Partida Rol por web

-Joder, joder. ¿Qué hace la puta puerta aquí? - Luis Carlos era todo un matojo de nervios, después de un rato inspiró aire y resopló. Había tomado una resolución, debía enfrentarse al posible resultado de su fracaso:

-Debo tomar muestras para dejarlo corriendo en el servidor, ahora vuelvo.

-Jo tía, tanto misterio no me mola-. Se escuchó en el fondo. -Buff qué mal rollo. -Contestó otra voz algo menos dulce-. No veas Vane como estará, creo que no se cosca mucho, shhh.

-¿Hola? -Preguntó una voz al otro lado de la puerta antes de golpear fuertemente la puerta. El eco resonó en todos los pasillos-. ¿Es aquí donde han llamado? Soy Raúl, médico del SAMUR. ¿Podéis abrir esto?

Salir no fue una opción. Definitivamente encerrados.

*suspiro*

Cerró la puerta conforme entraba todo el mundo. No tenían corma de contactar con el exterior, les estaban escondiendo cosas a los alumnos, en secretaría no estaban, Segrellos podía estar perfectamente muriéndose esperando a la ambulancia... por dios qué día. Y había parecido malo al empezar.

-Va, venga, al trabajo de nuevo -dijo- Está la puerta cerrada como medida de seguridad pero todo el asunto se ha calmado y la ambulancia estará recogiendo a vuestro compañero en estos momentos. Grupos de tres, y necesitamos un recuento de las fórmulas de hoy y el cotejado de los resultados.

Aquella era la mejor forma de calmar a la gente, mantenerlos ocupados. Y sin tocar las muestras, hasta nueva orden. Por suerte en un proyecto que se preciase había trabajo para aburrir que no fuera manipular las muestras.

-¡Raul!-grito al escucharle-¡nos hemos quedado aquí encerrados, pero vamos a intentar abrir la puerta!-

Esperando que todos los que me redean echen una mano, sujeto de donde mejor pueda para intentar abrir la puerta-¡Venga, cuando estéis listos, todos a una intentando abrir!-espero unos momentos a que esten colocados y doy la orden alto y claro-¡Vamos todos!-

Aplico toda la fuerza que puedo, noto como las venas de mis sienes palpitan fuertemente y como la punta de mis dedos pierden su color debido a la presión-"VENGA JODER ABRETE"-pienso con furia.

Se quedó quieto mirando sorprendido a Miguel. 

Para abrir una puerta hay que girar el pomo. A pesar de ello como le habían dicho que empujara lo hizo. ¿Cuándo se habrá la puerta me puedo ir a casa?  Ya debía haber acabado Ahora caigo pero si se daba prisa podría ver alguna serie mientras cenaba antes de que su madre lo mandara a la cama.

-¡Ni de coña!-. Protestó Blanca, siempre tan sagaz-. ¿te crees que somos tontos? ¡Queremos verle! Rita, ¿quieres ver cómo está tu novio verdad? Ven conmigo.

No tardaron en secundar aquel gesto un par de alumnos, la pareja se convirtió en un puñado. Para cuando Luisra quiso darse cuenta, todos el alumnado se había puesto en marcha al exterior sin que pudiese hacer nada para evitarlo. De repente uno de ellos se detuvo, como quisiendo justificarse, era Jimmy.

-No es nada personal Luisra. -Le dijo subrayando sus palabras con una palmada afectuosa-.  Eres un tío legal pero hay que hacer las cosas bien, no seas parte del sistema.

Primero se acercó Sara, no tardó en ser secundada por su nuevo admirador y más tarde por Miguel, al otro lado también se escuchaba el resuello fruto del esfuerzo por levantar aquel armatoste. En cuanto aquel portón alcanzó el medio metro de altura se escuchó nuevamente la voz del otro lado. Aquella voz fue silenciada por el murmullo de los estudiantes que volvían a salir de clase, esta vez con un paso más ligero, todos ellos con una expresión totalmente disconforme en su rostro.

Raúl volvió a hablar subiendo unas octavas su voz

-¡Esperad un segundo, hay aquí una especie de tope que creo que va en estos agujeros!. - Un chasquido metálico acompañó a la vibración que se produjo al encajar aquella especie de pasador por el orificio-. Supongo que va para esto, apartad que paso.

