, nosotros también. Muchas gracias por vuestra hospitalidad, pero debemos partir cuanto antes. Aurea no se movió de su asiento, esperando la respuesta de su anfitrión, así como las palabras de la Reina elfa (con las que contaba) para que pudieran entre las dos convencer de un precio más asequible aquel príncipe bereber.

15.000 puas, pero yo he guiado a los nobles para buscar presas por unas pocas, se ve que todo es caro aquí. Pensó el asombrado campesino al escuchar tan desorbitante presupuesto, si esa era la cuota habitual, el muchacho vale lo que pesa.

Pero se guardó toda opinión con respecto a ello, mientras se dedicó a mirar al joven guía, viendo en él algo que le recordaba a su hijo mayor, el más "aventurero" de la familia.

 Estaba a punto de levantarme de mi asiento cuando Aurea acabo de hablar, pero al ver que esta se mantenia en el sitio, supuse que estaba esperando a que Tyaeda tomase la palabra, asi que mi pequeño impulso para levantarme se vio interrumpido por el silencio de la reina elfa.

Tyaeda miró con desconcierto a la princesa cuando esta habló tan duramente. Pero un intercambio de miradas fue suficiente para entender la estrategia de la joven. Ella sería la dura, a la reina le correspondía poner la miel en las palabras. Asintiendo levemente esperó a que los dichos de Áurea calaran en el jefe de los bereberes y luego tomó la palabra.

-Princesa Áurea no hace falta ser tan dura con nuestros anfitriones. Disculpadla por favor- dijo mirando al jefe -es que la travesía ha sido dura y hasta ahora no hemos encontrado más que escollos en el camino. Estamos en campaña para liberar a nuestros pueblos de la tiranía del rey de Arbebuck y nos urge cruzar el desierto. Pero debéis comprender que 15000 púas no es un dinero que podamos pagar. El pastor que nos alquiló los camellos nos dijo que contaríamos con vuestra ayuda, que podríamos contar con los servicios de Gussanda por un precio módico, a cambio de devolverle los camellos ¿acaso él nos ha engañado y nos ha hecho recorrer todo este camino para encontrarnos con que vos nos imponéis un precio inalcanzable para no negarnos directamente la ayuda que solicitamos? Por favor, de líder a líder... Sé que podremos alcanzar un acuerdo que nos beneficie a todos.

Me sorprende que se me dirija ya que pensaba que esa bebida era para los guardias del poblado no para mí.

– Justo ahora acabo de beber de mi odre. – le digo sonriéndole. – Por eso me limitaré a beber un pequeño sorbo por no rechazarla.

– Por cierto, ¿Cómo os llamáis?

- Mi llamar Yasmina, ¿y vos?- os preguntó amablemente mientras os daba un poco del agua que le habíais aceptado- beber todo lo que querer, en esa tienda de ahí tener mucho más agua.

El príncipe seguía comiendo y bebiendo mientras le hablábais, dando la impresión de que no le importaban demasiado vuestras palabras. Mientras tanto el niño seguía de pie y sin inmutarse a su lado.

- Mi precio ser razonable porque desierto estar lleno de peligros y Gussanda poder sufrir daños. Además su familia tener que comer...- hizo un parón en el cual se quedó pensativo durante unos segundos y después, como si se hubiera acordado de algo, continúo hablando-... pero vos poder hacer otra cosa por mi a cambio de guía- miró entonces hacia Tyaeda y Aurea y se quitó el turbante y la túnica que llevaba, dejándose solo puestos unos pantalones bombachos, luciendo un cabello largo que se deslizaba por su torso desnudo y musculado- señoritas pasar la noche conmigo, al menos una de las dos, ¿qué decir? Es mi última oferta. Si no llevar guía poder morir en el angosto desierto.

Bebo un sorbo de agua ya que realmente había bebido un buen trago hacia unos minutos.

– Encantado de haberos conocido Yasmina. Me llamo Bernat del Puig y no hace falta que me tratéis de vos ya que soy un simple arquero del ejército real de Loarrus.

Me abstengo de nombrar a la princesa ya que ignoro si ha desvelado quien es, o no.

- Mi pueblo ser amable, tratar de vos a cualquiera que venir por aquí. ¿Vos poder ayudarme a portar unas monturas que estar en la cabaña de aperos? He de ensillar camellos para expedición de nuestros mercaderes- la mujer trató de pedíroslo lo más amablemente posible. Cerca de vosotros no véis a nadie más, ni mujeres ni hombres.

Me encantaría acompañarla a una cabaña pero según de que animo salga Aurea de la reunión podría dame por agradecido si sólo soy azotado y expulsado del Ejército Real a la vuelta.

– Si podéis esperar un poco os ayudaré encantado. Pero ya os he dicho que soy un simple soldado. Mientras los demás están siendo agasajados.

– Aunque seguro que no por jóvenes tan bellas. – mirándola mientras le hablo. – Lamentándolo mucho tengo que aguardar a que me indiquen que ya puedo descansar. En cualquier momento pueden salir o simplemente a asomarse para comprobar si sigo aquí.

-El príncipe y vuestros acompañantes aun tardar mucho en salir, os da tiempo de ayudarme. Además, en Narit ser una falta de respeto grave no ayudar a una dama y el príncipe poder enterarse de ello- os dijo mientras os miraba fíjamente.

Continuaba apoyado en una de las paredes de ese alojamiento, hasta que sorpresivamente, el principe bereber hizo esa proposición. alterado, me encaramos mientras dirijo una mirada a Agrael -Maldita sea! pero quien se crees que es este hombre? Agrael...no lo permitas- pienso 

El rostro de Tyaeda que hasta el momento se mostraba sereno y dulce sufrió una drástica transformación ante la propuesta del líder bereber. Sus facciones se endurecieron y su mirada se volvió fría como el hielo. Su voz, antes apacible, tomó un filo capás de cortar el aire por donde extendía sus palabras.

