Partida Rol por web

Elric se recuperó de sus heridas, tanto físicas como espirituales, y fué juzgado en el consejo del poblado. No hubo ninguna objección a que se uniese, siempre que jamás dependiese de necesitar comida y alojamiento. Le concedieron un terreno al lado de la entrada, donde adquirió un pequeño campo, de no mas de  2 anegadas, suficiente pasa subsistir. También le ayudaron a construir su choza, que era un agujero en la tierra, de forma rectangular, de um metro de alto por 4 de ancho y 7 de largo. Las paredes y el suelo eran troncos finos de madera cortados toscamente, para después echar tierra encima y volver a cubrir con planchas de madera, ahora mejor tallada. Las paredes se alzaban metro y medio por encima del suelo, y el techo era en forma de tienda, de madera y paja, para abrigar contra el frío.

Cuando los trabajos fueron terminados, Elric contrajo la deuda de mano de artesano, que pagaría con las piezas que cazase. Los muebles los construyó el con las herramientas prestadas, que fueron un lecho, una estufa y un arcón cuadrado, no muy grande. Con las primeras piezas, pudo curtir piel y pelaje para hacer ropa y mantas.

La espada siempre descansaba en su vaina, al lado del baúl, mientras no practicaba con ella.

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3 años después.

El muchacho se había labrado una buena reputación en el pueblo, y gozaba de buena salud y un bienestar económico próspero.

Mientras el olor a estofado inunda la cabaña, unos golpes advierten a Elric que alguien lo llama desde fuera. Al abrir se encuentra a Ottar el viejo, maestro y amigo suyo, que lo ayudó en sus principios.

-Buenos días, cazador. Veo que estás a punto de comer, ¿puedo pasar?

Se aparta y el hombre pasa adentro, donde toma asiento en un tocón pulido.

-Menos mal que ya se acercan los calores de verano, la tierra lo necesita.

- Ottar, los dioses te bendigan. Naturalmente.- El saludo de Elric dejaba entrever el cariño que el joven habia cogido por el anciano que tanta sabiduria gustaba de compartir con los demas.- ¿Me honraras compartiendo mi comida contigo?

Una vez que Ottar entraba y se acommodaba, Elric le contestó

- Es bueno que el calor llegue, asi por la noche podre salir a por presas, sin temer que el frio me congele los dedos.

-Cierto, muchacho, pero también cuando llega el calor, llegan los piratas.

Acepta el cuenco de estofado y con una cuchara de madera, empieza a degustarlo.

-Muy bueno, se nota que sabes que es lo que te gusta y como te gusta.

Te señala con el cubierto.

-Y por eso, necesito que ayudes al herrero a preparar equipo.

- Naturalmente, será un placer volver a trabajar con él. Aun le debo una por los arreglos que me hizo para la choza. Asi pues me encantará ayudarle a preparar cosas para defenderno de los piratas. Sigo pensando en la idea que tuve hace tiempo, que unas balistas en la costa nos ayudarian bastante. Los antiguos romanos las usaban en los asedios y funcionaban bastante bien.- En ese punto silenció un poco al recordar con nostalgia las historias que le contaba su padre sobre las guerras del viejo mundo.

-Si, pero no tenemos herramientas de sobra para prepararnos y, además, montar ingénios de madera.

Se mete un par de cucharadas dentro de la boca.

-Bueno, aparte de tu oficio, le tendrás que dedicar unas horas al forjador.

Terminandose su cuenco de comida.

-Chico, ha sido un placer hablar contigo.

Se da la vuelta, deja los utensilios y sale por la robusta puerta de madera.

Al cabo de un rato para recoger los cacharros de la comida Elric se pone su capa y sale de casa. Se dirige de manera directa a la casa del herrero y llama a la puerta de manera fuerte y vigorosa.

-¿Quien va?

Los pasos de unas botas resuenan en la madera, y de un solo movimiento, la puerta queda abierta en su totalidad.

-Oh, Elric, pasa.

Te invita a pasar dentro. Cuando los dos os encontrais dentro y la puerta esta cerrada, te explica.

-Supongo que el viejo te habrá avisado, como le dije. Bien, pues necesito que me ayudes a terminar piezas de armadura y armas. Por supuesto no serás mi aprendiz, pero cobraras en especias lo que trabajes, además de al final un peto y un escudo, hecho con tus manos. ¿Te interesa?

- Estoy muy agradecido por tu oferta y la acepto con gusto. Dime por donde empezamos a trabajar.

-Pues ve y consigue la piel de tres osos, dos alces y encuentra una beta de hierro. Cuando lo tengas todo, ven a visitarme.

Te invita amablemente a que salgas de su casa, abriendo la puerta.

-Suerte y rapidez, y que Thor guíe tus flechas.

La puerta es cerrada tras de ti.

Elric se pone rápidamente en movimiento. Armado con sus flechas y un hacha, y equipado con unas cuerdas y una lanza y un pico para recoger el hierro se dirigió en dirección al bosque. Sabia donde cazar los osos, pues conocia sus cuevas, pero tambien sabia que no sería nada facil hacerlo. Un oso no era un ciervo, y donde el ciervo es cobarde por naturaleza y no tan poderoso, un oso era un enemigo feroz. Por el camino rezó a la diosa de la caza para que guiara sus pasos. El primer sitio que fue a visitar fue una vieja cantera que tenia un par de entradas a una mina. La conocía bien, alguna vez habia ido alli a por conejos que se escondian alli para pasar el invierno.

En la entrada de la cueva se podía ver los rastros de animales de gran envergadura que habían pasado por allí. También otros indicios, como arañazos y trozos de huesos, que indicaban que los osos estaban dentro. Elric se acercó a una de las huellas, y al extender la mano, no llegaba a abarcar toda la marca del animal.

