Partida Rol por web

El rastro de huellas de lobo conduce a los samurais hacia el norte pero dando un amplio rodeo respecto a la ruta seguida por el soldado Yodotai en su huida. Todas las huellas parecen ser igualmente recientes y se borran al poco de quedar atrás, despejando cualquier posible duda sobre su origen sobrenatural. En cuanto a la intención del espíritu que está dejando el rastro, queda clara cuando a media tarde los samuráis ven a lo lejos a un grupo de al menos veinte Yodotai dirigiéndose hacia la explanada donde se encontraron con los rokuganeses. El campamento del que salieron no debe estar muy lejos. El sol se va poniendo mientras el camino se hace más y más ascendente. También hace más frío, incómodo pero aún inocuo

Para cuando los últimos rayos de sol se desvanecen en el cielo los rokuganese contemplan el campamento Yodotai siguado varias decenas de metros más abajo en la ladera de la misma montaña en la que se encuentran. Las tiendas están dispuestas formando un cuadrado dividido en cuatro por dos grandes caminos que cruzan el campamento en dirección norte-sur y este-oeste. El lado oeste da a un enorme barranco, y los tres lados restantes están rodeados por un foso.

Observando con atención los samuráis van distinguiendo las tiendas-caballerizas, el comedor, los barracones, letrinas y la enorme tienda que debe pertenecer al jefe Yodotai, situada al lado del cruce central del campamento. El ambiente es disciplinado y muy bien organizado: todo soldado Yodotai a la vista está ocupado con algo, ya sea atendiendo a los animales, practicando la lucha con lanza o espada o patrullando el perímetro del campamento por el interior del foso. A juzgar por el tamaño del campamento y el número de tiendas habrá como un centenar de soldados. Al poco tiempo el pequeño pelotón de soldados que habían salido a buscar a los samuráis vuelve con las manos vacías. La estrategia de Daiki y el rodeo han demostrado ser de utilidad. El rastro de huellas de lobo se dirige directamente hacia el campamento...

Un agudo silbido, de bajo volumen, se escapó de la garganta del Libélula cuando el campamento se mostró ante sus ojos en todo su esplendor. Aquel lugar no era un simple campo de prácticas para los gaijins; era una avanzadilla, compuesta por no menos de cien guerreros, y si estaban allí no era por casualidad. Rokugán se enfrentaba a una invasión extranjera...

Se giró, para comprobar en la expresión de las caras de los demás si habían alcanzado su misma suposición. Y de nuevo se concentró en aquella asombrosa vista. Pasó un tiempo en silencio, meditando sobre todo lo que veía, hasta que al final rompió el silencio
-Son pragmáticos y eficientes. Ningún yodotai malgasta su tiempo, y cada uno cumple su función. Si atacan nuestro Imperio muchas aldeas serán arrasadas a su paso, y no mostrarán piedad -masculló en voz baja, por mucho que a tanta distancia casi era imposible que nadie los oyera. Sin embargo el carácter afable (y casi indolente) del Tonbo era eclipsado por la seriedad de cuanto estaba sucediendo. Analizaba la posición, pero el juicio de Daiki o Daijiro contaría con más peso, pues no era experto en el noble arte de la guerra
-Son como un gran panal de abejas. Y ahí ha de estar su reina -señaló la casa en el medio, distinguida de las demás por su tamaño y el espacio que ocupaba, no por su ornamentación. En su pensamiento se sucedió un plan para sobrepasar sus defensas por la noche, cuando la mayoría estarían durmiendo, y asaltar esa tienda; pero algo le decía, por lo poco que conocía a los gaijins, que a su jefe no le importaría morir si dando la alarma conseguía que los atraparan. Probablemente sus inferiores tampoco dudasen en atacarlos aun poniendo en riesgo la vida de su comandante

Chasqueó la lengua, desencantado. Si la loba había ido hasta allí, y cada vez tenía menos dudas al respecto, había sido un acto totalmente alocado y absurdo, por mucho que la curiosidad animara su espíritu. ¿Quién en su sano juicio iría hasta allí? Salvo ellos, claro... tras las huellas de un espíritu muerto

De nuevo se giró, se sentó en el suelo resoplando de cansancio y observó a los demás. Si había alguna idea, que saliera de cabeza ajena, ¡la suya estaba que echaba humo!