Asomó primero su cabeza, a continuación el resto del cuerpo de un joven de aspecto atractivo. Lo que más llamaba la atención de este era la leve barba que poseía, ésta le daba un aspecto sombreado a su rostro coronado por una larga y rizada cabellera.

-¡Juan quedate allí con el equipo por si esto cede!, ¡voy a echar un vistazo a la situación, estabilizaré al paciente e intentaré traerle!, ¡baja la camilla!

Cuando se escuchó cómo se alejaban los pasos el recién llegado, dedicó una mirada a la extraña situación en la que se encontraba, por un lado un multitudinario grupo de chavales se había introducido en una habitación al final del pasillo. Desde allí se escuchaban gritos ahogados y sollozos. A su lado se encontraba un chaval de aspecto que parecía dedicarse a la limpieza con evidentes problemas, de éste se encontraba pendiente una vigilante de seguridad la cual dejaba entrever un aspecto bastante atractivo bajo aquel antierótico atruendo. Decidió no fijarse más en ella al atisbar la culata del arma que asomaba por su cintura.

Aquel extraño grupo lo remataba un anciano trajeado que parecía resistirse a disfrutar de una merecida jubilación acompañado de un puñado de hombres más jóvenes. Sin tener muy claro a quién dirigirse habló.

-Me han llamado desde la enfermería, un corte con aspecto feo que sangraba abundantemente. Teníais que haber llamado también a los bomberos, hemos perdido mucho tiempo. Decidme dónde está.

Enrique no tiempo a reaccionar cuando se escucha la voz de un miembro del Samur a la otra parte de la puerta metálica, rápidamente unos cuantos de los allí  presentes se apresuran a levantar una parte de la puerta metálica. Poco después el joven entra y pregunta por el herido.

Enrique se aproxima a el mientras guarda su teléfono en el bolsillo. - Venga conmigo. Le comenta mientras le hace un gesto en la dirección en la que tienen que ir.

Antes de caminar Enrique mira a la nueva chica de seguridad. Podrías decirles a los del otro lado de la puerta que llamen a los bomberos o a la.... Enrique guarda silencio antes de decir a la policia. Aquí abajo no tenemos cobertura.

Al llegar a la puerta d ella enfermería Enrique se aproxima al chico y le habla en voz baja al oído.

...

"..."

En su interior las fuerzas sobre cómo necesitaba el trabajo y como aquello no estaba bien lucharon por unos instantes, ganando la segunda por un escaso margen. No se sentía bien haciendo aquello, pero tenían razón: era necesario.

-Pues venga. A enfermería todos.

Concedió.

-Pero nada de estorbar, que estarán viniendo los del samur.

Y como si fuera un embrujo, en cuanto se salió vio el jaleo que se había montado mientras trataba, infructuosamente, de mantener a toda aquella gente ocupada después de que hubieran visto lo de su compañero, la más imposible de las misiones. Las palabras habían sido absoluta y completamente verídicas. Estaban de camino a la enfermiería cuando...

"Teníais que haber llamado también a los bomberos, hemos perdido mucho tiempo. Decidme dónde está"

-No hay cobertura, no recibimos señal de centralita -explicó- Hemos intentado contactar también con comisaría, sin efecto. Tiene que haber sido algún tipo de accidente -le hizo una señal para que le siguieran- Está aquí dentro, está

muerto

inconsciente pero estable.

Abrió la puerta de la enfermería, donde por los sonidos algunos ya estaban viendo lo que había pasado. Tenía que ser un shock ver a su amigo así, pero sólo había sido un susto.

-¿Necesitan ayuda para evacuarlo...?

-El chico por el que les llamamos a muerto.... no puedo entender que a sucedido y como a sido tan rápido pero a muerto. Enrique nervioso se aparta un momento del joven y se seca algo de sudor de su frente. - Sus compañeros aun no lo saben así que por favor no diga nada, no queremos que cunda el pánico y mas si no podemos sacarlos de aquí por la puerta.

Los estudiantes ya estaban ahí dentro, así que no iba a poder esconder nada.

-El chico por el que les llamamos a muerto.... no puedo entender que a sucedido y como a sido tan rápido pero a muerto

-No. Está. Muerto.

