Partida Rol por web

Tomáos vuestro tiempo, paladín - exclama la piromante con cargada sorna mientras bombardea a la criatura con fuego y explosiones. Dos de las esferas que rodean a Suara salen disparadas a las patas de la criatura, derribándola. Es entonces cuando Suara pronuncia dos sencillas palabras - Ignis Pilara.

Una explosión de fuego envuelve a la criatura, arrancándole chillidos de dolor y sufrimiento. Cuando las llamas se dispersan, la criatura tiene la piel al rojo vivo y cubierta de severas quemaduras.

Sin inmutarse por las explosión o las llamas siquiera, la goliath se acerca a la criatura y le golpea de nuevo en la cara con la Estrella de Maniblithia. Si bien sigue viva, la criatura parece estar en las últimas.

Los chillidos de la criatura por las quemaduras y golpes de mis compañeras resuenan en mi cabeza. No puedo razonar.

- ¡NOOO! ¡QUE NO ME TOQUE!

Me levanto a trompicos y con pisa mientras dos varios pasos hacia atrás.

- ¡DIOSES PROTEGEDME! ¡NO DEJEIS CONVERTIRME EN ESOOO!

La criatura se revuelve contra Niveka y, tras hacerle un pequeño corte en la pierna, consigue quitársela de encima de un empujón. Acto seguido, y con sorprendente agilidad pese a su estado, la criatura se pone en pie y trepa al techo. Allí saca su arco y apunta a Suara. La flecha vuela certera al pecho de la piromante, quien cae fulminada al suelo.

On remo mesfal, moned! - clama la criatura mientras ríe como si estuviese loca.

La piromante yace en el suelo, completamente inmóvil.

SUARA!!! 

La goliath coge su arco y dispara dos flechazos a la criatura, quien los esquiva con gracilidad mientras ríe a carcajada limpia.

En otro momento tal vez me alegraría, pero la caída de Suara significa que el mosntruo está mas cerca de volver a atacarme. Niveka tampoco parece estar en su mejor estado.

- ¡ALEJATE! ¡VUELVE A TU LUGAR EN EL INFIERNO!

Casi sin mirar, mientras me tiemblan las manos, cojo la espada de Selûne con ambas manos e invoco su poder en el ser arácnido.

Invocando el poder de la Dama de Plata, un haz de luz aparece en mitad de la estancia, iluminándola al tiempo que define los bordes de la oscuridad mágica. La luz engulle a la criatura, pero esta emerge de ella con cara de dolor y asco. La criatura te identifica como el creador de la luz y te apunta con el arco. Tres flechas vuelan hacia ti a una velocidad endemoniada. Consigues bloquear dos de ellas con tu espada, pero la tercera se te clava en el vientre.

Suara permanece en el suelo, debatiéndose entre la vida y la muerte.

MUERE BICHO ASQUEROSO! - clama la goliath. Valiéndose de la iluminación extra aportada por el haz de luz de Selûne, Niveka dispara una única flecha que atraviesa con éxito la cabeza de la criatura. Veis como la vida escapa de sus ojos y cae a plomo contra el suelo al tiempo que la oscuridad y las luces de los túneles se desvanecen. Tan solo un haz de luz divina para iluminar el gigantesco cadáver.

Atónito por todo lo que ha ocurrido, feliz por la muerte del monstruo, confuso por el estado de Suara. Me quedo inmovil durante unos segundos sin saber que hacer exactamente.

Si no fuese por la actuación de ambas ahora estaría condenado para toda la eternidad...

Me acerco corriendo a Suara para ayudarla. Peor que tener viva a Suara sería tener una Suara con cuerpo de araña gigante de enemiga.

Aprovechando que parece que mejora algo le abro la boca para vaciar una poción de vida en ella.

Mientras retoma la consciencia, miro a Niveka fascinado.

- Niveka, el propio Helm ha estado aquí mismo, junto a tí para derrotar a tal monstruo. Solo alguien guiado por los dioses podría hacer algo así. Tienes todo mi respeto Goliath.

Me arrodillo.

La goliath te sonrie con cansancio y te posa la mano en el hombro en señal de agradecimiento y se sienta con pesadez junto a Suara, que se despierta sobresaltada.

