Partida Rol por web

Ildyra miró a su alrededor, a los que eran sus compañeros hasta ahora. Parecía que su líderazgo tenía más apoyo del que esperaba.

-Límites... obviamente no voy a exigiros mi codigo ni es necesario listado concreto, pero en líneas generales, evitar los daños colaterales en lo posible, no cometer crueldades de manera gratuita o que causen más daño que beneficio, respetar las decisiones de la mayoría de nosotros y no usar magia o metodos malignos, como invocar demonios o muertos vivientes.

-Aquí cada uno tiene su especialidad, y soy consciente de que el espionaje no es lo mío, de todas maneras, solo usaría el liderazgo cuando fuera necesario, como ahora que estamos en un impas, o si por ejemplo debemos retirarnos de un combate o parecido, eso de dividirnos en el patio de armas podría haber salido muy mal...

No iba mal del todo, hasta que le dio por reprochar algo que, posiblemente, les había dado la única pista que tenían. La única victoria que habían obtenido—. ¡Tsk! Si no lo hubiéramos hecho, posiblemente ahora andaríamos como pollos sin cabeza, sin rumbo por el bosque, esquivando patrullas —dijo sin levantar mucho la voz. Sin embargo, no siguió por ahí; era otra cosa la que le preocupaba—. ¿Quién marcará cuál es el beneficio mayor? ¿Y cada vez que queramos hacer algo, tendremos que buscar el consenso de la mayoría? —Resopló—. Una más: si actuamos por nuestra cuenta, ¿te interpondrás en los métodos que creamos necesarios cuando los creamos necesarios? Por ejemplo, como líder, ¿aceptarás en el futuro lo que hizo Alya? ¿Y si sospecháramos de alguien a priori inocente, la permitirías usar su métodos para asegurarnos?

Ildyra también bajó el tono. Si estás hablando de la tortura, yo estaba presente, no tengo estomago para hacerlo yo misma, pero lo ví necesario y en ningún momento me interpuse, por si no lo recuerdas.

Agatosh siguió bombardeandola con preguntas, a lo que fué a responder, pero viendo que seguía decidió esperar a que terminara.

No te puedo dar un sí o un no, depende. En todo. ¿Cuando necesitas preguntar? Cuando tengas dudas, cuando tú mismo pienses, ¿Será mejor quemar el edificio que arreglarlo? Pregunta. Yo pienso hacer lo mismo. Hemos conseguido cosas, pero a la vez hemos ido de cagada en cagada.

Como he dicho, solo "lideraré" cuando estemos en un impas, no soy vuestra madre, ya tengo bastante con lo mío.

¿Volver a repetirlo? Depende, no voy a torturar a nadie solo por que sea rojo y tenga cuernos. Intentó reir de manera sarcastica, pero la broma salió un poco forzada. Si hay motivos o sospechas fundadas, sí. Creo que todos aprendemos de los errores.

Asintió. Inesperado, pero coherente. Podía tolerar eso—. Entonces, aunque sigo prefiriendo a Aerin como nuestra líder, puedo aceptarte a ti como tal. No tengo inconveniente si los demás te votan —afirmó.

Ildyra se recostó en el asiento suspirando cansada. -Solo os pido que lo intenteis, que os preguntais si lo que vais a hacer es lo correcto, y si dudais, acudais a vuestros compañeros, no tiene que ser a mí. En estas situaciones el remedio puede ser peor que la enfermedad y no quiero que nuestros actos siembren más caos que la propia Lilith.

Mientras la votación continuaba se tomó la licencia de ponerse en pié e ir al posadero para pedir de comer. Pagó por adelantado comida para once personas, un lobo, un gran felino y un ratoncillo. Sopa con carne de primeras y luego un gran surtido de carnes magras, quesos y frutas. Para el posadero seguramente esa sería el mejor día de la semana y este tipo de discusiones era mejor tenerlas con el estómago lleno. 

Volvió a su sitio.

Para el semielfo había algo que rechinaba, una pequeña pieza que no terminaba de encajar en todo este asunto de las votaciones y tuvo que pensarlo cuidadosamente antes de hablar, lo cual hacia que no se sintiese muy cómodo. Y fue Aerin quien dio justo en el clavo, aquello que se le pasaba por alto. 

