Partida Rol por web

En cuanto Igor despierta lo apoyo contra una pared e intento calmarlo.

Hemos destruido al demonio. Ya no queda nada de él, buen caballero. Ahora descansad mientras os traigo algo de beber.

Me dirijo a la sala de al lado donde el rey descansa en un charco de sangre en una habitación atestada de cadáveres.

Allí intento buscar un arma de mejor calidad que la espada que he robado a los bandidos. Así mismo si consiguiese encontrar alguna joya o baratija de valor para intercambiar con los enanos al llegar a destino. De sobra era conocido el valor que los enanos daban al oro. Quizás pudiese cambiarlo por algun artefacto de manufactura enana. Recuerdo que había bandejas de plata y cálices de oro o similar, pero busco cosas pequeñas que pueda esconder. Colgantes, pulseras, anillos, etc...

Tenia que darme prisa, tenia que moverme rápido si quería tener una oportunidad para encontrar cosas de valor en aquella fortaleza antes de que los imperiales irrumpieran. Al subir lo primero que vi fue una puerta que se encontraba totalmente cerrada a cal y canto, no trataría de abrirla o podría desperdiciar una buena parte del poco tiempo que tenia, quizá si tuviera un hacha pero con solo la maza que había obtenido del sacerdote esa tarea seria muy complicada. Intenté probar suerte en la siguiente puerta.

Kurt se apoyó en una pared, bastante cansado después del combate. Conforme la emoción del enfrentamiento desaparecía, se iba haciendo consciente de su verdadero estado, y de las heridas que había sufrido. Aunque en condiciones normales se habría unido al saqueo, la mezcla de asco por los actos allí cometidos, y dolor por las heridas sufridas, impidió que hiciera otra cosa que no fuera esperar a que todos salieran de allí. 

Llevado el trozo de mantel a Wlater y viendo que se había estabilizado, antes de dedicarle mayor atención la elfa se puso a buscar cualquier cosa que le pudiera ser de utilidad para curar a los heridos, si bien, mientras lo hacía, no dudó en guardarse en los bolsillos cosas de utilidad.

Con Grim desempolvando el piso superior y Lorantha buscando algo con que ayudar al malherido Walter, los otros optaron por descansar sentándose cerca de Igor para evitar mancharse con la sangre de los sectarios.

Nathan por su parte, no tenia mucho problema en ello e incluso rebuscando entre los cadáveres de la sala contigua, halló gran cantidad de joyas de entre los cadáveres de los nobles y el rey de aquel lugar. Aunque de entorpecida belleza debido a la sangre sobre de ellas, era claro que Nathan se había hecho con un pequeño pero cuantioso tesoro.

Quizá el ver a Nathan había motivado a los demás a buscar alguna recompensa por sus acciones, no obstante en los pisos inferiores se empezó a escuchar el retumbar de fuertes pisadas y por el sonido metálico de armaduras les era claro que las fuerzas del imperio estaban ya cerca. Habían tenido una oportunidad de escapar, aunque hubiera sido breve y arriesgada, no obstante nadie lo había hecho, quizá por codicia, quizá por cansancio o quizá realmente las palabras y la situación de Walter los habían hecho quedarse al ser ya un grupo muy unido, al fin y al cabo, era por la elfa que habían logrado hasta cierto punto escapar de la situación en la que se encontraban.

Que tenemos aquí?

El bretoniano tras ver que no había nada de interés se metió en una sala en la que había dos camas (L-24) y rebuscó con ahínco en busca de algún objeto de valor que pudiera compensar en cierta medida todo lo que habían pasado. Ahora podía escuchar con claridad cómo una partida de hombres armados se acercaba.

Kurt seguía sentado cerca de la elfa y Nathan, sintiéndose cada vez más cansado. Ahora mismo, le daba igual el saqueo, o que los imperiales entraran y se los llevaran. Imperiales que, por cierto, parecían haber llegado ya. Aquello le iba a sentar muy mal a Jaime, el mercenario estaba seguro. Pero primero la justicia, y luego la codicia, les había retrasado hasta el punto de que ya dudaba que pudieran salir de allí. 

Escuchaba a los imperiales subir. Hora de dejar el saqueo de lado. Dentro de poco tendrían que mendigar por recuperar sus cosas y la libertad. De momento debían la vida a los imperiales y a Lorantha y al Kislevita por volver por ellos.