Puntualizó. En realidad no era más que la reacción de alguien que trataba de aferrarse a un clavo ardiendo, tratando de creer (y de verdad creyéndose) aquello. Había varias formas por las que justificarlo: aferrarse a la chapuza que estaba siendo todo, la falta de médicos competentes para confirmarlo, los nervios de todo el mundo. En cuanto alguien más lo confirmase... y no pudiera negarlo más... bueno.

-Vamos rápido, no sabemos si puede empeorar: tuvo un ataque hace nada.
 

Marcos se quedó quieto mirando la puerta. No tiene pomo, ¿cómo se abrirá? Luego se fijó que de donde habían tirado estaba llena de huellas de las manos. Claro, no llevaban guantes. Hay que llevar guantes.

Se volvió hacia el carro de la limpieza y cogió la botella de KH7 y la balleta. Limpiar la puerta y después a casa. Se dijo. Mientras la gente iba camino a no sabía donde, él se puso a borrar las huellas que habían dejado en la puerta.

El lugar recordaba aun tanatorio, en el momento en que los dos hombres cruzaron el umbral el ambiente del lugar se convirtió en más opresivo y deprimente, había gente llorando, otros hablaban casi en un tono de susurro. Otros simplemente aguardaban en silencio. Un amigo y un compañero suyo había muerto.

Segrellos permanecía donde le habían dejado, en la camilla. La sábana que se utilizó a modo de mortaja se encontraba a los pies, parte de ésta en el suelo. No se podía pedir delicadeza en los detalles cuando acabas de descubrir un cadáver... Especialmente si no acostumbras a ello.

-Supongo que está bastante claro el asunto. Tendremos que gestionar un levantamiento. -De cadáver, el final de la frase quedó silenciado por el ambiente, no procedía murmurar ciertas palabras en aquel día. Aunque sus palabras sonaban maquinalmente al tiempo que se acercaba al difunto, no había perdido el tacto. Casi de manera inconsciente alargó su mano y presionó la carótida con sus dedos índice y corazón.

-Oye, que sólo está inconsciente.

Aquella frase supuso el alfa del omega, el principio del fin. El ocaso de una vida normal para todos los que estaban en aquella sala. En el momento en el que el doctor se aproximaba a Segrellos para confirmar si respiraba, éste lo mordió de manera implacable.

No era un mordisco cualquiera, ni siquiera se parecía a la clase de mordida que hace una bestia antes de atacar, era algo más primario... Algo instintivo.

-Aaaaaahhhhhhhhhh -Gritó el pobre diablo.

El caos se adueñó de la sala, el otrora cadáver se encontraba incorporado, su tez se había vuelto más demacrada desde la última vez que le vieron. La sangre asomaba de sus comisuras así como de su camiseta. Aquella imagen que recordaba más al cine de terror de la Hammer era la realidad, al menos la realidad de las pobres almas que se encontraban allí.

No reaccionaron, no racionalizaron sus actos, tan sólo un instinto de supervivencia se sobrepuso en todas aquellas almas que salieron en tropel empujando al doctor Yamaguchi y a Luisra, primero salían de uno en uno, de dos en dos. Segrellos atrapó a un pobre diablo. Más gritos, un desafortunado tropezón, la marabunta cayó sobre el primero, no alcanzaron a ver más.

Los alaridos eran de pavor y dolor. De repente alguien gritó nuevamente otro alarido parecido al primero, no tardaron en multiplicarse los alaridos...

-Aaaaaahhhhhhhhhh-. Se escuchó un alarido humano de autoría incierta. Incluso su cadencia hacía dudar de su origen humano. Aquel alarido no se parecía en nada a ningún grito que nadie había escuchado, ni en el cine ni en ningún otro lugar. Parecía el grito de alguien que luchaba por su vida...

Aquello fue el preludio del ocaso de una vida normal. No fue nada espectacular para aquellos testigos, quienes asistieron impotentes del inicio de algo superior a ellos. No vieron lo que lo comenzó, únicamente sus consecuencias. Primero salieron algunos de los estudiantes, cada vez más arrastrando a su paso a Luis Ramón y el doctor hispanojaponés, alguien pareció caer lo que desembocó en una avalancha humana.

Los alaridos eran de pavor y dolor. De repente alguien grita nuevamente otro alarido parecido al primero, no tardan en multiplicarse los alaridos...