¿¿DONDE ESTÁ?? ¡QUE LA MATO! - exclama la piromante con las manos llameantes de furia mientras busca a la criatura.

- Tranquila, todo ha terminado gracias a Niveka.

Descanso un rato antes de ir a mirar el cuerpo del bicho de más de cerca e investigar la habitación y los cuerpos que por ahí descansan.

Antes de nada, te acercas al cuerpo de la criatura, convenciéndote a ti mismo de que está bien muerta y de que Helm está protegiéndote. Satisfecho, pasas a investigar los cuerpos que están más visibles o menos tapados por la red de telarañas. Entre ellos hay uno que te llama más la atención, el cadáver de un explorador enano. Entre sus escasas pertenencias, encuentras una especie de diario escrito en un idioma que desconoces. Sin embargo, gracias al poder del casco, consigues descifrar su contenido:

Sigo buscando a Tol’ratheen, la Drow que se dice que cometió el error de aceptar el favor de Lolth, la Reina Araña.
Según la leyenda, Tol’ratheen era una Drow vanidosa que llamó la atención de Lolth, la Reina Araña. Lolth transportó a Tol’ratheen a su plano partícular, Los Pozos de la Telaraña Demoníaca, y le dio la oportunidad de demostrar su valía.
Tol’ratheen probó su fuerza, impresionando cada día a la Reina Araña, y aumentando su estatus y poder. Sin embargo, la Reina Araña no permite el menor fallo, y Tol’ratheen cometió un error que sellaría su fatal destino.
Cierto día, un enano de las profundidades cayó en las redes de Lolth y a Tol’ratheen se le encomendó la tarea de ejecutar al enano. Al ver la mirada de súplica del enano, Tol’ratheen dudó. Y ese instante de duda provocó la ira de la Reina Araña. Lolth retorció el cuerpo de la Drow hasta separar el torso de las piernas. Entonces fusionó el torso de Tol’ratheen con el de una araña y la devolvió al plano material.
Despedazada y medio loca, Tol’ratheen fue repudiada por aquellos que la rodeaban, vista como un mero monstruo. Con el tiempo sus recuerdos de Drow se fueron desvaneciendo, a excepción de uno: el momento en el que no fue capaz de asesinar a una criatura indefensa.

Según mis fuentes, Tol’ratheen mora aquí, en la Caverna del Deva, pues se dice que este lugar es el hogar de aquellos sin hogar. Si consigo confirmar la existencia de esta criatura, a la que he bautizado como “Drider”, podré subir de rango en la Orden de los Ahondadores.

- Otra espada de una diosa, la diosa menor Lolth de los elfos oscuros y de las trampas. Después de todo he estado mas cerca de los dioses que nunca.

Guardo las armas con cuidado y busco flechas que me puedan servir con el arco.

- ¿Intentamos apartar la piedra antes de continuar explorando los túneles? Si nos encontramos algo similar huimos para reunirnos con los demás. También podemos empezar haciendo una pausa, aunque este lugar no me parece el más adecuado, y menos sin una forma de salir rápidamente.

Voy a intentar mover la roca - indica Niveka, poniéndose en pie -. Esos túneles podrían llevar a cualquier parte, y no creo que Axelos vaya a esperar mucho más.

Niveka apoya las manos sobre el enorme pedrusco y lo desplaza como si estuviese hecho de plumas. La goliath se limpia las manos con satisfacción - Qué, ¿volvemos?

- De acuerdo, volvamos.

Aseguro todo el equipo bien antes de marchar.

Os reunís con Axelos y Skronch, quienes os preguntan por vuestro periplo y os juzgan severamente a medida que se lo contáis. Puesto que estáis todos bastante malheridos, decidís descansar un par de horas y tratar vuestras heridas.

Mientras curo mis heridas y repaso el equipo para que esté apunto le comento a Axelos.

- Teníamos que haber ido todos juntos, por poco morimos. Aquella bestia que encontramos debía ser erradicada a toda cosa, mancillaba un lugar sagrado como este. Por cierto, ¿puedo llevar el escudo a partir de aquí?

Todo tuyo Menelpar - responde el dragonborn tendiendote el escudo y las gemas -. Terminemosss en esssta dichosssa caverna.