Partida Rol por web

Una semana atrás, la Hermandad de los Vigilantes había ardido hasta los cimientos. En un intento de reavivar las llamas de tal noble organización, buscaron entre los escombros del campamento y exploraron los alrededores, pero nada habían encontrado. A juzgar por lo encontrado, solo ellos habían sobrevivido, pero aquello era imposible, ¿verdad? 

Cansados de pasar días buscando supervivientes, con los batidores enemigos pisando sus talones, el grupo de Vigilantes se deshizo de sus emblemas y se cobijo en las entrañas de una posada. Un lugar humilde, con comida caliente y techo bajo el que dormir. Aquello era lo máximo a lo que podían aspirar ahora.

Furiosos y entristecidos, intercambiaron miradas de dudas e incertidumbre, Ellos eran los restos de una Hermandad moribunda, las brasas de una nueva organización. Ellos eran el comienzo de las sombras, el azote de los inocentes y la venganza de los Vigilantes, la Hermandad Oscura. Por el momento solo estaba formada por ellos, un total de once integrantes, pero pronto serían más.

Ahora venía la parte difícil. Conseguir una red de contactos, aliados, recursos y una base desde la que operar, pero ¿Cómo lo harían? La pista ofrecida por Aerin comenzaba a enfriarse. El tiempo apremiaba.

Rapiñar entre los cuerpos en cambio no le causó sentimiento, ellos ya no necesitaban todo ese material y podríamos usarlo para vengarles. Aunque caminar entre todos esos muertos, los ojos inexpresivos, cuerpos desmembrados, cuervos dÁndose un banquete, el olor a quemado mezclado con mierda... Eso sí que hizo mella en la moral del semielfo.

Muchos sentimientos encontrados incluso una semana después. Había muchos tipos de derrotas pero esta era de las peores... -Nos han erradicado.- Y tal era lo abrumado que se encontraba que muchas veces no sabía muy bien ni a dónde mirar.

Descompuesto.

Ya en el interior de la taberna, mientras juntaba suficientes mesas para once personas y dos compañeros animales tuvo una serie de conclusiones, como que no podían estar en aquel lugar mucho tiempo y no estaba claro que hacer y cómo. Algunas preguntas no se podían responder sin que otras lo hiciesen previamente. Una autocrítica grupal de por que habían llegado hasta esa situación podía aguardar, alguno se lo tomaría como un ataque si estaban la mitad de desmoralizado que él. 

Pidió vino, -Algo dulce para paliar tan amargo ambiente. -Pidió para los once cuando se les acercaron para atenderles.

Permaneció un tiempo en silencio mirando sus hermanos oscuros, a la mitad les conocía y podía minimamente confiar en ellos, la otra mitad ni eso, solo de esa semana rapiñando muertos y la ultima misión en Norul, no era la mejor manera de comenzar algo tan ambicioso como una hermandad 

-Quisiera hacer un salve, acompañadme por favor.- Un modo humilde pero solemne de decir adiós, halzó la jarra. -Salve por todos los caídos, que sepan encontrar el camino.-

Bebió todo el contenido de varios tragos consecutivos, reprimió un eructo inoportuno, dejó la jarra sobre la mesa y guardó silencio un minuto.

-No soy de las personas que se sumen en la autocompasión. Me gustaría saber qué piensan todos, sobre que hacemos y cómo. Una hermandad necesita muchas cosas como un objetivo claro, un cuartel y una amplia red de varias recursos. ¿Alguien tiene la miínima idea de por donde empezar?

Todos sabían que estaba de malhumor. Tampoco es que los ánimos de la gente estuviesen mucho mejores, pero las noticias habían volado como aves de mal agüero. Las tribus de las que procedían habían sido atacadas durante uno de los cónclaves... y muchas de mis hermanas habían muerto. La última orden había sido de esperar, pero ¿a qué? Tenía que seguir siendo una vigilante de... polvo y huesos. porque si, podía vigilar al zafio del semielfo oscuro mientras me intentaba volver a meter mano, pero poco más.

- Bueno, ¿y el plan es? No, en serio, llevamos ya una mierda de semana buscando a Lancelot y a los que le acompañasen, y sólo hemos encontrado huesos para Ronroneo.

