Partida Rol por web

-¡Muere de una vez, escoria!-dijo el mercenario con rabia, mientras descargaba otro golpe contra aquella asquerosa y raquítica criatura de piel verde. Ya tenían a la caballería casi encima, y lo mejor sería apartarse de su trayectoria, así que el mercenario se dispuso a moverse nada más aquel ser besara el suelo empapado en sangre.

El goblin al que me enfrentaba me había cogido ojeriza lo cual le hacia atacarme una y otra vez, siendo mucho mas efectivo de lo que éramos nosotros. Al paso que iba acabaría ensartado en su lanza. Nathan y Kurt intentaban acabar con él y esperaba que lo hicieran ya que había sentido como la lanza rasgaba mi justillo....un poco mas a la derecha y podría darme por muerto.... 

- Vamos compañeros un poco mas, los refuerzos están llegando y con ellos la victoria.

Acometo al orco cuando veo que Nathan empieza a alejar de mi al goblin, ahora el orco era el único que podría atacarme.

Trojan vio cómo los goblin caían alrededor de Domochievski y el kislevita quedaba libre de enemigos. Era necesario seguir presionando.

Entonces vio a Valdia frente al orco, y temió por la vida de la mujer. Se lanzó sin dudar contra la criatura, dispuesto a salvar a tan apreciada amiga. Avanzó a pasos agigantados, levantando guijarros del río a cada pisada de sus botas, y chocó con la espalda del orco.

Aquí estoy, bestia. ¡Ven a por mí!

Cuando parece que vamos a ser engullidos por la marea verde, la caballería irrumpe en el combate atronadoramente, un soplo de aire fresco que nos da alguna posibilidad de aguantar un poco más. Aprovecho que los pieles verdes cerca mía están algo confusos y ataco en rápida sucesión con mi espada por su lado izquierdo, hago una finta por el lado derecho, pero sólo para darme una vuelta sobre mi misma y volver a atacar por su flanco izquierdo, que lo tiene muy desprotegido.

Empiezo a resoplar, matar orcos cansa, pero rodeada de jinetes del imperio, sólo me hace pensar que vamos a ganar la batalla, la cuestión es si estos últimos morirán matando. Levanto mi escudo ante el posible ataque del goblin que acaba de aparecer, pero sin ponerle mucha atención, al fin y al cabo es sólo un goblin...

Maldición¡¡¡- No solamente había fallado mi ataque contra el orco, si no que había sujetado mal la maza y esta había salido disparada de mi mano, en ese preciso momento el orco lanzó un poderoso ataque hacia mi, el cual, ahora desarmado intenté rechazar sin ningún éxito, recibí el ataque del orco, lo único que me quedaba era seguir aguantando hasta que terminaran de llegar los imperiales a salvar mi pellejo. Sin pensarlo dos veces procedí a recoger mi maza, en espera de poder seguir evitando los ataques de aquel piel verde.

Intento recoger mi maza

La carga de caballería dio un curso radical y decisivo a la batalla. Los jinetes estaban arrasando con todo a su paso y prácticamente no habían salido ilesos. Los pieles verdes no se lo esperaban, no estaban formando filas e incluso muchos de ellos ni siquiera se habían percatado realmente de su llegada. En pocos segundos, la mayoría de los que habían invadido la orilla este habían caído bajo el filo del imperio. En el oeste aun había demasiados goblinoides, pero ante la llegada de los jinetes imperiales, todos intentaban desesperadamente continuar con su retirada, aunque sus probabilidades de conseguirlo eran muy reducidas.

Con todo ello, la victoria era ya casi un hecho consumado. Lamentablemente el costo había sido muy caro; Grunt yacía en el suelo inerte y sangraba demasiado. Por su parte Grim, Sir Hugo y otros estaban ya muy mal heridos y de no ser por el cambio súbito en el viento, no habrían tardado mucho en estar en la misma situación que Grunt.

