Partida Rol por web

Te encaminas al Trasgo Dorado y teniendo en cuenta que al día siguiente es la celebración del torneo, no te extraña ver mucho ajetreo en la puerta principal cuando te acercas. De hecho, lo has visto desde la habitación, pues ves el edificio desde la ventana.

Ves varios carromatos desde los cuales descargan alimentos y barriles con, seguramente, bebidas para el torneo. Ves a una mediana en la puerta, a punto de entrar, parece. Nadie se ha percatado de tu presencia, ya que están muy atareados.

Leland permaneció unos minutos sin perder detalle de la maniobra de los mozos. -La verdad es que podría preguntar sobre Saul a los de la puerta...- Pensó.-... pero supongo que lo más sensato será acercarse disimuladamente al carromato y, aprovechando un momento en el que no mire nadie, agarrar un barril y seguir a los que están descargando. Así es como se consigue un buen papel, hablando directamente con el director.

Apoyó la espalda en la pared, junto al carromato y, para asegurarse de que todos los que estaban en las inmediaciones no se fijaran en él, hizo un pequeño truco de magia: un sonido fantasma que simulara la escandalosa y feroz peléa entre dos gatos en un callejón cercano, con cubos volcados incluídos. Aprovechando la distracción agarró un barril e intentó colarse.

Tenía que encontrar trabajo... y eso implicaba demostrar ciertas habilidades. Como escuchar e ir de un sitio a otro sin ser vista. Así que intento aprovechar el ajetreo para introducirme en el salón de juegos, e ir escuchando las conversaciones de unos y otros, y hacerme una idea de donde está cada cosa, y donde puede estar el jefe de este follón

Parece que nadie te ha visto, porque todos están a su tarea. Coges un barril cuando varios se dan la vuelta, de forma que te tapas la cara y parte de tu vestuario para que no te descubran. La verdad es que vistes bastante diferente a los fornidos porteadores...

Cuando entras, apareces en una enorme estancia llena de mesas de juego de ruleta, poker, dados... lo típico en un salón de juegos. El grito de un enano subido en una tarima central te indica que te dirijas a la derecha, donde al fondo hay una barra de un bar. Dejas allí el barril, mientras dos tipos los meten para adentro, a una sala que ya no ves.

Hay un momento en el que suena una pelea de gatos, pero notas que algo no parece estar bien. Todos los trabajadores se giran, y este es el momento de distracción que necesitabas apra colarte.

Pero parece que no eres la única. Algo has visto con el rabillo del ojo, pues un tipo ha hecho un pequeño gesto y justo se han producido los ruidos. Además, en cuanto todos se han girado, ha cogido un barril y se ha introducido en el interior del edificio, sin que pudieras detenerle.

Cuando entras tú, ves que un enano subido a una tarima en el centro de la enorme sala da indicaciones, y el sujeto se dirige a la barra de un bar que hay a la derecha. De momento parece que a ti no te ha visto. La sala está llena de las mesas de juego típicas: poker, dados, ruleta...

¿Reconozco al enano dando órdenes?, entiendo que el tipo que ha entrado es quien se dirige a la barra del bar que hay a la derecha, ¿me equivoco?, ¿que ha hecho con el barril?

Sin quitar el ojo del tipo que ha entrado me acerco a Larur Feldin, intentando pasar desapercibida en medio de la gente, de modo que no se de cuenta de mi presencia hasta que esté a su lado.

Esto puede ser justo la ocasión que estaba buscando

- ¿Qué? ¿y tu quién eres? ¿Qué haces aquí? ¡Fuera, estamos ocupados! - notas que el enano está muy ajetreado supervisandolo todo. De todas formas, no has llegado hasta la parte alta de la tarima, solo hasta el borde inferior.

Hago una ligera reverencia y sonrío con encanto y osadía

- Por supuesto, y por eso estoy aquí. Se bien que si no estuvieran ocupados no hubiera podido llegar hasta aquí, y tampoco esa otra persona - digo señalando al intruso al que percibí- a la que al ver que entraba en el local de forma sospechosa he seguido para avisaros, señor Larur Feldin.

- Pero, pero... ¡Qué osadía! ¡Qué insensatez! ¡Fuera de aquí, los dos! ¡No tengo tiempo para babarruchas! - Veis como se enfurece, y el tipo se ve sorprendido cuando es señalado por la mediana, la misma que estaba en la entrada hace un momento. Parece ser qué ella se percató del truco...

El enano hace aspavientos mientras comienza a bajar de la tarima por los escalones...

-Un momento.- Interrumpió Leland antes de que le pusieran de patitas en la calle.- No sé qué hará aquí esa señorita.- Añadió señalando a la mediana.- Pero yo vengo a la prueba de vestuario. No creo que a Saul le guste que a su mejor crupier no le quepa un as en la manga porque se la han dejado demasiado corta.

- ¿Prueba de vestuario? ¡No digas tonerías! No existe tal prueba de vestuario. Y a ti no te conozco de nada, y he elegido personalmente a todos los trabajadores para el torneo. - El enano se acerca al humano y le empuja hacia la salida.

¿Os pensáis que podéis entrar aquí así, sin más? No, fuera de aquí. Y como no os vayáis por las buenas, creedme cuando os digo que no tendré problemas en echaros a patadas...

