Partida Rol por web

Es un año malo en Figueirós. De las dos vacas que teníais, una la pusísteis a criar y murió durante el parto con las crias. Las lluvias han ido acompañadas de granizo y las cosechas lo han sufrido, quedando reducidas a lo justo para sobrevevir. La despensa de la aldea está casi vacía y no sabéis cómo váis a sobrevivir al invierno. Aunque aún falta pata eso. Ahora es fecha de recoger la cosecha. Y aunqur rs poco esáis felices. Bueno, los jóvenes están felices. Los viejos están temerosos de lo que está por venir.

Pero hoy es un día de fiesta. Joao y Martiña se casan. Bueno, ya se han casado. Ahora es momento de celebrarlo y en eso está todo el puebllo. Juegos, bailes y mucho vino que corre por doquier. Orgullosas y felices las familias de los que se casan. Y fwliz o borracho el resto del pueblo

Y ahí estáis vosotros, celebrándolo.

Hacía tiempo que no asistía a un casamiento. Se veía muy bien a los dos jóvenes; bueno, o así debía ser, pues tan sólo escuchaba las voces de unos y de otros jaleando en medio de la fiesta, y unas cuantas risas y pequeños brindis por los dos novios. Mi vista me había abandonado hacía poco (primero fui apodado "el tuerto", puesto que andaba de tal guisa por unas fiebres acaecidas; Y luego "el ciego", pues perdí totalmente la vista. Y así me quedé). Como todos en Figueirós sabían, me dedicaba a ayudar como podía a los vecinos y pastores del lugar por algunas monedas con las que sobrevivir. Y había sido grato por parte de los novios el invitarme a beber unos vinos como a uno más, aun sabiendo que mis prendas para tal acto eran las mismas que cuando me caía al barro o vagaba por el monte. Cuando hube buscado a los novios, les dí mi bendición (que podía ser poca o ninguna, pero mi intención es que fueran lo más felices posibles... si es que eso podía ser con la presencia de la Reina Loba...).

Breixo coge su chato de vino medio vacío y se incorpora del taburete. Caminando despacio colina arriba, con la cabeza gacha, va jugueteando con la punta de su cayado con las piedrecillas que se encuentra de camino. Con un poco más de altura tiene ya una vista mejor del desposorio.

 Antonio y Jesusa (sus padres) charlando con los vecinos. También está allí su hermana más mayor, Carme. La acompaña Enrique, un buen hombre. Breixo se apoya en el roble que allí en lo alto se encuentra.

También puede ver a Sara, su hermana no tan mayor. Está bailando a corrillo con otras jóvenes del pueblo. Pero la vista de Breixo se posa especialmente en Pilar.

Pilar danza con los pies descalzos sobre la hierba y los pétalos nupciales que se han desperdigado por la zona.  -¿Será la próxima coyunda la nuestra, Pilar?- Piensa para si. Da el último trago al cubilete de madera y lo deja rodar colina abajo. 

Breixo se sienta a los pies del roble, se recuesta en él, cierra los ojos y respira hondo. -La brisa es agradable aquí- musita.

Ya ha felicitado a la pareja amiga. Ha comido y ha bebido. Ha reído y ha cantado. Ha sido una buena mañana.

Minutos más tarde abre de nuevo los ojos para ver en la distancia nubes de tormenta que se aproximan. Pueden que estén aquí para cuando anochezca, pero aún hay tiempo para que el viento cambie.

Miraba de reojo y con envidia como las mujeres danzaban en círculos, riendo despreocupadas, celebrando que una de las suyas había encontrado un buen marido. Chascó la lengua molesta. Ni siquiera sabía por qué la habían invitado. Martiña siempre había sido con ella más agradable que el resto de chicas, pero aun así, no podían considerarse amigas, ni siquiera buenas conocidas.