Con todo ello, la batalla prácticamente había terminado, el enemigo estaba completamente en fuga y esta vez no tendría intenciones de entablar pelea. Con ello, aquellos que habían logrado sobrevivir de milagro, sabían que podrían ver la luz del día un nuevo dia y que estaban mas cerca de su destino; aunque hasta ahora el pago estaba siendo muy caro. En el campo de batalla, lamentablemente quedaban los cuerpos de tres de los soldados imperiales; el arquero Ralf, el lancero Taler y el mercenario Justin habían muerto en manos del enemigo.

La elfa quería acudir a atender a Grunt, sin embargo, ni Trøjan ni el resto de sus compañeros había terminado de dar cuenta de los orcos que rodeaban al enano, y aunque el combate estuviera en sus último rescoldos, todavía podía ser mortal para quien se descuidara. Aquella era una lección que tenía bien aprendida.

El corazón le ardía en el pecho, aquél maldito enano que se había dejado golpear por un piel verde era su nexo de unión con el grupo, el gesto amable del clan, y aunque distante en la mayoría de las ocasiones y con los demás, para ella era el brazo tendido que todo el mundo necesita de vez encuando y lo llevaba siendo mucho tiempo.

Avanzó decidida hacia el enano, descargando flechas en su camino sobre los pocos orcos que quedaban y que se daban a la fuga - ¡AGUANTA MALNACIDO, ESPÉRAME A QUE LLEGUE O BAJARÉ A LOS INFIERNO A BUSCARTE! -

- ¡POR LOS DIOSES, QUERÉIS DESPEJARME LA ZONA! - gritó a todos los que se encontraban allí.

Con aquel último golpe, el mercenario dio cuenta del goblin antes de que los caballeros le pasaran por encima. Pero aún quedaban enemigos, y Kurt no estaba dispuesto a dejarles escapar de allí sin un recuerdo de despedida. Por ello, se movió unos pocos pasos para que el orco cercano quedara al alcance de su arma, y descargó un potente golpe contra el bestial pielverde.

-¡Vete al infierno, salvaje!

Como viejo soldado de infanteria siempre había albergado resentimiento por los jinetes , su desprecio por los soldados de a pie y sus  engalanados uniformes más propios de espadachines estaliano o de chulos de putas pero hoy bendecia a todo el panteón imperial por ver aparecer a la caballería .Pero claro una cosa era alegrarse y otra admitir que les debía una .Bahhh, llegáis tarde como siempre que se puede esperar cuando el que tiene cerebro es el que va debajo .Algo picado en mi orgullo atacó al orco antes de que lleguen y me quiten mi presa .

Ya no pudo continuar en pie y al ver que ya llegaban a rescatarles sufrió un desvanecimiento frente al orco que huía y no pudo ni atacarle ni perseguirle. La armadura le pesaba, la espada, todo... soltó el arma y se colocó de rodillas, sangraba por varios cortes y la armadura estaba abollada en mil sitios más.

Estaba al límite de sus fuerzas y tan sólo pudo dar brevemente las gracias a la Dama y sollozar

- ayuda por favor...
 

Ahora que la caballería imperial hacia acto de presencia y que por una vez la superioridad numérica era nuestra, teníamos oportunidad de devolver los golpes a los orcos....con tranquilidad. Kurt, Nathan y yo teníamos ahora un orco para los tres....era injusto para el piel verde pero hacía un momento era injusto para nosotros.

- A por él, que no escape.

Algo en el orco debía protegerle ya que mi primer ataque falló por mucho el objetivo, con el segundo ataque tuve que replantear la acción e intentar acertarle de nuevo.

Ranald, Sigmar, o Morr quizás, debían sonreirme de nuevo. Había sobrevivido a la batalla. Me encontraba junto a la joven peliroja y además podía intentar demostrar mi valía como guerrero contra un cansado piel verde.

