Partida Rol por web

La ruina del Hombre

Un descubrimiento casual (Nactas, 2 de Numa de 471 d.T.)

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28/03/2008, 21:11
Director

- Joder - dijo un soldado -. ¿Qué demonios pueden hacer una cosa así?

El otro le miró y asintió, su voz era más ronca, aunque también menos vacilante y quizá algo menos asustada.

- Entonces sigamos, porque aquí ya no hacemos nada. Joder, el sargento nos mata. Y si no es él lo hará el otro capucha roja.

Vamos, cazadores. El rastro y el olor de la sangre atraerán a cualquier cosa que haya hecho eso, y yo no me quedo a ver lo que le ha arrancado el brazo a un corregidor, por mucha Voz y mucho escudo de mis hermanos...

Joder...

La luz se acercaba, y la penumbra dejaba paso a la claridad y otro tipo de angustia. El regreso donde esperaban, agazapados y a cubierto, el resto de los hombres.

Níbias notó el cuerpo exánime, sin vida. Robehr pudo verlo al fin, con más luz. Ninguno de ellos podía oler la muerte, como no podían oler nada, excepto ese mismo mejunje que aún apestaba bajo sus narices. Sin embargo, el espíritu del corregidor ya estaría buscando el camino que le reservaba por derecho su fe.

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01/04/2008, 10:51
Robehr de Bordefronda

Roberh paso la mano por su barba, aun pringosa por aquella maldita sustancia que engañaba a su olfato, tendría que remojar el rostro para desprenderse de ella recuperando la capacidad de percibir olores.

El cuerpo inmóvil del corregidor estaba arrugado, debía haber perdido casi toda la sangre a causa de la herida. El vendaje no había servido para nada, tal vez solo para prolongar la agonía de Vydic unos minutos...

Las consecuencias, el cazador no quería pensar en ellas, ni en las miles de preguntas que otros capuchas rojas, soldados y quien sabe les harían. El corregidor era el máximo responsable de su muerte, pero ¿quien creería la palabra de 2 cazadores?, alguien necesitaría culpable o culpables, algo contra lo que descargar frustraciones y resentimiento.

Era posible que tanto Nibias como el propio Roberh fueran a pagar un precio tal vez peor que la muerte. O puede que la muerte del corregidor sirviera para que los poderosos tuvieran en cuenta el mal que acecha en la sombra, tal vez se dieran cuenta que no son fábulas de lugareños ni supersticiones de ancianos.

- Sino nos ataco ya dudo que lo haga ahora, salimos de su terreno, nos alejamos de la oscuridad, no es un buen sitio para atacar, pero eso no quita que carroñeros y otras bestias vengan al olor de la carne. Movámonos antes de tener que lamentarnos. -

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02/04/2008, 16:53
Níbias Roblefuerte

-Sí, móvamonos cuanto antes mejor. Yo le llevaré. - la expresión de Níbias decía todo aquello que no expresaba con palabras. Incertidumbre, incomprensión, perplejidad, inseguridad...

Quizás lo mejor era no llegar a su destino, no obstante era un camino que sabía que no podían eludir. No podía esperar que los soldados acudieran en su ayuda o testificaran a su favor, eso sería confiar en un mundo justo y éste se le había revelado ya a Nibias en toda su crudeza varias ocasiones anteriormente.

Ya no confiaba.

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22/05/2008, 20:33
Director

Cargado por Níbias el gigante, el cuerpo de Vidyc ya no era más que un despojo que aquel lugar enfermo escupía tras aprovechar un buen trozo de su carne. Como una alimaña que cogía lo que necesitaba y dejaba lo demás. Y los demás eran los que vivían para salir al exterior, a una luz que casi dolía, en la que les esperaba el grupo de soldados que habían dejado atrás para adentrarse en la oscuridad.

Cuando se acercaron, el otro capitán se asomó y dio señal cuando hubieron salido lo suficiente y se vio que nadie les perseguía por la negra abertura. Su rostro se quedó blanco un momento, cuando vio el "fardo" que cargaba Níbias.

