Partida Rol por web

- Algo más que nos podáis contar para darnos ánimos, dice Eleânail a modo de broma

La mediana escucha con gran interés todo lo que comenta el capitán y luego asiente.

- Deberíamos tener algún medio para protegernos... de eso - dice mirando al clerigo

Ois un golpe sordo, arriba en cubierta, como de pisadas en la madera del barco, y alguna maroma moverse. Parece que los demás no han oido nada...

- Capitán, parece que hay gente en cubierta ¿esperamos compañía? - comenta mientras se pone en pie

Para daros ánimos, no la verdad... pero sí podría contaros un montón de historias, como el del viejo Berek El Cascarrabias, pero no creo que os interesen... e historias de piratas, si queréis. Aunque no creo que os cuente ninguna tan elocuente como las que se cuentan en las tabernas, verdad? O quizá si...

El capitán sonrie bastante, seguramente por el efecto del vino. Después se levanta.

Pero sí que podemos ahogar las penas con este gran vino, y tengo por aqui un ron también muy bueno que viene de Sargava... sí, estaba por aqui... - veis como revolotea hasta encontrar una botella tras unos pergaminos de mapas naúticos.

No, no... se suponía que la mayoría de mis hombres están de una merecida juerga. ¿Qué has oido?

El capitán se queda de pie con la botella de ron en la mano.

- Un golpe sordo por aquí, unas pisadas por allá, alguna marona que se mueve,....

¿Pasos?

El gesto del capitán se vuelve serio. Deja la botella de ron en la mesa y desenvaina el rapier que lleva al cinto mientras abre la puerta y se dirige a las escaleras.

- Será mejor acompañarle, propone a sus compañeros

- Me has leído la mente, mago - digo mientras me levanto y recojo el escudo del lugar donde lo había dejado.

La mediana asiente mientras toma su rapier y observa si hay en el camarote algún ojo de buey desde el que poder salir una mujer de su tamaño y subir a la cubierta de un modo... distinto. Y probablemente mas inesperado

El-Rohir asintió a las palabras de Aleena sobre protegerse de la enfermedad, él tenía instrumentos de sanador y podría ayudar. Los remedios mágicos eran demasiado caros y no funcionaban siempre...

Pero antes de hablar Eleanâil les advirtió que había escuchado pasos en la cubierta superior, así que asintió a las palabras de Erión y tomó su estoque a la vez que hablaba.

-Sabía que era una imprudencia dejar una nave sin protección en Puertoenigma. Hagamos algo de ruido para que se centren en nosotros.

La sabiduría de los años no me ha fallado, dejar esta nave desprotegida era una imprudencia o una trampa.

Subis corriendo las escaleras, y la escena que os encontráis es preocupante. En el suelo de la cubierta hay dos cuerpos de marineros, uno a popa y otro a proa, aunque no sabéis si están muertos. Está claro que el barco no se había quedado sin vigilancia, lo que ocurre es que vosotros no los vistéis. Pero si los han encontrado los 8 encapuchados que se encuentran en estos momentos esparciendo aceite por las jarcias y las velas, y varios de ellos tienen algunos viales en la mano, fuego de alquimista.

El capitán estalla en una furia incontrolable.

¡Malditos malnacidos, bastardos de sahuagin! ¡Apartaos de mi barco!

El capitán se mueve hasta ellos, dispuesto a enfrentarseles con su estoque.

-¡Malditos incendiarios! ¡Deteneos!

El-Rohir entrecierra los ojos cabreado y señala con su mano libre a uno de los rufianes. Unas runas brillan alrededor de su mano según pronuncia la invocación a su diosa.

- Mierda, no podré probar mi conjuro nuevo - y apunta su dedo a otro de los rufianes al que alcanzan los proyectiles mágicos.

Uno de los saboteadores queda paralizado, con un gesto de sorpresa en su inmutable cara.

Otro recibe una ondonada de magia pura que le tira al suelo, casi inconsciente...

Sorteo los diversos obstáculos hasta el marinero que está delante mío y doy un rápido vistazo para ver si aún respira.