Durante el tiempo que ha durado el rastreo de las huellas da la sensación de que Saiki se ha pasado más tiempo atenta a cosas dentro de su cabeza que a lo que pasaba en el mundo real. Resulta obvio que el combate contra los extranjeros le ha afectado más de lo que querría admitir. El hecho de estar siguiendo unas huellas claramente espirituales le hace recuperar la compostura y la calma. Siempre se ha sentido más a gusto tratando con los kami que con sus congéneres humanos, y saber que alguien de el otro lado les está guiando de alguna manera hace que recupere su equilibrio.

Cuando las huellas se detienen y el grupo descubre el campamento yodotai en su cabeza ya no queda resquicio de duda. Confía en las intenciones de los espíritus del bosque que les han traído hasta aquí. Viendo que quizás alguno de sus compañeros no está tan acostumbrado a dejarse llevar por la sabiduría de los habitantes de otros mundos decide darles un poco de tiempo para que expresen sus ideas y decidan qué hacer, aunque para ella el camino ya esté claro.

Busca un lugar apartado (donde un centinela yodotai no pueda verla) y se sienta. Pacientemente espera a escuchar las opiniones de los demás mientras con la mirada busca algo por el suelo. Tras un tiempo su mirada se posa en una piedra redondeada de tonos blancos, y con una sonrisa la recoge, la limpia y la guarda como si se tratase de una reliquia familiar.

- Parece que el rastro del lobo nos ha conducido hasta el campamento Yodotai y nos ha evitado otra escaramuza. Sin embargo, si la piel de Dama está ahí dentro, ¿Cómo pretende Ouyama-kami-sama que la recuperemos?- Se tocó la zona donde había sido herido durante el combate con los soldados Yodotai.- En nuestro anterior combate éramos séis samurai contra cinco soldados extranjeros y no salimos muy airados. Descarto por tanto el entrar a sangre y acero en ese campamento.- Miró al Shiba unos segundos, después volvió a mirar al campamento y continuó.- Tampoco me gusta la idea de entrar a hurtadillas aprovechando la noche: no soy un escorpión y además nos acabarían descubriendo.- Miró a sus compañeros. Su rostro reflejaba un semblante sereno y su pose era relajada cuando dijo:

- Tal vez deberíamos enviar a un emisario. Y a mi no me importaría hacerlo. Así al menos podríamos intentar averiguar qué ha pasado realmente y quién tiene la piel de la Dama antes de decidir qué hacer y cómo recuperarla. Además debemos capturar a su asesino y llevarlo ante Ouyama-kami-sama.- Buscó un lugar donde sentarse a descansar pero que le permitiera poder ver el campamento.- No sé... ¿qué opináis?

Arrugó el ceño, pensativo, con una expresión sombría en el rostro
-Tal y como ha entregado su vida el gaijin, dudo que salieras con vida del campamento. Si por un casual consintieran en devolverte a tu señor, le serías entregado en trozos a cada cual más pequeño -negó perdiendo la vista en algún punto inexistente del horizonte

No sabía si los yodotai habían atacado ya alguna aldea de la zona, pero por lo que conocía de las tierras Dragón no había oído nunca de ellos. Sin contar, claro, que su afán de conquista contara con un único frente y no se dividieran por otros flancos y tierras aún más desprotegidas. -La sorpresa es una ventaja militar demasiado valiosa. Cualquiera de nosotros es testigo de su presencia, así que acudir a ellos con la simple buena voluntad es demasiado arriesgado -chasqueó la lengua, decepcionado. Tampoco contaban con nada que ofrecer a modo de intercambio, ni tan siquiera las vidas de sus compañeros. Y de poseerlas algo le decía que se negarían a su devolución, y no habrían hecho otra cosa más que sacrificar las suyas propias

Sí. Si lo pensaba con claridad comprendía que con los yodotai no había entendimiento posible
Sin embargo la opción de entrar a oscuras era peligrosa, y mucho. Al Tonbo no le importaba el honor (o no en la misma medida que a sus compañeros), y no tendría problema alguno en colarse en el campamento. Si contaran con un Escorpión en sus filas...
Había un último recurso que podría usar. Una última opción para entrar sin ser detectado, pero requeriría arriesgar su vida. Y si alguno optaba por acompañarle, también la suya. Así que por ahora guardó silencio a la espera de que otras ideas flotaran en el ambiente

