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El paso de Duvik es un pequeño pueblo minero ubicado en uno de los pocos valles que cruzan las montañas de la Sierpe Enroscada. Ha sido durante mucho tiempo una parada en el camino para aquellos de aventureros que buscaban un lugar para descansar sus doloridos miembros y ahogar dolorosos recuerdos entre sus muros.

El paso de Duvik posee una muy bien ganada reputación como poder comercial en la zona, debido al descubrimiento de un sustancioso depósito de plata en las montañas cercanas. En los últimos 3 años los hombres del Paso de Duvik han excavado en las montañas en busca de esas riquezas. Excavación a la que se les ha unido la robusta gente de los pueblos vecinos, esperando prestar su trabajo dentro de las minas y alcanzar alguna porción del preciado metal.

Esa es la información con la que cuentan ustedes sobre el paso de Duvik, si bien ninguno estuvo antes en el pueblo, conocen por caminantes errantes y viajeros que es un buen lugar para pasar la noche y reponer fuerzas.
 

Era invierno; había pasado ya bastante tiempo desde que Armando Guerra partiera de su pueblo natal en busca de aventuras, de experiencia y en busca de un nombre, en busca de gloria.

Desde pequeño Armando había sido hermano del metal, primero fue enseñado en las artes de su forja por su querido padre para luego, al crecer cambiar su fascinación por ese sagrado mineral de la forja al manejo de la espada, fue así como Armando comenzó a entrenarse en el arte del combate, hasta llegar con el tiempo a ser un maestro en el manejo de la espada larga y el arco corto. Pero llegó el tiempo de pulir sus habilidades, por lo que Armando partió en busca de su destino, lo único que tenía claro, es que haría todo lo posible para que su nombre fuera conocido en cada rincón del mundo.

De ésta manera Armando, pasó largo tiempo luchando y tomando diversos trabajos siempre y cuando requirieran de la espada para su concreción. Fue en uno de su viajes que tomo conocimiento de la existencia del Paso de Duvik, y de que era un muy buen lugar para descansar los huesos luego del largo camino y también que sus habitantes eran muy amables, por lo decidió pasar por allí, ya que estaba muy cerca.

Fue así como un día de invierno el valiente y aguerrido Armando Guerra llegó a las puertas del pueblo del Paso de Duvik.

Al entrar en el pueblo grande fue su sorpresa, ya que Duvik, no era por cierto el hermoso lugar que le habían contado, éste parecía un pueblo enfermo, no había niños en las calles y casi todas las ventanas estaban cerradas, tampoco se veían muchos hombres por los alrededores, es más, la población que podía calcularse era mucho menor a la esperada para un pueblo de este tamaño y con esa reputación como poder comercial de la zona y tampoco se veía ningún tipo de ganado.

A medida que Armando caminaba por las calles de la ciudad todos volteaban a verlo y murmuraban por lo bajo, no era una persona que inspirase temor pero venia algo sucio del viaje y después de todo era un extraño.

Entonces, Armando decidió ir a la taberna a refrescarse un poco, al llegar a la puerta de la misma vio una gran cartelera con anuncios, la mayoría viejos y sucios, excepto uno que parecía más reciente, que dejaba leer :

“A cualquier interesado que tenga el valor de formar parte de la partida de búsqueda y rescate que partirá hacia las minas, por favor dirigirse al Mayor Cristofer Sendars, alcalde de Duvik. Se promete una muy buena recompensa a todos los interesados. Para más información preguntar en la taberna por Sorac el cantinero."

Sería esta otra oportunidad de continuar su lucha por hacerse un nombre? y porque no, quizás conseguiría algo de dinero en el transcurso, que no le vendría nada mal.

Era invierno; había pasado ya bastante tiempo desde que Lázaro tuviera que huir de aquel pueblo donde el y su amigo, fueron descubiertos como estafadores, su amigo, había pagado un alto precio por sus crímenes pero Lazaro quizás por ser aún pequeño y no parecer una amenaza había sido tomada más como el sirviente del hombre que como su compañero en estafas por lo que nadie se había molestado en reparar en él, éste hecho fortuito le permitió escapar de allí y salvar su pellejo.

Desde pequeño Lazaro había sufrió la más extrema de las pobrezas, viéndose tan el como su familia forzados a pasar días y días sin llevarse un bocado a la boca. Ésta situación y todas las demás desgracias que se fueron sucediendo en la vida de Lazaro le fueron enseñando que si el mismo preocupaba por él, nadie lo haría, fue así que el pequeño Lazaro tuve que recurrir al robo para subsistir, al principio era sólo comida, luego fue haciéndose más y más hábil hasta hacerse casi un maestro en el antiguo arte del pillaje, robando todo objeto de valor que estuviera a su alcance y que algún desprevenido no cuidara como era debido.

De ésta manera Lazaro, pasó largo tiempo creciendo tanto en tamaño como en habilidad viajando de pueblo en pueblo para pulir sus artes, moviéndose al pueblo siguiente luego de realizar varios trabajos en el anterior para no levantar sospechas y de ésta forma no ser descubierto.

Fue en uno de éstos pueblos que tomo conocimiento de la existencia del Paso de Duvik y de que aparentemente era un pueblo con mucho poder comercial en la zona, con personajes adinerados, además le habían dicho que sus habitantes eran muy amables, y como en su experiencia muchas veces "muy amable" significaba muy inocentes y fáciles de engañar, decidió pasar por allí, ya que no estaba lejos.