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22/05/2008, 20:36
Sargento de guardia

- Por la Voz - musitó, pero sin fuerza, como si no fueran más que palabras fruto de una costumbre, como si en el fondo supiera que por más que se encomendara allí no había más Voz que el eco de una risa maligna.

- ¿Qué ha pasado? ¿Cómo ha podido ocurrir? ¿Está...?

Se apresuró a ayudar a Níbias a dejar el cuerpo en tierra y avisó a dos soldados, visiblemente asustados, para que le ayudasen con el cuerpo. El otro corregidor, con la capucha siempre calada, se acercó al cadáver de su hermano, se arrodilló junto a él y tocó el tatuaje de su rostro, el párrafo de las escrituras que decía quién era ante los demás, pero que él nunca veía aunque, como era el caso, le acompañase hasta el último momento. Eso era su sacrificio, decían. Son portadores de una palabra que no poseen.

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27/05/2008, 13:23
Robehr de Bordefronda

A Roberhr le hubiera gustado sentarse, apurar un largo trago y recuperar el resuello. La situación había tomado el rumbo más dramático, al igual que un cerdo en matanza los batidores descendían una espiral cada vez más y más complicada, como si algún poder superior o puede que esa maldita voz jugará a su antojo con ellos.

Sus manos estaban manchadas por la sangre de Vidyc, al igual que buena parte de sus ropajes, incluso el gigantón Nibias portaba manchas de la antes sangre caliente del corregidor, no podrían reprocharles su buena voluntad, hicieron todo lo que estuvo en sus manos para salvarlo.

Necesitaba tiempo para pensar una respuesta apropiada, pero cada minuto se le hacía eterno y en su mente ahora solo había cansancio, muerte y desesperación, le gustaría gritar, despertarse y sentir el alivió al ver terminar una pesadilla, pero no era así, la peor parte acababa de comenzar.

Habló lentamente, con gesto muy cansado, con calma aparente pero nada más, a medida que pronunciaba su frase su rostro se giraba hacia el otro corregidor, buena parte de lo ocurrido el capitán de la guardia jamás lo entendería.

- Perdió el brazo en un resorte de metal, creía que era una llave pero solo fue una puta trampa, se lo llevó en una carnicería como un cepo para matar jabalís. Habíamos encontrado una puerta en la oscuridad, fabricada también en metal, sus grabados harían erizar el vello hasta de los zorros más viejos.

Vendamos la herida con fuerza y corrimos por la espesura, pero desgraciadamente el tiempo se reía de nosotros como las brujas de los cuentos.

Me gano la vida como cazador, no soy una persona inteligente y mi juventud me priva de la perspicacia de los viejos zorros, no había nada en mis palabras ni mis advertencias que hubieran podido hacer cambiar la voluntad inquebrantable del corregidor Vidyc. -

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02/06/2008, 10:27
Níbias Roblefuerte

Níbias permanecía en silencio detrás de Robehr, ofreciéndole su apoyo y vigilando a la vez su retaguardia... por si acaso. Asentía ante las palabras de este y confirmaba con la mirada con gestos todo lo ocurrido.

No obstante no habló.

No lo consideró necesario, no le apetecía, no lo deseaba.

No perdía de vista al corregidor y a los soldados. No es que esperase un ataque, pero no era la primera vez que un inocente pagaba la culpa de un... vendería bien cara su vida. Se mantuvo bien cerca de Robehr, a su espalda.

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04/06/2008, 17:50
Director

El sargento escuchó a Robehr y miró a Níbias hasta ver que no tenía nada que decir. Luego miró hacia su izquierda, donde el otro corregidor se arrodillaba junto al cadáver de Vidyc. Su silueta envuelta en tela sacra indicaba lamento por la pérdida. Quizá, además de hermanos, habían sido amigos.

Con la capucha siempre calada, el corregidor se incorporó y observó a los batidores, así como al sargento. Su voz parecía provenir de una cueva mucho más profunda que el breve espacio de oscuridad que otorgaba su capucha roja. Era firme y serena, y se expresaba como Vidyc.