Mi habitual calma se había visto turbada. Todavía soñaba con la vampiresa, por las noches. incluso mi pelo era pelirrojo, por ¿una ilusión? ¿un trauma? No quería ir a tener que tratar con ella, si este impulso incontrolable me afectaba por una visión, ¿qué sería tenerla cara a cara?

La última semana había sido poco productiva, una manera fina de decirlo,  sólo cosechar como buitres los restos de sus compañeros, si es que Balthor se podía considerar parte de la hermandad, nunca fue reconocido al ser destruida antes, pero eso no apagaba sus ansias de venganza.

Pero en tan poco tiempo, le dio tiempo a pensar en sus acciones, quizás su enfoque de combatir de frente a todo no era el adecuado, mucho menos ahora, antes sus propios ojos sus compañeros se manejaban tanto en la palabra como en la pelea, quizás a pesar de su falta de tacto como negociante, podría inspirar a todos para luchar mejor, o al pueblo en contra de los gobernantes, la palabra era poderosa y era el momento de usarla, de esta no lograrían nada solos, encontrar aliados e identificar enemigos era fundamental.

- ¡Salve a los caídos! - respondió el druida ante Abelgos, bastante apagado estos días - estamos solos, un lugar discreto es primordial, no vamos a ser grandes en un día, tendremos que encontrar a los colaboradores de los vampiros y quitarles todo - los ojos del hombre iban de un lado a otro - buscar a más personas agraviadas por lo que ha pasado, no podemos ser únicos, como el gnomo que nos cobijo. No es el momento de grandes despliegues, objetivos pequeños y pequeñas victorias - son tantas las cosas por hacer, se notaba el abatimiento en todos.

- No ofreceré consuelo en la fe. Yo mismo dudo de un nuevo amanecer para nosotros. - dijo al fin Vicnan, su rostro oscurecido por su capucha. - Sarenrae me perdone, esta es mi prueba más difícil -

Levantó su jarra y asintió a Abelgos.

- Salve, por los traicionados. Que encontremos la fuerza para otorgarles justicia -

Bebió también toda la jarra. Hizo una mueca. No estaba acostumbrado a beber así. Después se inclinó sobre la mesa.

- Lo primero que tenemos que hacer es desaparecer. Volvernos una sombra -

Se quitó la capucha y sujetó su largo cabello rubio, herencia de su madre elfa. Con sus dos manos lo acomodó formando una cola de caballo y luego, de un tirón, lo cortó con una daga.

Aquella semana había sido dura con todos los que estaban sentados en torno a la mesa y estaba reflejado en el rostro y ánimo de todos y cada uno de ellos.

Quizás uno de los casos menos llamativos de ello era el de Alya. La inquisidora de Iomidae había cambiado poco externamente a ojos de desconocidos; su cabello había pasado a ir completamente recogido en lugar de la coleta que solía llevar antes de la tragedia y los rasgos de su rostro habían ganado severidad con las experiencias vividas... Pero el verdadero cambio estaba en su interior, sólo insinuado por el acerado brillo de determinación que se adivinaba en su mirada.

Donde antes había frialdad y distancia, ahora había determinación y fervor implacables frente a los escrúpulos que antes pudiera haber tenido. Las llamas del fracaso y el dolor se habían cebado particularmente con la compasión que pudiera haber habitado antaño su corazón (y que, a su parecer, en retrospectiva había permitido a la engendro vampírica con forma de niña causar tamaña derrota), a un punto casi preocupante. Reparos y cortapisas eran conceptos que ya no iban a provenir de su interior.

Seguía gozando del favor de su diosa, a ojos vista, pero utilizaba sus dones con más frialdad y fiereza; como si hubiera asumido el papel de arma de su fe con total entrega. Había sido una semana breve, pero en el transcurso de la misma la habían visto utilizar el milagro que permitía interrogar a los ya fallecidos a menudo, presionando casi con la misma intensidad y crudeza a antiguos aliados que a enemigos caídos... Era suficiente para preguntarse si el interrogatorio que había llevado a cabo sobre el nigromante y la vampira habían quebrado algo en su mente...