- Lo sé, Yuya-san. Es una posibilidad aunque parecen civilizados hasta el punto de admitir parlamentar con un emisario. Lo que sí tengo claro es que si entramos a hurtadillas amparados por la oscuridad de la noche y nos cogen no habrá posibilidad de salvación: no podemos luchar contra todos ellos.- Torció el gesto intentando dar con otra opción válida para esa situación. Realmente no se esperaba tener que enfrentarse a un ejército para recuperar la piel de un cazador furtivo…

Entre la fatiga del combate y la visión del enorme y organizado campamento de los extranjeros, no puedo por menos que tumbarme a un lado, mientras mi cabeza intenta trabajar a toda velocidad, tratando de encontrar alguna solución ante el que aparentemente es el tramo final de nuestro viaje. Las pisadas espirituales nos han indicado el camino; pero está claro que no podemos llamar a su puerta y pedir amablemente que nos devuelvan lo robado.

Sin incorporarme, me vuelvo boca arria, mientras echo un nuevo vistazo al campamento. Vuelvo a mi sitio mientras escucho las ideas des mis compañeros. Hablan de escorpiones y de deshonor. Hablan de sacrificio. No saben lo que dicen... Pienso apenado...

- No hablarán con nosotros ni con ningún rokuganes. Su misión está en marcha, y no la detendrán ni se arriesgarán por nada. Saben que los hemos visto, así que estarán en guardia ante cualquier infiltración. Debemos hacernos con la piel robada, y serán los propios espíritus los que nos ayuden a liberar el alma de su Reina. - Miro al resto de shugenjas - Debemos contactar con algún espíritu que sea nuestros ojos y nuestras manos ahí dentro. No sabemos de qué son capaces los extranjeros, o si disponen de hombres capaces de contactar con los kami; pero lo dudo. Ninguna patrulla se arriesgaría a no disponer de semejante ventaja en un pais extranjero... - Digo pensando en mi propia patrulla, meses atrás...

Saiki permanece en silencio mientras todos sopesan los pros y los contras de las diferentes opciones que se han planteado. No deja de resultarle extraño lo enrevesadas que hacen las cosas algunos samurai. Ciertamente hay cosas muy evidentes en esta situación, pero parece que sus compañeros están buscando complicaciones donde no las hay. Reflexiona sobre ello: ¿será que la vida que ha llevado hasta ahora le ha hecho tener una perspectiva directa y práctica, o será que esa vida no la ha preparado para la complejidad del mundo y la ha convertido en alguien demasiado sencilla para las intrincadas tareas de un samurai?

Sea una iluminada o una simplona, resulta obvio que sus compañeros están ignorando cosas muy evidentes, así que decide expresarlas en voz alta, aunque solo sea como recordatorio para aclarar un poco la situación.

-No deseo ofender a nadie, apreciados compañeros, ¿pero no nos estamos olvidando de dos cosas muy importantes?. Primero, los extranjeros saben que han sido descubiertos. Se nos escapó uno y los ha avisado. Si son medianamente competentes en el arte de la guerra, y sólo con verlos queda claro que lo son, ya sabrán que hemos mandado a alguien para que avise de su presencia. Su factor sorpresa ya se ha perdido. Si tienen el sentido práctico y lógico que hemos visto hasta ahora no van a tener ningún motivo para hacernos daño si nos presentamos ante ellos. Nos hagan lo que nos hagan no cambiará la situación. Eso no quiere decir que esa tenga que ser nuestra única opción, pero la tenemos si vemos que es necesario usarla.

-Lo segundo y más importante es que hemos llegado hasta aquí siguiendo unas huellas espirituales que todos, incluso los no acostumbrados a comunicarse con los espíritus, hemos visto. Mira hacia el grupo y les dedica a todos una sonrisa tranquilizadora. No estamos solos en esto. Quizás sea un poco más dificil de lo habitual obtener su ayuda, pero está claro que las criaturas de los mundos vecinos tienen un especial interes en esto.

El Fénix se mantuvo en un segundo plano mientras los demás tomaban la iniciativa, observando el campamento enemigo y el movimiento que se podía ver entre sus calles bien organizadas, parecía un gran contingente de al menos mil hombres. Esos Gaijin estaban profanando la tierra de sus Ancestros y eso le irritaba, agitando la sangre León que corría por sus venas. Sin embargo no plasmó esos sentimientos en su rostro. Se limitó a observar con cautela (1).