Fue así como un día de invierno el joven y pícaro Lazaro llegó a las puertas del pueblo del Paso de Duvik.

Al entrar en el pueblo grande fue su sorpresa, y su decepción, ya que Duvik no era por cierto el adinerado y hermoso lugar que le habían contado, éste parecía más bien un pueblo viejo y enfermo, no había niños en las calles y casi todas las ventanas estaban cerradas, tampoco se veían muchos hombres por los alrededores, es más, la población que podía calcularse era mucho menor a la esperada para un pueblo de este tamaño y con esa reputación como poder comercial de la zona y tampoco se veía ningún tipo de ganado.

A medida que Lazaro caminaba por las calles de la ciudad todos volteaban a verlo y murmuraban por lo bajo, no era una persona que inspirase temor en o absoluto pero venia algo sucio del viaje y después de todo era un extraño.

Entonces, Lazaro decidió ir a la taberna a refrescarse un poco, al llegar a la puerta de la misma vio una gran cartelera con anuncios, la mayoría viejos y sucios, excepto uno que parecía más reciente, que dejaba leer :

“A cualquier interesado que tenga el valor de formar parte de la partida de búsqueda y rescate que partirá hacia las minas, por favor dirigirse al Mayor Cristofer Sendars, alcalde de Duvik. Se promete una muy buena recompensa a todos los interesados. Para más información preguntar en la taberna por Sorac el cantinero."

Sería esta otra oportunidad de hacerse con unas cuantas monedas de oro? y porque no, robarse alguna que otra cosita  de los demás integrantes del equipo de búsqueda y rescate.

Era invierno; había pasado ya un tiempo desde que Palomeque partiera en su misión, para probar su fe enviado por su superior en ayuda de un otrora muy próspero pueblo llamado Duvik que al parecer había caído en desgracia afectado por algún tipo de peste que había hecho estragos entre los habitantes, lamentablemente no tenia mucha más información al respecto, ya que la carta que había llegado unos días antes de su partida procedente de Duvik escrita por el clérigo del pueblo no detallaba mucha más información, pero lo que si quedaba claro en la carta era que necesitaba ayuda muy urgentemente. 

Es así, como, luego de viajar durante unas semanas, su destino llevo al Padre Palomeque al Paso de Duvik, y llegó a las puertas del pueblo del Paso de Duvik.

Duvik, parecía un pueblo enfermo tal como decía en la carta, no había niños en las calles y casi todas las ventanas estaban cerradas, tampoco se veían muchos hombres por los alrededores, es más, la población que podía calcularse era mucho menor a la esperada para un pueblo de este tamaño, y tampoco se veía ningún tipo de ganado.

A medida que Palomeque caminaba por las calles de la ciudad todos volteaban a verlo y murmuraban por lo bajo dejando ver una muy pequeña luz de esperanza al cruzar sus miradas con el Padre, aunque a más de uno le extraño mucho ver a un clérigo un tanto desaliñado y e tal mala forma física.

Tus instrucciones eran llegar a Duvik e ir directamente al templo del pueblo para contactarte con el Clérigo a cargo, un tal Padre Samuel, y eso era lo que harías.

Llegas al pueblo del paso de Duvik, son aproximadamente las 17:30hs de la tarde y todavía queda algo de luz en el cielo. Estas cansado y hambriento, al caminar por las calles del pueblo ves que no hay animales por ningún lado, la mayoría de las ventanas están cerradas y muy poco gente camina por las calles, lo que confirma lo que tus superiores del templo que informaron sobre la actual desgracia del pueblo.

Luego de preguntarle a un asustado habitante, te indican la dirección del templo, llegas hasta el mismo y tocas a la puerta. Luego de unos momentos la puerta se abre y aparece tras ella un hombre que responde a la descripción de Samielur o Padre Samuel que te dieron.

El padre Samuel te ve y entiende rápidamente que la ayuda que pidió por llego, aunque no puede evitar hacer una rápida mueca de extrañes al ver tu apariencia desaliñada y con más sobrepeso de lo que el aceptaría en un clérigo a su cargo.

El padre Samuel te da la bienvenida un tanto receloso por tu aspecto, pero visiblemente feliz de que su carta haya sido respondida tan pronto por lo que te recibe de buena gana.

Usted debe ser el hermano Palomeque si no me equivoco, no es así? sepa que es usted muy bienvenido!, lo estaba esperando, sus superiores me avisaron que enviarían a alguien de su... peculiar descripción en respuesta a mi pedido de ayuda, tenia miedo de que esa ayuda no llegara a tiempo, ya que mañana partirá el grupo de búsqueda, pero por favor pase pase.

Samuel esta evidentemente muy contento de verte, te hace pasar al interior del templo, te da algo de comer y beber, y te pone al tanto de la situacion.

Me imagino que los hermanos de su templo le han comentado algo de lo que pasa aquí, pero lo pondré al corriente, sobre esta maldita plaga. Casi todos en el pueblo han sufrido la perdida de algún ser querido, a causa de la plaga, La plaga ardiente, como le decimos nosotros.

Le diré...Hace aproximadamente 4 meses los mineros volvían a sus casas después del trabajo, mucho mas cansados que de costumbre y quejándose de abrasadoras heridas y una sed insufrible. Poco después, el ganado empezó a morir a un ritmo preocupante y fue diezmado rápidamente, luego las cosechas empezaron a pudrirse en los campos. Un grupo de los lideres del pueblo, entre ellos el Mayor Sendars y el señor Tungstan, el minero jefe, y yo mismo, investigamos al respecto y llegamos a la conclusion de que el agua había sido envenenada por una enfermedad hasta ahora desconocida. Para ese entonces la plaga ya se había diseminado y empezaba a afectar a los jóvenes que enfermaban rápidamente, muchos murieron, fue algo muy lamentable.