...Pero sus dones mentales gozaban de un temple también aún mayor que antes. Al punto que empezaba a tener terreno en común con Lilith, al ser incluso capaz de doblegar mentes más débiles que la suya. Si aquello se convertiría en heraldo de su caída o en la plata con la que atravesaría el alma del monstruo era algo aún por ver.

- No clamemos por justicia mientras tengamos nuestros brazos y la libertad para usarlos. - dijo al unirse al brindis, en lo que bien podía ser la mayor cantidad de palabras en voz alta que la habían escuchado decir seguidas en todo aquel tiempo, en el que había estado usando sus dones y su experiencia pasada para asegurarse de que no se les pudiera seguir donde quiera que se movieran.

- La verdadera cuestión es esa. - Añadió silenciosamente en las mentes que la rodeaban, tras las palabras del druida. - Ya somos Sombras, oficialmente estamos muertos. Si intentamos reconstruir, la información que conseguimos en Norul será para nada y Lilith tendrá todo el tiempo del mundo para expandirse aún más en lo que nosotros estamos listos para enfrentarla.

- En cambio, si actuamos con la información que tenemos, puede que no lleguemos a tiempo igualmente y nuestra próxima derrota sería la última... Pero si no, Lilith tiene todos sus peones en movimiento o destruidos y nunca será tan vulnerable como ahora. - Se dio unos cuantos golpecitos en la barbilla, meditabunda. - Ése es el gambito que tenemos delante nuestra. Reconstruir o apostar el resto.

- No hace falta que os diga qué opción prefiero yo, supongo. - Y la frialdad de sus ojos hablaba por sí misma, en contraste con el odio intenso que ardía en su joven pecho, terriblemente ultrajado por la vampiresa. Quizás no íntimamente como era el caso de Aerin que había sufrido sus intrusiones mentales, pero... El templo profanado de Iomidae, tantos miembros de su clero corruptos o destruidos, la Hermandad... Los crímenes de Lilith que la tocaban en lo personal se apilaban intolerablemente.

Ildyra se había pasado aquella semana trabajando sola, compungida y entre sollozos. Luchando contra el odio, la culpa y el desasosiego. En su vida protegida rodeada de aventuras, poemas y cuadros hermosos se le había olvidado que la vida también está llena de tragedias. No se le ocurrió que ella podía ser un personaje de una, con su optimismo joven no dudó ni un momento de que al final todo saldría bien y los buenos ganarían. Pero no había sido así y en parte, era culpa suya.

Mientras empezaba a caer en la autocompasión, sus compañeros se fueron rehaciendo uno tras otro. Aquello la dió fuerzas y un nuevo proposito.

Alzó la copa, bebiendo en silencio con los demás. Pensando en lo que iba a decir.

Está claro que la antigua Hermandad estaba llena de espías de la Vampiresa. Por eso iba siempre dos o tres pasos por delante. Necesitamos información propia y si tenemos algún informante o aliado debe ser completamente de fiar.  Creo que deberíamos seguir a Lilith, ahora que sabemos donde está, antes de que vuelva a desaparecer.

Pero más importante me parece, si queremos continuar la misión de la Hermandad, es que no perdamos de vista nuestra misión y brujula moral. No podemos pagar al mal con un mayor mal y debemos evitar causar daño y destrucción a inocentes, y en caso de que no tengamos otra opción... hay que meditarlo muy profundamente. Muchos de aquí seguimos a deidades del bien, que sus enseñanzas sean nuestra brujula para no perdernos en la oscuridad.

Miró comprensivamente a Vicnan, se sentía igual. Aquello era una prueba de las más duras.