-Creo que esta conversación termina acá. Al menos de mi parte. ¿Por quién me habéis tomado? Estáis insultando mi honor... no creí que los hombres del desierto se rebajaran de semejante manera. Bah, si es que se os puede llamar hombre. Con vuestro permiso, aguardaré a mis compañeros en el exterior.

Indignada, sin aguardar respuesta, la elfa se levantó, ostentando toda su majestad y salio.

 Cuando escuche la proposicion de aquel bereber, empuñe rapidamente mi espada y desenvainandola a la mitad me levante. En ese momento Tyaeda tomo la palabra y despues de mostrar su enfado, salio de la cabaña.

- No se te ocurra mover un musculo de tu cuerpo o te rebano el cuello.

Mire a Aurea y con un gesto de cabeza le indique que saliera de alli, pues las cosas se estaban poniendo bastante feas.

- No desonrraras a ninguna de estas dos mujeres mientras tenga una pizca de sangre en mis venas. Antes morire luchando que dejare que te aprobeches de ellas.

Mirando esta vez hacia el niño y sin dejar de vigilar a mi alrededor le pregunto... ¿Porque has dicho que puedes sufrir daños?

- JAJAJAJAJAJA las carcajadas de la princesa resonaron por toda la cabaña. Eres muy osado, Príncipe. Deberías saber que el honor de una mujer de Loarrus no se puede conseguir tan fácilmente y si crees que mostrando tus músculos caeremos rendidas a tus pies, debe ser que las mujeres del desierto son muy estúpidas. Se levantó tranquilamente, no sacó la espada sino que dijo: Prefiero enfrentarme a todos los peligros del desierto juntos, antes que pasar una sola hora a solas con vos. ¡Vamos! ¡Ya hemos tenido suficiente hospitalidad!

Dicho esto, salió tras la Reina elfa y miró a Agrael para que les cubriera las espaldas. Con un gesto en el brazo, avisó a Sergi y Garren para que las siguieran pero estando alertas.

– No me niego a ayudaros pero estoy al servicio de la familia de la mujer que dirige el grupo.

Mirándola detenidamente. – Y no hace falta que os diga lo que puede ofenderse una mujer. Esperar a que salgan y en unos minutos os podré acompañar donde deseéis.

Tyaeda bastante airada se levanta de su sitio para salir de la cabaña pero antes de que consiga llegar a la puerta, 3 bereberes armados se posan ante ella impidiéndole el paso. Al escuchar las palabras de Agrael, otros 3 bereberes posan rápidamente el filo de sus espadas en su cuello incitándole a que se vuelva a sentar y que retire la mano de la espada. Seguídamente, Aurea tiene la misma reacción que la reina elfa y se encuentra en la puerta de la cabaña con Tyaeda y los tres hombres armados que les impiden el paso. Garren que estaba apoyado en una de las paredes de la cabaña, ve como de pronto se encuentra rodeado por las espadas de dos bereberes que le escoltan uno a cada lado, al igual que sucede con Sergi.

- Estar en mi casa- dijo el príncipe comiéndose una manzana y riéndose, en actitud muy tranquila- ¿pensar que sería tan fácil enfrentaros a mi?- con la mano que tenía vacía les hizo un gesto a 4 bereberes más que rodeaban la mesa y os desarman quitándoos las espadas, escudos, hachas y dagas que portáis, amontonándolas todas en un rincón lejos de vuestro alcance- y ahora, señoritas, si no importar, volver a tomar asiento para acabar de comer y negociar.

El niño seguía totalmente impasible ante todo lo que estaba sucediendo, era como si ya estuviese acostumbrado a ver ese tipo de cosas.

De golpe se vió rodeado por hombres armados y él era menos que una molestia, casi se hizo encima cuando sintió el aire cortado por el filo de dos espadas. Atinó a levantar las manos en señal de rendición y él mismo tiró el arco donde habían empezado a acumular las armas.

Se quedó el pobre campesino en esa postura hasta que le indicaron que bajara las manos para no hacer pasar tanta vergüenza, seguro que en el desierto los cobardes son pocos porque no viven demasiado o quizás porque corren tan lejos que no se los vuelve a ver jamás.

Al oir vuestras palabras, la mujer hace un gesto con la mano en el aire sin que vos sepáis muy bien por qué. De pronto véis venir hacia vos tres bereberes armados que han salido de las sombras de una cabaña.

- Ya os dije que en este pueblo el que no ayuda a una dama estar mal mirado- os dice Yasmina en un tono más serio- pagaréis vuestra osadía a no ser que venir conmigo, no tardaríamos mucho.

No podia resistir  tan mala hospitalidad por parte de los bereberes. Parecia que tenian claro que querian pasar la noche con una de las dos mujeres del grupo. Eso  no lo podia tolerar, ante la impotencia de estar rodeado por 3 bebeberes y desarmado, me levante desafiando a mis captores, me quite mi armadura, casco etc, y sin oponer resistencia alce mis brazos y abriendolos y dije... Si, no nos vais a dejar salir matadme ahora mismo, ya que no podria vivir con el cargo de conciencia que me dejara esta traumatica experiencia.

Acto seguido, cogi con la mano una de las espadas que me apuntaban directamente y me la coloque en el pecho, a la altura del corazon... Venga valiente, solo tienes que empujar el arma.. Antes de acabar hice una aclaracion... si no me matais, sera con la condicion de que nos dejeis ir libremente. Matarme o dejarnos libres, tuya es la eleccion.

El ultimo comentario lo digo serio, con la clara intencion de morir o salir de alli intactos.