- Debemos volver allí. Hay algo a medio hacer...o a medio deshacer, en realidad. Tenéis que volver a colocar este ungüento bajo vuestra nariz, el que lleváis casi está perdido.

En la mano llevaba la bolsita oscura de Vidyc, que pasó a los cazadores. A diferencia del corregidor muerto, él no hizo ademán de imitarlos, sino que dirigió la sombra de la capucha hacia el pasillo de roca por el que habían entrado y del que habían tenido que salir.

El capitán, mientras tanto, dirigía la posición de sus hombres y les hablaba con ánimo. No había dicho nada a los dos hombres, como si esperase que fuera el corregidor quien lo dijera todo. Sin embargo, si su percepción no les engañaba, no había reproche en sus ojos, sino, estaban convencidos, más bien una sombra de admiración y respeto hacia ellos.

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09/06/2008, 14:35
Robehr de Bordefronda

Robehr habría protestado, pero no conseguía articular ninguna palabra, no podía pensar con claridad, solo tenía el grito de Vidyc resonando en sus oidos y el rojo de la sangre acompasado con la palidez de su rostro mientras la vida lentamente se escapaba.

¿Qué tenía o qué daba aquella voz que desoía a todo consejo? ¿Cual era el premio a ganar que justificaba arriesgar la vida o puede que algo más?

La primera vez había sido osadía, arrogancia, habían regresado siendo uno menos y no con una buena muerte. No era necesario ser un viejo zorro para evitar regresar a aquel maldito lugar.

No escuchaban a "La Voz", no... ni siquiera escuchaban a la más elemental prudencia, a las advertencias de los ancianos que han pasado tantos años merced a ellos. Locos... eran locos arrogantes y ciegos que manejaban las vidas de los demás como meras monedas de cambio, mezquinos manipuladores que jugaban con el miedo y la superstición de la gente.

Volver era una locura, y una provocación, el bosque no advierte dos veces.

- Joder... - Fueron sus únicas palabras antes de volver a embadurnarse con ese maldito ungüento.

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09/06/2008, 18:37
Director

Níbias abrió unos ojos grandes de incredulidad. El corregidor que aún estaba vivo no parecía darse cuenta de su suerte, igual que parecía no tener rostro. Pero su voz era la ley, al menos allí, entre los árboles junto al mal que acechaba y que ya se había cobrado una víctima.

Los demás actuaban como si no hubiera nada más que hablar. Los batidores se aplicaron el mejunje asqueroso, y el sargento observó a sus hombres mientras tomaba una decisión.

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09/06/2008, 18:43
Director

- Dame esa cosa, cazador - dijo el sargento, acercándose a Robehr. Casi le quitó la bolsita de las manos más que recogerla, y se puso una buena cantidad en el bigote tupido, hasta que tuvo que toser, asqueado, con los ojos rojos y cara de náuseas.

- ¡Qué mierda es esta! Es peor que despertar con resaca en una porqueriza. Pero si sirve para entrar, entraremos. Hayrth - le dijo a uno de los hombres - tú te encargas de todo hasta nuestro regreso. Guardad el cadáver y no os distraigáis. ¡Y quiero valor en vuestras caras! No se os ha llamado guardianes de la ciudad para que vengáis llorando a la primera. Unnyss, Claddath, conmigo.

Otros dos hombres, aún jóvenes pero más enteros que los que les habían acompañado antes, dieron un paso adelante y tomaron sus armas.

Con la cara aún congestionada, el sargento asintió al corregidor y éste hizo un gesto para volver a adentrarse en las sombras.

- Guiáis, batidores. Protegemos al corregidor con nuestra vida, no como antes, ¿de acuerdo?

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18/06/2008, 16:13
Níbias Roblefuerte

Un largo y profundo suspiro surgió del voluminoso pecho del cazador. Había mareas contra las que resultaba imposible luchar y salir victorioso. Podías dejarte llevar o podías gastar todas tus fuerzas resistiendo el envite de las olas hasta caer rendido bajo una cualquiera de las que formaban el infinito arsenal del mar.