Las cosas habían cambiado en muy poco tiempo. Mientras Agatosh se movía entre los cadáveres calcinados y los rescoldos aún ardientes de lo que había sido el campamento de los Vigilantes, las últimas palabras que había dicho un rato antes fueron cobrando fuerza en su interior. La Hermandad, tal como la conocían, había desaparecido; borrada del mapa político y militar de Daenash, los nobles ahora volverían a lanzarse unos contra otros en busca de las riquezas de sus vecinos y el poder que ofrecían las tierras y el oro, aunque fueran obtenidas con sangre. Y mientras, Lilith y sus vampiresas seguirían moviendo los hilos desde las sombras, poniendo en marcha su plan, sin que nadie se opusiera. Solo ellos podían impedirlo, y debían hacerlo. Lo harían. Se moverían y golpearían desde la misma oscuridad en la que aquella criatura se sentía a salvo, hasta hacerla salir a la luz; la desenmascararían y, luego, la destruirían, y si por el camino podían hacer algo por su reino, si podían salvaguardar la frágil paz, aunque fuera mediante el asesinato y la violencia, bueno, era lo que se merecían sus enemigos. Habían creado un monstruo, lo habían liberado inconscientemente y, ahora, serían devorados.

La Bestia, así sería conocido a partir de ese momento para aquellos fuera de su círculo personal —que eran pocos ya—, dejó atrás todos los prejuicios que tenía, todas las buenas intenciones y se formó una coraza a su alrededor, una armadura necesaria para soportar lo que estaba por venir. Y con ella saqueó a los muertos sin remordimiento alguno, sin que mirar los ojos vacíos de aquellos que habían sido sus hermanos le afectara en absoluto, y sin que sintiera deseos de echar la vista atrás cuando acabó y, junto a los pocos supervivientes, se marchó de allí.

El refugio que habían encontrado no era gran cosa, pero servía a sus propósitos. Una taberna en medio del camino dónde los transeúntes eran escasos y el dueño no hacía demasiadas preguntas. Pidieron, bebieron y alzaron las jarras y copas por los caídos, por el futuro, por la justicia. No, por la venganza. Brindó por ello.

—Estoy de acuerdo, debemos atacar cuánto antes —dijo, fiel a su forma de ser—. Ahora tenemos ventaja, habrá bajado la guardia, creyendo que nos ha eliminado. Si actuamos rápido podemos acabar con ella o, al menos, desbaratar sus planes en Shitary. Si está allí, es por algo. Y no tendremos una oportunidad mejor.

A unas tres mesas de distancia, pegado a la pared, con el rostro envuelto en las sombras de una capucha bien calada, un enano bebía de su jarra una cerveza negra y espesa, mientras observaba al variopinto y numeroso grupo que charlaba en voz baja un poco más allá. Sus ojos, ligeramente brillantes, estaban clavados en uno de los hombres, y apenas parpadeaba al mirarle fijamente. Agatosh, como sabía que se llamaba, era a quien le habían enviado a buscar, a quien debía ayudar y, sutilmente, guiar. Haagenti tenía interés en aquél espécimen, pero sabía que había otros interesados, como el Duque Infernal al que La Bestia creía estar acercándose mediante sus actos. Necio. No sabía lo que hacía realmente, pero con el tiempo lo descubriría. Él se encargaría de enseñarle y mostrarle la verdad.

Con una sonrisa, siguió bebiendo en silencio, esperando el momento oportuno para hablar con él.

Mi herrero (si el enano sexy jajaja) podría modificar los símbolos, si al Máster le parece bien, y así no los perdemos. A mi me da pena deshacernos de ellos.

Más adelante, una vez pase el prólogo, podemos poner que Drag recupero los símbolos tirados por vosotros y los rehízo. 

A la única que no vio unirse al salve fue a Aerin y le pareció una completa falta de respeto que se tradujo en un gruñido largo y cansado. -Ahora mismo no- Se dijo a si mismo.

-Bien, claro queda que queremos acabar con esa zorra chupasangres. Veo que discrepamos en todo lo demás. -Carraspeó- Alya, has dicho que ya somos sombras y que oficialmente estamos muertos. No estoy seguro de que querías decir realmente pero en cualquier caso. Ella, (Lilith) Sabe que existimos.  -Señalo a todos en un círculo con el dedo índice. -Sabian algunos nombres razas y aspectos cuando nos cercaron en las cloacas de la ciudad... Y esto va por tí grandullón. -Dijo a Agatosh -Eso de habrá bajado la guardia, creyendo que nos ha eliminado es lo que a tí te gustaría creer. Nos buscaban, nos cercaron, escapamos, fracasaron e informaron. No descarto unos carteles con recompensas con nuestros rostros proximamente. Creo que ya es suficiente, en general, ya basta de subestimarla porque es mas lista que todos nosotros juntos, lo ha demostrado.