-Me gusta lo que dices, Ildyra, ese margen de actuación a mi me valdría pero lo que ha dicho Aerin me ha dado que pensar sobre que si es creíble que una paladín nos lidere.

Pensé: Los caza recompensas suelen ir tras los que han hecho algo malo y pesa condena sobre sus cabezas. Malos o buenos que cazan malos en esencia. También pensé ¿Y a quién mierdas le va a importar quien nos mande? Pues supongo que los que quieran contratarnos, eso si fuésemos mercenarios, ojo. Y aunque digamos que no a cualquier contrato ¿Y a esos que le importa como nos organicemos? Que se metan en sus asuntos.

Luego me di cuenta de que ese no era el punto, quiero confiar en ti pero te ves muy joven e inexperta como para liderar a algunos de los que estamos aquí, es decir , míranos, somos un grupo muy variado de aspecto e ideologías y alguno de los que están aquí dan miedo de solo verlos. Luego teniendo en cuenta nuestro objetivo y como se las gasta, intuyo que nos veremos obligados a hacer cosas en las antípodas de tu moral. 

Creo que... si,  voy a tornar mi voto a Aerin por considerarla mejor opción. Mis disculpas.-

Entonces llegó la comida y guardé silencio para que el posadero no metiese sus narices en la conversación. 

-Que aproveche, hermanos y hermanas. 

Balthor le echó un vistazo a la comida, no había pescado, pero tampoco lo había pedido, por lo que cogió un gran pedazo de carne y lo repartió con Ronrroneo, que se estaba poniendo muy grande*.

- No conozco tu credo mucho Ildyra ¿Pero ocultar tu condición te esta prohibido? No es sólo liderar a unos mercenarios, tu simple existencia es una amenaza para Lilith, le dará igual tus orígenes, te relacione con nuestra antigua filiación o no.- echo una mirada hacia Abelgos, le caía bien - por mi parte espero que evitemos daño a inocentes, aunque la precaución sobre en quien confiar debe ser una prioridad, no ocurra otra vez lo de la niña.

Volvió a masticar otra ronda y la hizo bajar con un buen trago.

- Supongo que depositaré mi confianza en Aerin, tengo pocas limitaciones como druida, mis mentores siempre me vieron más como un bárbaro con una conexión fuerte con la naturaleza, más que como un miembro de pleno derecho de su círculo- como con la Hermandad, otro club al que no había logrado entrar - por lo que el estilo de Aerin me es muy conveniente.

Alya negó suavemente con la cabeza, inusualmente silenciosa (al menos mentalmente) llegado aquel punto de la conversación. Miraba a su alrededor, a aquel debate sobre el liderazgo y como se iba inclinando hacia Aerin, que por su inclinación y afinidad, era como poner al mando a Agatosh igualmente. Parecía que era la única que veía los problemas de poner a un cultista al mando a largo plazo.

La entristecía enormemente, aquel variopinto grupo era lo más similar que había tenido a camaradas; pero cada minuto, cada palabra que veía escapar de sus labios la llevaba más a la convicción de que aquel ya no era su lugar. Tal vez fuera su Diosa, haciéndola saber que la llamaba a otro lado. Quizás, simplemente el desencanto con la verdadera personalidad de muchos de los que la rodeaban una vez fuera de la constante vigilancia y supervisión de Lancerot.

Cada vez, incluso, tenía peor opinión de él y de su organización, si la lideraba de tal forma que estaba garantizado su colapso una vez se retirase, por el lento desgaste del tiempo o el arma de un enemigo.

Dibujó una pequeña sonrisa, decidiendo que un rato más no le haría daño, disfrutando de la falsa camaradería un poco más. Atacó el almuerzo con apetito, con su cara sólo un poco más expresiva de lo habitual. Cuando se sintió satisfecha con esto, dijo un breve - Voy fuera a tomar el aire. - cargando con su mochila y arma, dejando unas pocas monedas para pagar su parte, por si pasaba el posadero a cobrar en ese tiempo, dijo.