Bebió un trago más del acuoso vino. Al menos aquella boda traía algo bueno; podría beber y comer como hacía mucho tiempo que no podía. Resistió la tentación de unirse al baile, estaba segura que de eso terminaría con las risas y la complicidad de aquellas mujeres, así que permaneció sentada en uno de los muchos bancos que salpicaban el césped, observando a lo lejos,  con los ojos cada vez más llorosos y el vaso cada vez más vacío.

Reinaldo sentía la vergüenza de no poder agasajar a los novios con un regalo en condiciones. En su lugar, una talla de madera artesanal del puente, donde dicen, se besaron por primera vez.

El carpintero se sentía vacío sin su compañera al lado. Era el primer casamiento al que iba sin su esposa, y aquella situación lo hacía sentirse desnudo, a la par que observado por las viejas que cuchicheaban a sus espaldas. No tardaría mucho, lo justo para entregar el regalo a la pareja y comer algo de queso, pan y vino, y a poder ser, guardarse algún sobrante con estilo para poder darselo a la encamada Anxos.

No sabía cuando fue la ultima vez que fue a una boda, y ni se acordaba si había sido la suya o había alguien mas en medio, pero hacía tiempo que no disfrutaba de una buena jarra y la compañia, aunque era un pastor y disfrutaba mas de estar caminando en soledad con el rebaño, que a las personas, por un lado tenía a mi querida Noela hablando con el resto de mujeres, mientras mis pequeños, Xusta y Xacinto, jugaban con el resto de niños. 

pero igualmente estaba feliz por la pareja, entre tantas cosas malas y desgracias, había algún parón para poder descansar y relajarse, ya tendrían tiempo de arrepentirse y de disfrutar tambien a esas pequeñas bestias que eran los crios, aunque por ahora tocaba ponerme a bailar con mi esposa.

Pilar baila descalza, está feliz por los novios, pero especialmente porque se siente amada y valorada. Sale de su ensimismamiento y mira Breixo, le sonríe y se dirige a el tendiendole los brazos invitándolo a bailar. 

Hace tiempo que sueña con ocupar el lugar de Martiña, pero sabe que la familia de Breixo y la suya son pobres y no se pueden permitir el casamiento. Tampoco saben de que vivirían. Pero se aman y eso basta y hoy es un día para soñar. Así que Pilar hace lo posible por sacar a Breixo y continuar la fiesta.

-¡Muchas gracias Cardeño!- dice el joven y feliz novio mientras le "quitan" a su esposa. El mira a un lado y a otro y por fín la encuentra bailando con su padre. El joven está lleno de orgullo y feliz. Hoy es su día, la novia está resplandeciente y el es un hombre afortunado.

Pone otro vaso de vino en las manos de Cardeño y dice un-Disculpame-y se lanza a recuperar a su esposa con un poco de pantomima haciendose el ofendido.

Roi se sentó al lado de su hija Maruxa. Iba borracho, desilusionado y miraba a la novia y sus amigas con envidia, lujuria y asco. -Miralas, tan felices.¿Qué saben ellas de la vida?¿Eh? Cuentales, tu de eso si que sabes. A ver cuando traes un buen mozo que traiga dineros a casa. -Roi hacía tiempo que solo veía a su hija como una forma de conseguir dinero para vino y mujeres. La quería......a su manera, pero no era el mejor padre del mundo.

En esas está que se acerca un mozo a Maruxa con intención de sacarla a bailar. Es Anxio.Roi lo mira, escupe al suelo y dice-ve-

Anxio es cliente habitual. Es un poco basto, pero siempre ha tratado bien a Maruxa. No está casado, no se sabe por qué. -¿Puede saberse que haces ahí tan seria?¡A bailar!

Baila Noela con Gonzalo recordando su boda. Está feliz. Hermosa pese a que ya  no es la moza de hace unos años. -Está bonita, ¿verdad?-pregunta Noela un poco celosa de la juventud de la novia.

Xusta y Xacinto están entretenidos y os dejan bailar tranquilos.

