Partida Rol por web

Era prácticamente de noche cuando llegaron con Silvia aún inconsciente al Observatorio. Aunque parezca mentira, Vladimir cedió su propia cama a la granjera urbanita,acostándola nada más llegar.

Una vez alrededor de la mesa, quedaron en ir a buscar ayuda al pueblo al día siguiente y subir de nuevo a la Torre para recuperar el cuerpo de Michael.

Tras la cena y un par de cigarros, los investigadores se despidieron de sus anfitriones y quedaron alojados de igual manera que el día anterior.

Volvía a tocarle compartir habitación con el ruso, lo cual era un buen momento para preguntarle

- ¿Alguna idea sobre que podría ser esa cosa que nos ha atacado, profesor Kuznetsov? No había visto nada igual en toda mi vida, y dudo que fuera un animal. Los animales pueden llegar a ser muy raros, pero no llevan maquinas que disparan rayos.

Yo me acuesto sin ganas de hacer ni decir nada. No estoy para investigaciones, no al menos esta noche. Dudo que pueda conciliar el sueño pero lo intentaré.

—No tengo ni idea, aunque déjeme pensar... Tal vez haya oído hablarr de algún caso similarr de cangrrejos voladorres...

Recuerdas que un culto primitivo de los montes Urales en tu Rusia natal, hablaba de seres voladores que venían del planeta Yuggoth a la tierra para entre otras cosas extraer minerales de los Urales, había una pequeña tribu que les adoraba como si fuesen Dioses. Por la descripción que leíste es posible que se trate de las mismas o de criaturas muy parecidas.

—Ah, ¡ya rrecuerrdo! —digo al investigador—. En mi Rrusia Natal, había cuentos sobre unas criaturas que venían de un planeta lejano, llamado... ¿Cómo erra? ¿Yogurth? ¿Yugorth? ¿Yuggoth? Algo así... El caso es que venían a los Urrales en busca de minerales. Había campesinos que los adorraban como si fuesen dioses, y la descripción podrría encajarr con todo esto...

Tras decir esto, dejo unos segundos para que el Konrad lo asimile, pero después añado—. Sé que pensáis que soy un charrlatán, perro crreo que después de lo acontecido, deberríais abrrir un poco más la mente. Todo esto es nuevo parra mí también, mis investigaciones nunca se han centrrado en estas cosas. Perro crreo que todo tiene un motivo oculto, y que nosotrros estamos tirrando de los hilos de algo muy gorrdo...

- Hace un par de días habría dado la razón en lo de charlatán. Hoy ya me creo cualquier cosa. Empecé aceptado un caso sin sentido sobre un "fantasma" asesinado porque pensaba que sería dinero fácil por poco trabajo, y ahora me encuentro con dioses extraterrestres rusos en una montaña habitada por bigfoots. Le hace a uno plantearse las cosas, ¿sabe?

Hurgó en los bolsillos de su chaqueta y sacó el libro

- Por cierto, me hice con esto esta mañana. Creo que usted dijo que le sonaba de algo, ¿no? ¿O fue Harper?
 

—Déjeme verr —contesto al investigador.

El libro resultó ser el que había encontrado el detective en el estudio de Dimitri que ya había visto Vladimir, nada nuevo.

A la mañana siguiente,

Silvia se había recuperado y parecía estar como nueva después del descanso. Por fortuna, Dimitri contó al grupo que la mujer no se acordaba absolutamente de nada en lo referente a la bestia, con lo que convinieron que lo mejor sería dejar que se marchase a su Rancho y esperase a que el grupo volviese de enterrar a la Bestia y a Michael para llevarles a la guardia de las criaturas.

Así lo iban a hacer cuando aparecieron dos hombres de Garrison de confianza llamados Buboy y Stirling que venían con dos telegramas a nombre de Harper y cia.

El primero de los telegramas es del día 15 y reza así:

" Estimados Harper y Cia STOP imposible dar con Colin Baxter STOP no sabe muerte de padre ni herencia STOP les ruego vayan a buscarle a Florida STOP les espero en mi despacho para más detalles STOP se despide afectuoso: El Juez Braddock".

El segundo de los telegramas lleva fecha de hoy (24) y dice:

" Estimados Harper y Cia STOP no respondieron a mi anterior telegrama STOP Sillas Patterson  ha desaparecido STOP temo se haya suicidado STOP hemos encontrado nota de suicidio en su estudio STOP se despide afectuosos: El Juez Braddock".

- ¿Ocurre algo amigos? no tienen ustedes buena cara. No deberíamos demorarnos mucho, tenemos camino por delante y no se nos puede hacer de noche bajo ningún concepto.

Todo se estaba acelerando y mi cabeza no dejaba de dar vueltas. Hacía escasas horas había visto un hombre morir horriblemente aplastado por algo... que no era de este mundo y ahora nos llegaban los telegramas, los malditos telegramas.

- Señores... más muertes, esta vez por telegrama... comento con voz alicaída... además mucho me temo que nuestra investigación se tenga que trasladar a la otra punta del país. A Florida. ¿Cómo lo ven?

No le apetecía nada viajar hasta allá con sus Everglades, sus miasmas y sus cocodrilos pero aún menos le apetecía quedarse allí en medio de la nada y con la muerte del señor Hall tan cercana.

Por un momento se vio a sí mismo apoltronado en su sofá preferido, con una buena cena en el mantel y con su botella preferida de champagne, eso era lo que deseaba. Sin embargo, sacudió la cabeza y con ello se fueron las ensoñaciones, todo fuera por el viejo profesor.

- Que desapariciones tan convenientes... - dijo Konrad. Todo aquello no era casual, desde luego. Alguien se estaba librando de los implicados más cercanos al caso. Y puede que también quisiera librarse de aquellos que metieran demasiado las narices en aquel asunto cada vez más inexplicable - Primero diría de terminar aquí, pero sinceramente, creo que los bigfoots esos no tienen nada que ver con nuestra investigación.

- ¿Muertes? ¿Qué muertes? ¿Cómo que a Florida? ¿No pensarán abandonar ahora verdad? Les recuerdo que tienen el cadáver de un amigo sin sepultar y que les necesito para investigar esa Guarida. Ustedes son también científicos - Konrad evidentemente no -y pueden ayudar bastante en todo esto. Y por otro lado, no sabemos de dónde vino esa criatura o si hay más.

Konrad se encogió de hombros; lo cierto es que lo de los bigfoots, después de lo de ayer, ya no le interesaba tanto y estaba deseando largarse de allí cuanto antes.

- Es Harper quien me ha contratado, así que iré a donde el diga que vayamos. Harper, ¿tu que dices? ¿Terminamos con los bigfoots, o nos vamos a Florida después de hacernos cargo del pobre señor Hall? Deberiamos informar a Pinkerton, de todos modos; si uno de sus empleados ha desaparecido, se pondrán a buscarlo

—Sin duda, no podemos dejarr al Señorr Hall ahí tirrado. Deberríamos de darrle sepulturra —comento al grupo, para añadir—. No obstante, crreo que aquí aún nos queda algo muy imporrtante que descubrrirr. Y quién sabe si no estarrá rrelacionado con el big foots. Al fin y al cabo, ellos llevan aquí más tiempo que nosotrros. ¿Quién sabe si su prrimitiva culturra no esconde algún misterrio que esclarrezca parrte de este asunto?