Y una vez fuera, se dispuso a hacerse a los caminos. A llevar aquella guerra a su manera o al siguiente destino que su diosa tuviera en mente.

La primera vez que se sentaron todos junto al fuego Alya también se había retirado en silencio, y como aquella vez Vicnan pensó en detenerla, pero no lo hizo.

Porque, al igual que aquella vez, no tenía ningún argumento válido, ninguna idea genial que la tentara a quedarse.

"Buena suerte, Alya", pensó, esperando que pudiera oírle.

Parecía que la votación había dado un giro, no del todo inesperado, pero que no sentó bien a todo el mundo; Alya, de quien Agatosh habría imaginado que tampoco tendría pegas, fue la primera en levantarse tras ver que la decisión caía del lado de Aerin, y a pesar de que no lo dijo en voz alta, a él al menos no le cupo duda de que la inquisidora pretendía irse.

Él no la detuvo, cada uno era mayorcito para hacer lo que creía conveniente, pero si se quedó observándola mientras salía y, cuando lo hizo, suspiró.

—Creo que no va a volver —dijo paseando la mirada por todos y cada uno de los presentes—. ¿Alguien más quiere irse? Pronto no habrá vuelta atrás —añadió, en voz más baja.

Ildyra vió como Alya salía de la taberna con paso tranquilo, sin decir mucho. Tal vez debería hacer lo mismo y Agatosh lo comentó mientras lo pensaba.

-Bien, debo entonces yo también hacer preguntas. ¿Podeis prometer que pondreis el bien de las gentes de Daenash por delante de la venganza? ¿Que os contendreis en la violencia cuando sea posible y que no abusareis de esos medios necesarios?

La atención de Agatosh, de nuevo, recayó en en Ildyra, a la que miró largamente antes de contestar, bajando aún más el tono de voz—. Puedo prometer que haré lo que sea necesario para matar a Lilith, no por venganza, sino porque es lo mejor. Y si para hacerlo tengo que sacrificar a unos pocos, lo haré; si supiera con certeza que quemando Shitary hasta los cimientos, y a toda la gente en su interior, acabara con ella y todos sus planes, lo haría —dijo con sinceridad—. Pero no mataré a nadie si puedo evitarlo, no si no estoy seguro de algo, aunque no me contendré tampoco con los que se me opongan.

Para hacer una tortilla hay que romper huevos. -Apuntilló mientras señalaba a ningún sitio en concreto con una cuchara de madera con la que se tomaba la sopa. -Yo no haré promesas o juramentos que me vea obligado a romper mañana pero si, es mi intención hacer eso que has dicho, quiero mirarme a un espejo y poder distinguirme de ella. -

O de ellos...

Me falta Vicnan por posicionarse y suponiendo que os votáis a vosotras mismas mis cuentas salen a favor de Aerin. Salvo que alguien me corrija este asunto debería quedar sentenciado.

- Yo pues... - Vicnan miró a Aerin y después a Ildyra - yo creo que el fin no justifica los medios, pero a veces hay que hacer sacrificios por el bien común. Entiendo lo que dicen Abelgos y Agatosh. Sin embargo agrego una cosa más: si alguien debe ser sacrificado por el bien mayor trataré de ser yo, y no un inocente, el que pague el precio -

- Por eso, mi voto es para Ildyra -

- Estáis imaginando cosas muy lejos en el camino y aún no damos un paso, para llegar a sacrificar algo hay que tener un plan y un objetivo claro, que de esa aberración sabemos poco. Y si por casualidad vuestro plan es ir matando a diestro y siniestro lo mismo me encontráis de frente, no te transformas en un monstruo peor para acabar con otro. Eso es de novelas baratas.

Miro a los presentes, entonado un suspiro - La idea fue mía, pues caiga el manto del liderazgo sobre mi. Pensároslo bien, todavía podéis elegir a ronroneo. Dicho sea esto, si hay un peligro luego no es momento para discutir las ordenes. Tomaré en cuenta los deseos de todos los hermanos aquí presentes, dicho sea esto, si alguien abandona después de esta noche, sus deseos dejarán de importarme, y puedo tomármelo muy a mal. Somos una hermandad, y la traición fue la que nos destruyó. No toleraré que nadie cambie de bando suponiendo un peligro para el resto. Si yo falto, la segunda persona más votada será la que dirija.