Cuando estáis cerca de la salida, una voz resuena desde el fondo de la sala, en el lado contrario de la barra del bar.

- ¿Qué ocurre Larur? ¿A qué vienen esos gritos? - Véis aparecer a un hombre manco, con un garfio en el muñón con una forma rara.

Me acerco hacia quien acaba de entrar antes que Larur pueda decir nada y hago una reverencia en su dirección

- Señor Saul Vancaskerkin, vengo a pedirle trabajo. Soy capaz de entrar aquí sin permiso y sin que niguno de sus hombres me vea. Ni siquiera el señor Feldin hasta que estuve al lado suya. Soy capaz de descubrir a una persona que estaba entrando sin ser admitida en el local. Y tengo labia y vista. Y ganas de trabajar por un salario decente

Ofendido por lo acusica que ha resultado ser aquella infrahumana, Leland replicó.- La verdad, podría decir exactamente lo mismo aunque, tanto entrar sin permiso, como sin ser visto, como percatarme de la presencia de otros intrusos, no me parecen una buena tarjeta de presentación.- Lanzó una mirada llena de odio hacia aquella minúscula hembra y, acto seguido, hizo una educada reverencia hacia el hombre del garfio.- Leland Barrimore, actor, formado en la mismísima Academia Kitharodian de Oppara y dispuesto a darle categoría a su local.

El hombre os mira a los dos, con una sonrisa. Parece que entre tanto estrés le hayáis dado una alegría. Se dirige al enano.

- ¡Vaya Larur! No me lo puedo creer... ¿se han colado estos dos en el local? ¿En tus narices? ¿Sin que te dieras cuenta? jajajajaja - El hombre, que es Saul, el dueño del local, se rie a carcajada limpia de la situación. Mientras, la cara que hay detrás de la barba del enano pasa del color aceitunado de su piel curtida, a un tono rojizo de ira, y llega a un tono azulado de contención.

- Pero, pero, pero... yo, yo... ¡Estoy muy atareado con todos lso preaprativos! ¡No puedo estar a todo! ¡Bah!!!!!! - el enano se vuelve a subir a la tarima y comienza a escupir improperios a los mozos que siguen introduciendo cajas y barriles en el establecimiento. Está claro que paga su cabreo con ellos.

- Vaya vaya. - Dice Saul moviendo la cabeza. - Lo que habéis conseguido es todo un logro, aún en estas circunstancias. Sois muy osados, pero al menos me habéis hecho reir un poco en un día tan importante. Lamentablemente, si vuestras intenciones son buscar trabajo, debo decir que la importancia del torneo requería tener ese tipo de cosas atadas hace tiempo para evitar contratiempos. - Saul hace una pequeña pausa mientras se acerca más a vosotros. - Esperadme un momento aquí, vengo ahora.

Se lo piensa mejor y va hacia una puerta. Entra cerrando la puerta a sus espaldas, pero al cabo de 1 minuto vuelve.

- Teniendo en cuenta las ganas que tenéis y que habéis demostrado ser inteligentes y atrevidos, sois el tipo de gente que quiero tener a mi cargo. Vamos a hacer una cosa: tomad estos pases para mañana. - os entrega un par de pergaminos con un sello - Enseñadlos en la puerta de entrada, y tendréis pagado el acceso al torneo. Podéis jugar o simplemente echar un vistazo, para que veáis lo que se cuece aquí. El torneo no va a hacer sino relanzar el negocio, y por tanto necesitaré gente para después del torneo. Quiero que veáis como funcionamos y así podremos hablar después. ¿Qué os parece? - os mira con una sonrisa, satisfecho.

No era lo que necesitaba pero...

- Gracias por vuestra amabilidad, señor Vancaskerkin. Mañana me tendrá aquí. Y espero pronto poder trabajar para vos - Aleena no parece percatarse, o no parece importarle, la mirada de odio del autoproclamado bardo- Miraré todo lo que se cuece, podéis estar seguro. Y si hay algo interesante os lo comunicaré

Tras estas palabras recoge el pase que le entrega Saul

-Me parece perfecto. Mañana me tendrá aquí. - Respondió Leland tomando la invitación entre sus manos como si estuviera hecha de oro. Y eso es lo veía en ella, el oro necesario para su emprendimiento. Malo sería que mañana no apareciera por aquí algún mercader adinerado dispuesto a jugarse parte de sus ingresos e invertir el resto en el mecenazgo a un artista de prestigio.- Muchísimas gracias, señor Vancaskerkin. Y a usted, Larur.- Señaló al enano malhumorado.- Y disculpe los problemas que le haya podido ocasionar.

Y siguió los pasos de la mediana hacia el exterior del local donde, aegurándose de que sus palabras ya no llegaran a Vancaskerkin, la abordó.- Al final no ha salido mal para ninguno de los dos, ¿no? Aunque no me ha entusiasmado la forma en la que has intentado pisarme para poder conseguir el puesto. Creo que deberrías disculparte. Para limar asperezas y poder empezar de cero. Al fin y al cabo, parece que podríamos llegar a ser compañeros de trabajo, ¿no? Mi nombre es Leland Barrymore.- Concluyó, ofreciéndole la mano y esperando que le reconociera en cualquier momento.

En cualquiera.

Era cuestión de segundos.