Aquí ves que Samuel hace una pausa para recuperar el aliento, emocionalmente afectado por lo que te esta contando, después de unos segundos, vuelve a hablar.

Yo atendí a muchos de los afectados, todos tenían una gran fiebre, ardientes dolores musculares, una inflamación de garganta tan severa que llegaba a casi asfixiar a las victimas, mucha fatiga, y luego de eso casi siempre venia la muerte, todavía quedan algunos enfermos intentando recuperarse pero sinceramente mucho me temo que lo logren.

Y como para empeorar las cosas, los últimos hombre que permanecían con fueras para trabajar, bajaron a las minas y ya nunca regresaron, nadie sabe que paso con ellos.

Se organizo una partida de búsqueda, formada por algunos guerreros del pueblo, bajaron a las minas hace aproximadamente un mes, pero todavía no hemos tenido ninguna noticia de ellos, sinceramente tememos lo peor, por eso ahora se esta organizando una 2da partida de búsqueda, hasta hace 2 días no había voluntario pero en estos días, por la gracias de pelor, han llegado algunos forasteros interesados, en este momento seguramente estarán en la taberna, en cuanto termine de comer y descanse un poco de su viaje, lo llevare para que los conozca. Lamentablemente el único mapa de la mina que queda esta muy maltrecho, el mapa fue rescatado de un viejo almacén incendiado, no deja mucho en claro pero pueden verse algunas galerías de la mina. Se lo daré para que lo lleve con usted seguramente le será de mucha ayuda.

El padre se levanta busca en un cajón de un escritorio cercano y regresa con un deteriorado pergamino en sus manos y te lo da.

Aquí tiene el mapa. Tiene alguna pregunta hermano Palomeque? sé que hable muy rápido y le di demasiada información de golpe, pero usted entenderá que tiempo nos apremia, mañana seguramente partida el grupo, ha llegado usted justo a tiempo.
 

Era invierno; había pasado ya bastante tiempo desde que Phelcyan abandonó su tierra natal para entregarse de lleno a las arcanas energías que fluían por sus élficas venas, ya que en su tierra de origen, siempre se había sentido de alguna forma atado e imposibilitado de dar rienda suelta al poder que los dioses le había obsequiado, fue así que decidió partir en busca de aventuras, iría por la misma senda que sus pasos la forjaran al andar.

Desde muy corta edad Phelcyan había sentido la magia correr por sus venas, ya que para realizar pequeños trucos, no necesitaba leer ningún libro como tenía que hacer el resto de los estudiantes en el consejo de magos, Phelcyan con sólo pensarlo podía general energía mágica y hacer con ella lo que quisiera, al comienzo fue muy difícil controlar éste poder ya que en ocasiones salía de él sin control, como cuando se enojaba demasiado, hecho que lo llevo a provocar algunos muy lamentables incidentes, fue esta una de las razones por las que al ser algo mayor Phelcyan decidió abandonar el consejo de magos y partir sólo a la aventura y que la vida fuese su maestra y lo guiara a su destino.

Con el paso del tiempo Phelcyan logró manejar con sumo control la energía arcana que fluía de su cuerpo llegando a ser un gran hechicero, pero aún le faltaba mucho por aprender, pero si algo le sobraba eran ganas, por lo que estaba seguro que llegaría a ser el más grande hechicero de la historia.

De ésta manera Phelcyan, pasó largo tiempo viajando y realizando proezas mágicas por donde fueran necesarios sus servicios. Fue en uno de sus viajes que se tomo conocimiento de la existencia del Paso de Duvik, y de que era un muy buen lugar para descansar los huesos luego del largo camino, y también que sus habitantes eran muy amables, por lo decidió pasar por allí, ya que estaba muy cerca y ver que la deparaba la suerte.

Fue así como en medio de su búsqueda por ganarse el respeto que se merecía y de poner el nombre de Phelcyan Gulmore en el alto lugar que le correspondía, un día de invierno el atrevido y bromista elfo llegó a las puertas del pueblo del Paso de Duvik.

Al entrar en el pueblo grande fue su sorpresa, ya que Duvik, no era por cierto el hermoso lugar que le habían contado, éste, parecía un pueblo enfermo, no había niños en las calles y casi todas las ventanas estaban cerradas, tampoco se veían muchos hombres por los alrededores, es más, la población que podía calcularse era mucho menor a la esperada para un pueblo de este tamaño, y tampoco se veía ningún tipo de ganado.

A medida que Phelcyan con sus exóticos rasgos élficos y su misteriosa mirada caminaba siempre acompañado de cerca por su fiel compañero felino por las calles de la ciudad, las pocas personas que transitaban por las calles volteaban a verlo y murmuraban por lo bajo, no era una persona que inspirase realmente temor pero hay que reconocer que apariencia era un tanto extraña para gente del pueblo y además venia algo sucio del viaje, y después de todo era un extraño.