Las costillas le dolían como si se le hubiesen roto. Le costaba respirar. Pasada la tensión del combate. La adrenalina daba lugar a la calma y con ella aparecía el dolor y el cansancio.

Me acerco al grupo. Observo las hábiles manos de Lorantha trabajando en Walter. Aunque hubiesen querido huir, no podían dejar atrás al valeroso soldado. El destino del grupo estaba escrito ya.

Compañeros -comienzo a lanzar joyas y baratijas a los presentes. Si cada uno tiene parte del botín, los imperiales tendrán más dificil confiscarlo todo -sonrío o lo intento, la mueca de dolor tuerce un poco el gesto.

Lorantha... gracias por volver a por nosotros. De no ser por ti Sigmar sabe dónde estaríamos. 

La elfa contenta con lo que había encontrado ya, apenas si echó un último vistazo a una de las habitaciones más lujosas, pensando que tal vez allí encontrase, no ya algo de valor, sino algo útil para la curación.

De todos modos más pendiente de los posibles residuos que el aethyr hubiera dejado y alertada por el ruido de los pisos inferiores, se dedicó a recuperar cuantas flechas pudo y esperó al capitán, pues deseaba que su cirujano pudiera atender a Walter. Pues aunque estable, podía perder la pierna.

- Ahora atenderé vuestras heridas, en cuanto los imperiales nos lo permitan. - dijo al ver la mueca de dolor de Nathan cambió de tema, tratando de restarse, por otro lado, de un inmerecido mérito que el noble le otorgaba .

No hubo más tiempo, las fuerzas del imperio ya estaban allí. Cruzando las escaleras con moderada velocidad y con una clara conversación amena entre ellos, el grupo de fuerzas imperiales irrumpió en escena para asombrarse de la carnicería que se presentaba ante sus ojos. Varios de los soldados desenfundaron sus armas enseguida ante el desconcierto de aquella macabra escena llena de cuerpos de niños desmembrados y de nobles abatidos.

El Capitán Hansel que hacia de nuevo acto de presencia ordenó a sus hombres desplegarse en torno al lugar para rápidamente encontrarse con la escena del combate entre los sectarios y los mercenarios. Los soldados del imperio estuvieron apunto de acosar a los mercenarios que descansaban tras el combate de no ser por que desde atrás surgió un mediano peculiar que ya todos conocían bien.

Jaime había vuelto y se encontraba con las fuerzas del imperio, probablemente le habían capturado durante su búsqueda, o quizá, común a su personalidad, había cambiado de idea y se había unido a las fuerzas del imperio para intentar sacarles algo de provecho. Lo cierto era que estaba ahora allí con ellos, con una expresión de sorpresa aun mas grande que la de los soldados imperiales.

-Por Ranald!, ¿pero que diablos han hecho?- dijo el mediano al ver a sus compañeros ensangrentados y muy heridos. –Entiendo que mataran a esos malditos lunáticos- dijo señalando a los sectarios que yacían en el suelo cerca de donde se encontraba la mayoría de los mercenarios, -entiendo también que se hayan hecho cargo de los nobles, no hacia falta pero lo entiendo. ¿Pero matar a los niños? y ¿de esa cruel forma?- formuló con una expresión que no cabía en contener su sonrisa ante la broma que intentaba formular.

Los imperiales por su parte parecían estar creyendo el teatrito y se miraban entre si como si sacasen conclusiones de las pocas pistas que tenían. Al tiempo que esto sucedía, dos guardias Traian a Sir Hugo quien conciente de la situación no había puesto resistencia. Ahora ya solo Grim faltaba y el enano al encontrarse en el piso superior no tenia idea de lo que sucedía abajo salvo por el retumbar de las botas metálicas de los imperiales que ya se escuchaban con cierta claridad en donde el se encontraba.

-No creo que las cosas hayan sucedido así- dijo el capitán Hansel quien tras presenciar la escena del piso anterior y la actual tenia cierta idea real de lo que había sucedido e incluso era conciente de que era imposible para los mercenarios haber llevado a cabo todas esas cosas en tampoco tiempo de la manera en que parecían haberse llevado a cabo. -Lo mejor será dejar que ellos mismos se expliquen- concluyó para ser inmediatamente secundado por Jaime quien sonriente dijo lo mismo, -si, dejemos que ellos nos lo expliquen-.