Yldyra ha tenido bien en decir que la hermandad tenía espias, Norul estaba lleno de secuaces y manipuló del primero al último para que jugasen su juego sin siquiera estar presente, todo con peones. No quiero ni pensar lo defendida y segura que estará en la ciudad que elija estar. 

Lo que yo sugiero entonces, recomendación de pícaro, es pedir o reclamar favores, un salvoconducto para colarnos en la ciudad sin ser vistos, crear nuestra propia telarañas, recopilar toda la información posible y por último elaborar un ataque con la información. 

Quiso beber y se arrepentió de haber vaciado su jarra tan rápido.

-Otra linea de acción es la publicidad. Los rumores y falsedades que difundieron sobre nosotros se asentaron en la opinión pública del noble al mas humilde por qué no hicimos nada para contrarrestar eso, nadie tenía una segunda opinión. Aún podemos solventarlo, pagar a todo bardo y meretriz, convencer a todo sacerdote de Iomedae, posadero y ladrón que podamos para que se sepa la verdad, que hay una vampiresa suelta y se cometió un terrible crimen. Limpiar el buen nombre, que se les recuerde como héroes no como villanos. 

También están todos aquellos que una vez la hermandad ayudó o socorrió. Muchos les deben algo como aquel noble que nos ayudó. La Lealtad y el honor podrían ser buenos aliados.  

¿Y bien?

Gruñó, molesto por la posible verdad en las palabras de Abelgos; de ser así, las cosas se pondrían muy difíciles, aunque seguía pensando que la mejor opción consistía en atacar cuanto antes. Incluso si la vampiresa supiera de su existencia, no tendrían una oportunidad mejor, y alargarlo les pondría en la misma situación que ya habían estado los Vigilantes. Además, tampoco tenía claro que el mestizo drow estuviera en lo cierto. 

—Sabe que escapamos de la ciudad, ¿pero dónde íbamos a ir si no a nuestro campamento? No sabrá si ya estábamos cuando atacaron o no, recordad que acababa de ocurrir, los restos estaban aún humeantes y había batidores asegurándose de haber acabado el trabajo, un par de horas antes y posiblemente hubiéramos caído como los demás. Y el problema es que si queremos montar una red de contactos, nada nos dice que no volverá a infiltrar a sus espías, y nos encontraremos la misma situación cuando decidamos mover ficha; conocerá nuestros pasos y se adelantará. Ahora, nos crea muertos o simplemente perdidos y escondidos, no se esperará un ataque en su cubil. —Se recostó y sonrió—. En cualquier caso, fuéramos o no a prepararnos antes, Shitary es tan buen lugar como cualquier otro. En la boca del lobo, acariciando sus colmillos, ja, ja.

Tenía algo de razón en lo que decía pero ese no era el punto que Abelgos quería tratar y replicó.

De acuerdo, no tienen certeza de nuestras muertes. ¿Te parece que es la mujer que le gusta los cabos sueltos o la que gastará recursos en qué los que saben de su existencia e identidad terminen bajo tierra y nuestras cabezas en una bandeja? -No es que esperase una respuesta realmente, buscaba una reflexión. 

Toda linea de acción tendrá riesgos. Si fallamos, morimos y ya nada la detendrá. -Se cruza de brazos.- Que vamos a Shitary creo, que estamos de acuerdo. Discutimos cual es el plan mas adecuado y que hacemos una vez allí.

Vicnan asintió ante las palabras de Abelgos y Agatosh.

- Creo que nuestra única ventaja es la sorpresa, y tenemos que sacarle el máximo provecho. Viajemos a Shitary, busquemos un refugio que nos sirva de base, y tratemos de localizar sus puntos débiles. Cualquier otro plan que elaboremos será sobre la base de especulaciones, y estará condenado al fracaso -

Alya clavó sus ojos en Abelgos con frialdad. - Lo que quiero decir es que, con Lancerot y sus lugartenientes desaparecidos, no estará buscando a un puñado de Vigilantes de bajo rango y aspirantes a los que dispersó en Norul. Estará convencida de que o nos hemos dispersado, o estaremos en pánico buscando a nuestros superiores.