Entonces, Phelcyan decidió ir a la taberna a refrescarse un poco,, al llegar a la puerta de la misma vio una gran cartelera con anuncio, la mayoría viejos y sucios, excepto uno, que dejaba leer :

“A cualquier interesado que tenga el valor de formar parte de la partida de búsqueda y rescate que partirá hacia las minas, por favor dirigirse al Mayor Cristofer Sendars, alcalde de Duvik. Se promete una muy buena recompensa a todos los interesados. Para más información preguntar en la taberna por Sorac el cantinero."

Sería esta una buena oportunidad de entrenar sus artes arcanas naturales y acercarse un poco más a la perfección en el manejo de sus poderes?, y porque no, quizás conseguiría algo de dinero en el transcurso, que no le vendría nada mal.

Era invierno, habían pasado ya varios días desde que Ryld y Ragnor fueran emboscados en su viaje misterioso, emboscada con negro final ya que ese día el valeroso Ragnor encontró un rival digno de él y luegode una gran lucha fue abatido, Ragnor, el gran guerrero, su mentor, entrenador y educador y alguien a quien Ryld sentia el padre que la vida le había dado en remplazo del padre biológico que nunca había conocidos, había emprendido el viaje para encontrarse con Heironeous en las moradas celestes. Ryld obedesiendo la última orden de su maestro, huyo del lugar, aunque gustoso hubiera enfrentado al villano asesino de Ragnor aunque sabía que si habia vencido en combate a su maestro el nada podria hacer conra él, quizá por eso Ragnor le había ordenado que escape, ahora ya no importaba, el era un fiel y obediente disipulo y obedesería esa última orden aunque su corazón le dijera lo contrario, de ésta manera el viaje de joven y valiente Ryld para encontrase cara a cara con su destino comenzó, sin saber nunca a donde pretendía ir su maestro con él, sin saber cual era el contenido deesa carta, que hacia unas semanas Ragnor había recibido y por la cual se pusieron en camino hacia un destino que Ryld nunca llegó a conocer, sólo llegó a leer el remitente de la carta, un tal Samielur.

Es así, como luego de viajar durante días y de caminar muchos kilómetros, en busca de ese destino incierto, sus pies lo llevaron al Paso de Duvik, ya que por boca de viajeros con los que se topo en su viajes supo de la existencia del paso y que era un buen lugar para reponer fuerzas y descansar un poco. Entonces, Ryld, el joven paladín, llego a las puertas del pueblo del Paso de Duvik.

Duvik, no era por cierto el hermoso lugar que le habían contado, éste, parecía un pueblo enfermo, no había niños en las calles y casi todas las ventanas estaban cerradas, tampoco se veían muchos hombres por los alrededores, es más, la población que podía calcularse era mucho menor a la esperada para un pueblo de este tamaño, y tampoco se veía ningún tipo de ganado.

A medida que Ryld caminaba por las calles de la ciudad enfundado en su desgastada pero fuerte armadura y con su espada larga a un costado, los pocos habitantes que transitaban por las calles volteaban a verlo y murmuraban por lo bajo dejando ver una muy pequeña luz de esperanza al cruzar sus miradas con el paladín.

Entonces, Ryld decidió ir a la taberna a refrescarse un poco, y al llegar a la puerta de la misma vio una gran cartelera con anuncio, la mayoría viejos y sucios, excepto uno, que dejaba leer :

“A cualquier interesado que tenga el valor de formar parte de la partida de búsqueda y rescate que partirá hacia las minas, por favor dirigirse al Mayor Cristofer Sendars, alcalde de Duvik. Se promete una muy buena recompensa a todos los interesados. Para más información preguntar en la taberna por Sorac el cantinero."

Como paladín de la ley y la justicia que era no podía dejar pasar ésta oportunidad, pedían gente para una partida de rescate, alguien estaba en peligro, era ésta una buena oportunidad de honrar la memoria de su maestro y desmostrarse a si mismo que era digno de todo lo que Ragnor le había enseñado, defendería y lucharía por los débiles el resto de su vida, y viviría para honrar la memoria de su mentor, por lo que valía la pena averiguar más sobre éste grupo que al parecer estaban formando, y eso haría.
 

El elfo entra en la taberna, decidido a mantenerse cálido o relajado por un mínimo tiempo y averiguar un poco mas los ires y venires de Duvik; y ya que estaba por el anuncio. Quizas en este pueblo decaido lo unico bueno estuviera en ese rincón sin importar de momento mucho su situación.

 Tal camina dentro la taberna tranquilo y decidido, se acerca a la barra. Cruza sus manos apoyando sus codos sobre la mesada, ojeando hacia los lados y mira cada rincón del lugar sin decir nada aun. Quizas hayan otros viajeros interesados.

Desde la puerta de la posada, se volvio para mirar el oscuro y desierto pueblo y penso: "algo maligno tiene que ocurrir en este pueblo, las descripciones que me han dado por el camino no se parece en nada al pueblo que estoy mirando algo, noto algo en mis huesos, hay algo en el aire que me da escalofrios, lo que este afectando este pueblo, seguro que esta relacionado con esa busqueda y por mi honor, por el de mi padre Ragnor y por Heironius que encontrare el motivo de esto y acabare con ello."

Tras esa reflexion se dirige a la posada, abre la puerta con aire decidido y entra, tras unos segundos para habituarse a la luz tenue de la posada, echa un vistazo general a la posada y busca con la mirada a Sorac para poder obtener mas informacion de este pueblo y del mal que lo acecha.

