Apenas hay nada digno de mención, se trata de un salón gigantesco, muy propio de un rancho americano de los del siglo pasado. Con una enorme chimenea de piedra con signos evidentes de uso diario, sillones forrados en piel ya algo desvencijados, varias alfombras de piel de vaca con aspecto descuidado y una gran rueda en una de las paredes, seguramente de carreta.
Hay una estantería con medio centenar de libros y varios adornitos y nada fuera de lo común o que llame tu atención. El perro no está en la sala, sino al otro lado del pasillo de la entrada, encerrado seguramente en una de las habitaciones.
No te marques la X
Se coloca la mano en el pecho
- Sí... claro... me tranquilizo.. ¡ay dios mío!.. -inspira y expira muy despacio, intentando calmarse.
- Yo no tomaré nada gracias. Los ruidos que ha escuchado... ¿Podría describirlos? ¿hace cuánto que los ha escuchado?
- A decir verdad no sabría decirle... pararon hará unos quince o veinte minutos y eran así como silbidos o zumbidos o algo del estilo.
- Esto es un poco embarazoso...
Le véis ponerse colorado
- Mire señorita Englund, hay gente en el pueblo que habla... ya se sabe, las cosas de los lugares aislados pero verá... quería preguntarle acerca de los rumores que existen sobre ... ya sabe, esas criaturas a las que usted visita, sus amigos tengo entendido que son. ¿Cree... que puedan ser ellos? No tengo nada en contra de lo que usted haga, sólo me gustaría saber si el ruido que he oído tiene algo que ver con ellos o los zumbidos y el olor han podido ser sus "amigos".
- ¿DE QUÉ DEMONIOS HABLA SEÑOR? ¡YO NO VISITO A NADIE! ESO SON HABLADURÍAS DE LOS PALURDOS QUE NO TIENEN OTRA COSA QUE HACER QUE METERSE EN LA VIDA DE LOS DEMÁS E INVENTARSE PATRAÑAS -dice temblando de ira.
- venga... venga... señorita Englund, no se lo tome así. Sólo me gustaría saber si es posible que haya algo de verdad en éso que cuentan.
Aquello pilló por sorpresa a Konrad. Parecía que Passelov sabía más que ellos y había decidido callarse hasta ese instante. Eso no le inspiraba mucha confianza en el ruso
- Tranquilicese señorita Englund; señor Passelov, ¿se puede saber de que habla?
- Ehhh, sí... iba a abrir la boca con una frase pero las palabras del profesor me habían descolocado totalmente. Al parecer hay mucha miga por estos parajes abandonados de la civilización. Mi interés en la tal señorita Englund se había agudizado notablemente.
- Bueno... eh... al parecer, según dicen los lugareños. Esta señora se ha erigido... en protectora de determinados... creo que les llaman homínidos. ¿Conocen a los hombres de las cavernas?
- ¡ ESO ES MENTIRA!
dice en un sollozo
Se pone serio y mira con dureza a Silvia
- Señorita... creo que está pasando algo grave y si sigue mintiendo no vamos a poder saber qué está pasando y solucionar el problema. Éstos saben lo que hacen, ¿a que sí?
Se sentía confundido ante tanto secretismo, pero era innegable, pese a lo extraño que le resultaba a él, que había algo de verdad en las afirmaciones de Dimitri.
-Por el bien y la seguridad de los lugareños debemos aclarar lo sucedido. - Intentó sosegar los ánimos de Silvia y hacerla entender la necesidad de colaboración. Ante todo estábamos aquí para ayudar.
Miró de soslayo a su agitada mascota antes de continuar.
-Podríamos usar el olfato de Jules para encontrar la fuente de estos acontecimientos…
Tras escuchar al señor Hall y enlazando con lo dicho por Dimitri asiento categóricamente:
- Efectivamente sabemos lo que hacemos, yo personalmente soy antropólogo y eso de los hombres de las cavernas me interesa mucho. ¿De qué estamos hablando aquí? Podría ser digno de estudio, hábleme de ello señorita Englund, se lo ruego.
Konrad fue a responder, pero la respuesta de Harper le pareció mucho mas adecuada. Había sido una buena salida, mucho mejor que decirle "soy investigador privado y mi presencia aqui no es asunto suyo; empiece a hablar" Se mantuvo en silencio, esperando la respuesta de la mujer para tomar nota mental de ello.
Lanza una mirada penetrante a Dimitri y suspira
- Está bien... verán, yo vivía en Michigan, en Detroit. Hará unos diez años, dejé la civilización , vendí mi casa y me vine al Oeste. Compré la granja y el ganado... no fue como había esperado y cuando iba a marcharme de vuelta al Este, descubrí en un Valle no muy lejos de aquí, una colonia de hombres mono que viven aislados de la civilización. En seguida congeniamos- todo lo cuenta de mala gana a regañadientes y no añade nada más.
Elocuencia, charlatanería, etc..
Resoplo con desconfianza, no se me da nada bien sacar esa información a la gente, aunque por suerte en el grupo hay gente experta en esas lides intento llevar a la señorita Englund a mi terreno.
- Por favor prosiga, solo lo referente a los homínidos será objeto de estudio, se lo aseguro.
Motivo: Charlatanería
Tirada: 1d100
Dificultad: 5-
Resultado: 29 (Fracaso)
Motivo: Elocuencia
Tirada: 1d100
Dificultad: 5-
Resultado: 62 (Fracaso)
—¿Hominidos? ¿Eslavones perrdidos tal vez?—pregunto algo desconcertado. Había escuchado con atención, pero no podía dejar de parecerme increíble e inverosímil. ¡Y eso que era un tipo especializado en cosas paranormales!
No obstante, pregunto—. Y esas crriaturras... ¿Cómo son? ¿Qué aspecto tienen? ¿Están rrarros últimamente?
Motivo: Elocuencia
Tirada: 1d100
Dificultad: 5-
Resultado: 71 (Fracaso)
Motivo: Charlatanería
Tirada: 1d100
Dificultad: 5-
Resultado: 96 (Fracaso)
-¿Congeniaron? Interesante... – Michael no solía creer en ese tipo de cosas de buenas a primeras, pensaba que tal vez se trataban de corrientes macacos que la mente de la señora Englund había tergiversado, no obstante tenía curiosidad.
-Continúe por favor...
Motivo: Elocuencia
Tirada: 1d100
Dificultad: 11-
Resultado: 16 (Fracaso)
Motivo: Charlatanería
Tirada: 1d100
Dificultad: 55-
Resultado: 92 (Fracaso)
Konrad no dijo nada; acribillar a la mujer con preguntas y "continúe" no le parecía la mejor estrategia, y dado su nulo conocimiento del tema del que hablaban tampoco podía aportar nada a la conversación. Se limitó a esperar la respuesta de la mujer. Si se negaba a colaborar, tal vez podía sacarse de la manga un poco de intimidación estilo policía que aprendió en sus años como agente de la ley.