Entrando ya, se escuchaban en la lejanía los sonidos de una respiración profunda y pausada. El eco rebotaba en las paredes de piedra, por lo tanto no estaba seguro de donde venían. Tras varios minutos andando por dentro, encontró lo que parecía una estancia natural, de unos 4 metros de alto, y unos 37 metros cuadrados de espacio. Por una parte habia un agujero que dejaba filtrar e iluminar la estancia.

Las aspiraciones provenían de hay. En la parte oscurecida, se podía distinguir la sombra del oso, una bestia que rondaría los 800 kilos.

Elric vió el filón y no de metal precisamente. Se acercó haciendo el ruido que hace el polvo al posarse en un mueble con la lanza en una mano y la espada en la otra. Se quedó a una distancia prudencial del oso, cosa de unos 10 pies para asegurarse de que estaba profundamente dormido y por lo tanto su plan podria realizarse.

Recordó cuando abatió un ciervo con un arco y una lagrima cayó por su rostro recordando aquellos felices años. Aún recordaba su aldea natal, ya que con frecuencia ha visitado el antiguo emplazamiento y al menos la tumba de su padre, durante estos últimos años la ha mantenido bien cuidada.

Ahora era él contra la bestia. Trollhammaren pedía sangre y la lanza de sílex hecha con sus propias manos estaba equilibrada. El oso no me movió por lo que Elric supo que dormia como un bebé. Se acercó más a una velocidad sumamente lente, evitando hacer cualquier ruido. Pensó en acuchillar los ojos, pero el oso por el olfato lo encontraría asi que optó por plan B, atacar la cabeza de la bestia.

Se posicionó detrás del animal y levantó la lanza por encima de su cabeza, para despues, elevando al Valhalla una pequeña oración a sus padres clavó la lanza en la nuca del oso. El chorro de sangre salpicó hasta el techo y el oso se levantó con una velocidad que no cabía esperar en un animal de su envergadura. A dos patas era bastante más alto que Elric pero este no se acobardó. Agarró la espada con ambas manos y con un fiero grito de batalla hundió la hoja en la boca abierta del animal, clavandosela hasta el cerebro. El oso pronto dejó de gritar y cayó hacia delante. Elric, en un rápido gesto sacó la espada limpiamente y se apartó de la trayectoria del animal.

Con esto se había cubierto de gloria.

Tardó varias horas en sacar todo el pellejo del oso, y en varias bolsas metió la piel, la cual lavó en un rio cercano, y tomó para sus provisiones abundante carne de oso, toda con la que pudo cargar. Después volvió al pueblo donde puso en la puerta de su cabaña la piel del oso a secar y la carne la metió en su despensa mientras hacia los preparativos para ponerla en salazón.

Alguien llamó a su puerta. Fue a abrir con las manos aun manchadas de sangre de oso. Se iba por el camino limpiando con un trapo cuando abrió la puerta y vió a Inza. Era la hija del maestro cervecero y era una belleza. Era de su misma edad, claro que nunca supo calcular la suya exactamente, pero eso era lo de menos. El caso es que ambos ya no eran niños y ella estaba definiendo cada día más su cuerpo lo que provocaba una turbación en Elric.

- ¿Has matado a un oso tú solo?- la pregunta fue directa, pero las puebras eran evidentes.

- Asi es Inza, hija de Coren, el mismísimo Odin ha guiado mi lanza cuando atravesé con ella el cuerpo del oso en mitad de la cueva. La bestia murió en poco tiempo.

- Nunca dejarás de sorprenderme Elric, hijo de padres asesinados.- Inza dió un alegre salto y comenzó a caminar, volviendo a casa. Luego se paró en seco y se giró hacia Elric, dándole un beso en la mejilla, tras lo cual agachó la cabeza mirando a Elric con ojos traviesos y volviendo a casa en una alegre carrera. Elric permaneció un momento en la puerta mirando sus bucles dorados saltando sobre sus hombros y tocandose con una mano en la mejilla con cara de extasiado. Una voz aguda lo sacó de su ensoñación, era Ottar que lo saludaba.

-Jajaja, deja de soreir estúpidamente Elric, que eso es de francos  e ingleses. Bueno, veo que la caza ha ido bastante bien. Y no solamente la del oso.

Ottar se mesava la barba, con cara pícara.

-¿Por cuanto se venderás al herrero la piel?

Elric parecia un poco desconcertado por la pregunta de Ottar.

- Pues no habia pensado en ponerle un precio concreto a esta piel, él solamente me dijo que queria una asi que cuando este seca se la llevaré. Seguramente quiera algo de lo que el herrero pueda ofrecerme. Mañana iré a por unas menas de hierro que me pidió y su encargo estará completo. ¿Quieres tu otra piel? Tal vez encuentre más osos mañana y pueda conseguirte una.

-No, en este momento tengo aún buenas chaquetas. Además, como piensas extraer la mena, si no tienes herramientas para ello.

Le toca el hombro al muchacho y le guiña un ojo.

-Cuando termines, pásate por mi cabaña y te prestaré mi pico y una bolsa de cuero grueso para guardarlo.

- Muchas gracias Ottar. - Elric continua su labor con la piel y la deja secandose. Se hacía tarde y el sol se iba poniendo en el horizonte. Dejó la piel dentro de la choza y fue a casa de Ottar. Antes de entrar llamó a la puerta y esperó a que le abriera.

Por la calle anda Inza, que te mira y te hace un gesto para que te acerques, pero escuchas los pasos de Ottar que se acerca a la puerta.