Sólo esperaba que no se me escapase. La tensión del combate había disminuido con la llegada de la caballería  y los golpes y el cansancio se hacía patente. Me tumbaría a descansar hasta en un lecho de piedras...

Me dispongo a atacar al goblin cuando la voz de Walter hace que me de cuenta del enorme orco que tenía a mi lado. Lo hacía muerto ya.

¿Bailamos? -pregunto a la peliroja acompañando la invitación de un guiño y un giro para descargar un golpe de espada contra el orco.

Levanto las cejas al recibir ese arañazo de la lanza del Goblin, en el último momento doblo mi cuerpo, para evitar el ataque desesperado que pasa por encima del escudo. Me roza el brazo haciendo saltar la cota de mallas y dejando un feo surco en la camisa de cuero. Con fastidio de tener que remendar todo esto, me giro hacia él y le doy un espadazo de arriba a abajo mientras contesto a niño de pelos rizados.

- Ya tengo pareja- señalando al goblin, aunque no por mucho tiempo.

La furiosa caballería imperial cargaba a lo largo de la costa mientras los mercenarios luchaban aun por sobrevivir o empezaban a tomar un respiro. Lorantha, a sabiendas de que Grunt estaba mal herido y que su vida peligraba, no había dejado de lanzar flechas mientras vocifera contra la situación, tal como si eso fuera a ayudarla; hacer mucho no pudo, pero al menos un Goblin mas cayo bajo su sombra antes de que los imperiales se encargarán del resto. Cerca de Grunt, un completamente rodeado Alfred lanzaba ataques con locura usando su alabarda, realmente no impactaba a nadie pero eso y la llegada de los jinetes fue suficiente para quitarse a los enemigos de encima. Y al menos estaba haciendo un papel mas decoroso comparado con el del caballero bretoniano quien aquel día habían tenido uno de sus peores desempeños.

Del otro lado de la batalla, por curiosa que fuera la situación, los enemistados Walter y Kurt habían dado cuenta de un orco peleando al unisono contra el mismo. Así mismo, Nathan y la mercenaria Melissa luchaban palmo a palmo contra otros enemigos y juntos habían acabado ya con el ultimo Goblin en la zona.

Hacia el oeste, la mayor parte de la caballería perseguía a unos pocos pieles verdes fugitivos que no habrían de llegar muy lejos mientras el resto avanzaba a través del río para acorralar a los no mas de 20 goblinoides que quedaban entre ambos ejércitos. Y lo único curioso para aquellos momentos, acerca de aquel grupo de jinetes, era que su estandarte no era el mismo del de la compañía imperial que lideraba Hansel.

Mientras Lorantha descendía de aquellas ruinas para atender con éxito al moribundo Grunt quien aun seguía inconsciente, un despreocupado y algo oportunista Jaime se alzaba sobre aquellas ruinas mirando a la batalla con gallardía levantado en alto su espada corta. Quizá esperaba que alguien le pintara un cuadro o que incluso se le vanagloriara, en cualquier caso, lo único que consiguió fue que se le ignorara, aunque claro, eso no hizo que se desviará de sus pensamientos.

-Gloriosa batalla hermanos, la sangre que hoy baña estas cosas es la sangre de un grupo de héroes- exclamó sin pensar que también había sangre de los goblinoides en el agua, -los caídos serán recordados por generaciones- de nuevo olvidaba a aquellas alimañas, aunque quizá tuviera razón.

Lo cierto era que aunque la proeza de la batalla estaba en ellos, la victoria había sido conseguida gracias a la carga de los jinetes recién llegados; los cuales tal como sospechaban, procedían del fuerte imperial ubicado en la entrada del paso del perro loco.

-La gloria es nuestra, abrazadla y recordad este momento por siempre- realmente algunos con Sir Hugo o Grunt preferirían olvidarlo por completo. -Esta noche cenaremos como los dioses- sentenció sin sentido alguno.