-"No tenemos más opción que tratar de sacar toda la información que podamos de nuestro enemigo, sabe que venimos o que nos encontramos en las inmediaciones del territorio que han arrebatado al Imperio Esmeralda. Esta noche doblarán las guardias y mañana por la mañana enviarán sus más rápidos emisarios a informar a sus superiores y sus mejores exploradores como avanzadilla para encontrarnos y evitar que podamos avisar a los nuestros de sus planes de invasión".

Daiki negó con la cabeza agitándola como su mente estuviera varios pasos por delante de lo que estaba por acontecer. -"No tenemos elección, debemos dar tiempo a Ryu para que avise al Emperador. Ahora nuestras vidas no son nada en comparación con lo que se puede perder, sin embargo no estoy de acuerdo con desperdiciarlas entregándoselas a un enemigo como este. Los Kami nos han traído hasta aquí, así que sean ellos los que nos informen de lo que hay allí. Si nadie más tiene el valor suficiente como para enfrentarse al enemigo en el nombre del Imperio, seré yo mismo el que se adentre en las filas enemigas. No es mi especialidad, pero sólo perderemos una vida y obtendremos una oportunidad. Estoy listo para cumplir con mi deber".

La mirada del Fénix se tornó seria y directa, mientras se mantenía en una actitud serenidad absoluta, como aquel que acepta con gusto el destino que las Fortunas le tienen preparado.

El rostro de Saiki se endurece tras escuchar las palabras de Daiki. La excesiva rigidez y severidad del Fénix ya empezaban a hartarla, y la paciencia de la shugenja no está en su mejor momento tras todo lo que ha pasado. Por su cabeza pasan las muertes de los campesinos, los espíritus llenos de odio del bosque, la muerte de Zenko-sama, el hijo de Mirumoto Kobo-sama, y como todo eso se podría haber evitado con un poco de flexibilidad y comprensión. Cuando habla su tono es muy duro, sin atisbo de la compasión que ha demostrado en otras ocasiones.

-No se trata de valor, Daiki-san, sino de no desperdiciar ninguna vida a lo tonto. A menos que alguno de nosotros sea un maestro de exploradores que ha mantenido su identidad en secreto, es imposible que entremos en ese campamento sin ser vistos. Serán unos bárbaros apartados del orden celestial, pero saben lo que hacen, eso hay que concedérselo. Si un samurai se tira por ese barranco sin motivo -señala con la cabeza el risco- y dice que lo hace en nombre del Emperador, que no espere honores tras su muerte ni poemas en su nombre, salvo que sean esos irónicos que hacen los Grulla para reirse veladamente de los estúpidos. Aunque no ha pronunciado ningún nombre clava su mirada en el Shiba, dejando muy claro que está refiriéndose a él.

-No tenemos posibilidad de superar a estos extranjeros de ninguna manera, al menos en el mundo físico. Pero nos queda el espiritual, esa puede ser nuestra gran ventaja. Quizás podríamos pedir a los kami de fuego que inicien un pequeño incendio en el campamento -mira a Yuya- o pedir a algún animal o espíritu que investigue por nosotros -ahora se dirige a Noboatsu-. Dado que tienen su campamento al borde de un barranco igual yo podría pedir algo de ayuda a los kami de tierra, e incluso podríamos combinar varias de esas ideas. O podríamos intentar averiguar si quien ha dejado las huellas y nos ha guiado hasta aquí desea que hagamos algo en concreto, y seguro que hay otras cosas que no se me están ocurriendo ahora mismo. Las opciones son muchas y me gustaría pensar que no soy la única que tiene ideas que no impliquen tirarse de cabeza a una muerte cierta que implique el total fracaso de nuestra misión y ningún beneficio para el Imperio.

-Si logramos saber dónde está la piel y podemos distraerlos de alguna manera entonces quizás si tengamos una oportunidad.

La mirada del Fénix se posó sobre la de la shugenja Dragón sin mostrar emoción alguna. - "Lamento si mis palabras os han ofendido de algún modo Tamori-san, esa no era mi intención. Os ruego que me disculpéis. Solamente me he ofrecido voluntario a ser esa distracción que nombráis para tener algún tipo de oportunidad".

El Shiba dio unos pasos hacia la shugenja Tamori con su rostro frío y su mirada severa puesta sobre ella. -"Pongamos en las manos de las Kami nuestras opciones, pero desgraciadamente; tras mi experiencia como yojimbo de Isawa-sama, no creo que podamos conseguir nuestro objetivo sin sacrificarnos de algún modo".