- Sabe nuestro aspecto, es cierto, y sabía los planes que traíamos cuando nos colamos en Norul. Pero no tenemos ningún motivo para creer que ella sepa que obtuvimos algo de allí que no fuera tomar el par de peones que tenía destacados; es una posibilidad que no debemos descartar, tampoco. - Su expresión se tornó sarcástica, lo que resultaba extraño dada su conversación muda. - Así que tu plan es volver a cometer todos los mismos errores que ya se cometieron, confiar en la gente que rescatamos en el pasado, como por ejemplo, aquella inocente niña que sacamos de un pozo, - refiriéndose a la agente de Lilith que ellos mismos habían plantado inconscientemente en el corazón de la Hermandad y que había acabado con las posibilidades de defensa incluso antes de que supieran que iba a haber un ataque. - Y confiar que su lealtad por gratitud sea superior a la influencia de los nobles y sus agentes. Y los poderes de dominación vampíricos, además.

Resopló, lo cual hablaba volúmenes sobre lo que opinaba de ese curso de acción. - Si algo le hemos demostrado hasta ahora, es que somos tan poca amenaza que puede permitirse ignorarnos mientras no encuentre a Lanceroc y los leales que le rodeen. Utilizar ese tiempo para construir una red de informantes e influencia con la esperanza que no la infiltre de forma natural o sobrenatural me parece tan productivo como lavarnos el cuello para que lo encuentre de su agrado.

Iba a continuar, pero respiró hondo, dándose cuenta de que se estaba exaltando en demasía. -...Lo siento, ahí me he excedido. Pero mi punto permanece; repetir los mismos actos y esperar un resultado diferente es una definición de locura. - Concluyó, en su voz más átona, sus puños cerrados con tal firmeza que sus nudillos estaban blancos.

Abelgos miró a Alya cuando esta tomó la palabra y se encontró con una mirada fria que le intimidó mas bien poco, se la sostuvo mientras escucha y se recuesta sobre el respaldo del asiento. Curiosamente para el final del alegato de Alya, Abelgos tenía una sonrisa burlona que había ido creciendo poco a poco.

-Me gusta tu cinismo y tu sinceridad, no te disculpes.

A ver...  -Abre las palmas de las manos. -Sabemos algo que ella no, si, y que lo vamos a aprovechar, tambien. Ya eres la tercera que insiste con eso. Quizá tengamos cierto factor sorpresa y desaprovecharlo sería una lástima. Sin duda.

¿Confiar en la gente fue un error? -Cuento con los dedos -Marcus, Mhun, Nalen´Dag, La regente del burdel, Eldon Turen, la contacto de Caidus en la catedral. Y seguro que me dejo mas gente que ayudó y de los que, de no ser por ellos no estaríamos aqui. Si creo fervientemente en que la lealtad y la gratitud nos ayudará. Que se nos colase una niña espía no hace que debamos renunciar a toda ayuda por que sinceramente creo que andamos justos de cualquier capacidad. Si tienes razón en que debemos cambiar algo y es ser mas cuidadosos, no cometeremos ese error de nuevo, pero el riesgo siempre estará allí. 

Y contra el control mental salvo mas pociones de aquellas, da igual que sea alguien de esta mesa que un extraño, tenemos a dos y medio que sucumbieron sentados entre nosotros.

Ahora bien, si mi plan no te parece apto te invito a que pongas uno mejor sobre la mesa. 

- Me sorprende la enorme confianza que Judith os inspira. Desde que descubrí su existencia, me ha resultado tremendamente curioso cómo su llegada y aparición de influencia coincide en el tiempo con la de Lilith. Y, dentro de Norul, era la única que conocía con exactitud qué iba a hacer cada grupo. Incluso el plan de huida, de hecho, si no nos hubiéramos entretenido con el nigromante y la vampiresa, nos hubiera colocado en el campamento de los Vigilantes justo en el momento del ataque. - Replicó, ladeando la cabeza. - En mejores circunstancias, creo que eso hubiera ameritado una buena y minuciosa conversación, como mínimo.