Todo en el paso de Duvik parecía enfermo. No sólo sus casi inexistentes habitantes. También las calles, e incluso las casas, parecen languidecer ante un mal desconocido. De camino al templo no se ha cruzado con mucha gente. Por su experiencia, sabe que los enfermos no necesitan hablar para mostrar su dolor. Sus ojos hablan por sí solos. En un par de ocasiones, se detiene para lanzar una plegaria a Pelor al ver a algún niño que se cruza en su camino.

Cuando por fin llega a su destino, se sitúa frente a la puerta y cierra los ojos un instante, pidiendo una última ayuda a su dios. Esta vez era para él mismo. Iba a necesitar su inspiración para intentar ayudar a aquella gente. Respira hondo y toca a la puerta con energía. La reacción del padre Samuel ante su aspecto es la de siempre. Está acostumbrado a ver ese gesto de sorpresa y desagrado, por lo que ha aprendido a no darle mucha importancia. Acepta la invitación a entrar y toma asiento para escuchar las explicaciones del anciano clérigo, mientras da buena cuenta de la comida que le ofrecen.

Rebaña el plato con un pedazo de pan justo en el momento en que le entregan el plano de la mina, por lo que chupa sus dedos asegurándose de que no queda nada de comida y los seca en la túnica manchándola cerca del pecho. El mapa está destrozado, y es prácticamente inútil, pero aún así lo guarda asintiendo a modo de agradecimiento.

- Sí tengo una pregunta, padre Samuel - dice al fin cuando su interlocutor termina de hablar - ¿Sería posible ver a alguno de los enfermos? - su tono de voz es alegre, quizá demasiado teniendo en cuenta cual es su misión, pero es su forma de hablar habitual - Tal vez pueda averiguar qué tipo de veneno ha causado esa enfermedad. Entenderé perfectamente que no sea posible, ya que a ningún enfermo le gusta que le molesten. Después iremos a que me presente a esos amables forasteros.

Era invierno, había pasado ya bastante tiempo desde que Tom partiera de su bosque para explorar el mundo exterior en busca de aventuras y nuevas experiencias que le permitieran conocer aquellas maravillas sobre las que había leído en los libros de la biblioteca de Hirdrum, fue así que luego de despedirse de su amigo Garl y de Vâster el posadero élfico, partió en busca de aventuras, iría por la senda que sus pasos le forjaran al andar.

Desde muy corta edad Tom se había sentido en su casa rodeado de la verde piel de su madre, la naturaleza; sentía como si la fuerza de la naturaleza corriera por sus venas, se sentía parte de ella y hermano de todos sus hijos, quizás ésta haya sido la razón por la que Tom, a pesar de ser un gnomo y de que su gente generalmente habitaba en las colinas, decidió tomar otro camino en su vida y comenzó a vivir en el bosque rodeado de todo lo que más amaba, pero como nunca había sido un gnomo común y corriente, pronto despertó en el la curiosidad sobre que había en el mundo más allá de sus amados bosques, e inspirado por las historias que Garl le contara y por lo que había leído en varios libros, un día partió a la aventura acompañado sólo por su mejor y más fiel compañero, su lobo llamado Roble; partió a que la vida fuese su maestra y lo guiara a su destino.

De ésta manera Tom, pasó largo tiempo viajando y ocasionalmente ayudando a algún viajero perdido haciendo uso de sus habilidades, velando continuamente por donde pasara por que no se hiciera daño a su amada madre naturaleza.

Fue en uno de sus viajes que tomó conocimiento de la existencia del Paso de Duvik y de ciertos rumores sobre una peste que había atacado esa zona, que mataba animaesl, marchitaba la vegetación y volvía el agua venenosa; tal aberración maligna ensombreció su alma, casi podía sentir el sufrimiento de todos esos seres inocentes que enfermaban sin razón y hasta llegaban a morir victimas de esta misteriosa peste. Al preguntar en el camino se enteró de que no estaba lejos del paso de Duvik y del puelo de Duvik, lugar donde al parecer había comenzado ésta calamidad, por lo decidió pasar por allí y ver con sus propios ojos si los rumores eran ciertos, si era verdad que algo o alguien estaba masacrando la vida natural de esa zona, eso era algo que simplemente el noble Tom Girasauce no podía tolerar.

Fue así como el druida un día de invierno llegó a las puertas del pueblo del Paso de Duvik.

Al acercarse a los alrededores del pueblo, Tom tristemente confirmó los rumores, casi toda la vegetación de la zona estaba muerta y marchita, ya no quedaba ningún animal vivo a la vista, en el camino había encontrado varios cadáveres de conejos, ciervos y demás criaturas de los bosques en estado de putrefacción, pero llamativamente sin señas de haber sido atacados post-mortem por los típicos animales carroñeros presentes en todo ecosistema, animales que cumplía la tarea de alimentarse de los animales recientemente muertos para ayudar a la naturaleza a reciclar sus cuerpos y que así vuelvan a formar parte de ella; no, los cadáveres de estos animales estaban corruptos por algo más que una muerte natural, si ni siquiera los carroñeros querían tocar sus inertes cuerpo algo serio sucedía, todas estas cosas no hacían más que preocupar y angustiar más y más a Tom, simplemente no podía creer todo el daño que la vida de esa zona había sufrido.

Al entrar en el pueblo el panorama no era para nada mejor que lo que había visto en el camino, el pueblo de Duvik otrora un pueblo próspero y centro comercial de la zona, parecía ahora un pueblo enfermo, tan enfermo como los animales muertos del camino, un pueblo gris y triste, no había niños en las calles y casi todas las ventanas estaban cerradas, tampoco se veían muchos hombres por los alrededores, es más, la población que podía calcularse a simple vista era mucho menor a la esperada para un pueblo de este tamaño, y tampoco se veía ningún tipo de ganado.