No tenía sentido. Todo aquello resultaba demasiado complejo para él.

Colocó su mano derecha sobre el hombro de Robehr y lo apretó por unos instantes. Quizás la que iniciaban fuera su última incursión por el bosque, pero al menos aquel hombre no era mal compañero para morir.

Se adelantó para ir en cabeza, pasando a su lado, muy cerca de él. Y le susurró.

-Te aseguro que si hoy dos hombres salen vivos de este bosque seremos nosotros dos.

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19/06/2008, 11:45
Robehr de Bordefronda

Proteger al corregidor con la vida no era suficiente, enfrentarse a bestias y alimañas era algo muy distinto a meter el brazo donde no se debe, la estupidez o tal vez la osadía es algo de lo que solo el propio corregidor podía defenderse. A nadie le importaba los cuentos de dos cazadores.

A Robehr le recordaba a un cuento de su anciana abuela, "-... tropezó de nuevo con la misma piedra vieja y traicionera derramando su cántaro lleno una vez más...". Tanta sabiduría en tan pocas palabras, los viejos llegan a viejos por algo, ¿tan complicado es de entender para la Voz?

Entonces llegó el apretón de Nibias y por unos breves segundos aquel gesto de camaradería le recordó que siempre hay hombres buenos, camaradas dispuestos a escuchar viejos consejos y ayudar desinteresadamente, realmente ese hombre era un gigante, a la par que su corazón.

- No quisiera arrastrar más muertes en mi conciencia buen amigo, lo que he vivido hoy será un mal sueño hasta el fin de mis días. -

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19/06/2008, 19:32
Director

El calor de la amistad es buen bálsamo contra el frío de las penurias, y el camino de vuelta hacia la oscuridad se hizo más liviano, al menos para ambos batidores, no tanto, seguramente, para los soldados y su sargento. Quién sabe lo que pasaría por la mente del corregidor encapuchado.

Anduvieron el camino en penumbra y oscuridad, siguiendo las luces que caían desde lo alto y recordando el camino anteriormente transitado. Los soldados se movieron con cautela y miedo, pero su sargento, siempre por delante, no mostraba expresión alguna bajo aquel mostacho regio.

Finalmente, el nuevo grupo llegó de nuevo a la amplia bóveda natural con niebla por suelo y enredaderas y piedra por techo. Las lanzas de luz se habían movido poco y aún clareaban las pequeñas superficies por donde podían atravesar la maraña vegetal, a más de veinte metros sobre ellos.

Al fondo seguía la piedra y la entrada, y un silbido de viento por doquier, que anunciaba que el mal estaba al acecho. Como si las imágenes esculpidas en agonía gritasen a uno y otro lado, un reguero de sangre aún húmeda marcaba el lugar de la tragedia, así como el hueco que ya no estaba, donde Vydic había puesto su brazo...y donde éste había quedado. En su lugar, una llave tallada entre las esculpidas imágenes de horror. El otro corregidor lo miró como si sólo fueran pistas de un problema mayor. La llave estaba orientada hacia abajo, perfilada por la sangre que dibujaba un círculo perfecto en la zona en la que Vidyc la empujó y manipuló.

A los pies del tramo escalado, casi en contacto con la primera neblina superficial, una piedra cristalina, oscura y perfectamente esférica, pulida, reposaba.

El corregidor asintió y la recogió, y entonces una luz azulada nació del interior de la esfera de cristal e iluminó la puerta, ayudando a los haces de luz que incidían sobre ella y sobre las sinuosas columnas que la custodiaban. Los demás soldados miraron un momento y entonces el sargento encendió una antorcha que tenía preparada.

Cuando la iluminó, el corregidor se había quitado la capucha, y los observaba con una frialdad que ellos no pudieron imitar.

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19/06/2008, 19:59
Corregidor Ottyrr

El hombre que sostenía la esfera de luz azul era un monstruo que bien podría haber estado esculpido con las demás figuras en la puerta.

