Partida Rol por web

La mujer sintió como el rostro se le ponía rojo de rabia ante el comentario de Andet. Al parecer nadie se había dado cuenta de los enemigos eliminados al otro lado del muro por ella, y por lo visto olvidaba con facilidad que había sido por ella que los enemigos no le sorprendieron cuando el caos empezó a reptar por el vórtice.

-Le recordaba más sabio y menos engreido... -No pensaba disculparse, ya no. Creía tener razón aunque eso la hiciera parecer una adolescente testadura. Dadas las circunstancia hizo lo que le parecía mejor, aunque el resultado de sus planes habían sido algo opuesto e impredecible, como el propio caos elemental.

Después de aquello el mago y su desfigurada compañera empezaron a manipular el pergamino. En algún momento se les fue de las manos y activaron una trampa elemental. Después de varios intentos parecía ser que lograron estabilizar el artefacto, así que se acercó para prestar su ayuda.

-¿Me permites? -Le preguntó al ilusionista. Lo agarró y estudió las galimatías. Tras leerlo con soltura y percibir el latir salvaje de la magia que lo imbuía, levantó la vista del pergamino y miró a sus compañeros arcanistas, un poco sorprendida de que sufrieran aquel percance.

Finalmente conseguís cerrar la brecha elemental y la tranquilidad vuelve al maltrecho campo de batalla.

Podéis descansar un poco bajo la mirada de las antiguas estatuas, edificios y piedras que pertenecer a esta parte de la ciudad.

-Se que vuestra llegada a la ciudad dista mucho de ser relajante, pero ... enseguida que podamos, deberíamos volver con Obanar por si requiere de nuestra ayuda.- Comenta el gran felino en voz ronca y preocupada.

Poco a poco la grieta se va cerrando hasta desaparecer en la nada. Dejando a tras un silencio tal que resulta molesto. 

enseguida que podamos, deberíamos volver con Obanar por si requiere de nuestra ayuda.

¿ Estas seguro de que no hay mas intrusos en la ciudad ? - Me quito la máscara y el brillo de los ojos va perdiendo lentamente su fuerza hasta quedar convertidos a un tenue resplandor casi imperceptible. Oteo los alrededores, sin mirar nada en concreto. - Aunque no se si llamar "ciudad" a esto es lo mas apropiado.

Andet terminó de susurrar las palabras que revirtieron el proceso, y en ese momento le llegó el cansancio de repente.
La llegada a Argen había sido complicada desde el principio, y este último ritual había terminado por drenar sus fuerzas.

-Ahora entiendo a esos magos que andan con bastones- susurró, como si de una broma privada se tratase, al tiempo que se dejaba caer al suelo, apoyándose contra uno de los muros en ruinas.

-Dejadme recobrar el aliento, buen senescal- comentó el mago con los ojos cerrados y una voz fatigada. Justo en este momento comenzaba a notar realmente la mella de los años, el cuerpo le estaba pasando factura.

-Desconozco el estado de la ciudad.- Responde a Eva. -Nosotros fuimos a uno de los mas problemáticos en el momento, pero no debes desestimar lo que pueda hacer la ciudad en si y el mismo Obanar desde su torre.-

Luego mira a Andet con comprensión.

-Supongo que no vendrá de un breve descanso maese Andet, pero estaría mas tranquilo si no nos demoramos mucho.-

Pero es que aquí no hay nadie. Una ciudad maltrecha y sin gente tiene otro nombre ... Ruinas. - Mustio mientras busco asiento en algún pedazo de escombro lo bastante grande para ello. No me sentida cansada ni dolorida, al menos no mas de lo habitual, pero si había que esperar, prefería no hacerlo en pie.

Rrowthar no responde, pero es obvio que llamar ruinas a Argent le ha dolido bastante.

Iannes sentia la tension en el ambiente.
Sera mejor que relajemos nuestras iras del combate y socorremos a nuestro amigos heridos, tomando un poco un respiro para analizar el estado en que nos encontramos. Si nos permite un poco de tiempo, Senescal Rrowthar, iremos al encuentro de Obanar

Dayereth se había quedado descolocado, la explosión de múltiples energías al intentar cerrar aquella brecha y evitar que lo que fuera surgiera de la misma, había dejado heridas de diferentes formas sobre el cuerpo del eladrin.

A pesar de todo sus compañeros habían logrado cerrar la brecha y tras unos minutos de recobrar el aliento deberían regresar junto al viejo Obanar para ver en que más podrían ayudar, pues el Mago de la Espada estaba seguro de que aquello no había terminado.

Tras unos minutos de descanso, Andet se puso de pie nuevamente.

-Creo que podemos regresar con el Señor Obanar- se frotó las manos y respiró profundamente.

Rrwothar asiente y os guía de nuevo por la ciudad.

Abandonáis el viejo distrito del sur (11) para volver por vuestro pasos por los jardines y el lago que habita en el centro de Argen (3).