A medida que Tom con sus rasgos de gnomo y su baja estatura caminaba, siempre acompañado de cerca por su fiel y gran  lobo por las calles de la ciudad, las pocas personas que transitaban volteaban a verlos y murmuraban por lo baj. Si bien su lobo no parecía muy amigable Tom Girasauce no era una persona que inspirase realmente temor en si mismo, pero hay que reconocer que su apariencia era un tanto extraña para gente del pueblo y además venia algo sucio del viaje, y después de todo era un extraño.

Entonces, Tom le pidió a Roble que esperara aquí y no se alejara y decidió ir a la taberna a refrescarse un poco, al llegar a la puerta de la misma vio una gran cartelera con anuncios, la mayoría viejos y sucios, excepto uno que dejaba leer:

“A cualquier interesado que tenga el valor de formar parte de la partida de búsqueda y rescate que partirá hacia las minas, por favor dirigirse al Mayor Cristofer Sendars, alcalde de Duvik. Se promete una muy buena recompensa a todos los interesados. Para más información preguntar en la taberna por Sorac el cantinero."

Sería ésta una buena oportunidad de conocer más sobre la catástrofe natural que sucedía por alrededores y quizás intentar revertir la situación dando con el mal que lastimaba tan profundamente a su madre?, y porque no, quizás conseguiría algo de dinero en el transcurso, que no le vendría nada mal para seguir con sus viajes.

En los primeros momentos, se había dedicado a registrar los cadáveres de las bestias muertas, pero según se fueron multiplicando, pasó de ellas como de las piedras que pisaba. Las hojas de los árboles estaban secas y la mayoría de la flora, muerta. Pensó que todo debiera proceder de un envenenamiento del rio, que matara a los árboles y animales que se sustentaran de él, por lo que evitó el río.

En ese momento, dudaba qué hacer con Roble, dejarlo en la puerta significaba asustar a la clientela, aunque poca podría haber en aquel momento, y dejarlo en las cuadras no sería posible, espantaría a los caballos, a si que decidió llamarlo para entrar en la posada, al fin y al cabo, ambos necesitaban beber y comer en abundancia. Los días anteriores había estado racionando el agua de su odre y compartiéndola con Roble, pues la amenaza de un agua envenenada era peor que la sed, y habían subsistido recogiendo agua de rocío y escarcha, sin embargo, sus reservas se veían mermadas. Decidió preparar algunos de sus hechizos de druida para el sustento de ambos, por lo que pudo purificar el agua y la comida para reponer fuerzas y seguir hacia la villa.

Entró primero en la posada, hostigado por las miradas de los pueblerinos que le veían como un extraño, algo que hizo gracia a Tom, pues a pesar de las penurias y la peste, mantenían un orgullo altanero, seguido por Roble. El can estaba hambriento, y lo más probable es que en ese estado se lanzara sobre cualquier gato o perro que viera en el camino.

Busco a Sorac, el cantinero - dijo mientras aguardaba a que sus ojos se acostumbraran a la oscuridad de la taberna- vengo a poner fin al mal que destruye la naturaleza, no busco recompensa más allá del cobijo para mí y para mi amigo y algo de comer.

Cuando entras a la taberna, no hay nada que te llame mucho la atención, la decoración y la poca gente que hay en las mesas, si bien es un salón relativamente grande, sólo tres personas y con aspecto de locales están dentro, uno senado en una mesa de la izquierda tomando algún tipo de bebida y dos más al centro del salón charlando, los tres hombres tienen un aspecto pulcro pero al igual que el resto del pueblo su semblante es algo triste y decaído.

Al entrar a la callada taberna, apenas se escucha el leve murmullo de la conversación que sostienen los dos pueblerinos sentados en la mesa del centro, murmullo que cesa en cuanto te ven.

Te quedas en silencio, apoyado en a barra mirando hacia las mesas, Nigrum un tanto ajeno a todo se acomoda a tus pies ronrroneando suavemente frotándose contra tus piernas.

En ese momento sentís que alguien se aproxima, te das vuelta y ves detrás de la barra a un hombre vestido con las típicas ropas de un tabernero, con una calvicie pronunciada y algo pasado de peso, al tiempo que seca innecesariamente con un trapo un vaso que ya esta suficientemente seco en una especie de acto involuntario, te dice:

Buenas tardes señor, por su apariencia veo es forastero, que se le ofrece?

Antes de que le puedas responder, alguien con un aspecto totalmente diferene a la gente del pueblo se hace presente en la puerta de la taberna. Es un joven fornido ataviado con una fuerte armadura y una espada larga a un costado, el hombre se detiene en la puerta de la taberna y mira a todos los presentes como sopesando el lugar y sus ocupantes, sus ojos se detienen en el tabernero y luego en vos.

Cuando entras a la taberna, no hay nada que te llame mucho la atención, la decoración y la poca gente que hay en las mesas, si bien es un salón relativamente grande, sólo tres personas y con aspecto de locales están dentro, uno senado en una mesa de la izquierda tomando algún tipo de bebida y dos más al centro del salón charlando, los tres hombres tienen un aspecto pulcro pero al igual que el resto del pueblo su semblante es algo triste y decaído.