El Yojimbo se volvió en dirección al campamento. -"Como mínimo deben de ser una legión de soldados, una avanzadilla. Y por lo que sabemos de las fuerzas de Mirumoto Konbo-sama parece que el combate va a ser duro. Apenas nada se ha perdido hasta ahora comparado con lo que se perderá si estas legiones llegan a la frontera de tierras Dragón. Es por ello que nuestra misión actual queda en un segundo plano. Creo que en eso estaremos todos de acuerdo. Pues la integridad de nuestro Imperio es prioritario en frente de nuestras motivaciones personales. Tratemos de recuperar el alma del kami del bosque, pero no olvidemos nuestro verdadero objetivo, el cual juramos en el momento en el que todos nos convertimos en samuráis. Debemos defender el Imperio Esmeralda a toda costa".

Aguzando la vista Daiki distingue a un hombre grande que sale de la tienda principal tirando de una cadena que ata las manos de una figura pequeña y delgada que camina dando traspiés. Llega hasta la tienda-comedor y desaparece en su interior arrastrando al prisionero...

Tras escuchar atentamente las palabras del Shiba algo cambia en la actitud de Saiki. La tensión que mostraba se reduce pero no queda claro el porqué. Se levanta y, sin saber muy bien que hacer, le dedica al Fenix una pronunciada reverencia a modo de disculpa.

Tras esto habla de nuevo al grupo de manera más calmada.

-Antes de empezar este viaje un viejo amigo mío, muy sabio, me dijo que no hay que preocuparse de aquello que es demasiado grande para tí, sino de lo que está a tu alcance. En sus propias palabras: no hay humano que pueda detener una avalancha, pero si se puede detener la piedrecita que la inicia. Debemos aceptar nuestras limitaciones o la avalancha nos arrollará.

Creo firmemente que nuestro papel en esto no es el de salvadores de Rokugán, sino el de mensajeros. Arriesgarnos a detener a estos extranjeros nosotros sólos sería muy imprudente y posiblemente causaríamos mas mal que bien. Sin embargo tenemos en nuestras manos la posibilidad de avisar a otros más capaces. Ryu-san ya ha partido para alertar a los señores de las tierras Dragón, pero todos hemos visto con nuestros propios ojos lo poderoso que es el Gran Ouyama. Queda en nuestras acciones el que se una a esta batalla o no, y para eso necesitamos la piel. Si conseguimos la piel y la devolvemos completaríamos ambos objetivos: calmar al Gran Ouyama y devolver la paz espiritual a estas tierras, que es a lo que vinimos, y juntar fuerzas suficientes para expulsar del Imperio a estos invasores.

Tras esto mira a sus compañeros uno a uno intentando discernir si estaban de acuerdo con ella o no.

-Es una tarea humilde, pero el deber de cualquiera nacido dentro del orden celestial es ese, cumplir con su deber no importa lo insignificante que parezca.

El Libélula se revolvió incómodo con el cariz que estaba tomando la conversación. Como si se tratase de un chiquillo al que reprenden, y que se siente y sabe fuera de lugar. No era su fuerte el don de palabra, ni tampoco el honor o la lealtad, pero se sabía en conexión con su propio espíritu. Quizá por eso era shugenja...

-Sobre los exploradores con una identidad secreta... -comenzó, sin poder evitar la sonrisa divertida que iluminó su rostro. -Parte del plan que cavilaba antes nace de ahí. ¡Hace tiempo aprendí un encantamiento magnífico, muy útil para esta situación! -dio un golpecito sobre el jingasa -en la parte que tapaba sus ojos- apartándolo levemente, y continuó. Sus ojos brillaban con pasión, y bajó la voz como si contara un secreto. -Con él puedo caminar sobre casi cualquier superficie, por lo que sería fácil entrar al campamento por el lado del acantilado. Y también salir por ahí. Como es lógico, será la zona más laxa en cuanto a vigilancia

-Y no lo haría como Tonbo Yuya, sino como uno de ellos -en este punto, observó a Saiki ampliando su sonrisa bonachona. -No soy muy hábil en las tácticas de subterfugio, pero sí con el disfraz. Podría pasar por uno de los suyos. Además, si Noboatsu-san consiguiera invocar un espíritu para que guiara mis pasos hacia el lugar donde está la piel de la Loba no haría falta deambular como un tonto por el campamento. ¡Bastaría con ir directo hacia ella y sacarla de ahí! -concluyó su disertación golpeando la palma de su mano con el puño

No parecía un plan demasiado elaborado pero sí una posibilidad cierta. Algo es algo