¿Y tengo que liderarlos contra ella? Me pone la piel de gallina, no sé muy bien si podré resistir su influjo estando cara a cara.

Lo siguiente es hacer algo con Agatosh y Abelgos, os quiero mucho pero la sutilidad la necesitamos, y llamáis mucho la atención.

Ildyra sigó pensando en silencio con la mirada perdida sin apenas tocar un plato.

Tras lo que pareció una eternidad respondió con voz neutra.

Lo lamento entonces, pero no puedo continuar aquí. Gracias por el voto Vicnan, pero creo que voy a seguir a Alya, todavía no debe andar muy lejos.

Miró con tristeza a sus compañeros, rezando para que no se cumpliera lo que estaban diciendo.

Puedeis estar tranquilos, que moriré antes que unirme al bando de Lilith.

Antes de que Vicnan o alguien más dijera nada alzó la mano. Por favor, no quiero despedidas agridulces. Separemonos como aliados y amigos.

Sin dar mucho pié a nada más, salió de la posada, y allí desplegó unas alas de luz con las que salió volando.

Vicnan fue a replicar pero algo en la mirada de Ildyra lo hizo recapacitar. ¿Era una súplica? ¿había adivinado lo que él sentía por ella?.

Otra vez el ingenuo, por supuesto que lo sabía, como lo sabían todos.

Fue un instante, ya que la paladina no tenía intención de alargar la despedida. Se estaba yendo cuando se levantó y logró articular un saludo.

- Buena suerte, cuenta conmigo para lo que sea -

Una despedida formal, sin poesía ni drama. Sin embargo, no hacía falta tener los poderes de Alya para leer el tono quebrado de su voz. Lo que realmente quería decir y no dijo, porque ya era tarde.

La puerta de la taberna se cerró y Vicnan volvió a sentarse. Al mismo tiempo, otra puerta se cerró también en su interior.

Asintió ante las palabras de Ildyra lamentando su decisión pero a su vez sintiendo un profundo respeto por que fuese fiel a su ideales por encima de todo.

-Te deseo buen fortuna en tu camino. -

Algo mas tarde, tras la marcha de Ildyra retomó la conversación. 

-Se que no dejo indiferente a nadie con mi exótica belleza pero no tiene por que ser una traba, quiero decir, él por su parte tiene sus pociones para tener aspecto humano como le conocimos y yo, bueno, menos mis preciosos ojos puedo disfrazarme con maquillaje y tintarme el pelo para parecer un semielfo mas... común.

Podría hacerme pasar por tu hermano mayor.

Miró a Agatosh pendiente de que tenía este que decir al respecto, por qué si ya no se escondía como ante sería por alguna razón. 

Agatosh no respondió a Balthor; si sus palabras eran para él, bueno, prefería dejar que el tiempo pusiera cada cosa en su lugar. Y si el futuro le enfrentaba al druida y su tigre, sería algo un problema en el que no quería pensar en ese momento. No, sus pensamientos estaban en ese lugar, esa noche, ese momento; tenían suficiente con las decisiones que estaban tomando, pues marcarían el rumbo de la nueva Hermandad. Una de la que Alya no formaría parte... Y Tampoco Ildyra. Lo cierto es que lamentaba la marcha de la primera, pero cuando la segunda se levantó y se fue, no pudo menos que sentir alivio; con la paladina entre sus filas, las cosas habrían sido mucho más difíciles. Esperó a que se cerrara la puerta, en silencio, y cuando ocurrió, se giró hacia los que quedaban.

—Antes de pensar que hacer con nosotros dos, y eso es verdad, al menos por mi parte, gracias a la alquimia, no hay que preocuparse mucho... ¿Alguien más se marcha? —preguntó; su mirada recayó en Marcus prácticamente de inmediato—. Ellas también necesitarán ayuda; si alguien prefiere sus métodos, los de los Vigilantes, a los que seguimos aquí, aún está a tiempo.