Al entrar a la callada taberna, los que están en las mesas están en silencio mirando a un extraño personaje que llegó al parecer unos momentos antes que vos y acompañado por un gato, que en estos momento se frota tranquilamente contra las piernas del hombre parado en la barra, tambien ves y escuchas como el tabernero le da la bienvenida al pueblo y se para frente a el del otro lado de la misma.

Al verlo bien, y notar sus finos rasgos y sus particulares orejas en punta, te das cuenta de que el forastero es un elfo, vestido con ropas ligeras y totalmente distintas a la gente del lugar. En cuanto te ven los pueblerimos de las mesas giran a verte, lo mismo que el tabernero.

Te quedas en silencio, en la entrada sopesando la situación y analizando la apariencia de los presentes, especialmente del elfo recien llegado. 

Luego de pensar un poco la respuesta a tu pregunta Samuel dice:

Quizás podríamos ir a ver josé fue uno de los últimos en adquirir la enfermedad, pero no creo que pueda hablar, los demás como usted dice hermano mejor no molestarlos, pero le advierto de antemano, que he hecho hasta lo imposible por intentar averiguar cual es la fuente exacta de esta peste pero nada he logrado más que llegar a la conclusión que se trata de algún tipo de envenenamiento pero la causa es un verdadero misterio, pero no perdamos venga vamos, no hace falta ir a ningún lado, como josé perdió a toda su familia no hya nadie quien lo cuiede por eso lo aloje en una de las habitaciones del templo y o lo cuido, en otros tiempo fue un buen amigo, venga, lo llevaré a él, eso si no lo toque, aún no estamos del todo seguros cual es medio de contagio de la plaga ardiente, y por su bien cuanto menos contacto tengamos con él mejor será, vamos.

Seguis al padre Samuel por los interiores del templo hasta una habitación, ingresan, la habitación es simplem una mesa de luz con una vela al lado de la cama y una ventana, en la cama ves a un hombre, muy flaco de muy mal aspecto, sudado y con mucha fiebre, está dormido por el momento. Cuando ingresan otro hermano del templo les saluda en silencio con un movimiento de la cabeza y sale de la habitación. Te paras al lado d la cama y vea al hombre.

El que salió es el hermano pelar, está a cargo del cuidado de josé, no habla ya que hace años ha hecho un voto de silencio, bueno padre Palomeque aquí lo tiene.

Señala a josé y espera a ver qu querés hacer con él.

No pretendía pasar desapercibido, no era el momento. Silbando una cancioncilla simplona, con una mano en un bolsillo y con los dedos de la otra tamborileando sobre la hebilla de su cinturón, se movía Lázaro por las calles de Duvik. Acababa de llegar.

- Rooghrooghhhh........ - Mis tripas, me comería una rata cruda....

La gente que hasta ese momento simplemente le observaba por sus andares y su sucia vestimenta se sorprendió por el sonido que podían hacer las tripas de un cuerpo tan pequeño. 

La verdad que podría comer algo - pensó el joven justo antes de darse de bruces con el anuncio. Divertido, se dijo a sí mismo - A veces parece que las cosas ocurran como siguiendo un guión... Una buena jarra, un poco de queso y de rebote unas monedas para el zurrón. Ya tenemos plan. 

Y sin dilación, Lázaro buscó la cantina y de rebote al tal Sorac. 

Miro fijamente al elfo, que esta escudriñando cada pulgada de mi, fijandose en mi pelo negro como el carbon, luego se fija en mi armadura de malla desgastada por los duros entrenamiento y toda la fatiga de la llegada hasta aqui, entonces veo que hace una mirada fugaz a mi espada larga y a mi insignia de Heironius.

Tras esa "inspeccion", veo que mira mis ojos color miel de manera muy fija como intentando leer mi alma y mi espiritu, tras devolver esa mirada e intentar ver si su alma es una alma caritativa o por el contrario malvada, fijo mi mirada en el cantinero y me dirijo a él:

Saludos noble posadero, querría una jarra de su mejor cerveza, e informacion de lo que ocurre en este pueblo. En el largo viaje realizado hasta llegar no he recibido mas que invitaciones a venir a este pueblo con descripciones que actualmente no cumplen mis espectativas.

Ademas quiero saber de que se trata el trabajo del cartel de allí afuera.

Tras esas palabras miro de reojo, intentando que no se note, al elfo para ver si hicera algun movimiento que diera a entender que él estuviera involucrado de alguna manera en ese asunto y poniendo mi mano cerca de la empuñadura de mi espada de manera sutil por si "alguien" se viera amenazado por la pregunta.

"veremos si mi primera impresion fue acertada o no" - pense.

"Otro agravio que solventar, ayudaré a esos honrados trabajadores." Piensa tras leer el cartel que adornaba justo antes de entrar en la posada.

Entra con paso firme para ser rebatido por un fuerte olor,  mezcla del rancio del tumulto altanero y seguramente alcohol derramado. Eso le recordaba el tiempo que no disfrutaba de una cerveza en condiciones por lo que avanza hasta la barra buscando un lugar donde arrimarse.

- Una jarra de cerveza bien fría para un viajero cansado. - Grita para asegurar que su voz alcanza los oidos de la persona a cargo del lugar mientras realiza un pequeño golpe sobre la barra.

"Y un baño tampoco me vendría mal pero poco a poco."

 "Jaja....! Veo que los humanos siempre son algo prejuzgosos. Si realmente fuera algo peligroso, ya lo hubiese hecho notar!" dice de costado Phelcyan al humano acorazado y una leve sonrisa rebelde.