- Estoy de acuerdo con Daiki-san - digo tras escuchar el resto de opiniones. - no creo que nuestro papel aquí sea el de perder la vida inútilmente. Conozco mis obligaciones, tanto para el pueblo dragón como para con Ouyama y para todo Rokugan; pero no creo que el que cualquiera ente en ese campamento consiga sino una muerte segura. - Me vuelvo hacia el Tonbo - Yuya-san - digo con una inclinación de cabeza - agradezco tu idea. Me parecería digna de tenerse en cuenta, en caso de encontrarnos ante un campamento rokuganes. Sin embargo, no sólo hay que tener en cuenta el ropaje o un mero disfraz, sino su forma de moverse, de saludar, sus gestos, su señales, su idioma, su acento... No creo que fuese a salir bien. - Me dirijo nuevamente a todos mis compañeros - como dije antes, propongo pedir a un espíritu que nos sirva de ojos en el campamento, y que localice la piel para nosotros. Así podremos valorar correctamente la forma de recuperarla... -

El Fénix estuvo a punto de ofrecerse voluntario para la opción presentada por Yuya-san, pero otros se adelantaron a su voz.

Ante las palabras del Kitsune asintió y posó su mano bajo su mentón mientras meditaba las opciones. -"¿Desconozco cómo funcionan esas capacidades que poseéis Kitsune-san, pero si pudiéramos saber algo más del campamento, nos sería de gran ayuda de cara a tomar la decisión adecuada a nuestra situación".

Su mirada se posó sobre la del shugenja Libélula. -"Si fuera necesario os acompañaré al campamento. Creo que podría hacerme pasar por uno de ellos; además bajo ningún concepto permitiré que la vida de un siervo de los Kami sea ofrecida a nuestros enemigos, conozco mis votos como Yojimbo y los cumpliré pase lo que pase".

-"Respecto al campamento, parece que el Gaijin no mentía cuando habló de un prisionero. He visto un hombre de gran poderío físico arrastrar a un prisionero por el suelo desde la tienda central hasta lo que serían los comedores. Desconozco la situación, pero no estaría de más informarnos acerca de quién es ese prisionero y porqué lo mantienen con vida ¿Alguna idea?"

Negó con la cabeza, sonriendo afable al Fénix. Le gustaba ese samurái; parecía mucho más honorable de aquellos que, teniendo una posición mucho más elevada, ignoraban sus obligaciones y los principios de sus creencias. Si moría, cuanto menos lo haría en buena compañía

De todas maneras, lo dicho por Noboatsu era digno de consideración. Si era posible contar con la ayuda de los espíritus la tarea sería mucho más sencilla -dentro de su infinita complejidad-. Por lo tanto, para él era la opción más inteligente y prudente. Así, respondió tanto a uno como a otro: -Los espíritus de los que Noboatsu-san habla podrían contarnos quién es. ¡O podríamos verlo con sus ojos, ¿no crees?! -su rostro se iluminó ante tan magnífica idea, como si la propia Onnotangu lo iluminara. Hasta tuvo que contener sus ganas de dar palmadas de alegría, por si acaso descubría su posición

- Pues no se hable más. Parece que ya tenemos un rumbo de acción. Si os parece bien, Daiki-san y un servidor deberíamos vigilar los accesos a nuestra posición por si fuéramos descubiertos mientras los sacerdotes preparais vuestras ceremonias y así nos evitamos sorpresas. Por favor, no dudeis en pedirnos cualquier cosa que necesrteis: del éxito de esta misión depende la vida de mucha gente, así que no escatimemos en nada.

Absoluto desconocedor de la invocación de un espíritu que sirva de ojos y guía para ellos en un campamento enemigo, se giró hacia Noboatsu lo observó con los ojos brillantes. Sentía sincera curiosidad por el ritual a seguir, así como cualquier tarea que le fuera encomendada en el mismo -si es que su presencia sagrada servía-. Parecía que los peligros que corrieran a partir de entonces eran ignorados por el Tonbo, como si no existieran, o como si no cruzaran un segundo su pensamiento salvo que fueran certeza

¿Qué os parece invocar a un kami y que espíe dentro del campamento? - propone el Zorro - Lo mejor sería uno de agua. Podríamos pedirle que nos mostrase imágenes de lo que viera. Lo mejor sería invocarlo mediante un ritual como hicimos con la Dama Pálida aunque luego todos tengamos que pagarle...