Bieito, el padre de Breixo tiene el cuerpo machacado de haberse pasado la vida trabajando en el campo. Pero todavía carga más que muchos jóvenes y lo que ha perdido de fuerza lo ha ganado en maña.

Se acerca a Reinaldo con un vaso de vino-¿Qué tal está Anxos? Hace tiempo que no la veo.

¡Gracias, amigo! -le respondí a Joao-. El novio me puso otro vaso de vino en la mano. Enseguida noté su dulce hedor. Al instante se marchó, seguramente para saludar a otros invitados. Oía los vaivenes de unos y otros, éstos y aquellos, leyendo casi sus conversaciones en su pensamiento. Mi oído se había desarrollado cuando mi vista mermó por completo, y pese a la constante jarana y jolgorio, estaba animado de ser partícipe invitado a tales esponsales. Sin ir más lejos, pegué la oreja a la conversación de Bieito con Reinaldo, pues tampoco tenía más que hacer.

Breixo brota de su enfrascamiento al ver de soslayo a Pilar caminar colina arriba. Su sonrisa es radiante. Ella iza un tanto sus vestiduras para no tropezarse mientras sube. El labrador no se hace de rogar, no lo ha hecho nunca y sale a su encuentro dejando olvidado su cayado en lo alto.

-¿Se lo está pasando bien, señorita?- Le comenta vivaracho.

Ella, entre risas y sin mediar palabra le agarra por la muñeca y comienza a bajar hacia donde está la verbena, y Breixo casi se trastabilla en la arrancada quedándose atrás y descolgado. Pero le sigue el ritmo. Desea seguir el ritmo. De camino recoge como puede el vaso de vino que dejó rodar antes -No vaya a ser que Cardeño se la pegue- piensa, y a duras penas lo deja en un tablero mientras Pilar tira de su largo brazo.

Ya en el meollo bailando, rodeado de los otros jóvenes y parejas saludan juntos a algún convecino del que no hubo oportunidad previa de hacerlo. Y allí se hayan.

Seguía con los ojos fijos en las despreocupadas chicas, que bailaban riéndose. El comentario de su padre le hizo revolverse incómoda en el asiento. Pues sí, ¿qué sabían ellos?, eran unos ilusos. Martiña sería feliz, ¿cuánto?, ¿un mes o dos?, después Joao haría lo que todo hombre; beber y pegar. Y esos que bajaban por la colina tan contentos también, Breixo y Pilar. Aquel dia era una engaño, y sin embargo, era tan bonito. Todo su pesimismo se reducía a la clara envidia de que sin un hombre no podría prosperar, tal como no paraba de recordarle su padre. La edad la marchitaría y ya nadie querría pagar por su compañía. Sabía que tenía que encontrar a alguien que la pudiera mantener, pero quién iba a querer unos zapatos usados pudiendo tener unos nuevos.

- ¡Oh Anxio! – exclamó, cambiando por completo su semblante y regalándole su más tierna sonrisa – eres todo un caballero – y poniéndose en pie de un salto correteó junto con su nuevo compañero de baile – seremos la envidia de los novios – dijo levantándose ligeramente el tosco vestido y dejando al aire unos blancos y finos tobillos, dispuesta a bailar hasta que se le acabase el aire.

- Bien Don Beitio, bien... está en cama... cosas de la espalda, por trabajar la tierra, ya sabe usted... ¿que le voy a contar?. - Reinaldo estaba nervioso. Nunca había sido un mentiroso, más bien al contrario. Hombre honrado y bastante confiado. Pero le había prometido a Anxos no hablarle a nadie de su enfermedad. No quería rezos ni visitas indeseables... ni mucho menos que se enteraran los testaferros.

- ¿Y usted como anda? - dijo intentando cambiar de tema.