"Bueno, parece ser que ud es Sorac, verdad? que es lo que necesitan en este pueblo, en esa mina...? reventar unos cuantos bandidos y vandalos? o hay algo más? No tengo problemas de reventar unos cuantos infelices con un par de conjuros" comenta el elfo con un estilo atrevido e interés, un tanto burlon de por si. 

- Gracias padre

Se acerca hasta el hombre y remanga su túnica hasta dejar los antebrazos al descubierto. Está acostumbrado a tratar a hombres enfermos, pero aquel presentaba un penoso aspecto. Con mucho cuidado, se inclina sobre la cama y destapa despacio al hombre, examinando su cuerpo con minuciosidad. Busca con poco éxito pústulas, úlceras o cualquier cosa que pueda darle más pistas sobre cómo tratar una enfermedad tan agresiva. Con tan poco tiempo, poco podía hacer, excepto buscar al causante en caso de que efectivamente se tratase de un envenenamiento.

- Tiene muy mal aspecto - comenta apesadumbrado mientras tapa de nuevo al enfermo con delicadeza. Su voz suena un poco más seria, pero no pierde su inevitable tono alegre - A simple vista no veo nada extraño. Sólo podremos encontrar un antídoto si averiguamos qué lo causa, así que no perderé más tiempo - Se incopora y mira a Samuel sonriente - Lléveme con los demás

Era invierno, había pasado ya bastante tiempo desde que Morkhur abandonó su tierra natal y si preciada cervecería trastornado y con visiones de sufrimiento y muerte por causa de la maligna deidad que había jugado con su mente, lo que había causado que Morkhur pierda por un tiempo el control de sus facultades, no del todo pero si lo suficiente como correr fuera de su tierra, tomó su hacha sus pertenencias más preciadas y escapó, sin saber realmente de que escapaba, más que de su propia mente.

Si bien Morkhur sentía pasión por la manufactura de la cerveza, también sentía pasión por el metal de un bien y afilado hacha, ya que desde muy joven había seguido, como lo hacen muchos enanos el camino del guerrero, sólo que éste enano en particular, apreciaba una sabrosa pinta de cerveza casi tanto como una afilada hacha de guerra, fue sí como Morkhur se convirtió en un experto en sus dos pasiones, la cerveza y el combate.

La mente de Morkhur nunca volvió a ser la misma, si bien no era una mala persona y una que otra vez en medio de sus viajes había defendido a dos granjeros que estaban siendo atacados por dos orcos, fue tanta la furia y la locura con la que Morkhur había blandido su hacha contra los dos orcos que no sólo destrozó sus cuerpo a hachazos, si no que los pisoteó, los araño y los prendió fuego, para cuando Morkhur terminó de descargar el peso que las imágenes que torturaban su mente, sobre los desprevenidos orcos, el cuadro fue de tal horror que los granjeros huyeron despavorido del enano. De ésta manera, Morkhur fue conocido desde entonces en la zona como Morkhur "el despiadado", cuando los granjeros contaron lo que habían visto, y de que forma Morkhul había acabado con los orcos.

Con el paso del tiempo Morkhur siguió viajando sin rumbo fijo por los pueblos, y poco a poco su mente fue calmándose un poco, ya no veía las crudas imágenes de muerte todo el tiempo, más bien lo atacaban en sus sueños o cuando entraba en ira en medio de una batalla.

De ésta manera Morkhur, pasó largo tiempo viajando, fue en uno de sus viajes que tomo conocimiento de la existencia del Paso de Duvik y de que era un muy buen lugar para descansar los huesos luego del largo camino, y también que sus habitantes eran muy amables, por lo decidió pasar por allí, ya que estaba muy cerca y se encontraba hambriento después de unos largo días en el camino.

Fue así como un día de invierno el perturbado y errante enano llegó a las puertas del pueblo del Paso de Duvik.

Al entrar en el pueblo grande fue su sorpresa, ya que Duvik no era por cierto el hermoso lugar que le habían contado, éste, parecía un pueblo enfermo, no había niños en las calles y casi todas las ventanas estaban cerradas, tampoco se veían muchos hombres por los alrededores, es más, la población que podía calcularse era mucho menor a la esperada para un pueblo de este tamaño, y tampoco se veía ningún tipo de ganado.

A medida que Morkhur caminaba por las calles de la ciudad, las pocas personas que transitaban por las calles volteaban a verlo y murmuraban por lo bajo, hay que reconocer que apariencia era un tanto extraña para gente del pueblo y además venia algo sucio del viaje, y después de todo era un extraño.

Entonces, Morkhur decidió ir a la taberna a refrescarse un poco, al llegar a la puerta de la misma vio una gran cartelera con anuncio, la mayoría viejos y sucios, excepto uno, que dejaba leer :

“A cualquier interesado que tenga el valor de formar parte de la partida de búsqueda y rescate que partirá hacia las minas, por favor dirigirse al Mayor Cristofer Sendars, alcalde de Duvik. Se promete una muy buena recompensa a todos los interesados. Para más información preguntar en la taberna por Sorac el cantinero."

Quizás fuera ésta una buena oportunidad para dirigir sus arranques de furia contra algún enemigo que lo mereciera y continuar con su búsqueda para librar su mente de las torturantes imágenes que lo azotaban desde hacía ya tanto tiempo?, y porque no, podría conseguir algo de oro en el transcurso, que no le vendría nada mal.