- Parece mentira Jaime que puedas pensar que los que hemos sido tus compañeros durante tanto tiempo hayamos podido hacer algo tan horrible. No, los responsables de la muerte de esos pobres chiquillos yacen en el suelo muertos, de camino al Infierno y a un destino que bien merecen. Al parecer ese sacerdote con el que nos topamos, el tal Gundred, era un adorador de los Poderes Oscuros, todos ellos -dice señalando a los muertos -eran también seguidores de los Dioses Oscuros. Al parecer sacrificaban niños con un propósito que no logramos entender, ni queremos entender. Estaban tratando de invocar algo. No pudimos salvar a los críos -una lágrima se desliza por su mejilla.

No podía creer lo que estaba escuchando de boca del mediano. ¿Podía llegar un ser tan pequeño a ser tan mezquino?

Por suerte, el Capitán Hansel demostró una vez más ser un hombre razonable.Y les concedió el beneficio de la duda. Hora de las explicaciones.

Así es. Tal cual lo ha relatado el Bretoniano.

Me pongo en pie con dificultad.

Arrestadnos o matadnos aquí mismo si no no creéis nuestra palabra, Capitán Hensel. Pues alguien capaz de cometer tales atrocidades -digo con un gesto hacia la sala donde los restos de los niños yacen -no merece otra cosa que la muerte. Y es lo que hemos hecho con estas viles alimañas. Estos... monstruos -escupo el insulto. No conocía en la naturaleza criaturas tan retorcidas como para cometer tal atrocidad. Incluso los trolls, criaturas del caos sin lugar a dudas, mataban para comer.

Gracias capitán por acudir a nuestro rescate, Capitán -termino con tono cansado y espero a que me carguen de esposas o me maten allí mismo.

-Que dramaticos!- soltó de la nada Jaime al tiempo que mirando al capitán Hansel dijo –Estos hombres no entienden de una buena broma-.

-No creo que sea el momento ni el lugar adecuado para formular una broma- respondió el capitán quien estaba organizando a sus hombres para que ascendieran al piso superior. –Además- continuó mirando al mediano, -no creo que tus compañeros estén en condiciones de realizar broma alguna-.

-Si, si, han sufrido mucho- dijo el mediano sin tomarle importancia a las palabras del capitán. –Para colmo tenia que ser el bretoniano, siempre tan serio. Y Nathan, que poder decir del simpático Nathan-. El sarcasmo del mediano era característico y no se dejaba vencer con facilidad cuando se entraba en su juego.

-Bien, bien. Si vamos a ayudarlo capitan Hansel tal como me exige, entonces mis compañeros necesitaran atención inmediata o no creo que estemos listos ni con un mes de descanso. Y creo que aquel de allá es el que necesitará mas pronta ayuda- indicó Jaime señalando con sus palabras finales al malherido Walter ante lo cual el capitán asintió.

-Creo que al menos están todos con vida, mmm, ¿donde esta Grim?, no me digan que quedo entre los restos del cuarto demoniaco-. Preguntó refiriéndose al cuarto donde se encontraban los cadáveres de los nobles y los niños.

-¿Y no creyeron que seria bueno dejar a alguno vivo?- preguntó el capitán repentinamente ante lo expuesto por Sir Hugo y Nathan.  –No me mal interpreten- dijo sonriendo ligeramente, - no es que no les crea, las pruebas son creo, contundentes; y para nada pienso apresarlos, han hecho su trabajo- remarcó mirando con interés a Domochievsky y Lorantha.

-No obstante, hubiera sido demasiado bueno dejar a algunos de los sectarios vivos, hay demasiadas preguntas que me hubiera gustado poderles hacer-.

El mercenario, que se había mantenido callado hasta el momento, mirando al suelo, perdido en sus pensamientos y superado por el cansancio, alzó la vista en ese momento. 

-Capitán, yo maté al último, al que querían capturar vivo. Era un brujo-dijo, aunque la última palabra más bien la escupió-dejarle vivo suponía un riesgo demasiado grande, y más estando todos nosotros tan heridos. Aún podría haber sido capaz de acabar con alguno de nosotros...