Llegais a la plaza donde aparecisteis (2) y que aún está bastante destrozada pero ya libre de los ataques ... vuestro resuello empieza a fallar con tantas prisas pero al norte ya podeis ver la inmensa torre donde fue Obanar (5).

Cuando llegáis a ella Rrwothar parece dudar un poco, momento que aprovecháis para recuperar el aliento.

Parece ligeramente desorientado ...

Cuando Obanar aparece maltrecho por uno de los pasillos podeis ver como el felino da un brinco de alarma y se afana en acercarse a el y usar su magia para sanarlo.

El anciano busca una silla del edificio para sentarse y recuperar el aliento.

No obstante os mira con cierta sonrisa.

-Parece ser que lo hemos conseguido ... en parte.-

El eladrin se aproxima al anciano Obanar y buscando entre sus pertenecías un odre de agua se lo ofrece.

- ¿Os encontráis bien? ¿Podemos ayudar de alguna forma más? ¿Estáis seguro de que … - Comenzó el eladrin a preguntar para cuándo se dio cuenta de que atosigaba al anciano incluso antes de que este tomara un respiro y un trago. Espero a que este repusiera sus fuerzas para contestar a esas preguntas ya formuladas y a la que tenía en mente el Mago de la Espada. - ¿Estáis seguro de que no nos necesitáis en ningún lugar más?

El descanso me había sentado mal. Mientras la rabia y la adrenalina corrían por mis venas, podía ignorar el tormento producido por las indelebles heridas de mi cuerpo. Pero cuando la situación volvía a la tranquila, el dolor regresaba para reclamar la atención que le había negado. Durante unos segundos noto como respirar me resulta una tarea difícil y farragosa. Paso los dedos por los labios agrietados para confirmar el origen de ese para indudable aroma dulzón proveniente de mi garganta.

En cuando por fin nos movemos me pongo en pie, no sin esfuerzo, y me abstengo de dar un último vistazo a los cuerpos que dejamos atrás.

...

Obanar parece que no ha estado de brazos cruzados. Y habiendo visto como peleaba contra las Bulettes, no puedo evitar preguntarme que clase de criatura pueden haberlo magullado hasta tal punto.

... en parte.

Soy consciente de que aun queda mucho por hacer con lo que asedia la ciudad, pero aun así - ... ¿ A que te refieres ?

Obanar agradece el agua de Dayereth luego se levanta y os hace una señal para que lo acompañéis. Avanzáis por los antiguos pasillos de la torre, subiendo escaleras y pasando puertas de un lugar que es entre majestuoso e increíble.

Por muchas aventuras que hayáis realizado, nunca habíais visto un palacio tan grande y bellamente decorado, pues la mayoría de grandes construcciones de vuestra era han sido derruidas por las guerras y la decadencia. La caída de Nerath no había sido gentil con la herencia del hombre.

Aunque magullados y ciertamente sucios, llegáis en una sala amplia con bellos tapizas, alfombras y sofás mullidos. El anciano, sin percatarse de sus propias manchas de sangre simplemente se sienta en una silla y deja caer un suspiro cansado.

Por un momento teméis que pueda perecer delante vuestro.

-Hemos conseguido salvar a Argen y repudiar a los atacantes. Eso es con lo que tenéis que quedaros.-

-Pero los ataques eran, en cierto modo, una argucia para apartar nuestra atención ... mientras luchabais en el viejo distrito un grupo armado ha atacado la bóveda oculta de Argen donde se ocultan viejas reliquias y artefactos.-

Rrowthar baja la cabeza avergonzado.

-Fue nuestra culpa maese obanar, no teníamos de habernos tomado ese descanso ... tenia que haber insistido en la urgencia de la sitúa [...]-

Obanar lo corta.

-No es vuestra culpa, nadie sabia lo que estaban maquinando.- Dice con una afable sonrisa.

-En todo caso tenían muy claro que estaban buscando y por que asaltaron la bóveda. Han venido a robar una reliquia divina que los dioses usaron para encarcelar a un primordial llamado Piranoth.-

-Parece que los gigantes se han juntado con un grupo de elementales con el propósito exacto de liberar a Pyranoth-

El anciano toma una pausa.

-Pero ahora estamos tranquilos, tenemos tiempo y podemos hablar de vuestro cometido, la ciudad y cualquier duda que podáis tener ... ni tan solo se si me he presentado.-

-Soy Obanar, el ultimo guardián de Argen. Mas de ciento veinticinco años atrás, el imperio de Nerath me envió aquí como campeón. Nerath, como todos los imperios antes, suministraba a Argen con campeones para que honoraran su obligaciones hacia el Trato Parangón.-

-Pero parece que Nerath ha olvidado sus obligaciones y hace mucho, demasiado tiempo, que no ha mandado a nadie mas.- El anciano habla como si nisiquiera supiera que Nerath ya no existe.

Después de eso, aguarda en silencio esperando vuestras respuestas.