Su rostro carecía de nariz, sólo un hueco atravesado por un canal de hueso, como las calaveras de los animales muertos, recubierta de una piel enjuta y seca, aunque viva. La herida de su nariz dejaba nacer más cicatrices a su alrededor, deformando el tatuaje de su rostro, el propio de todos los prestes, y confiriendo a su mirada un brillo despiadado, como si tuviera que usar los ojos para poder respirar. El pelo ralo, corto y escaso, enfermizo, recortaba una figura casi fantasmagórica. Y su voz resonaba como la verdad más horrible que pudieran imaginar.

- Vidyc no debió venir, pero se empeñó y su palabra es más válida que la mía en estos tiempos...al menos hasta ahora. Se me concedió la venia de asesorar, ya que yo he tratado estos males otras veces. Si os preguntáis qué es lo que habéis puesto bajo vuestras narices, os diré que es salvación. El mal del Bufón es variado, pero gusta de usar un aroma tramposo, una mezcolanza dulzona que engaña a la mente y la hacer ver sólo lo que él quiere que se vea...el mundo tras los ojos de un espíritu maldito. Si pudiérais oler, entonces os volveríais locos sin duda. Aquí estamos ya demasiado cerca de la fuente del mal, y su poder no hace concesiones.

Se acercó a la puerta y rozó con la mano delgada la llave tallada.

- He aquí el engaño del Bufón. Una puerta que castiga a quien no sepa abrirla... como nos sucede a nosotros. Ahora decidme, ¿en qué se equivocó el corregidor? ¿Qué haría el Bufón para asegurar que nadie que no conociese el secreto no pudiera abrir el cierre de una puerta? Recordad que es un espíritu burlón y grotesco... ¿cómo se evita que se pueda abrir un candado? Decidlo y seréis dignos de entrar aquí...y a su vez, habréis aprendido que para enfrentar mejor al enemigo, uno debe conocerlo bien, muy bien...incluso a riesgo de la propia vida.

La victoria exige sacrificios - susurró al final, más para sí que para nadie más.

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20/06/2008, 16:48
Níbias Roblefuerte

-Sólo hay una manera de evitar que se pueda abrir un candado, no ponerlo. - al propio Níbias le sorprendió escuchar el sonido de su voz. Jamás se habría imaginado a sí mismo contestando a alguien como el Corregidor Ottyrr. ¡Y menos si había otros hombres a su alrededor que podía hacerlo en su lugar. No obstante una vez hubo comenzado sabía que ya no había posible vuelta atrás, así pues se explicó -. No hay candado que no pueda se forzado, o bien golpeado con la fuerza suficiente como para romperlo. Aún sin contar con la llave se le puede aplicar palanca, fuerza bruta o habilidad. Si no quieres que un candado pueda ser abierto, no lo pongas.

Había cometido un error. Lo sabía.

La reacción más lógica habría sido permanecer en silencio y él, en cambio, había hablado. Además, lo había hecho utilizando la lógica de la gente común y corriente, que nada tienen que ver con Voces, Bufones o Corregidores. Podía ser un error, pero le traía sin cuidado. ¿Qué más daba ya?

Bufó de forma sonora, como restando importancia a sus propias palabras y se cruzó de brazos, a la espera de que otros tomasen la iniciativa... de lo que quiera que fuese lo que debía hacerse.

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25/06/2008, 20:31
Robehr de Bordefronda

No podia negar nada al práctico razonamiento de Nibias, es más lo compartía, muy ha menudo el más viejo de los trucos o la más inocente de las trampas suelen ser los mejores. Al menos si se empleaba contra algo que pensará como un hombre, aunque Robehr empezaba a dudar seriamente de que el creador de semejante horror de metal fuera una persona.

- Puedo que esta gigantesca trampa de metal no sea una puerta, sino una distracción, un cepo para cazar hombres. Sería aun más eficaz que no poner candado.