Estaba bailando feliz con mi mujer, recordando nuestra boda, "es verdad, es bella, pero dios me ha dado a una mujer mucho mas bella que ninguna" le digo con una sonrisa a mi mujer en voz baja, "pero no podre decirselo a nadie, esta es su boda" mientras seguíamos bailando, aquel día iba a acabar cansado y mañana tendría que sacar de nuevo las ovejas a pastar, nada mas salir el sol.

  Estupendamente caballero ¿y usté?-Dice con cierta pantomima imitando modales de la nobleza

  Anxio sonrie y Maruxa y el vuelan por la plaza.

  Cosa mala lo de la espalda......a mi me asó que......-Empieza a contar

Se ruboriza, sonríe y pega un puñetazo cariñoso en el hombro de Gonzalo

Mientras Reinaldo escucha y bebe.

Y en esas estáis cuando escucháis ruido de caballos acercarse.

Son los sicarios de la Reina Loba que entran en la fiesta rompiendo cosas con los caballos, ya sea el altar de los novios, las mesas con comida.....tirando los barriles de vino y dejando que se rompan. Alguno hace amago de perseguir a las jóvenes solo por verlas correr mientras el soldado rie a carcajadas viendo caer a una al suelo. Estan pertrechados con cuero, cascos, escudos y lanzas. Llevan un arma auxiliar al cinto y caballos bien alimentados

Y llega su capitán, el que da el alto con una señal de la mano derecha. Es un tipo alto y bien pertrechado, con una cota de mallas y espada como símbolo de rango. El pelo largo y una cicatriz que le cruza la cara. El corcel que monta es negro como la noche, fuerte y hermoso.

   Vaya, vaya, vaya.¿Qué tenemos aquí? Menudo despilfarro de viandas.- Dice quitándose teatralmente un guante y sacando un rollo de pergamino. Lo desenrolla y lee-¡Pueblo de Figueirós, se hace saber que es vuestro plazo de cumplir con los pagos a la muy ilustre doña Jimena de Ourense, señora de estas tierras por la gracia del rey y de Dios. Se recuerda que si alguno de los vecinos no cumple, su casa y sus tierras serán quemadas y sal echado a sus campos además de dar muerte a su familia como ejemplo de lo que ha de pasar al que no pague. El pago consistirá en: Una vaca, un rebaño de los mejores animales que tenga el pueblo y una carreta llena a rebosar de viandas. Tenéis hasta la próxima luna llena para cumplir los pagos!

Se vuelve, mira a la novia......sonríe y manda a dos de sus soldados que bajen a buscarla. Ella se resiste pero nada puede hacer contra ellos. Joao, el novio se intenta lanzar a por ellos pero es parado por otros dos soldados que entre risas le tiran al suelo y empiezan a patearle. Figueirós mira impotente lo que hacen los soldados y como se llevan a la joven

El sicario y sus secuaces se marchan con la novia. Ya no se oye música, ni fiesta. Figueirós llora impotente ante el novio apaleado y los muebles y útiles rotos

Aquella voz me resultaba familiar. La voz del perro de la Loba, si es que eso pudiera ser. Oía cómo irrumpían de aquí para allá, vertiendo vino, mesas, sillas, carnes y haciendo romper vasos y las estacas que a buen seguro estaban decoradas con banderillas. Los cascos de los caballos lo inundaron todo, y la alegría y las chanzas se habían tornado en relinchos y gritos. Después escuché serio y en silencio la sentencia. El pago de las costas era tremendamente exagerado, y el vaso de vino que uno de los soldados me vertió encima al pasar a todo trote a mi lado me pareció un mal menor: ¿una vaca? ¡Si sólo quedaba una entre la vecindad! Y encima un rebaño y una cesta de víveres.

¡Maldita loca! -pensaba yo, sin abrir la boca-. No sabe estrujar a los buenos vecinos de este pueblo, ¡ni las bodas respeta!

Sin embargo, ¿qué podía hacer un ciego ante una bandada de jinetes bien armados?