- Nalen'dag era un peón descartado. Al no poderlo corromper, lo reemplazó, no tenía nada que ganar poniéndose de su bando. Probablemente, la poción contra el control mental tuviera que ver. - Añadió, tomando el papel de cínica, si el elfo oscuro iba a empezar a confiar en el buen corazón inherente de los demás de repente. - Mhun era su familiar, también estaba compelido a estar en su bando. Y por contacto en la Catedral, ¿te refieres al peón involuntario que propició que os inculparan de un asesinato y os condujo a una emboscada?

En un momento, había encontrado motivos para dudar en los motivos de la mitad de sus argumentos, o el valor de la ayuda ofrecida.

- Precisamente. - respondió al comentario sobre tener dos dominados y medio. Ella misma hubiera estado en riesgo de ser dominada de no ser por la poción del desaparecido archimago. - No podemos confiar en nadie, porque voluntariamente o no, puede estar trabajando en nuestra contra. Construir una red de información, contactos y apoyos con suficiente redundancia para compensar eso, no es algo que vayamos a conseguir mientras la información de Norul tenga algún valor. Y, desde luego, no lo haremos más rápido que ella incluso si también tuviera que empezar desde cero.

- El plan de jugar al mismo juego que Lilith me parece condenado al fracaso, incluso aunque tuviéramos la misma legitimidad que sir Lancerot. - resumió negando con la cabeza.- Poner una alternativa sobre la mesa, creí que ya lo había hecho. Vamos a su ciudad, intentando mover el mínimo de olas posible, averiguamos su escondrijo y le damos el mismo tratamiento que a su secuaz, mientras la información es válida, mientras mueve sus cartas lejos de su pecho, mientras piensa que los Vigilantes que no son nuestro mando central no son una amenaza.

- Nos acercamos como sombras en la oscuridad. La ubicamos y atacamos. Un golpe sólido y preciso. Y luego nos dispersamos. Su mayor poder fue poner a todos en nuestra contra. Si no existimos, no tendrá otra opción que enfrentarnos. - Suspiró - Es mucho más sencillo decirlo que hacerlo, desde luego. Pero me temo que no tenemos muchas otras opciones -

Golpeó la mesa con su puño acorazado—. ¡Decidido entonces! —exclamó; al darse cuenta del tono de su voz, se sosegó y volvió a hablar en bajo—. Iremos allí, recabaremos algo de información (sabemos en qué ciudad está, pero no dónde se oculta ni sus peones) y acabaremos con ella o, si no es posible, con sus planes. Y mientras, si ganamos algún aliado de fiar, adelante, aunque nuestra nueva Hermandad no puede ser como los Vigilantes, no seremos un ejército con capitanes y demás; nuestros aliados deben ofrecer información, recursos y cobijo, pero no pueden saber qué hacemos ni cuando llevamos a cabo nuestras misiones. A partir de ahora nos valemos por nosotros mismos —terminó.

Es posible. Quizá cuando todo esto acabe. -Comentó en base a Judith -La que acabó con dos disparos de ballesta en el pecho por intentar ayudarnos... Ese contacto.

Se reclinó hacia atrás nuevamente y se pasó ambas manos por el cabello con un suspiro de exasperación. -Como entendido de meterse en casa ajena a tomar algo que no es suyo, Os digo que eso se parece a un plan tanto como unos ladrillos a un palacio. Pero supongo que podemos perfilarlo con algo de tiempo, por suerte sabemos como le gusta actuar. 

Agatosh entusiasmado habla y su ultima aportación me gusta, a lo que señala con el dedo índice y asiente, aliados y contactos que no sepan que planean es difícil pero se puede hacer. Comenzó a tronarse los huesos de las manos y luego el cuello.

Iba a preguntar si quedaban mas asuntos que tratar, pero guardó silencio prudencial por si alguien tenía que aportar mas sobre el tema.