A veces lo más evidente escapa de nuestros ojos, puede que la puerta este muy cerca, delante de nuestras propias narices, y nos estemos equivocando una y otra vez creyendo que este engendro hijo de puta salido de alguna pesadilla es realmente la entrada.

Tenga cuidado Corregidor Ottyrr, no pudimos proteger a Vydic de si mismo... -

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28/06/2008, 20:27
Corregidor Ottyrr

La sonrisa del corregidor fue horrible, retorcida y deformada, parecía que incluso le dolía mover los músculos de su cara descuartizada de aquella manera.

- Bien pensado. En este caso el tanto es para el grandullón, pero ambos podéis pensar como el espíritu bufón si se os conmina a ello...tendré en cuenta vuestras almas para asegurarme de que no pasen demasiado cerca del abismo.

Volvió a mirar la puerta, enmudecida y ensombrecida. Una mancha silenciosa.

- Esta puerta no estaba cerrada. Al buscar el corregidor la forma de abrirla, lo que hizo fue cerrarla... y al hacerlo, el sistema de cierre le seccionó el brazo. Ahora está cerrada, lo muestra la posición de la llave esculpida, así que es mi deber continuar por donde él lo dejó... y hacer lo mismo que a él le supuso la muerte... abrir esta puerta.

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28/06/2008, 20:35
Director

El corregidor tocó la llave esculpida custodiada por un círculo de sangre y empujó. La sección circular de piedra se hundió y él dejó que el brazo se enterrase en la puerta. Durante un momento, manipuló con esfuerzo.

Entonces se escuchó un crujido seco y horroroso...y el corregidor volvió a sonreír. Sacó el brazo de la hendidura, intacto y esperó a que las dos hojas se movieran.

Lo hicieron con un ruido espantoso y ensordecedor, que hizo quejarse a las alimañas que pululaban escondidas en la oscuridad.

Cuando se abrieron, la oscuridad resonó con un frío que heló los huesos, durante un instante, luego el calor húmedo volvió a notarse como antes. El corregidor elevó sobre su cabeza la esfera azul que llevaba, que se iluminó y le hizo parecer una estatua azulada de otra época. Luego entró en la oscuridad.

El sargento y los soldados habían preparado antorchas. Y se prepararon para entrar. Mientras que el mostacho del sargento ocultaba las emociones en su rostro, los soldados jóvenes temblaban como hojas de otoño.

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08/07/2008, 15:21
Robehr de Bordefronda

Robehr había perdido la noción del tiempo en el mismo instante que volvieron ante esa enorme trampa de metal. Respiraba profundamente, intentando ocultar uno miedo que solo un loco o un necio se atrevería a desafiar.

Lo tomarían por un demente, pero aquella oscuridad parecía tener vida propia, incluso consistencia, como si fuera el agua más negra que el hombre pudiera imaginar. Esa sensación de asfixia le invadía lentamente poniéndole si cabe aun más nervioso

Ottyrr se adentró en las tinieblas, no dio orden de seguirle, pero no hacía falta, el miedo a este lugar era parecido al de perder el alma, una pena muy probable de quien osará desafiar un corregidor.

Buitres... buitres carroñeros que arrastraban a personas inocentes a un abismo, aun sabiendo su ventaja de jugar con la ignorancia y la superstición. Serpientes cobardes y bufones envueltos en suntuosas ropas. Meros usureros que comerciaban con las vidas y almas que no les pertenecían.

Pero le quedaba un consuelo que no podrían arrebatarle, pues a estas alturas su vida ya tenía poco importancia, ya que discurría por los senderos que dictaba el corregidor. En la boca de esa oscuridad aun tenía a un amigo y un camarada, al que la necesidad había juntado y demostrado que se trataba de un hombre digno y bueno.

Robehr estiró su brazo mientras abría la mano en dirección al gigantón, ambos eran hombres de pocas palabras y no las necesitaban.

- Creo que adivinas lo que pienso de esa oscuridad, no imaginaré como terminará esto, ni tampoco quien regresará ni mucho menos como, pero pase lo que pase quiero que sepas algo, conocerte ha sido todo un honor y un privilegio. -